jueves, 27 de septiembre de 2018

Las Élites locales en la franja Este de Huete entre los siglos XVI-XVIII



NOTAS PERSONALES Y APUNTES GENEALÓGICOS SOBRE LAS FAMILIAS DESTACADAS DEL ÁREA ESTE DE HUETE SIGLOS ATRÁS


Por David Gómez de Mora

(Chorographia del obispado de Cuenca, Ldo. Bartholome Ferrer)

I. El área Este de Huete entre los siglos XVI-XVIII
El entorno de la Alcarria conquense ha gozado históricamente de un prestigio, que nada cuesta entender si nos damos un paseo por las calles de muchos de sus pueblos. La fabricación de múltiples iglesias de gran factura, la riqueza de las tallas religiosas y demás objetos de enorme valor que albergan sus interiores, o la presencia de variados escudos de armas en viviendas palaciegas junto a la abundancia de casas grandes de labranza, son diferentes elementos, que sumados e interpretados con evidencias documentales, nos relatan el modo de vida de muchas de las grandes familias que fueron asentándose. Y es que estos vestigios son sin ningún tipo de dudas, elementos que confirman y hablan de un pasado en el que existieron múltiples personas, que ostentaron cierto poder en sus respectivos lugares de residencia.
Ciertamente, son varios los siglos y el tiempo trascurrido, que dificultan más si cabe la labor de poder imaginar cómo era el día a día, en un espacio geográfico, donde existían diversas comunidades de personas, que desde tiempos antiquísimos, jamás habían abandonado aquel lugar, a pesar de que en la actualidad, muchos de ellos se encuentren deshabitados o en el mejor de los casos, en una irremediable fase de desaparición de cara a años venideros.
Desde los tiempos de la reconquista, la zona de Huete fue un entorno codiciado y bastante rico, que hasta finalizado el periodo medieval, podríamos decir que rivalizaba con la propia capital de Cuenca. Ello se debió a las ganancias generadas en el campo, así como al flujo de familias destacadas, que fueron dando vida y asentándose en aquellos parajes, en los que la agricultura y la tenencia de un patrimonio permitieron el afloramiento de una clase rural, que podía vivir medianamente bien. Se trataba de un sistema de producción claramente agrícola, el cual en ocasiones se combinaba con un complemento ganadero, así como otros oficios, que perfilaban la clásica sociedad rural del interior de Castilla.
Sobre ese escenario fueron manteniéndose los lugares que rodeaban a Huete, su “capital”. La franja de estudio que nos interesa, se reduce a su flanco este, un área que antaño dependía obviamente de la localidad optense, y sobre la que existían muchos lugares que se distribuían en la fértil zona baja del corredor que corta este entorno de la Alcarria.
El espacio geográfico que vamos a analizar, comprende los municipios de La Peraleja, Saceda del Río, Carrascosilla, Caracenilla y Villarejo de la Peñuela. Todos tienen en común el hecho de ser pequeños enclaves, que se ubican en la parte Este de Huete. A día de hoy, dos de estos lugares (Saceda y Carrascosilla), se hallan sin habitantes, mientras que las restantes poblaciones, siguen resistiendo a los avatares del éxodo rural.
El entorno referido se ubica en medio de un eje, que va a medio camino entre la ciudad de Huete y la localidad de Bonilla, esta segunda, históricamente ya más dependiente de lo que sería el área de influencia política de La Ventosa.
Como decíamos, la actividad agrícola fue el principal motor de este entorno: cebada, trigo, vid y demás cultivos de secano, a los que podía sumarse otras actividades, como la explotación de colmenas o el sector de la ganadería, serían los recursos más explotados. Parece ser que de entre todas estas localidades que vamos a reseñar, Caracenilla fue la que hasta el siglo XVIII mantuvo diferentes servicios, que le valieron despuntar como un pequeño foco de atracción o dominio que abastecía a muchas de las poblaciones de sus alrededores y donde obviamente como veremos, se forjó una pequeña burguesía rural, con una capacidad de influencia bastante notoria.
La unión histórica que ha habido entre estos municipios, se debe en parte a la geomorfología del relieve de la zona. Recordemos que por el flanco noreste, La Peraleja fue un núcleo con relativa importancia, que descendiendo hacia Huete conecta más abajo con Saceda del Río, pues el camino natural que enlaza ambas localidades es la vega del río Peñahora. Esta arteria fluvial que se prolonga con el río Mayor, y circula junto a Huete, ha sido un punto de paso, que desde siglos atrás, unió a dichos municipios. A partir de ahí, si salimos en dirección sureste y siguiendo el trayecto del referido río Mayor, veremos como se le incorpora un arroyo que baja desde Villarejo de la Peñuela, pasando por la vega en la que se asientan las localidades de Valdecolmenas de Abajo y Valdecolmenas de Arriba. Es por lo tanto, en este medio geográfico, donde estos ríos trazan de modo natural aquellos caminos y puntos en los que se establecieron los principales municipios que quedaban en el área más inmediata al Este de Huete. Mención a parte sería el caso de Carrascosilla, que nunca tuvo un acceso que la enlazara medianamente bien, por lo que quedara “aislada” de este punto, a pesar de que el vial con la que comunicaba no distaba muy lejos de la vecina localidad de Saceda del Río.
Área de estudio (imagen de google maps)
Visto así, nuestro estudio pretende enfocar un análisis de aquellas familias que se ubicaban en esta región concreta de la geografía conquense, y entre las cuales mantuvieron bastantes nexos ya no sólo genealógicos, sino que también de carácter económico.
Obviamente, Huete será el principal foco de influencia. Luego, desde el mismo se bifurcarán diversos caminos que conectarán estos puntos. Como decimos, por el noreste los más inmediatos son el camino que va hacía Gascueña, donde tendríamos Saceda y Peraleja (así como Carrascosilla adjuntándose a los mismos). En cuanto a la zona sureste, en dirección a Cuenca, la vega baja desde Caracenilla hasta Villarejo de la Peñuela, punto en el que el relieve se modifica, y cambia por tanto la dinámica geomorfológica de este espacio.
Para la realización de este pequeño estudio, hemos partido de fuentes que son de obligatoria consulta, puesto que nos ayudan a comprender cual fue el destino que vivieron muchas de las familias de estos lugares, fenómeno que podemos entender especialmente a través de los testamentos que hay en los respectivos libros parroquiales de cada lugar o en los volúmenes de defunciones. Otro indicador a valorar debidamente, es el Catastro de Ensenada, pues resulta una referencia esencial en la que se aportan datos valiosísimos respecto a la situación económica del lugar, en un momento donde todavía no se estaba presintiendo el declive socioeconómico, que poco después comenzaría a agudizarse en este entorno.
Por lo que respecta a los datos genealógicos e históricos de los siglos XVI-XVII, hemos consultado la documentación eclesial de cada municipio, las cuales hallamos en los libros parroquiales, la mayoría de estos presentes en el Archivo Diocesano de Cuenca, así como en el Archivo Parroquial de Huete y el de Caracenilla.


En el municipio de La Peraleja, en el momento de la realización del Catastro de Ensenada, los alcaldes ordinarios eran Juan Jarabo y Juan de Hernán-Saiz, dos familias históricas del lugar, que gozaron de enorme poder a nivel comarcal, siendo muy destacada la primera.
Los regidores eran Juan de Villalba, Juan Jarabo Martínez y Felipe Vicente. Respecto a los jurados vemos los nombres de José Notario, Andrés González y Juan Vicente. De los González, sabemos que la mayoría de sus miembros pertenecían al estado noble, puesto que descendían de un linaje de caballeros, conocido como González-Breto, no obstante, el apellido muchas veces se mutilará, y aparecerá la forma González de manera aislada.
Los Vicente fueron también otra de esas grandes familias, que desde tiempos antiguos tuvo sus influencias de poder, creando incluso un Mayorazgo, una fórmula jurídica muy extendida entre los linajes nobles, para así no disgregar su patrimonio.
El síndico procurador era Manuel Muñoz, y entre los expertos labradores son citados José Martínez, Gerónimo de Peña, Pedro Martínez Mayor y José de la Fuente.
Había un molino harinero, que estaba arrendado a Gregorio Gómez, así como existían 200 colmenas, repartidas entre miembros de diferentes familias, y donde se repite muy a menudo el apellido Molina, es el caso de Miguel de Molina, Ignacio de Molina, don José de Molina y Francisca de Molina.
Sobre esta familia, sabemos que gozó de un destacado poder más allá de la economía local, puesto que en Huete consiguieron establecer contacto con linajes influyentes. En un escenario similar se movieron desde el siglo XVI en la vecina localidad de Villanueva de la Peñuela, en donde adquirieron un papel importante.
Respecto a los Jarabo, debido a la proyección de muchos de sus personajes y el nivel de patrimonio con el que se movían, podemos considerarlos como una de las grandes familias de terratenientes de la Alcarria, tal y como se desprende de los testimonios que aparecen por el control de las tierras de Preguezuelo, entre las villas de Tinajas y Gascueña desde el siglo XVI, esta última localidad, de donde procede el progenitor de la familia.

I. II Familias destacadas de la sociedad de Saceda del Río a mediados del siglo XVIII
A diferencia de La Peraleja, en Saceda del Río había una mayor diversidad de oficios en su economía local, posiblemente un hecho motivado por la fuerza de algunas de las familias que allí se asentaron, como sucede con el caso de los hidalgos Martínez-Unda, o el esparcido linaje de los López-Lobo, y que la documentación de la época lo reseña como uno de las más distinguidos y ricos de la localidad.
En cuanto a las máximas personalidades que en ese momento representan el Ayuntamiento, nos encontramos con Manuel de la Fuente y Manuel de Sevilla. Los regidores son Matías González y Tomás Muñoz, así como los jurados Juan Ballesteros y Pedro Saiz.
Los vocales vienen representados por don Juan Martínez Garrido, José Cañada, Manuel García, José de Vellisca, Sebastián Cantero, Nicolás García, Manuel de la Fuente y Sebastián García.
El presbítero es el señor don Juan de la Fuente, y que viene a ser la persona más rica del pueblo, pues poseía muchas tierras que arrendaba, además de dedicarse al negocio de la compra-venta de mulas y bueyes, ya que poseía una cantidad considerable de ganado.
El municipio cuenta con un solo molino, que es propiedad de don Juan Martínez, y que arrienda a Pedro del Olmo. A diferencia de otros enclaves, las colmenas estaban repartidas entre cuatro familias, y que eran las del antes referido don Juan Martínez, Matías González (también regidor), Pablo Martínez y María de la Fuente.
Había un ganadero, que era Pedro Romero, además de dos sastres (Carlos Saenz y Juan Muñoz), así como una zapatería llevada por la familia Vellisca y varios tejedores de lienzos, como sucede con Gregorio González, Francisco Febrero, Nicolás Febrero, Francisco Delgado y Francisco Vellisca.
Hay un rastrillador de tierras (Pedro Febrero), así como un arrendador de los servicios del Almotacén llamado Francisco de la Fuente.
A ello habría que sumarle una cooperativa industrial, en este caso controlada también por el linaje de los Martínez. En lo que concibe al ámbito religioso, había hasta siete clérigos (don Juan de Mochales, don Tomás de Sevilla y don Isidro de Sevilla, el antes referido don Juan de la Fuente, don Pedro de Olmedilla, don Eugenio de la Fuente y don Francisco Rubio). Una cifra nada baja, si tenemos en cuenta que en la localidad había poco más de 100 casas. Lo que nos refleja un municipio modesto en tamaño, pero con variados recursos y que sólo se explican por la presencia de una burguesía local, beneficiaría de unas condiciones que permiten una calidad de vida bastante aceptables para la época.
Este municipio representará sin lugar a dudas el ejemplo de una pequeña sociedad agrícola, que generará bastantes riquezas y en donde se fusiona el poder de la burguesía rural con el de la nobleza municipal. Y es que si los Martínez eran una familia de caballeros, los de la Fuente fueron también otro de los grandes linajes que realizará sucesivos entronques con familias muy bien posicionadas, como sucederá con una de las ramas de los García de Galarza de Bonilla.
Igual de destacados son los miembros del apellido Sevilla, descendientes de una estirpe de terratenientes, que gozó de notable importancia durante siglos, así como el de otras familias que destacaron en el gremio artesanal, es el caso de los Febrero y los Vellisca, y cuyos miembros dejarán un notable patrimonio en muchos de los casos.
Tampoco habría que olvidar al linaje noble de los García-Vaquero, y que durante parte del siglo XVII como del XVIII, tuvieron diversos representantes que atesoraron un patrimonio considerable.
El auge de muchas de estas familias en un único lugar, nos señala la capacidad productiva de su entorno, y es que esta actividad, no sólo venía existiendo desde los tiempos de la reconquista, pues si marchamos más atrás en el tiempo (concretamente hacia el período romano), veríamos gentes de origen patricio que explotaron el sustrato de sus alrededores, ya que en sus entrañas se hallaban las mejores minas de Lapis Specularis de todo el Imperio Romano, de acuerdo a la descripción que detalla Plinio el Viejo.

I. III Familias destacadas de la sociedad de Carrascosilla a mediados del siglo XVIII
El municipio de Carrascosilla fue otro ejemplo más de esas pequeñas localidades, con un escaso número de familias que durante toda su historia no creció numéricamente, y donde se sufrió en épocas concretas, como consecuencia de las adversidades de ámbito climático o económico.
Sabemos por un pleito que data del año 1676, relacionado con un privilegio a Benito Galindo Piquinoti, del Archivo Histórico Nacional, en la sección de Colección de códices y cartularios, como alrededor de 1669 el municipio se despobló, y cinco años más tarde algunas familias volvieron a asentarse. El hecho de que el término fuese un mayorazgo controlado por un par de familias, generó enormes desigualdades que durante un tiempo considerable no hicieron prosperar el nivel de vida de sus habitantes, puesto que se encontraban trabajando para sus señores. Afortunadamente, con el paso del tiempo, parte del espacio comenzó a liberalizarse y surgió una pequeña burguesía rural, que comenzó a aglutinar su propio patrimonio. Sólo como ejemplo cabe citar que hasta hace escasas décadas cuando finalmente quedó deshabitado por parte de los últimos pobladores, la localidad todavía era conocida con el mote de la “aldea millonaria”, ya que sus pobladores eran grandes terratenientes que tenían varias personas trabajando a su disposición, incluso dentro de sus casas.
Carrascosilla es un ejemplo más del estilo de vida que desempeñaron algunas de las  familias de las élites rurales, y cuya clave residía en la disponibilidad de un terreno considerable, cuando la agricultura todavía era una actividad productiva y que generaba riquezas. En el caso del catastro, vemos cómo aparecen básicamente tres linajes, que son los que controlan la localidad a mediados del siglo XVIII, fundamentalmente a través de la figura de la familia Cantero.
Y es que si el presbítero era Manuel Cantero, su alcalde se llamaba Juan Felipe Cantero (ambos parientes), del mismo modo que el alguacil, también era de apellido Cantero. El Regidor era Agustín Mateo, y los peritos Alfonso Felipe y Francisco Felipe, junto Francisco Sevilla.
Sabemos que los Cantero fueron una familia con poder, que comenzó sirviendo al Señor del lugar, pero que tiempo después consiguió aglutinar un patrimonio que los desmarcaría del resto, y que en el caso de lugares cercanos como la Ventosa descendían de un linaje hidalgo, tal y como ha analizado a fondo su cronista local Guillermo Fernández, desconociendo por ahora si se trata de la misma línea que la existente en Carrascosilla. Respecto a los Felipe, sabemos que estos pertenecían a una pequeña familia de la nobleza rural.
No obstante, aunque Carrascosilla gozaba de un buen patrimonio agrícola, ya en tiempos del catastro se remarca la escasez de servicios que existían, problema que nunca se remedió y que con el paso del tiempo se fue agudizando, hasta que finalmente se abandona el municipio. Tengamos en cuenta que durante el momento del catastro ya se señala la carencia de oficios auxiliares. Esto provocó que mucho de sus habitantes migrasen hacia la vecina localidad de Saceda del Río, donde el tejido económico y la posibilidad de oportunidades era mucho más “amplia” si se comparaba con lo que allí había.

I. IV Familias destacadas de la sociedad de Caracenilla a mediados del siglo XVIII
Otro de los núcleos rurales donde hubo varias familias con poder e influencias a nivel comarcal, fue el de Caracenilla. Por aquellas fechas eran alcaldes ordinarios Diego de Alcázar de la Fuente y Jacinto de la Fuente, así como regidores Francisco García Garrote y Pedro Alhambra Pérez. El síndico procurador era Juan González de Arcas y el escribano Francisco Pérez López.
Llama bastante la atención el hecho de que a pesar de su reducido tamaño, el municipio cuenta con diversos servicios que no vemos en muchos de los enclaves de sus alrededores, puesto que además de los peritos Juan Antonio Martínez Patiño y Juan Garrote Saiz, nos encontramos con un vendedor de pan cocido, llamado Andrés González y un abastecedor de carnes, Juan Pérez de Culebras. Los arrendadores del almotacén eran José y Domingo González.
El cirujano y sangrador era también autóctono, Diego de la Fuente. Contaba además con dos notarios, don Juan Antonio González (presbítero) y Miguel Francisco de Cañas (sacristán).
Poseía un horno y estaba arrendado a cinco personas: Juan Caballero (además de sastre), Manuel de Igualada, Gabriel de Torrecilla, Bernardo de Torrecilla y Manuel de la Fuente. El albañil y carpintero era Alonso de la Puerta, así como el escribano Bernardo de Torrecilla.
El mesonero era Miguel González. También había un estanco de tabaco llevado por Alonso Ibáñez. El zapatero de viejo era Andrés Crespo.
Por lo que concibe al resto de oficios artesanales, vemos como la herrería era propiedad de Fernando González, al igual que entre los cardadores se encontraban Juan González y Manuel González. Luego habría varios tejedores, como Blas García y su hijo Francisco, de la misma manera que Antonio Caballero y Domingo González. Finalmente, otro empleo era el de los rastrilladores de cáñamo y que desempeñaban Francisco Martínez y José Infante.
En cuanto a la producción de miel y cera, parece ser que en Caracenilla había 193 colmenas, y cuyos propietarios eran bastante variados, entre los que se destaca a Diego de Alcázar de la Fuente (el alcalde), Francisco Alhambra Pérez (hermano del regidor), Manuel Pérez de Alcázar, Juan Garrote Saiz, Pedro Benito Pérez, Pedro de la Fuente Recuero, Felipe de Alcázar de Medina (también procurador), Alonso Pérez de Alcázar (hermano del anterior Manuel), Juan José de Gascueña y Josefa de Fuentes, además de otros.
En el caso de Caracenilla podemos observar cómo pocas familias son las que controlan la mayoría de oficios, ejerciendo varios al mismo tiempo. Esto generó una situación de riqueza en la localidad, que se refleja en situaciones concretas, como por ejemplo el pago de misas en los libros de defunciones.
Respecto a los linajes, tenemos a los Alcázar como una de las grandes familias, yendo más allá del marco local, pues parece ser que descendían de un linaje destacado, que ya desde tiempo atrás enlazó con familias igual de importantes, además de poseer el control de las familiaturas del Santo Oficio de Caracenilla.
Fenómeno similar sucede con los miembros del apellido de la Fuente, los que del mismo modo que en Saceda tuvieron una notable influencia y ocuparon sitios destacados.
Tampoco podemos olvidar a los González, y que controlaron diversos oficios del municipio, organizándose entorno a muchos de los empleos artesanales.
Otro linaje muy importante fue el de los Pérez, pues los familiares entroncarán con gentes que como ellos, poseían un amplio patrimonio. Una estrategia que seguirán igualmente los Garrote, y que a pesar de tener su origen en Villar del Horno, se asentarán en la localidad desde principios del siglo XVII y establecerán enlaces matrimoniales con el resto de miembros de su misma condición social.
Los Alhambra también sellarán diferentes tácticas matrimoniales, junto con los Torrecilla, y que en su caso controlaron la escribanía municipal durante varias generaciones.
Bien es cierto que en las partidas del municipio podremos ver apuntados los apellidos de los Montemayor, Orozco o Espada, aunque estos en realidad no llegaran a vivir físicamente en el municipio, practicando simplemente una aparición esporádica, que se refleja en la celebración de actos concretos, como el bautismo, casamiento o defunción de algún personaje de la familia. Algo habitual y extendido entre las diferentes familias de la nobleza que hemos ido estudiando en la provincia, y cuyo emplazamiento prioritario solía ser la misma ciudad de Cuenca.


I. V Familias destacadas de la sociedad de Villarejo de la Peñuela a mediados del siglo XVIII
Villarejo de la Peñuela contaba con dos alcaldes ordinarios, que fueron Miguel de Torrijos y Alfonso de la Fuente. Sus regidores eran José Pérez y Fulgencio López, además de un síndico procurador que estaba representado por José Torrijos.
El escribano era Miguel Saiz, quien a su vez también hacía de perito labrador, junto con tres vecinos más, Juan Delgado, Juan del Rincón y Andrés López.
Había un molino harinero, arrendado a José de Cañas, así como también un horno, que estaba arrendado al referido José y a Ramón Saiz.
Existían en la localidad alrededor de 90 colmenas, repartidas entre miembros de las mismas familias, como sucedía con el presbítero don Pedro López, María de Cañas, Inés de Torrijos, Josefa de Cañas, Juan del Rincón, Francisco de Cañas, Francisco López, Domingo Pérez y Miguel Saiz, además de algunos otros vecinos.
Había un almotacén y una correduría, arrendado a Manuel López Torres. Resulta curioso destacar la cantidad de gente que aparece censada como poseedores de caballerizas para descargar, de los que trasladamos varios apellidos que vemos muy repetidos entre las familias que aparecen citadas en este documento como sucede con el caso de: Pedro de Cañas, Inés de Torrijos, María de Cañas, Josefa de Cañas, José de Cañas, José Pérez, Andrés López, Juan del Rincón, Juan Delgado, Francisco López, Francisco de Cañas, Domingo Pérez, Juan Pérez, Miguel de Torrijos, Miguel Pérez, Miguel Delgado, Félix López, Juan Pérez, María Delgado y Juan Pérez.
En el contexto sociológico, vemos como a pesar de encontrarnos en un núcleo con escasa cifra de habitantes, hay una serie de linajes locales que son los que mantienen un control casi absoluto de los diferentes sectores económicos de la localidad, de modo que los Pérez, García, Saiz y López, junto con los Cañas, Torrijos, Delgado, forman el conglomerado burgués de Villarejo. Cabría añadir el linaje de los Rincón, y de los que hemos averiguado que en muchas poblaciones son reconocidos como una estirpe de judíos conversos, pero que gracias a su poder consiguió ennoblecer alrededor del siglo XVI, motivo por el cual gozarán de un poder considerable en muchos de los lugares en los que se asentaron.


LA PERALEJA
Linaje Benito
Los miembros de la familia Benito gozan de una larga historia que los remonta hasta el siglo XV.            Aunque la escala de proyección fuese casi siempre dentro de su ámbito local, algunos de los integrantes consiguieron posicionarse en puestos importantes, llegando incluso a ocupar cargos de relieve, como serían el control de la escribanía de La Peraleja.
Esto les permitió relacionarse con gentes del mismo gremio, y por lo tanto, tener un papel visible. Sus lazos tempranos con el linaje de los Jarabo, les ayudó a catapultarse y adquirir un renombre que hasta las fechas la familia no había conseguido.
Sabemos por nuestros apuntes, que ya durante el siglo XVI la familia aglutina patrimonio en una fundación, tal y como registran en una capellanía que efectúa Juan Benito, tras fallecer en 1609 y pagar un total de 170 misas.
Parece ser que esta capellanía iba adjunta con un vínculo, fundada junto con su mujer Francisca de Carboneras. El mencionado Juan fue acusado por la inquisición, por una serie de comentarios que resultaron ofensivos para la moral de la época y que se detallan en la documentación del Archivo Diocesano de Cuenca, fondo de Inquisición, legajo 249, nº 3353. Al margen de que finalmente al procesado no se le amonesta severamente, resulta interesante cómo se reafirma en varias ocasiones que el susodicho es cristiano viejo y hombre de bien, a pesar de que unos primos suyos (Marcos de Ayllón y Cristóbal de Ayllón), se les tilda de conversos.
Otro personaje destacado fue Asensio Benito, fallecido en 1647 que pagó un total de 100 misas. Su padre fue un personaje destacado, que del mismo modo que su abuelo, ya gozaban de nombre en la localidad. Y es que no fue casual que la familia materna acabara emparentando con la línea de los Mateo-Saiz y que tanto poder llegaron a acumular en la vecina localidad de Saceda del Río.

Tronco originario y línea principal de los Benito de La Peraleja. Genealogía familiar (elaboración propia).

Linaje Catalán
Nos encontramos con un linaje documentado en estas tierras desde los primeros instantes en que afloran los datos procedentes de los libros parroquiales. Como curiosidad señalar que el protocolo notarial más antiguo de Huete, está relacionado con ellos, y en diversas ocasiones los veremos entroncando con familias distinguidas de la nobleza rural.
En el caso de la Peraleja, establecerán nupcias con los Jarabo, además de los Vicente, Hernán-Saiz y otras líneas conocidas de la localidad.
Por ejemplo en la corporación municipal de 1611, los alcaldes son el hidalgo don Juan Suárez de Salinas, junto Gregorio Catalán. Fenómeno que nos demuestra la importancia que poseía la familia, a pesar de que el apellido no se extiende de forma excesiva.
En 1614 falleció Isabel Catalán (esposa de Alonso Vicente), quién mando un total de 90 misas. Luego el referido alcalde Gregorio muere en 1623, figurando el pago de 56 misas en su partida de defunción.
Otro miembro distinguido del linaje fue María Catalán, mujer de Francisco Gómez, quien murió en 1679, y dejó un pago de 200 misas. Su hermano era el Licenciado Catalán, no siendo el único que mantendrá contacto con el brazo clerical, puesto que a varios Catalán los veremos como representantes de la iglesia.

Linaje Crespo
Desconocemos el origen de este apellido en Peraleja, aunque parece ser que ya había varias líneas con el mismo en otros lugares cercanos, como será el caso de Gascueña.
En La Peraleja se tiene constancia durante la segunda mitad del siglo XVI de un vecino llamado Francisco de Crespo, marido de Elvira Ballestero. Desde él surgirá una nutrida línea de descendientes, entre los que destacará su hijo, Pedro de Crespo, y que en 1615 celebrará sus nupcias con la señora Juana Jarabo y Vicente-Campanero, una familia bien posicionada, y que obviamente le permitirá adquirir más renombre a la familia.
Éste tendrá dos hijas que realizarán nupcias con personas igual de importantes de La Peraleja. Por un lado, Ana de Crespo Jarabo, quien casó en 1644 con Juan Palenciano Domínguez, mientras que Isabel de Crespo lo hará en 1633 con Miguel Martínez de Villanueva, otro agricultor con patrimonio. La referida Isabel fallecerá en 1677 y fundará una capellanía. Recordemos que su hijo era el Licenciado Asensio Martínez.
Tenemos referencias en el libro de defunciones de María de Crespo, mujer de Simón Vicente, como mandante de 100 misas. O el caso de Ana de Crespo, mujer de Alonso Parrilla (e hija de Francisco de Crespo y Elvira Ballestero), que mandará un total de 200 misas. Otra integrante destacada fue Ana Crespo, viuda de Lorencio Ramón, y que en 1681 pagó 140 misas. No sin olvidar a María de Crespo (hermana de Miguel de Crespo) y mujer de Miguel Vicente, quien mandó un total de 300 misas tras su muerte en 1696.

Linaje Daza
Los Daza son una de las familias más destacadas del estado noble, que veremos en diversos puntos de la Alcarria. Si en la ciudad de Huete consiguieron posicionarse entre uno de los linajes más potentes, idéntica operación efectuaron en La Peraleja, y que consiguieron demostrar mediante una ejecutoria de hidalguía.
Siguiendo a don Manuel de Parada y Luca de Tena, en sus Anales de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, vol. 8, 2. Año 2004 (página 701), se dedica una genealogía sobre la ascendencia del doctor don Juan de Orozco y Daza, hijo de Francisco Daza y Catalina de Figueroa, y que sube hasta Juan Daza y María Álvarez (y que podrían enmarcarse como los representantes más antiguos que conocemos por ahora, y que nacieron en el siglo XIV). Tampoco deberíamos olvidar a su hijo, marido de la conversa Catalina de Yllanes (y que como su padre Juan Daza, ocupó la alcaldía del Castillo de Huete).
Respecto a La Peraleja, sabemos que el hidalgo don Tomás Patiño, celebró su enlace con María Daza, antes de la mitad del siglo XVI, fruto del mismo nació doña Isabel Baptista Patiño, y que casó en 1565 con el noble don Francisco Suárez de Salinas.
A pesar de que la línea de Dazas no es muy extensa, parece ser que María tenía algún hermano más. Otros familiares entablaron relaciones con linajes como los Cantero (es el caso de María Daza de Hernán-Saiz en 1592 con Sebastián Cantero).

Linaje Domínguez
Se trata de una familia perteneciente a la burguesía rural del entorno de La Peraleja. Desconocemos si guardan relación genealógica con los vecinos de Gascueña del mismo apellido, y que también tuvieron una importancia destacada, tal y como recogemos por los matrimonios con los que enlazan, así como los datos vinculados que se dan de los mismos en el pleito sobre el término de Preguezuelo, que se produce entre Tinajas y Gascueña.
En los libros de defunciones de La Peraleja, en 1614 falleció Domingo Domínguez, quien mandó 105 misas. Lo mismo hizo Ana Domínguez tras fallecer en 1623 (pagó 100 misas). Otro miembro del linaje fue Juan Domínguez, que ordena en 1642, un total de 190 misas.
Entre las fundaciones, cabe remarcar una capellanía que dejó el Maestro Baltasar Domínguez, y que era primo de Juan Domínguez -el viejo-, así como de Francisca de la Cruz, también prima suya y monja.
Magdalena Domínguez, muere en 1665, y paga un total de 130 misas. Aunque si hay que destacar un personaje con poder dentro de este linaje, ese fue el señor Francisco Domínguez Saiz, fallecido en 1667, y encargado de mandar la increíble cifra de 1000 misas (este Francisco creemos que pudo ser hijo de Diego Domínguez e Isabel Saiz). Luego vemos cómo Ana Domínguez Saiz, casada en 1646 con Juan Herráiz, y fallecida en 1689, manda 100 misas.
Datos relativos al maestro Baltasar Domínguez, los tenemos en los apuntes sobre capellanías y vínculos, del libro referido de La Peraleja, presente en el Archivo Diocesano de Cuenca, con la signatura P.820, Sig. 30/20. En él podemos leer cómo entre los bienes de su capellanía hay una finca de 12 almudes de trigo, otra de 10 almudes, junto 2 de cuatro almudes, también de trigo. Por último se incorpora una propiedad agrícola de 800 viñas.

Linaje Escolar
La historia del linaje Escolar no está del todo definida, ya que desconocemos dónde radica el origen de los primeros habitantes de esta familia procedente de Huete. Por lo que respecta a la Peraleja, vemos cómo una de las personalidades más destacadas, fue la esposa de Miguel Jarabo Rojo (en otros documentos como “de la Rosa”), María de Escolar, quien descendía de una de las familias más importante del lugar, tanto por su costado paterno, como especialmente la línea materna, y que nos lleva a los varios hidalgos de la zona. Éste es el caso de los Suárez de Salinas, Núñez de Guadalajara o Patiño.  Sabemos que los Suárez Carreño controlaron la alcaldía de la fortaleza de Huete a mediados del siglo XV, así como los Núñez tienen su casa solariega en la misma localidad, entroncando a su vez con otros linajes igual de destacados (los Nieto). No debemos olvidar tampoco la línea de varón de la que procedía María, y que asciende hasta Juan Manuel de Escolar, quien casó con María Guijarro, siendo éste hijo de Julián de Escolar y Catalina Díaz, oriundos de la ciudad de Huete, y presumiblemente descendientes de la familia noble de los Escolar, así como de los históricos Díaz de Montalvo.
Genealogía de doña María de Escolar Suárez de Salinas y su marido Miguel Jarabo (genealogía familiar).

Linaje de la Fuente
La familia de la Fuente tuvo un papel importante en la localidad de La Peraleja, y cierto protagonismo en otros muchos municipios donde estaban asentados, es el caso de Bonilla, Valdecolmenas de Abajo, Caracenilla, Saceda del Río y demás enclaves.

Línea destacada de la familia de la Fuente de La Peraleja. Apuntes de la genealogía familiar (elaboración propia).
Durante los siglos XVII y XVIII, los linajes de los Jarabo y Vicente, fueron sin lugar a dudas una de las familias más ricas de la localidad, fenómeno por el que no resultará un hecho casual que establezcan de manera reiterada relaciones de parentesco entre los mismos.


Referencias de ellos, podemos apreciarlas en 1651, cuando falleció Juan de la Fuente, quien pagó 100 misas. Años después Juan de la Fuente Serrano (el marido de María Vicente-Rubio), pagó en 1662 un total de 140 misas.

Linaje González-Breto
Nos encontramos ante otra familia de la nobleza local, y cuya hidalguía era notoria en varios municipios de la Alcarria, como pasaba en Villalba del Rey o la ciudad de Huete.
Resulta interesante ver cómo existe durante siglos una relación de parentesco muy estrecho entre los González y los Rojo en el municipio de La Peraleja, y que observamos en los matrimonios de los siglos XVII y XVIII.
Entre los personajes destacados de esta familia, tenemos la línea de Francisco Gónzález-Breto, quien tuvo por hijo a Gonzalo González-Breto, y que en 1619 casó con María Muñoz Rojo (hijo de ambos fue Laurencio González-Breto, marido de Ana Parrilla Vicente). De estos últimos, nació Alfonso, quien seguía haciendo uso del apellido entero, fenómeno a tener en cuenta, ya que otras líneas de la familia, que sólo empleaban la forma González, eran en realidad pertenecientes al mismo linaje.
De entre los González destacados, tenemos el caso de la capellanía que creó Tomás González, marido de María Herráiz (casados en 1649), y que en primeras nupcias lo hizo con Magdalena Parrilla de Crespo (durante 1639). Esta fundación se encontraba compuesta por siete fincas (una de cuarenta, otra de doce y una de ocho almudes de cebada; luego habría una de ocho almudes de trigo, y dos de cuatro de la misma gramínea, así como un viñedo, con unas 300 cepas). Su hijo Juan, fruto del primer enlace, casó en 1650 con Ana Parrilla Muñoz, y fundó un mayorazgo en el que acumuló en un mismo dote, el patrimonio que controlaba su familia.

Linaje Hernán-Saiz
Se trata de una de las familias con más historia en la localidad, dado que su presencia se notifica desde los inicios en los que hay documentación eclesiástica en el lugar. Tanto es así, que partiendo de las varias líneas que existían del apellido durante la primera mitad del siglo XVI, queda claro que su asentamiento en La Peraleja, nos conduciría hasta los tiempos de la Edad Media.
Tantas centurias residiendo en un mismo lugar, sumado a una nutrida descendencia que dejaron en muchas de sus líneas, han permitido que varios representantes de este linaje, atesoraran un patrimonio considerable.
Los Hernán-Saiz los veremos ocupando capellanías, creando fundaciones, al igual que representando alcaldías, además de celebrar enlaces matrimoniales con las gentes más destacadas del municipio.
En este sentido, serán muy repetidos los matrimonios que a lo largo de los siglos entablarán con el linaje de los Jarabo, así como con otras familias de la nobleza rural.
Su foco de proyección será la Peraleja, aunque varias líneas se expandirán por otros enclaves. Por la documentación que hemos ido consultando hasta la fecha, podemos determinar con total seguridad que nos encontramos ante una familia, con una trayectoria muy antigua, considerando a sus integrantes como cristianos viejos del lugar, por lo que nos resulta imposible, concretar el momento de formación del apellido, ya que probablemente hiciera alusión a un tal Hernan o Fernán Saiz, y que nos llegaría solapado hasta el presente.
Entre las personalidades destacadas de esta familia, tenemos el caso de Francisco de Hernán-Saiz, como su hijo Simón Sainz (o Hernán-Sainz). El referido Simón trabajó como Familiar del Santo Oficio por la localidad de La Peraleja, y sobre él podemos leer un expediente del Archivo Diocesano de Cuenca (legajo 277, nº 3816), al respecto del conflicto que hay sobre una herencia con su cuñado, Juan de Oliva (hidalgo del lugar).
Una mujer destacada de este linaje fue Francisca de Hernán-Saiz, fallecida en 1627, hermana de Francisco de Hernán-Saiz y esposa de Juan Vicente. El día de su entierro mandó 205 misas.
Una línea bastante notoria, es la que entronca con los Jarabo, a través de la figura de Isabel de Hernán-Saiz, fallecida en 1671, y esposa de Francisco Jarabo. El día de su entierro mandó 300 misas. Otra Isabel, muere en 1678, y manda 150 misas. Ésta tuvo por hijo a Miguel Vicente de Hernán-Saiz, marido de María del Olmo y de Torrecilla.
Aunque por aquellas fechas, otra de la descendencia más importante se concentra en la línea de Alonso de Hernán-Saiz y su esposa Ana Parrilla, quienes fundaron un vínculo con cargo de 8 misas, y que otorgaron ante el escribano Juan Benito. El referido Alonso deja marcada su fundación como mayorazgo, figura jurídica que servía para concentrar el patrimonio familiar, y que tan característica fue entre los miembros de la nobleza.
Alonso y Ana tuvieron varios hijos, es el caso de Juan de Hernán-Saiz Parrilla o el Licenciado Manuel de Hernán-Saiz. Otros personajes con este apellido fueron Francisco de Hernán-Saiz Rodríguez, que en 1680 pide 120 misas o Francisco de Hernán-Saiz Peñalver, que además de mandar 140 misas, era hijo de Lucas de Hernán-Saiz de Oliva, personaje que hemos visto documentado varias veces, y cuya madre pertenecía a la familia hidalga de los Oliva.
Podríamos mencionar muchos otros nombres de esta familia, con testamentos y mandas destacadas, aunque por ello quisiéramos remitirnos sólo a algunos casos concretos para no extendernos, como sucede con Blas de Hernán-Saiz, fallecido en 1708 y en cuya defunción manda 300 misas del mismo modo que el Licenciado Miguel de Hernán-Saiz, presbítero de la Peraleja, que en 1714 ordenó el pago de 200 misas.
Otra línea destacada fue la del fundador de la capellanía de los Hernán-Saiz, y que realizó en su día Gerónimo de Hernán-Saiz, viudo de Inés González, y fallecido en 1735, momento en el que paga un total de 200 misas. En 1751, la fundación religiosa estaba bajo el control de Silvestre de Hernán-Saiz, el cual era menor, y por lo tanto cuya administración de la misma recayó en su padre Miguel de Hernán-Saiz. Esta capellanía estaba relacionada con los bienes que aglutinó Ana de Hernán-Saiz, esposa de Alejandro Parrilla.
Como decimos, la capellanía tenía una dote importante, de ahí que estuviese formada por unas casas y corrales que tenían bodega, además de un par de viñedos que sumaban 800 cepas, junto con más de una quincena de fincas dedicadas al trigo, también varios olivares, otras tierras de varios cultivos e incluso un manantial, que era conocido con el nombre de la fuente de la Peña.

Linaje Jarabo
El origen de este apellido radica en el municipio de Gascueña, concretamente durante el siglo XV. A raíz de ahí, irá expandiéndose por localidades colindantes, hasta extenderse por el ancho del territorio (especialmente en el área conquense). No siendo casualidad que su aparición en lugares cercanos como Saceda del Río, La Peraleja, Villalba, Caracenilla, Mazarulleque y otros varios enclaves, nos conduzcan hacia un mismo progenitor. En el caso de La Peraleja, será Bonifacio Jarabo el difusor de su linaje.
A la familia Jarabo podemos considerarla como una de las más ricas y poderosas de esta zona de la Alcarria, tal y como reflejan las varias personalidades que han destacado entre sus integrantes, y que como decimos se encuadran en el mismo tronco genealógico. Quisiéramos remarcar que la persona que más ha estudiado este linaje ha sido su descendiente, el Magistrado don Alberto Jarabo de Calatayud, quien conoce de primera mano el poder que atesoraron sus miembros.
Célebres y reputados historiadores como don José María Álvarez Martínez del Peral en su artículo “Los Jaraba. Apellidos conquenses. El día de Cuenca, num. 2412, 1-11-1929)”, nos relata la grandiosidad del linaje de los Jarabo.
Creemos que este apellido sufre una mutación durante el Medievo, que le llevará a modificar su vocal final, de modo que el apellido Jaraba se masculinizará en Jarabo. Fenómeno que podría explicarse por recaer sobre un varón, que a su vez implicaría una modificación de género, un fenómeno muy habitual en la antroponimia.
De acuerdo a la leyenda romántica que relata parte del mito de los Jarab@, ésta los remonta a los tiempos de la reconquista, estando ligada a la Corona Aragonesa, ya que según se relata, Petronila, hija de Ramiro II, casó con Ramón Berenguer, X Conde de Barcelona. La tradición menciona que uno de sus hijos es llamado Alfonso de Xaraba por devoción a la Virgen de ese lugar, ubicada en la zaragozana comarca de Calatayud. Esta historia será difundida a través de la “Estoria de Cuenca” (supuestamente fechada en 1212), así como posteriormente por otros autores locales como Martir Rizo (1629) en su “Historia, antigüedades y familias nobles de la muy noble y leal ciudad de Cuenca”. Leeremos que aquel hijo no reconocido de los monarcas participó en el famoso asedio de la ciudad conquense, y que se inicia durante el 6 de enero de 1177, prolongándose unos cuantos meses, y de donde nacerá una histórica gesta, que relata como un pastor cristiano llamado Martín Alhaja, habiendo sacado a pastar sus carneros fuera de la muralla (todavía bajo dominio musulmán), iba acompañado junto con otros dos pastores sarracenos. Éstos fueron vistos por las tropas cristianas, de modo que se dio muerte a ambos musulmanes, dejando únicamente vivo a Martín. Justo después de lo sucedido, el pastor indicó a las tropas la manera de penetrar en la fortificación, para ello, sacrificó a sus carneros, y así poder cubrir con sus pieles a las hordas cristianas.
Luego Martín y los soldados se acercaron a la puerta del Aljaraz (actual puerta de San Juan), que se encontraba custodiada por un guardián ciego que permitió el paso de un centenar de hombres, quienes bajo las pieles de carnero, se hallaban sobre las órdenes del anteriormente mencionado Alfonso de Xaraba (y que se encontraba acompañado por su sobrino Mateo de Jaraba). Una vez flanqueado el acceso, los soldados derrotaron a toda la guarnición, tomando posesión de la ciudad en la mañana del 21 de septiembre del mismo año, onomástica de la festividad de San Mateo.
Obviamente esta leyenda tenía como objeto remarcar la importancia del linaje. Sabemos que los Jaraba llegarán a ser enterrados en una capilla propia, y cuyos descendientes obtendrán en el antiguo convento de Franciscanos de la ciudad.
Al margen del mito que envuelve este relato sobre la historia de la familia, lo que sí puede saberse con certeza es que los Jarabo siempre ocuparon cargos destacados, los cuales se reflejan en la consecución de regidurías, alcaldías, y otros oficios igual de importantes como escribanías o en el brazo del clero. Gracias a la conservación íntegra de los libros de bautismos y matrimonios de La Peraleja, hemos podido reconstruir la descendencia de una de las líneas más destacadas de esta familia, y que mejor tenemos documentada.
Será a través de Bonifacio Jarabo García, quien, tras casarse hasta en tres ocasiones, dejará una notable descendencia, destacando a Juan Jarabo Catalán, quien de acorde a las referencias parroquiales mencionadas, casará en 1593 con Juana Vicente-Campanero del Olmo, donde nacerá posteriormente Miguel Jarabo Vicente-Campanero, y que celebrará sus nupcias en 1623 con Magdalena Rojo de Hernán-Saiz. Fruto de este enlace nacerá Miguel Jarabo Rojo, quien en 1653 casará con doña María de Escolar y Suárez de Salinas (descendiente de las más notables familias hidalgas de la Alcarria).
Es por ello que hemos optado por representar en una genealogía la ascendencia del mencionado Miguel Jarabo Rojo. Los resultados son bastante interesantes, ya que nos muestran las relaciones parentales que existieron especialmente durante los siglos XVII y XVIII, entre el linaje de los Rojo, Catalán, del Olmo, García, Vicente, Hernán-Saiz y Muñoz respecto a la familia de los Jarabo. Un entramado familiar, que ayudó a consolidar el poder de estas élites del lugar.
Relación de linajes que entroncan con la familia Jarabo de La Peraleja. Apuntes de la genealogía familiar (elaboración propia).
Sabemos que la familia de la que procedía Miguel era de las más notorias del lugar. De igual modo, quedaba probada la limpieza de sangre de algunas líneas que se solapan a los Jarabo, caso concreto que podemos leer en lo referente a los Hernán-Saiz en una información para su ordenamiento como sacerdotes. Y que vemos en Gaspar de Hernán-Saiz (1593), clérigo de corona y grado, vecino de Arrancacepas, registrado en los expedientes sacerdotales del Archivo Diocesano de Cuenca, así como de nuevo a través de otras referencias con la familia de los Rojo en el expediente nº 72, sección Universidades 390 (Miguel Muñoz Espada López Colmenero) del Archivo Histórico Nacional.

Linaje Muñoz
Otra de las grandes líneas es la de los Muñoz, con asentamiento en La Peraleja desde muy temprano, y que de acorde a la documentación recabada, como mínimo nos confirma que estarían instalados desde el siglo XV, desconociendo si todos sus componentes pertenecen a una misma línea, al margen de la frecuencia del apellido.
Revisados los libros parroquiales, nos encontramos ante dos líneas (ambas igual de destacadas e interesantes). Por un lado están los descendientes de Lope Muñoz, y que tras entablar su hijo Juan nupcias con Juana de Segovia, se genera una especie de vínculo en el que se solapan los dos apellidos, bajo la forma Muñoz de Segovia. De éstos surgirá una rica descendencia, que entroncará con familias bien posicionadas, incluso más allá de La Peraleja. Cabe añadir que Juan Muñoz de Segovia, y que se identifica por su apellido compuesto, fallece en 1688, pagando un total de 150 misas.
A posteriori, tendríamos la línea de Verdelpino, y que procede de Francisco Muñoz y su esposa Juana Martínez de Villanueva.

Ascendencia de la línea de los Muñoz-de Segovia de los siglos XVI-XVII de La
Peraleja (genealogía familiar).

Respecto a la línea procedente de Verdelpino, vemos como la hija de Francisco (Catalina), fallece en 1602, y funda un vínculo con pago de 93 misas, operación casi idéntica a la de su hermano Francisco (fallecido en 1601). La descendencia sigue aglutinando el patrimonio a través de Alonso (el que casa en 1605), y cuya hija María Muñoz, funda otro vínculo, al morir en 1681.

Línea de los Muñoz de La Peraleja, descendientes de Verdelpino (elaboración propia).
Es preciso añadir que los Muñoz controlaron los cargos más altos a nivel municipal, además de incluso llegar a obtener una familiatura en el Santo Oficio, tal y como se desprende del expediente de universidades, 390, nº 72 de Miguel Muñoz de Espada, presente en el Archivo Histórico Nacional. El referido Miguel nació en 1672, y era hijo de Miguel Muñoz López, nieto de Pedro Muñoz de Amores, bisnieto de Juan Muñoz Parrilla y tataranieto de Miguel Muñoz. Parece ser que su abuelo Pedro, fue familiar del Santo Oficio, alcalde y regidor en diferentes ocasiones.

Linaje de Oliva
Los Oliva son otro de los grandes linajes, sobre los que poco o casi nada se ha escrito, a pesar de que gozaron de un papel destacado durante los pasados siglos. El cronista de La Ventosa Guillermo Fernández, ya nos comentó que en sus investigaciones apreció la importancia de este apellido, tras ver que estaba adscrito al estado noble, poseyendo incluso su propio escudo de armas.
La familia Oliva está muy esparcida por diferentes lugares de la Alcarria, de ahí que la veamos en Tinajas, Saceda del Río y otros municipios, aunque casi siempre con la particularidad de que sus representantes mantienen lazos matrimoniales con familias de un estatus social similar.
En el caso de la Peraleja son varias las líneas de miembros que hemos localizado, de ahí que ahora mismo nos resulte imposible adscribir a un mismo conjunto todas ellas.
Martín de Oliva, marido de Ana Martínez, tuvo varios hijos que casarán con gentes destacadas de La Peraleja. Por ejemplo su hija Ana de Oliva, lo hace en 1580 con Simón Vicente del Olmo, su hermano Juan de Oliva casa en 1569 con Ana de Santacruz y en 1587 con Ana de la Fuente en segundas nupcias. Otra hermana es Catalina de Oliva, mujer de quien fuera Simón de Hernán-Saiz (familiar del Santo Oficio). Sus hermanos realizarían la misma operación, es el caso de Isabel de Oliva y Asensio de Hernán-Saiz, velados en 1574.

Linaje del Olmo
La familia del Olmo fue una de las principales en la localidad de La Peraleja, especialmente durante los siglos XVI y XVII. Son varias las líneas que existen desde los inicios de los libros parroquiales, destacando algunas, como será el caso de Julián del Olmo e Isabel Martínez. El referido Julián muere en 1607 y fundó un mayorazgo, teniendo por hijos a Brígida del Olmo, que muere en 1597 y también crea un mayorazgo, y dos años antes casa con Cristóbal González (suponemos que el mayorazgo del que hace mención su padre es el mismo que cita su hija), después tendríamos a Alonso del Olmo, hermano suyo y casado en 1567 con Francisca Rubio. Otra hermana será María del Olmo, que celebró nupcias con Francisco Vicente en 1588.
Tenemos referencias de otra María del Olmo, casada con Pedro López, y fallecida en 1597, fundadora también de dos vínculos. Menciona a su hermana Quiteria del Olmo, como esposa de Alonso García.
Francisca del Olmo, viuda de Juan Vicente, fallece en 1606, mandando 154 misas, así como un testamento que demuestra el poder de la familia. Sus padres son Alonso del Olmo y Catalina García.
Otro personaje destacado es el cura de Tinajas (natural de los Olmo de La Peraleja), Miguel de Oliva y del Olmo, quien fallece en 1628, con el pago de 400 misas. Éste hizo una memoria para casar a huérfanas de su linaje.
En 1640, Isabel del Olmo, soltera de más de 60 años, fallece y manda 300 misas, creando un vínculo con pago de 30 misas. Más tarde, Ana del Olmo, muere en 1664 y pide 160 misas, realizando varias memorias. En 1668, Isabel del Olmo, realiza una manda de 350 misas. Remarcar que los Olmo tenían una capellanía, de ahí que algunos familiares optaran al cargo de clérigo. 

Linaje Palenciano
La familia Palenciano tiene una historia muy arraigada con el lugar de La Peraleja, puesto que durante siglos y hasta la actualidad han dejado numerosas líneas genealógicas, que les permitieron entroncar con múltiples linajes del municipio.
Juliana Palenciano, hermana de Miguel Palenciano y María, casó con Francisco de Hernán-Saiz. Ésta fundó un vínculo en el que aglutinó aquellos bienes que poseía.
Entre personajes destacados tenemos a Miguel Palenciano, fallecido en 1587 y que pagó 100 misas. En 1607, Juana Palenciano, mujer de Cebrián de Porras, ordenó 119 misas. Hay que recordar que los Porras eran hidalgos, como también los Oliva, siendo Ana de Palenciano, quien un año después, y esposa de Martín de Oliva (de familia destacada de La Peraleja), pagó 244 misas, casando en primeras nupcias con Juan García. Como curiosidad cabe señalar que Martín falleció sólo 6 días después de la muerte de Ana.
Una de las líneas más destacadas fue la de Juan Palenciano Domínguez y su esposa Ana de Crespo Jarabo. La hija de ambos, Ana Palenciano, casó en 1664 con Tomás González Parrilla.
En el año 1649 Pedro Palenciano, muere con el pago de 300 misas. El mismo año fallece José Palenciano, y manda también un total de 160 misas. En 1673 tenemos a Diego Palenciano, con pago de 300 misas el día de su defunción.
En 1681, Ana Palenciano, esposa de Pedro Muñoz, mandó pagar 200 misas. Magdalena Palenciano, mujer de Juan de la Fuente, ordenó 100 misas en 1689.
Ya en el siglo XVIII, en 1707, Gabriel Palenciano, marido de Ana Vicente, paga 100 misas. Otro miembro del mismo linaje es Domingo Palenciano, quien fallece en 1712 con 150 misas y otorga tres fundaciones, una para su hermano Julián Palenciano, otro para su hermana Isabel Palenciano y la restante para su sobrino Pablo Palenciano.      

Linaje Patiño
Los Patiño han sido una de las familias más destacadas de la Alcarria, debido a su estatus social y poder acumulado a lo largo de diferentes generaciones. Se trata de miembros del estado noble, que ocuparon los cargos más codiciados, ya no sólo en sus respectivos municipios, sino que dentro de la misma ciudad de Huete, y que era el centro neurálgico del área estudiada.
Tomás Patiño consiguió su reconocimiento con ejecutoria de hidalguía, y aunque éste era caballero hidalgo, parece que como otras familias del mismo eslabón social, su origen pudo ser converso.
Esta cuestión, y que consideramos importante debería tratarse en otro trabajo, y así comprender el poder que acaudalaron muchas familias de origen judío, que para conseguir proyectarse optaron por su reconocimiento como caballeros.
Las alcaldías eran uno de los cargos más codiciados, y desde las que podían seguir proyectándose.
Sobre los Patiño, veremos diferentes líneas en otros lugares de la zona, entroncando y emparentando con los linajes más importantes de la nobleza conquense, como será el caso de los Parada o los Sandoval.

Linaje Peñalver
La familia Peñalver tiene su origen en dos alianzas que efectúan con otro par de miembros de la familia Caballero. Será a partir de ahí, cuando nacerán varias líneas de descendientes, que gozaron de una buena posición a lo largo del tiempo.
Durante el siglo XVI, Martín de Peñalver casó con Águeda Caballero, mientras que Bartolomé de Peñalver lo hizo con María Caballero. En el caso de Martín sabemos por ejemplo que su esposa fundó un vínculo tras fallecer en 1599, para que así lo disfrutaran sus descendientes. De este matrimonio nacerán varios hijos, como Martín de Peñalver -el mozo- y Juan de Peñalver casado con Isabel Palenciano.
El referido Martín, falleció en 1595, mandando un total de 73 misas. Luego tenemos el caso de María de Peñalver, esposa de Alonso Saiz, y que muere en 1625, pagando 224 misas.
En 1632 Catalina de Peñalver fallece y ordena un total de 106 misas. Así como María de Peñalver con 120 misas, en el año 1669. Esto nos indica el poder que obtuvieron algunos de los representantes de linajes, que si bien es cierto no entroncaron con las grandes casas de La Peraleja, si supieron establecer alianzas con familias que estaban bien asentadas, y que seguían efectuando un proceso de proyección social como el que iban desarrollando ellos desde un primer momento.

Linaje Pintado
Los Pintado son otro de esos linajes que supieron proyectarse de modo efectivo, yendo más allá de su marco municipal. Simplemente hemos de recordar como en la ciudad de Huete una línea de esta familia, con asiento en Verdelpino, consigue establecer alianzas destacadas.

Línea principal de los Pintado de La Peraleja (elaboración propia).
Entre los miembros más importantes, tenemos a Miguel Pintado, fallecido en 1623 y pagador de 70 misas. Otra de las familias con las que entronca, son los Jarabo, así lo sabemos por Miguel Pintado, y cuya esposa, María Jarabo, muere un año después. En 1686, Victoria Pintado, pidió 110 misas el día de su defunción. Cuando Juan Pintado casó en 1632 con María Parrilla, era sabedor del patrimonio de su familia, así como posteriormente su nieto el Licenciado Juan Pintado, quien acumulará parte del mismo, permitiéndose la fundación de ocho vínculos.

Linaje Rojo
La familia Rojo también tuvo su protagonismo, especialmente durante los siglos XVI y XVII, fase en la que celebrarán alianzas con las principales líneas de La Peraleja, es el caso de los Jarabo y los Vicente, entre otras.
En municipios cercanos, como fue el caso de Bonilla, gozaron de una considerable importancia, manteniendo lazos estrechos con los miembros de la nobleza rural.
Un personaje señalado de La Peraleja de la segunda mitad del siglo XVI fue Martín Rojo, quien en su partida de defunción de 1601 manda 105 misas.
En el caso de Pedro Rojo Conde, fallece en 1623 y paga un total de 130 misas, mientras que en 1658 Juan Rojo (el viejo) pedirá 100. Dos años después Alonso Rojo mandará la misma cantidad, y en 1667, Martín Rojo pedirá 300 misas.
Ya en 1675, Alonso Rojo encargará 150 misas. Aunque entre los más destacados tenemos a Juan Jarabo Rojo, fallecido en 1679 con pago de 500 misas. En 1680, Juana Rojo, esposa de Pedro de Molina, murió pagando 150 misas. En 1689, María Rojo, mujer de Pedro Parrilla, mandó100 misas.

Linaje Suárez
Los Suárez son un linaje de caballeros hidalgos, y que podríamos considerarlos como de los más importantes que se han asentado en el municipio de La Peraleja.
La descendencia de Gonzalo Suárez-Carreño (marido de Catalina de Salinas) estaba asentada en la ciudad de Huete, ocupando cargos destacados, y representando el origen su línea, y que entablará relaciones con las familias más notables, como será el caso de los referidos Salinas, Patiño, Núñez de Guadalajara (todos miembros del estado noble), junto otras igual de importantes, como los Vicente y los Escolar.
Los Suárez irán perdiendo su apellido a medida que trascurran las generaciones, no obstante, los veremos realizando pagos importantes de misas, así como con cargos de alto rango: es el caso de Juan Suárez de Salinas, quien en 1611 era alcalde por el estado noble de La Peraleja.

Linaje Vicente
Como otras muchas familias aquí citadas, el linaje de los Vicente fue sin lugar a dudas uno de los más destacados, de ahí que sus relaciones con los Jarabo, Rojo, Olmos y otras tantas casas de la nobleza rural fueran muy habituales, además de una reiterada endogamia entre miembros de su mismo grupo.
En el caso de este municipio, veremos diversas líneas, que ya desde el siglo XVI empiezan a proyectarse de forma repetitiva.
Recordemos cómo algunos de sus miembros solapan el apellido, y fundan vínculos que permitirían distinguir una línea de otra, a pesar de que en origen pudiesen venir de un mismo progenitor, de ahí que se distinga entre los Vicente-Rubio y los Vicente-Campanero.
En estos momentos no sabemos con total seguridad cuándo se forja cada una de estas estirpes, cuestión que en un futuro creemos que se puede resolver fácilmente, pues existe bastante documentación relativa a La Peraleja, y en consencuencia, sobre muchos de los integrantes de los Vicente.
Detalles más exactos los tenemos en el caso de Juan Vicente-Campanero y Francisca del Olmo, a través de cuyo hijo Miguel, que en 1598 casa con María Sánchez de Tudela, se encarga de la fundación de un vínculo. La endogamia del apellido será más que real, cuando la hija de estos últimos, Juana Vicente-Campanero Sánchez casa en 1617 con Miguel Vicente-Rubio, hijo de Francisco Vicente-Rubio y Catalina de Saceda. Consolidando así una unión entre ambas familias que proyectó más si cabe a sus representantes dentro del marco local.
Respecto a los Vicente- Rubio, reseñable es que Juan Vicente-Rubio, fundara tras su defunción en 1691, un mayorazgo que incluía un patrimonio considerable.
La viuda de Juan Vicente-Campanero, y que en segundas nupcias casó con Juan Rodríguez (también de buena posición), redactó uno de los testamentos más importantes del siglo XVI tras fallecer en 1602, con un pago total de 224 misas. Otras líneas de interés son Francisca Vicente, mujer de Francisco Vicente, y que en 1602 pagó 150 misas; Miguel Vicente-Campanero que falleció en 1606 mandó 160 misas; María Vicente que fue viuda de Juan Rojo paga 128 misas en 1608; o Miguel Vicente-Campanero, que en 1631 manda 250 misas, realizando diversas donaciones de tierras a las cofradías. Es importante comentar que Miguel era hermano de Francisco Vicente-Campanero, el marido de Catalina de Saceda, este hecho nos lleva a pensar que ambas líneas, proceden de una misma, y que por lo tanto para distinguirse a nivel local, así como a la hora de recibir herencias por fundaciones, se haría necesario la unión de dichos apellidos.
En 1637, Juana Vicente, esposa del bien posicionado Juan Jarabo, pagó 120 misas. Un año más tarde Catalina Vicente, y mujer de Francisco Jarabo, manda la misma cifra. Idéntico año, Gabriel Jarabo manda 100 misas; en 1646 Catalina Vicente, pagó 120 misas; mientras que en 1664 Miguel Vicente-Rubio creó un vínculo muy potente, que será de los más destacados de la localidad durante el siglo XVII; en 1668 Bárbara Vicente, mujer de Juan Jarabo Vicente-Campanero paga 200 misas; junto con Juan Vicente Suárez de Salinas, quien tras fallecer en 1675 manda 300 misas; en 1676 Gabriel Vicente pide 200 misas; en 1679 Catalina Vicente-Rubio y Vicente-Campanero, mujer de Juan de la Peña, manda 300 misas.
Aunque si alguno de los Vicente mencionados destacó por su nivel de riquezas, ese fue Miguel Vicente, fallecido en 1698, quien además de pagar 580 misas, cita entre su patrimonio varias casas y la creación de tres fundaciones. Lo cierto es que la lista sería larga, por lo que no vamos a extendernos más, pues no resulta complicado hacerse una idea del patrimonio que los Vicente llegaron a amasar en el municipio de La Peraleja, incluso en siglos posteriores a los que nos hemos referido.

SACEDA DEL RÍO
Linaje del Cubo
El apellido del Cubo lo veremos asentado durante el siglo XVI en la ciudad de Huete, enclave en el que a pesar de su abultada competencia, despunta entre una de las familias emergentes de la burguesía local, y que establecerá a través de un representante del linaje su asentamiento en Saceda.
La familia del Cubo, ya en Saceda, casará con gentes importantes. En este caso, sabemos que Bartolomé del Cubo y de la Zeza, padre del progenitor optense, por vía materna descendía de una familia reconocida como hidalga (los Zeza, y que del mismo modo que los Cubo, estaba comenzando a dejarse conocer en el círculo de las casas pertenecientes a la emergente pequeña burguesía rural), éste en 1595 casó con María de Vellisca y Muñoz (quién a su vez era biznieta de Lope Muñoz, el padre de los progenitores del linaje de los Muñoz-de Segovia de La Peraleja), ejemplos como éste nos sirven para relacionar y entender las estrategias matrimoniales que entre los diferentes lugares se establecían, a través de las familias principales.
El referido Bartolomé tuvo por hijo a Agustín del Cubo y de Vellisca, dejando su descendencia la creación de un vínculo, fundado por Bartolomé del Cubo con una misa el día de San Sebastián con una viña de 4 almudes. El apellido Vellisca le venía de Saceda, y que también gozaba de un lugar destacado, como se aprecia a través Miguel de Vellisca, quien al fallecer en 1670 paga 600 misas, además de fundar un mayorazgo.

Linaje Febrero
De un modo similar a los anteriores, los Febrero son otra familia de la pequeña burguesía local, que a través de matrimonios con miembros de clases similares, y arraigadas al ámbito de la economía mercantil y agraria, comenzaron a hacerse un nombre y que en generaciones futuras les servirá para casar con gentes bien asentadas.
Los Febrero también se proyectaron en Huete, siguiendo un proceso como decíamos, parecido al de los Cubo. La referencia más antigua que nos dan los libros de Saceda, es el municipio de Langa, entorno de donde era natural Marco Febrero. Es muy probable que familias que en lugares donde había muchas casas de un estrato social similar, optasen por instalarse en puntos cercanos, donde seguían manteniendo su grado de influencia, además de tener una mayor libertad para crecer y ganar terreno desde la perspectiva social, puesto que en su punto de origen era mucho más complicado. De ahí que la obtención de una herencia considerable o la apuesta a través de un enlace matrimonial, fuesen movimientos habituales mediante los que se conseguía materializar este tipo de estrategias.
Entre los personajes destacados tenemos a Isabel Febrero, fallecida en 1677, y esposa de Joseph Delgado, quien mandó 266 misas. Años más tarde, y en 1691 falleció su hermano, Juan Febrero Muñoz, pagando un total de 165 misas.

Linaje Felipe
Los Felipe son una familia de la pequeña nobleza rural. Sus representantes consiguieron proyectarse de modo efectivo durante varios siglos, entablando relaciones con gentes destacadas como fueron los Martínez-Unda, lo que les llevó a estar ocupando cargos de nivel considerable dentro del marco local.
Uno de los miembros de este linaje, llegó a principios del siglo XVII a Carrascosilla, donde casaría con Catalina de Culebras.
Entre algunos de los miembros de esta familia tenemos a Isabel Felipe, viuda de Juan Vicente García, que mandó enterrarse en la sepultura de sus suegros, situada en la capilla mayor, pidiendo 120 misas o María Felipe que falleció en 1672, y mandó 220 misas.

Genealogía de los progenitores de los Felipe en Saceda del Río. Apuntes de la genealogía familiar (elaboración propia).

Linaje Fernández
Los Fernández de Saceda del Río son una familia bastante importante, que supo ocupar durante siglos un lugar destacado en el municipio.
Controlaron capellanías, además de varios puestos dentro de la administración local. Su genealogía, nos conduce hasta Lorencio Fernández y Ana López-Lobo, de donde nacerá Domingo Fernández, marido de María Vicente del Olmo, de distinguida familia de La Peraleja y con la que casará en 1587. A raíz de ese matrimonio nacerán varios hijos, entre los que cabe mencionar al clérigo Lorencio Fernández y Francisco Fernández, marido en primeras nupcias de Juliana de Olmedilla.
La línea establecida en Saceda tendrá un papel destacado, tal y como por ejemplo nos demuestra María Fernández, esposa de Francisco García Vicente, que tras fallecer en 1674 pagó un total de 600 misas. Destacada fue María Fernández, que tras morir en 1677, mandó enterrarse con su sobrina en la sepultura que ésta tenía en el coro. En el mismo año, Juan Fernández moría como patrón de la fundación de María Rojo, mandando enterrarse en la sepultura de su padre Juan Fernández, y que se ubicaba en la capilla mayor. Hizo además una manda de ni más ni menos que 1212 misas, junto una memoria.

Linaje López-Lobo
La familia de los López-Lobo consideramos que es probablemente una de las más destacadas de la historia de la localidad, por el patrimonio y papel que jugaron muchos de sus integrantes en el trascurso de los siglos.
Sus descendientes supieron formar alianzas, que nos ayudarán a crearnos una idea del estatus que alcanzaron, tras entablar relaciones con muchas de las familias de la nobleza local e incluso del ámbito comarcal.
Entre el denso patrimonio aglutinado, tenemos el caso de la capellanía que fundó Juan López-Lobo, con un cargo de 105 misas rezadas, así como una fiesta para el día de la Concepción. De la importancia del linaje hacemos mención incluso en una ejecutoria de hidalguía de finales del siglo XVIII de un Martínez-Unda, donde se les cita como una de las familias más ricas del lugar, y con las que emparentaron en diversas ocasiones. Existe otra capellanía de Juan López-Lobo con el mismo cargo, al igual que otra de María López-Lobo, sobre unos 45 almudes de tierra, con unas casas, mazuelo con cargos de unos oficios y 15 misas anuales. Tampoco habríamos de olvidar el vínculo de Juan López-Lobo, que tenía hazas de viñas en Valdecolmenas con cargo de una misa el día de San Juan.
En cuanto a las partidas de defunciones, conocemos referentes vinculados con sus personas, como es el caso de María López-Lobo, mujer de Pascual Mateo, quien pagó en 1563, un total de 140 misas; otro personaje fue Juan López (el mozo), fallecido en 1585, e hijo de Pedro Lobo, quien pagó un total de 255 misas; en 1677 falleció Bartolomé López-Lobo, con pago de 201 misas; en 1672, María López-Lobo pagó 200 misas, del mismo modo que en 1679 muere Juan López-Lobo, quien manda 196 misas. Estos son sólo algunos ejemplos de las muchas familias que descienden de este linaje, y que ya venían asentadas, como mínimo, desde finales del siglo XV, de acorde a la documentación que estamos trabajando.
Linaje de los López-Lobo de Saceda. Apuntes de la genealogía familiar (elaboración propia).

Linaje García-Vaquero
Hablar de los García-Vaquero, sería referirnos a una de las familias más ricas del municipio de Portalrubio, y que como miembros del estado noble que eran, supieron sellar alianzas con algunas de las líneas más destacadas de los hidalgos de la Alcarria. Así de idéntica forma lo hicieron en Saceda del Río.
El origen de sus miembros en Saceda se remonta a la primera mitad del siglo XVII, cuando Francisco García, celebró nupcias con María García (viuda de Juan Martínez) en el año 1617. La boda se pudo efectuar a pesar de que hubiese tercer y cuarto y segundo y tercer grado de consanguinidad, pues los padres de Francisco eran Sebastián García y María García (vecinos de Portalrubio), mientras que los de su esposa María, eran Asensio García y María García (vecinos de Valdemoro del Rey).        
Enlaces matrimoniales como éste, nos resaltan las políticas de endogamia que se practicaban entre las élites rurales, para así concentrar el patrimonio, y consolidar el estatus de su familia.
Línea de los García-Vaquero de Saceda del Río (elaboración propia).
De entre los personajes destacados de esta familia, y que vemos documentados en los libros de defunciones, tenemos a dos hijos de Ignacio García-Vaquero fallecido en 1682, quien fundó un vínculo y pagó un total de 520 misas, enterrándose en la sepultura de su padre Francisco, y que sitiaba en la capilla mayor. Su hermana Isabel muere en 1683, y manda 574 misas. El referido Ignacio tuvo varios hijos, dos de los cuales estuvieron vinculados con el clero, uno fue José García-Vaquero, doncel que en 1699 falleció y al igual que su padre mandó 520 misas, además de ayudar a la construcción del Retablo Mayor de la iglesia y enterrarse junto a él en la tumba familiar. Otro hijo fue el Licenciado Francisco García-Vaquero, cura de Saceda fallecido en 1709; mandó enterrarse en la sepultura para sacerdotes que había en la primera banda de la capilla mayor de la iglesia. Creó una memoria y dio varias piezas textiles.

Linaje de las Heras
Los Heras son otra de las familias que aunque no dispongamos de un mayor detalle que nos precise el nivel de riquezas que controlaron, si vemos como durante los siglos XVI y XVII, gozan de una buena posición, que se manifiesta en el control de un patrimonio bastante notorio.
Sabemos que Francisco de las Heras casó con María Hernández y calculamos que a mediados del siglo XVI, tuvo por hija a Quiteria de las Heras, quién celebró su matrimonio con Miguel Vicente en 1570 (Miguel era vecino de La Peraleja y descendía de una de las líneas bien posicionadas que antes nos hemos referido). Luego estaría su hermana Magdalena de las Heras, Beata y encargada de fundar una capellanía para la descendencia de su sobrina María Vicente (vecina del lugar de su padre) y casada con Domingo Fernández y López-Lobo (ambas familias destacadas de Saceda y sobre las que también hemos destacado sus correspondientes reseñas en anteriores apartados). Veremos pues como estas líneas se harán fuertes en la localidad, y durante generaciones estuvieron bien consideradas.
De entre los personajes reseñables nos encontramos como en 1578, Francisco de las Heras, mandó 120 misas tras haber fallecido; mientras que en 1582 falleció Francisca de las Heras, con pago de 82 misas; y en 1696 Isabel de las Heras, mujer de Bernabé de Torrecilla, con manda de140 misas.

Linaje León
Los León son un linaje de la nobleza local, que supo proyectarse en diferentes lugares, aprovechando su condición de hidalgos, tal y como veremos en el caso de Caracenilla. Su origen derivaría de la localidad de Valdemoro del Rey, de donde también provienen los miembros de Saceda.
Bartolomé de León, vecino de Valdemoro del Rey, casó con Catalina López-Lobo, fruto de ese matrimonio nació Bartolomé de León, quien en primeras se veló en 1647 con Juliana García, y en segundas (en 1658), con Ana de Torrecilla.
Su hijo Gregorio de León (fallecido en 1716), casó con Ana de la Fuente, de donde nacerá el Licenciado Juan de León y Francisco de León. Otro hijo llamado Bernardo de León (fallecido en 1731) casó con Juana Rubio (hija de Asensio Rubio, también de una familia destacada de Saceda).
El Licenciado Francisco de León (murió en 1712) y era otro de los hermanos, así como Juan de León (muerto en 1682), y que un año antes casó con Teresa de Torrecilla. Del segundo matrimonio, con la señora Torrecilla, Bartolomé tuvo a Manuel de León, casado en 1690 con María Cañada, así como a Greogorio de León, quien en 1693 celebra su boda con Ana de la Fuente.

Línea de los León de Saceda del Río (elaboración propia).

Linaje Martínez-Unda
Los Martínez eran una familia con supuestos orígenes que los remontaban a la nobleza vasca. Desde el siglo XVI, entroncaron con las casas principales del lugar. Éstos aprovechando su condición de hidalgos y que consiguen con ejecutoria a finales del siglo XVIII, supieron establecer matrimonios con variadas familias que a nivel político, tuvieron un peso reseñable en el área de la Alcarria.
Conjuntamente con el cronista de la Ventosa, Guillermo Fernández, hemos podido extraer datos interesantes que hacen alusión a esta familia.
Siguiendo los primeros bautismos de la localidad, vemos cómo Gonzalo Martínez que casa con María López Lobo, tiene por hijos a Ana (antes de 1546), junto Catalina (también anterior a 1546), Isabel (1547), María (1549), Gonzalo (1550) y Juan (1551), este último mantuvo nupcias con María Saiz, de quien tendrá por hijos a Magdalena, Marina, Catalina (nacida en 1569 y esposa de Esteban de la Fuente), Isabel (nacida en 1571), Pedro Martínez (casado en 1617 con Catalina Vicente), Juan (nacido en 1573) y Juliana (nacida en 1577).
Después tendríamos la ascendencia por línea recta de varón del referido progenitor, Gonzalo Martínez y marido de María López-Lobo. Este Gonzalo se dice que era hijo de Sancho Martínez de Unda (de Durango) y su esposa Alfonsa de Avellaneda (quienes celebraron su boda en Villafrechós); su abuelo era Sancho Ibáñez de Unda (natural de Durango) y marido de María Pérez de Ajuría, así como biznieto de Martín Sanz de Unda y su esposa María Pérez de Lejarregui. Gonzalo Martínez falleció en 1559, mandando un total de 150 misas. 

Linaje Mochales
La historia de los Mochales nos conduce hasta el siglo XVII, cuando el primer progenitor y descendiente de Moncalvillo, esparce la línea y enlaza entre las gentes más influyentes del lugar.
Los Mochales tenían reconocida la condición de caballeros hijosdalgos, lo que seguramente les sirvió para proyectarse con mayor notoriedad, especialmente a través de puestos dentro del clero local.
Linaje de los Mochales de Saceda del Río. Apuntes de la genealogía familiar (elaboración propia).
El progenitor Diego de Mochales falleció en 1705, mandando un total de 250 misas. Su estrategia familiar giraría entorno a enlaces con dos líneas principales del lugar, por un lado los Vicente, y cuyas raíces les remontaba un siglo atrás a la localidad de La Peraleja, donde estaba asentada la casa fuerte de la familia: así como por otro lado con los Sevilla, y que fueron un linaje que tuvo un control bastante destacado en Saceda, ocupando alcaldías, regidurías, hecho que les sirvió para aglutinar un patrimonio considerable que veremos reflejado en algunos de los testamentos de sus familiares.

Linaje Muñoz
Aunque no hemos establecido una relación precisa en varios de los miembros de esta familia, observamos algunas líneas, y que en ocasiones convergen, donde se evidencian una serie de políticas matrimoniales que seguramente tuvieran como objetivo fortalecer el estatus de sus representantes. Los Muñoz de Saceda son una casa de labradores con un patrimonio nada despreciable, que se dedicarán primordialmente al sector agrícola, fenómeno que les valdrá para atesorar un patrimonio señalado en algunas de sus líneas, y que les permitirá representar un bloque fuerte de terratenientes dentro de la economía local.
Tenemos ejemplos de personajes de este linaje que demostraron disfrutar de una buena condición social como veremos en algunos casos, gracias a referencias indirectas, así como mediante sus últimas manifestaciones en el momento de redactar las partidas de defunción, ese será el caso de Juan Muñoz, hijo de Domingo Muñoz y María de Sevilla, que mandó en 1727 un total de 100 misas; o Domingo Muñoz, que en 1707 manda 200 misas; en 1695 Manuel Muñoz paga 150 misas; Pedro Muñoz, hijo de Domingo Muñoz paga en 1693 unas 90 misas; Juan Febrero Muñoz pide 165 misas en 1691; en 1681 Juan Muñoz Rodríguez, manda 300 misas, así como crea una misa de aniversario; mientras que su hijo Felipe Muñoz, fallecido en 1677, paga un total de 100 misas.

Línea destacada de la familia Muñoz de Saceda del Río (elaboración propia).

Linaje Rubio
Se trata de otra de las grandes familias de Saceda, que adquirieron un protagonismo relevante, especialmente durante los siglos XVI y XVII. Parece ser que guardaban una conexión con la línea del mismo apellido que existía en el área de Villanueva de Guadamejud-Bonilla y que intuimos a través de diferentes enlaces, que a su vez los proyectan más si cabe entre las élites del lugar.
La familia Rubio estará entroncada con gentes de la nobleza rural, como el caso de los León y otras casas con renombre, buen ejemplo serán los Vicente, Muñoz, López-Lobo, además de linajes procedentes de los alrededores, tal y como sucederá con los Rojo, y por donde los Rubio obtendrán riquezas gracias al vínculo que fundó la señora María Rojo Rubio, una de las grandes figuras del linaje, que de acorde a los bienes que encierra en su memoria, podemos hacernos una idea del patrimonio que atesoraron sus herederos.
En el Archivo Eclesiástico de Huete, hemos consultado algunos libros, que se dedican exclusivamente al vínculo de María, y que tras fallecer en 1591, decide aglutinar en un patrimonio indivisible que irá dentro de dicha fundación, y que acabará recayendo sobre su tío.
El progenitor de la familia será Juan Rubio, a partir del cual veremos cómo sus hijos van dejando diferentes descendientes en la zona de Saceda.
Relación genealógica de la familia de María Rojo, rica fundadora de su vínculo (elaboración propia).
De entre los miembos destacados nos encontramos con Gil Rubio, hijo de Ignacio Rubio y María de Vellisca, que en 1728 mandó 120 misas; en 1709 Juana Rubio, mujer de Bernardo de León, mandó 300 misas además de realizar diversas donaciones en tierras y otro tipo de bienes; en 1707 Ignacio Rubio mandó 200 misas; en 1705 Gabriel Rubio y que era hijo de Ignacio Rubio mandó 200 misas, pudiendo enterrarse en la sepultura de don Alonso Mateo-Saiz, ya que era poseedor de su capellanía; en 1696 Catalina Rubio, hija de Asensio Rubio y María López pagó 400 misas.
Intuimos que los Rubio tenían una sepultura destacada, cuando en 1686, Marcos de Torrecilla fallece y manda 197 misas, además de ser sepultado en la tumba de su rebisabuelo Juan Rubio; en 1677, Francisco Rubio pagó 110 misas y creó un vínculo.
           
Linaje Rubio de Saceda del Río, a través de su progenitor Juan Rubio durante el siglo XVII. Apuntes genealógicos (elaboración propia).

Linaje Saiz-Mateo
La familia Saiz de Saceda es otra de las casas históricas de la localidad, y que hasta el siglo XVIII será sobradamente conocida en el municipio por el poder de sus ancestros. La línea se distinguía por el apellido Saiz-Mateo, y al menos, durante la segunda mitad del siglo XVI, había dos ramas de hermanos, a través de los que se expande su descendencia.
Se trata de Pascual Saiz-Mateo, marido de Catalina de Oliva, y cuyos hijos casarán alrededor de la década de los noventa, como será el caso de Isabel Saiz-Mateo de Oliva con Juan Ballesteros López en 1594,  Juan Saiz-Mateo de Oliva con María López Escribano en 1596, María Saiz-Mateo con Asensio Benito en La Peraleja, o Pedro Saiz con María López en Culebras, sin olvidar al Licenciado Mateo Saiz, fundador de un mayorazgo.
La otra línea era la de Alonso Saiz-Mateo, marido de Catalina García, de donde conocemos la descendencia que procede de su hija Quiteria Saiz-Mateo, casada en 1569 con Miguel de Alcázar López, así como otros hijos, entre los que destaca el Licenciado Alonso Mateo Sánchez.
Cabe decir que hubo al menos un tercer hermano, y que tuvo por hijo al Licenciado don Juan Mateo-Sánchez, y que llegó a ser canónigo de la Catedral de Coria.
Los miembros de esta familia realizaron varias fundaciones, como la creada por el presbítero Alonso Mateo en 1609, o el patronato de Mateo Saiz, así como un vínculo de este mismo licenciado.
Entre los datos que nos hablan de sus descendientes tenemos por el libro de defunciones varias referencias: Es el caso de Pascual Mateo, marido de María López-Lobo, que en 1578 mandó 170 misas; Alonso Mateo (el viejo, en 1585 pagó 61 misas); así como María Saiz, esposa de Juan Muñoz Rodríguez, quien fallece en 1677 y deja 106 misas o María Saiz, mujer de Julián de Torrecilla, que en 1716 mandó 100 misas, entre otros más.
Los Saiz hicieron valer su poder, y entablarán enlaces con gentes distinguidas de la nobleza local así como diversas líneas de la burguesía rural, ya no sólo de Saceda. Su origen estribaría en el siglo XVI, a raíz de dos de los hijos que tuvo el portador de este apellido, y del que adjuntamos un árbol genealógico para su mejor comprensión. Será a partir de ese instante, cuando el apellido aparece solapado bajo la forma Saiz-Mateo o Saiz.


Linaje de los Saiz-Mateo. Primeras generaciones. Apuntes genealógicos (elaboración propia).

Linaje de Torrecilla
La familia de los Torrecilla, arrastra una nutrida historia en Saceda, así como en otros lugares donde se ha asentado, tal y como podemos comprobar en el caso de Caracenilla (donde poseyeron durante varias generaciones la escribanía municipal), así como en el caso de Bonilla (de donde el linaje era natural) y casó con familias principales.
En el caso de Saceda, la operación de proyección social será idéntica al resto de sitios donde se instala, de ahí que sus relaciones con miembros de la nobleza sea más que evidente, además de estrechar lazos con familias como los López-Lobo y los Rojo.
Esto permitirá que desde un primer inicio los miembros de la familia aglutinen un patrimonio destacado, que veremos reflejado en el pago de algunas misas o mandas que efectúan en sus correspondientes partidas de defunción, así como en sus testamentos.
Ejemplo de ello lo tenemos en María de Torrecilla, mujer de Miguel López-Lobo, fallecida en 1584 y pagadora de 112 misas; en 1593, Quiteria de Torrecilla paga 110 misas; María de Torrecilla, esposa de Francisco Rubio, fallecida en 1678, pagó otras 110 misas; Pedro de Torrecilla, hijo de Domingo de Torrecilla, contribuyó en 1679 con el pago de 150 misas.
Destacado también fue Francisco Torrecilla -el mayor-, marido de Quiteria de la Peña, quien mandó 100 misas en 1682 y se enterró en la capilla mayor donde su esposa tenía la sepultura. Es importante señalar que su hijo fue el Licenciado Juan de Torrecilla, cura de la Sierpe (perteneciente al Obispado de Salamanca).
Marcos de Torrecilla, pagó 197 misas en 1686; en 1687 Ana de Torrecilla manda 120 misas; Pedro de Torrecilla paga las mismas en 1696; así como Catalina de Torrecilla, mujer de Francisco García Fernández, y nieta de Pedro de Torrecilla, manda 120 misas el mismo año; en 1726 Francisco de Torrecilla, viudo de María Sierra e hijo de Pedro de Torrecilla y María Muñoz, pide 120 misas; en 1727 Teresa de Torrecilla, viuda de Miguel de la Fuente manda otras 120 misas y se entierra en la capilla mayor en la sepultura de sus padres Francisco de Torrecilla y Quiteria de la Peña; en 1728 Bernarda de Torrecilla, mujer de Andrés de la Fuente, se enterró en la capilla mayor, donde descansaban sus padres Lucas de Torrecilla y María Martínez.

Linaje de los Torrecilla, junto con la línea de Saceda del Río (elaboración propia).

Linaje Vicente
Los Vicente de Saceda están relacionados en su origen con la línea de La Peraleja. Esta conexión genealógica, podría explicarse precisamente porque la línea que marcha a Saceda disponía de recursos como la de sus parientes.

Algunas de las líneas de los Vicente de Saceda del Río. Apuntes genealógicos (elaboración propia).
Si nos ceñimos al pago de misas, veremos como algunos de su integrantes remarcan sus posibilidades, como sucede en el caso de Ana Vicente, fallecida en 1671, mujer de Esteban García y pagadora de 350 misas; María Vicente, mujer de Juan Martínez Vicente, pagó 550 misas, así como el mismo Juan, fallecido seis años después, mandó un total de 1.060 misas; en 1682 el Licenciado Francisco Vicente, mandó 502 misas, además de enterrarse en la sepultura de su padre que sitiaba en la capilla Mayor. Otra de sus mandas destacadas es la donación de 80 ducados a su sobrino Diego Martínez, para que con 40 de los mismos alzase una capilla junto a la Ermita de Nuestra Señora de la Paz, colocándose en su interior una imagen de San Guillermo.

CARRASCOSILLA
Linaje Arana
La familia Arana tiene un origen que los parece relacionar con miembros de la pequeña nobleza rural, y que sin llegar a despuntar de manera excesiva, supieron mantener enlaces con familias que gozaron de una buena posición social.
Sabemos por ejemplo que Juan de Arana era el alcalde ordinario de esta aldea en 1674, así como posteriormente fue nombrado alguacil mayor Francisco de Arana. Tanto uno como el otro eran renteros de don Juan Antonio de Amoraga. Juan estuvo casado en primeras nupcias con Jacinta de Agraz, esposa con la que tuvo varios hijos (Juan, Isabel, José, Asensio y Antonio); por otro lado, Francisco lo hizo con Ana de Moya.
Las políticas matrimoniales entre los Agraz y los Arana eran mutuas, si atendemos a que Greogrio de Agraz, había casado con María de Arana.
Los Arana tenían su origen en Canalejas, y esto lo sabemos porque Juan de Arana, que nació en 1640 y falleció cuarenta y ocho años después, casó con Jacinta María de Agraz. El referido Juan era hijo de Asensio de Arana y María Cantero, ambos velados en 1634. Asensio era hijo de Domingo de Arana y Catalina Muñoz, los cuales ya vivían en Canalejas.

Linaje Cantero
Los Cantero de Carrascosilla, fueron una familia que dentro de la dificultad para proyectarse que suponía el vivir bajo el control del mayorazgo de los Señores del lugar, supieron mantener su estatus, entablando relaciones con familias de cierto nombre, a través de las nupcias que algunos de sus varones realizarán con mujeres, casi siempre procedentes de fuera. La estrategia resultaba efectiva, ya que por un lado podían adquirir tierras que estaban fuera del control de los Amoraga y Graciano (más allá de las que trabajaban como renteros), además de romper con las políticas extremadamente arriesgadas que suponía en términos biológicos la endogamia para la descendencia en un lugar como Carrascosilla, donde podía haber sólo cerca de una docena de casas.
Como decíamos, los Cantero son una familia que ocupará los cargos más simbólicos de esta aldea, así en esa misma fecha, Sebastián Cantero (el marido de Francisca García, y con quien tuvo 6 hijos), y que falleció en 1684 con un pago de 90 misas, fue nombrado regidor.

Genealogía de los Cantero de Carrascosilla. Genealogía familiar (elaboración propia)

Linaje Culebras
Los Culebras son otra de las familias importantes con las que contó Carrascosilla entre los siglos XVI y XVII. Sabemos por ejemplo que en 1630 se bautiza a un hijo de Francisco de Culebras, y el padrino es el señor don Fernando Ruiz de Alarcón, caballero de la Orden de Santiago y Regidor de Murcia.
De la misma forma, parece ser que los Culebras están estrechamente ligados con los Graciano.
Uno de los matrimonios más importantes de esta familia fue el de Martín de Culebras (mayordomo de la Iglesia de Carrascosilla y padrino de la familia de los Señores del lugar) casado con Librada de Miguel, fruto del enlace nació Catalina de Culebras y que casó con Gregorio Felipe en 1605 (de donde surgiría la línea de este linaje en el lugar). Este Martín falleció en 1629 y mandó un total de 219 misas.
El referido Miguel de Culebras y Librada, bautizó un hijo el 29 de enero de 1596, llamado Sebastián, y entre los padrinos se menciona a Francisco Graciano (el viejo) y don Rodrigo de Gaona.

Linajes Gaona
La familia Gaona formaba parte del estado noble, y su vinculación con Carrascosilla aunque no es excesivamente larga, sí tendrá su influencia durante el siglo XVII, puesto que entroncará con otra de las familias más representativas del momento, los Graciano-Nieto, a través del matrimonio de Gaspar de Gaona, un personaje que fallecerá en 1611 y mandará un total de 360 misas. Su hija María de Gaona, casaría poco después con Martín Rodríguez de la Peña, un miembro descendiente de la burguesía rural de la Peraleja, y que será el heredero de la hacienda de su suegro, aglutinando así los Rodríguez aquellos bienes principales de la familia Gaona de Carrascosilla.
Los Gaona, del mismo modo que los Graciano, se movieron por el área de Huete y su periferia, puesto que Carrascosilla no era el lugar más idóneo en el que pudiesen proyectarse con la grandeza que una familia de la nobleza hubiera deseado. El hermano de Gaspar, Rodrigo de Gaona, murió en 1616, aunque antes casó con Isabel de Libraja, y de cuyos hijos, podemos destacar a Inés de Gaona (nacida en 1592 y casada con Pedro Ruiz de Gaona), Margarita (nacida en 1593), Isabel (nacida en 1594), Juan (nacido en 1598), Catalina (nacida en 1599), Gerónimo (nacido en 1602 y fallecido en 1616), así como a Diego de Gaona (casado en 1621 con Gerónima de Arboleda).
Linaje Gaona de Carrascosilla (elaboración propia)

Linaje Graciano
De modo paralelo a los Gaona, el linaje de los Graciano buscará enlaces con familias de la nobleza y burguesía rural, y aunque tampoco estuviesen asentados de modo permanente en Carrascosilla, y su lugar natural fuese más bien la ciudad de Huete, éstos intentarán no perder el control de la zona, debido a las muchas propiedades que poseían. Recordemos como los Amoraga controlaban el Señorío y mayorazgo que abarcaban muchas de las tierras de Carrascosilla, de ahí que no será casual ver como la descendencia de Juan Graciano e Isabel Méndez de Amoraga, se proyectará especialmente con linajes influyentes del entorno.
Ese es el caso de su hijo Francisco Graciano, que casará con Ana Nieto, donde surgirá la línea principal de la familia. Recordemos que los Graciano demostraron su nobleza con ejecutoria de hidalguía, no obstante, de su pasado sabemos que era converso, y los relacionaba con muchísimos de los linajes judíos que se convirtieron al cristianismo para luego ennoblecer, una operación difundida de manera casi sistemática en la tierra de Huete entre las grandes familias de la nobleza rural.
Sólo como ejemplo, es preciso recordar que los Núñez de Guadalajara reunían un mismo perfil genealógico (una familia asentada entre la nobleza de Huete, con pasado converso, miembros del estado noble con ejecutoria de hidalguía reconocida, y que se proyectaba casando con gentes de su mismo estatus social y pasado religioso).
Los Graciano serán una familia importante, tal y como veremos en generaciones posteriores, cuando uno de sus descendientes será ni más ni menos que el Marqués de La Peraleja, reiterando más si cabe el poder que este linaje ya desde tiempo atrás venía atesorando en esta franja de nuestro estudio.

Linaje Graciano de Carrascosilla (elaboración propia)

Los Señores de Carrascosilla
Son escasas las aportaciones que podemos realizar al respecto, puesto que Manuel de Parada ya nos indica diferentes datos sobre el Señorío de Carrascosilla, y a los que nos remitimos para indagar más a fondo en la cuestión. Destacado es su artículo publicado en los Anales de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía VIII (2004), Huete y la Guerra contra Francia. El origen de esta familia se remonta al mayorazgo que poseía a finales del siglo XVI don Juan Sánchez de Amoraga, y cuyo nieto, Pedro de Amoraga y Salcedo, compra como Señorío en 1627, el cual incorporó al mayorazgo de su abuelo.
Entre las notas que hemos extraído del libro sin catalogar del Archivo Municipal de Huete, referente a los bautismos, matrimonios y defunciones de Carrascosilla de los años 1550-1693, quisiéramos destacar que a principios del siglo XVII, el señor Gómez de Amoraga (y que era poseedor del territorio de Carrascosilla), tuvo por aquellas fechas varios hijos con doña María Méndez de Parada. No podemos situar genealógicamente a estos personajes, aunque bien podrían ser tíos del referido Pedro que en 1627 compró el Señorío.
El hecho de que prácticamente el mayorazgo de los Amoraga tuviera buena parte del término de Carrascosilla, nunca ayudó a que otras familias de la pequeña nobleza o la burguesía rural, llegaran a consolidar un patrimonio propio, que les ayudara a proyectarse, fenómeno que repercutirá siempre a largo plazo en la economía del entorno; No fue por ello casual que en Carrascosilla hubiese problemas con el poblamiento, como consecuencia de la desigualitaria distribución de riquezas, e imposibilidad de crecimiento patrimonial de otros linajes, si a ello le añadimos las dificultades que de por sí arrastra la agricultura en zonas de escasa presión demográfica, donde además faltan medios, entendemos que escenario existía desde el punto de vista económico. No será por ello casual que Carrascosilla emerge en una época de bonanza, una vez que transcurre ese periodo de retención y control del patrimonio rústico en manos de unos pocos.
Si atendemos a los pueblos que estamos analizando en este estudio, es más que notorio que Caracenilla, debido a la distribución heterogénea que tuvieron varias familias, consiguió generar el nacimiento de una pequeña burguesía rural, que junto con la nobleza del entorno, mejoraron la situación económica del lugar en siglos posteriores, debido a la posibilidad de crecimiento que existía. Fenómeno similar ocurrió por el siglo XVIII en Saceda o Peraleja, donde la tenencia de tierra estaba muy repartida. Este proceso será como vemos contrario en Carrascosilla, al igual que guardará ciertos paralelismos en Villarejo de la Peñuela, donde los Señores controlaban una proporción de tierras importante, contra las que las familias locales debían luchar para prevalecer y mantener así algo de patrimonio, no teniendo que verse dependientes como trabajadores de sus tierras.

CARACENILLA
Linaje Alcázar-Montoya
La familia de los Alcázar fue una de las más poderosas que se asentaron en Caracenilla, y prueba de ello, lo vemos incluso en lugares diferentes, como sucedió en la vecina localidad de Verdelpino, o alguna línea que gozó de protagonismo en la misma ciudad de Huete.
En Caracenilla existen dos líneas bien posicionadas de este apellido, una de ellas fue la de los Alcázar de Montoya, y que nos remonta a principios del siglo XVI a Juan de Alcázar y la hidalga Francisca de Arcas. Conocemos su relación con el Santo Oficio a través de su vástago Diego de Alcázar y Montoya, fallecido en 1632 y que mandó un total de 148 misas; el hijo de dicho Diego, Juan de Alcázar-Montoya, muere en 1678 y paga un total de 700 misas, así como su hermano Gabriel, fallecido en 1681 y encargado de mandar 250 misas. Como curiosidad, cabe remarcar que los hijos del familiar del Santo Oficio, Diego de Alcázar, casó a tres de ellos con otros tres hermanos de la familia Garrote-Saiz, y que como veremos en el apartado referido a su linaje, fueron una de las familias más ricas y principales de toda la historia de Caracenilla. Los hijos de Juan de Alcázar, casaron con Ana Garrote, dejando por descendiente a María de Alcázar, fallecida en 1701 y mandataria de 325 misas, así como a Diego de Alcázar-Montoya, dedicado a la abogacía, junto otros vinculados al clero, como sucedió con Juan de Alcázar (cura de Santiago).
Línea principal del linaje de los Alcázar-de Montoya. Genealogía familiar (elaboración propia).

Linaje Alcázar-Rubio
Los Alcázar-Rubio son otra de las líneas de esta familia, que junto con los Montoya, destacaron por su poder dentro de la localidad. Sabemos que Juan de Alcázar, y marido de María Cano, falleció en 1617, pagando 100 misas y enterrándose en una sepultura que había en el coro de la iglesia de la localidad. Su nuera, Merenciana de Alcázar, no sabemos qué grado de parentesco tenía con el linaje, falleció en 1680, pagando 342 misas.
El hijo de ambos, que como su padre ya llevaba el apellido solapado, fallece en 1670, y paga un total de 300 misas. El siguiente descendiente de la familia, Julián de Alcázar de la Fuente, manda enterrarse en la sepultura que los Pérez de Albendea tienen en la iglesia, puesto que era nieto materno de este linaje. Muere en 1726 y paga 100 misas.
          
Línea principal de los Alcázar-Rubio. Genealogía familiar (elaboración propia).

Linaje Fernández
La familia Fernández de Caracenilla gozó de una buena posición, tal y como se desprende del dinero que invierten en el pago de misas cuando uno de sus miembros fallece. En este caso tenemos al señor Garci Fernández de Alcázar como figura principal de la familia, un individuo que nace durante la segunda mitad del siglo XVI y que casó con Isabel García, de otra familia destacada, cuando al fallecer en 1615 manda más de 150 misas, junto con un testamento interesante, donde pide enterrarse en el coro de la iglesia.
Entre los hijos de este matrimonio tenemos a Blas, nacido en 1573 y muerto en 1594, donde ya dejó una memoria perpetua, así como a María Fernández, mujer de Domingo de Palomares. Otro de los muchos nacidos de ese matrimonio fue Juan, que muere en 1621, y legó un buen patrimonio además del pago de 200 misas.

Linaje de la Fuente
La familia de la Fuente fue otra de las grandes influyentes en el ascenso de una pequeña burguesía rural que comenzaba a cobrar protagonismo entrado el siglo XVIII en la localidad de Caracenilla. Hasta la fecha hemos encontrado tres líneas, y que no sabemos qué grado de conexión tienen entre ambas. Por un lado está la procedente de Bonilla, que nos conduce hasta Simón de la Fuente y Catalina de Torrecilla, y sobre la que sólo hemos podido vislumbrar un matrimonio de un hijo suyo, desconociendo si hay más descendientes que conecten con él o las otras dos familias. La siguiente es la de Juan de la Fuente, marido de Ana Ballesteros, y cuyo origen nos lleva a Valdecolmenas de Abajo, así como finalmente Juan de la Fuente, marido de María Saiz, con asiento en Olmedilla del Campo, donde surgirá la descendencia más importante de este apellido que veremos en la localidad, además de aparecer capellanías como vínculos destacados.
Fruto de este último enlace nacerá Isidro de la Fuente, como su hermano Pedro, casado con María Pérez en 1630, y fallecido en 1662, cuando pagó un total de 303 misas. El proceder de una buena familia le permitió que sus hijos establecieran enlaces con familias igual de importantes como sucedió con María de la Fuente Pérez, que en primeras nupcias casó con Julián de Alcázar-Rubio. Otro caso es el de Pedro de la Fuente, que casó hasta tres veces, la primera con Ana de Alcázar en 1648, la segunda con María Pérez dos años después, donde nacería el famoso licenciado don Bartolomé de la Fuente, muerto en 1724 con pago de 400 misas, así como en terceras nupcias con Catalina de Albendea, también de buena familia, y de donde nacerán varios hijos que celebrarán alianzas con las familias que englobaban el conglomerado de las élites locales (María de la Fuente en 1674 con Diego de Alcázar, Pedro de la Fuente en 1679 con Isabel de León, Ana de la Fuente en 1679 con Juan de Gascueña, Jacinto de la Fuente en 1687 con Ana Garrote…).

Línea del linaje de la Fuente en Caracenilla. Apuntes genealógicos (elaboración propia).

Linaje Garrote
Los Garrote podrían considerarse como la familia más poderosa de Caracenilla desde el siglo XVI, momento en el que se establecen, tras proceder de la cercana localidad de Villar del Horno.
Este linaje estuvo controlando cargos de la familiatura del Santo Oficio, que obviamente le ayudarían desde un primer momento a destacar en su zona natal. Es importante reseñar que las primeras generaciones todavía guardaban su arraigo con el municipio de Villar, de ahí que en sus mandas en las partidas de defunción envíen misas a la parroquia de sus ancestros, así como ayuda a los pobres de su pueblo.
Con el trascurso de las generaciones, las políticas de matrimonio se centrarán en conectar a sus hijos con miembros de familias concretas de Caracenilla, siendo especialmente selectivos y repitiéndose con los Pérez de Albendea, del mismo modo que los Alcázar, además de la práctica endogámica entre los mismos Garrote que descendían de los hijos de Juan Garrote y María de la Fuente. Esta estrategia surtió efecto y les permitió en el siglo XVII estar en el eslabón elevado del estatus social de aquella sociedad rural.
Tenemos datos de los hijos de los progenitores, que nos muestran el poder de la familia a la hora de realizar los pagos de misas. Por un lado Juan Garrote, marido de Isabel Martínez, tuvo a Juan Garrote, fallecido en 1681 y mandatario de 222 misas. Después estaría Pedro Garrote, marido de María Saiz, quien tuvo entre sus varios hijos a Julián Garrote, casado en 1622 con Ana Pérez de Albendea, fallecido en 1683 y encargado de pagar 240 misas; Otro sería Pedro Garrote, casado en 1644 con Ana María de Alcázar de Montoya, muerto en 1694 con pago de 500 misas, así como su hermana Juana Garrote, que casó en otro matrimonio con el hermano de su cuñada, Gabriel de Alcázar de Montoya. La referida Juana pagó 250 misas cuando murió en 1680.
A partir de esta línea de los progenitores, fueron surgiendo diferentes enlaces y personajes, entre los que podemos reseñar diversos individuos que destacan por el dinero invertido en el momento de su funeral. Es el caso de Francisco Garrote, fallecido en 1675 con pago de 620 misas; Juan Garrote, muerto en 1679 con mandas de 269 misas; Isabel Garrote, fallecida en 1681 con pago de 675 misas; Mateo Garrote, muerto en 1681 con mandas de 675 misas; Otro Mateo Garrote, fallecido en 1685 con pago de 760 misas; Francisca Ángela Garrote de Alcázar, muerta en 1694 con mandas de 354 misas y María Garrote, fallecida en 1695 con pago de 294 misas; Ana Garrote, muerta en 1695 con manda de 1000 misas.
Bernarda Garrote, fallecida en 1706 pagó de 550 misas; Ana Garrote, muerta en 1708 mandó 240 misas; Bernarda Garrote (la esposa de Juan Pérez), fallecida en 1713 pagó de 794 misas; Pedro Garrote de Alcázar, muerto en 1721 mandó 400 misas; Juan Garrote (marido de Juana Pérez), fallecido en 1728, pagó 200 misas; Juan Garrote Martínez, muerto en 1735, mandó 300 misas y Bernardo Garrote, fallecido en 1736 (párroco) pagó la friolera de 2500 misas.
La lista da para mucho, de ahí que quede como una anécdota que Francisco Garrote, muerto en 1738 mandara 200 misas o Pedro Garrote, difunto en 1739 lo hiciera con 400 misas. Esta continuidad y cantidad exagerada de misas, son sin lugar a dudas un fiel reflejo del poder que un linaje podía atesorar en un área en donde pudieron proyectarse y acumular un patrimonio extenso.

Genealogía del linaje Garrote de Caracenilla a partir de sus primeras generaciones. Apuntes genealógicos (elaboración propia).

Linaje León
La familia León era un linaje de hidalgos, que se encontraba asentada en la cercana localidad de Saceda, y que muy probablemente estaba conectado por una misma raíz genealógica. Por los datos que hemos ido recabando, parece ser que los León vendrían de Valdemoro del Rey, o al menos su asiento a finales del siglo XVI ya en esta zona de la Alcarria era una realidad. Como nobles que eran, los León entroncaron con las familias más destacadas del entorno, es el caso de los Garrote, Arcas o los Gascueña. Sabemos por ejemplo que Diego de Arcas, marido de Isabel de León, falleció en 1711, pagando 169 misas, así como María de Gascueña y de Arcas, muerta en 1763, era esposa de Francisco de León y Palomares, enterrándose en la capilla de San José, y que era propiedad de los León (pagando un total de 400 misas). Durante el siglo XVIII los León controlaban la práctica totalidad de las capellanías del municipio, puesto que habían emparentado con los linajes fundadores de las mismas, además de las fundaciones que ellos mismo se encargaron de realizar.
Conocemos el matrimonio de Manuel de Gascueña y María de Arcas, que confirma una vez más la unión entre estas tres familias, aunque los León serían la cabeza visible a la hora de controlar los principales cargos locales.
El hijo del progenitor Andrés, don Francisco de León murió en 1684, pagando un total de 500 misas, destacando su esposa Francisca de Alcázar, que al fallecer en 1705 manda enterrarse en la capilla de los Pérez de Albendea, pidiendo un total de 920 misas. Sus hijos también hicieron buenas mandas, como Julián de León, con un rico testamento en 1739 o también Pedro de León, el marido María Garrote, que murió en 1684 con el pago de 424 misas.
Linaje León de Caracenilla (elaboración propia).

Linaje Medina
Los Medina son otra de las grandes familias que se asentaran en Caracenilla en su época de mayor esplendor. Propietarios de una familiatura del Santo Oficio, supieron hacer valer su poder para entablar relaciones con las gentes más importantes del lugar. Por ahora nuestros apuntes genealógicos nos llevan hasta Andrés de Medina y su esposa María Saiz, aparentemente vecinos de Villarejo, pero de los que por ahora no hemos encontrado más datos. Fruto de este matrimonio nacerá Bartolomé, que casará en Villar del Horno con Juana Garrote, y de donde procede la línea de Caracenilla.
Juan Alonso de Medina entabló matrimonio con María de Alcázar-Montoya en 1664, y sus hijas obviamente casarían con dos de las familias más poderosas del lugar. Sabemos que Juan Alonso falleció en 1697 con pago de 600 misas, mientras que su hija Bernarda en 1710, con una manda de 444 misas, y su hermana María en fechas casi cercanas, con 403 misas.
La estrategia de proyección de Juan Alonso era clara, pues en cuestión de dos generaciones casa con las líneas principales de Alcázar (y también controladoras de la familiatura del Santo Oficio, hecho obviamente nada casual), así como con los Garrote.
Genealogía de los Medina. Apuntes genealógicos (elaboración propia)

Linaje Pérez / Pérez de Albendea
Otra de las familias destacadas de la historia de este municipio y con descendencia en la actualidad, es la de los Pérez. Sabemos que a mediados del siglo XVI hay dos personajes apellidados por igual que pudieron casar prácticamente a la vez con dos señoras del apellido Muñoz, barajando como hipótesis si en realidad se tratase de un doble enlace entre hermanos.
De lo que no nos cabe la menor duda es del poder de esta familia, y que como hipótesis pensamos que estaría relacionada en origen con los miembros del mismo linaje asentados en la vecina localidad de Verdelpino.
Como decimos las dos líneas son principales, aunque destacando primordialmente la de los descendientes de Francisco Pérez y Ana Muñoz, de donde nacerán muchos hijos, entre los que se celebrarán enlaces estratégicos que ya desde el siglo XVI catapultarán a sus integrantes entre los miembros de las élites locales, ese será el caso de Pedro Pérez, marido de Francisca de Albendea, y de donde nacerá el apellido Pérez de Albendea. Recordemos que esta familia hizo fundaciones importantes, entre ellas una capellanía, además de que los Albendea estaban reconocidos como caballeros hidalgos en la localidad de Huete. Otra línea igual de destacada fue la de los Pérez de Alcázar, con protagonismo en muchos de sus descendientes por el poder acumulado.
Reseñar que estas no fueron las únicas casas fuertes del apellido, pues la historia de esta familia es más que extensa, y siempre la veremos vinculada con los grupos de poder, de ahí que estudiarla a fondo llevaría un trabajo mucho más largo y detallado.
Cabe mencionar que las estrategias matrimoniales entre los Pérez y los Garrote fueron repetitivas y fomentaron la endogamia, puesto que se consolidaron ambas como una de las más prosperas y ricas de la localidad. Sabemos como por ejemplo Francisca Pérez de Albendea, muere en 1664 con un pago de 600 misas, casando antes con Pedro de Alcázar Cantero (regidor de Caracenilla). Su madre Francisca de Albendea menciona en su testamento la sepultura que poseía el linaje de su marido Pedro Pérez (nacido en 1568), y que se ubicaba en el altar del Santo Crucifijo. Esta sepultura será muy importante, ya que muchos descendientes pedirán explícitamente enterrarse en ella. Un hermano de Francisca Pérez de Albendea fue el famoso licenciado Pedro Pérez de Albendea, fundador de una capellanía así como un personaje con poder destacado dentro del clero local.
Líneas genealógicas destacadas de los Pérez de Caracenilla en el siglo XVI (elaboración propia).

Linaje Torrecilla
Hablar de los Torrecilla, sería prácticamente referirnos a la familia de escribanos que controlaron este oficio durante varias generaciones en el municipio entre los siglos XVII y XVIII. El cargo lo heredarán a través de los Martínez, y que eran los anteriores ocupados en estos menesteres.
Pedro de Torrecilla y su esposa Catalina eran unos personajes bien asentados de la localidad de Bonilla, nacidos en el siglo XVI. Su hijo Gerónimo fue el primero en llegar a Caracenilla, y allí casó con Catalina Ballesteros, hija de Isidro Ballesteros y Quiteria Martínez. Lo cierto es que los Ballesteros durante aquellas fechas eran gentes importantes, aunque poco a poco, empezaron a perder poder. Señalar que este Pedro de Torrecilla es el mismo del que se hace mención de su familia en el apartado de Saceda, puesto que ambas líneas se encuentran conectadas.
No es que los Torrecilla fueran una familia excesivamente rica, pero como escribanos supieron mantener un estatus, que les ayudó a posicionarse entre las personalidades del municipio. Gerónimo tuvo varios hijos con Catalina, uno fue Antonio, y que casó con María Martínez Pastor (hija el anterior escribano, Francisco Martínez). Antonio y María casaron en 1637 con tercer grado dispensado, puesto que eran parientes. Este tipo de estrategias era más que habitual entre los miembros de este oficio, en donde también se practicó mucho la endogamia.
Antonio, heredando el cargo del padre de su esposa, fue escribano de Caracenilla desde 1639 (recordemos que su suegro falleció en 1636) hasta el año 1668, momento de su defunción, cuando deja un pago de 118 misas. El oficio lo heredó su hijo Antonio de Torrecilla -el mozo-, que lo ocupó desde 1668 hasta 1706. Luego este recaería sobre la generación siguiente en su hijo Juan Antonio de Torrecilla, que a su vez lo ejerció durante poco más de tres décadas, desde 1710 hasta 1742.

Linaje de los Torrecilla del siglo XVII en Caracenilla (elaboración propia).

VILLAREJO DE LA PEÑUELA
Linaje Cañas
Los Cañas son otra de las casas principales de Villarejo. Una de las líneas más importantes fue la de Andrés de Cañas, cuyo hijo de mismo nombre, casó en 1658 con Catalina López. El marido de Catalina está documentado como escribano notario en 1693. Éste falleció en 1698 con un pago de 100 misas. Sus hijas casaron con otras familias de un estatus similar, entre las que veríamos a los Torrijos, y que gozaron de su respectivo protagonismo.
Genealogía de los Cañas (elaboración propia).
En el siglo XVIII existen algunos representantes del linaje que merecen mención, como Gregorio de Cañas, que falleció en 1729 con pago de 200 misas, así como a Joaquín de Cañas, hermano de José de Cañas y Heliodora de Cañas, soltero que falleció en 1726 con un pago de 240 misas.

Linaje Delgado
La familia Delgado es otra de las importantes que hubo en Villarejo. Los veremos entroncando con las más ricas del municipio, y en sus pagos de misas, en más de una ocasión reflejaran la disponibilidad de dinero que poseían algunos de sus miembros.
Sobre el origen de la familia no tenemos datos concluyentes, aunque todo parece apuntar a que una línea nos lleva hasta la localidad de Valdemoro del Rey. Entre las personas destacadas, tenemos varias referencias extraídas de las partidas de defunción. Uno de ellos fue Martín Delgado, quien casó con la bien posicionada Leocadia de Molina; otro fue Juan Delgado, fallecido en 1642 y que dejó un pago de 114 misas; en 1647 Ana Delgado pagó en su funeral un total de 104 misas (era esposa de Pedro Saiz Torrijos). Destacable fue también la partida de Juan Delgado, pagador de 120 misas tras fallecer en 1696.

Linaje López
Los López se desmarcaron como una casa con poder, dentro de la modesta burguesía local que había en Villarejo. Existen varias referencias en torno a miembros portadores de este apellido, al margen de que no sepamos en algunos casos que relación de parentesco pudiesen guardar entre ellos. Los personajes más relevantes fueron Isabel López (hermana de José López y mujer de Juan Delgado), que en 1725 pago en su funeral 300 misas; en 1712 Catalina López mujer de Andrés de Cañas pagó por ejemplo unas 82 misas; mientras que un año después Julián López lo hará con 150 misas. Pero si hubo un representante con ambiciones de realizar un funeral diferente, ese fue Francisco López, que al morir en 1696 pagó 430 misas, además de mandar ser enterrado en la sepultura que estaba debajo de la tarima de la Virgen de la iglesia de Villarejo.
En 1684 Bartolomé López muere con un pago de 140 misas, mientras que el mismo año, María López, mujer de Juan López -el mayor-, lo hace con 150 misas. En 1652 Catalina López, esposa de Miguel de la Peña, tras fallecer deja 490 misas

Linaje Molina
La línea de Molinas establecidos en Villarejo, es otro de los linajes que en un futuro habría que estudiar a fondo, puesto que varios de sus integrantes gozaron de un buen estatus, tal y como vemos en algunos miembros desde los inicios de la documentación eclesiástica. Así se presencia en la segunda mitad del siglo XVI con el clérigo Domingo de Molina, quien dejó todos sus bienes, casas y viñas sobre Miguel Sánchez; teniendo su testamento en casa del mismo Señor de Villarejo, don Fernando de Ribera. En 1650 falleció Isabel de Molina, con pago de 138 misas. Suponemos que Isabel descendería de la línea de Juan de Molina y María Fernández, los cuales dejaron varios hijos, que casaron con familias destacadas como los Saiz del lugar. Esto lo vemos con el hijo de ambos, Francisco de Molina, que en 1590 casó con Francisca Saiz y Saiz, o su hermano Juan de Molina, que celebró nupcias en 1582 con Catalina Saiz y Saiz, dejando por descendiente a Leocadia de Molina, muerta en 1629 con pago de 110 misas, y mujer de Martín Delgado (procedente de Valdemoro del Rey).

Linaje Peña
La familia de los Peña tuvo especial influencia entre las élites durante todo el siglo XVII, puesto que algunos de sus personajes estuvieron estrechamente vinculados bien con el clero o directamente con el Santo Oficio. Nuestros estudios parecen confirmar que los Peña era una familia de caballeros hidalgos con casa principal en la localidad de Alcocer.
El origen del linaje arranca con Bartolomé de la Peña, fallecido en 1588 con pago de 130 misas. En 1627 muere Miguel de la Peña -el menor-, con manda de 100 misas. Otro Miguel fue el párroco del lugar, que murió en 1682 con un pago de 1250 misas, citando a su sobrino don Gerónimo, el cual era hijo de Isabel de la Peña, fallecida en 1675 y dejando un pago de 300 misas. El referido sobrino de Miguel, siguiendo la tradición familiar fue cura en Huete además de familiar del Santo Oficio, murió en 1707, y pagó un total de 2200 misas. Éste fue una persona popular, que estuvo de párroco en otros pueblos y mandó ser sepultado en Huete, donde están enterrados Miguel Rubio y su padre Juan Rubio de Alcázar.

Genealogía de los Peña de Villarejo de la Peñuela. Apuntes genealógicos (elaboración propia).

Linaje Redondo
La familia Redondo es otra de las que demos englobar entre los componentes de la pequeña burguesía rural del lugar. De ella surgieron personajes importantes como sucedió con la beata María Redondo, quien falleció en 1570 y era hija de María Grueso. Pocos años antes moría Catalina Redondo, que en 1567 dejó un testamento reseñable con pago de 123 misas. Otro miembro de interés fue María Redondo, mujer de Cristóbal Casero, muerta en 1683 con pago de 112 misas. Poco después, en 1689 Juan Redondo, hermano el presbítero Francisco Redondo, y casado con Isabel López, pagó 110 misas.
Lo cierto es que los Redondo tuvieron un poder reseñable durante los siglos XVI-XVII, pasadas estas centurias, veremos algunos casos donde se vislumbra su condición social, pero que se alejará mucho de su primera etapa. Del siglo XVIII es importante el matrimonio de Ana Redondo, viuda de José del Rincón, e hija de Francisco Redondo, y que en el momento de su muerte pagó un total de 200 misas.
Genealogía de una rama de los Redondo de Villarejo (elaboración propia).

Linaje del Rincón
La familia Rincón parece ser que pertenecía al estado noble, y aunque en Villarejo no estuviese reconocida por su hidalguía, a pesar de que podrían tener un probable origen converso, si lo hicieron en otros puntos de la Alcarria. Ciertamente en Villarejo hubo alguna familia más de hidalgos, a parte de los Señores del lugar, un ejemplo serían los Castro, aunque no dejaran prácticamente descendencia, viéndolos enlazar con la familia Saiz. Hemos de señalar al respecto que en La Peraleja existía una línea, y que no sabemos el grado de conexión que pudo tener, ya que estos procedían de tierras Riojanas. En cuanto a los Rincón, hemos de matizar que tuvieron integrantes destacados, que reflejan su poder en la celebración estratégica de algunos matrimonios, como en el respectivo pago de misas y bienes que dejan en las partidas de defunción.
En 1664 se menciona un vínculo de Domingo del Rincón. En 1703 falleció Sebastián del Rincón -menor-, y que dejó un pago total de 200 misas, en 1717 muere María del Rincón esposa de Francisco Delgado, pagadora de 100 misas. Otro personaje destacado fue José del Rincón, que en 1733 mandó en su funeral 300 misas.

Linaje Saiz
La familia Saiz es una de las mejor posicionadas que existieron en el lugar de Villarejo, esto les permitió establecerse entre el bloque de las élites locales. Pues muchos de sus representantes fueron potentes labradores, que hicieron valer su fuerza como terratenientes del lugar.
Conocemos el caso de Isabel Saiz, mujer de Lázaro Saiz, quien en 1583 dejó una fiesta de aniversario para el día de la transfiguración; establecieron también enlace con los Grueso, solapando ambos apellidos, lo que les ayudó a diferenciarse de otras líneas. Destacado fue el funeral de Alonso Saiz de Torrijos, quien falleció en 1665, pagando 580 misas. Diez años después, Juan Saiz de Torrijos, marido de Isabel de Cañas e hijo de Francisco Saiz, al fallecer pagó 120 misas. El hijo de Juan Saiz y Ana Martínez, Miguel Saiz, muere en 1690 con una manda de 100 misas.
Genealogía de los Saiz de Villarejo (elaboración propia).

Linaje Torrijos
Los Torrijos son una familia que dejó una historia reseñable en Villarejo, a través de algunos de sus representantes que durante siglos vivieron en la localidad. Los veremos entroncar con familias de cierto peso como los Saiz. A falta de un estudio más profundo de la familia, y que es muy factible debido a documentación que existe alusiva al linaje, los vemos destacando entre una más de aquellas casas que despuntarán en el municipio desde el siglo XVI, a pesar de que ya existían varias líneas que en origen pudieron tener un mismo progenitor.
Una es la de Miguel Torrijos, marido de María López, de quien conocemos algunos hijos como Miguel de Torrijos López, casado en 1611 con Francisca Saiz Saiz, o su hermano Andrés de Torrijos López, que celebrará nupcias en 1587 con María de Cañas Saiz. Por otro lado estaría Pedro de Torrijos Saiz, marido de María Saiz, y quien tuvo entre sus descendientes a Andrés de Torrijos, casado en 1588 con Ana Domínguez, o su hermano Miguel de Torrijos, que celebro nupcias en 1591 con Catalina García. Pensamos que la coincidencia de nombres como el marco de fechas en los que se mueven los hijos de Miguel y Pedro, estaría indicándonos un grado de familiaridad bastante estrecho, pudiendo incluso tratarse de ser ambos hermanos. No hay que olvidar a Andrés de Torrijos, marido de Paula López, quien en 1688 mandó 140 misas, además de enterrarse en una ermita de la ciudad de Cuenca.

Los Señores de Villarejo de la Peñuela
Son escasas las referencias que podemos aportar respecto a los Señores de Villarejo, que otros autores aun no hayan indicado, no obstante quisiéramos concluir este trabajo repasando la genealogía de las siete primeras generaciones de sus señores, y que englobaría desde finales del siglo XIII-principios del XIV hasta llegar a finales del siglo XVI, además de incorporar varias observaciones que hemos apreciado en los libros de defunciones del lugar.
Todo comienza con Alfonso Martínez, y que tiene por hijo a don Alfonso Martínez de Ribera, casado con doña Inés Fernández (siendo el primer Señor de Villarejo), le sucederá su hijo Lope López de Ribera, casado con doña Violante López; seguirá su hijo don Fernando de Ribera (nacido a finales del siglo XIV) y casado con doña Elvira García de Jaraba y Albornoz (procedente de la línea fuerte de los Jaraba asentados en Cuenca); luego por línea femenina la descendencia prosigue con su hija doña Violante de Ribera y Jaraba, que vivió muchos años, y falleció en 1502, casando con el noble don Esteban Coello. Fruto del matrimonio nació a mediados del siglo XV don Hernando de Ribera, marido de María Téllez; de este enlace saldrá el sucesor don Perafán Coello de Ribera y Téllez, marido de doña Isabel Sánchez de Pisa. Luego les sucederá su hijo don Fernando de Ribera y Zapata, muerto en 1580 y marido de Luisa Zapata; el siguiente descendiente será el hijo de ambos don Pedro o Perafán Coello Ribera y Zapata, casado con doña Constanza de Sandoval y Coello.
Entre los datos que queremos reseñar y que hemos localizado en el libro de defunciones de Villarejo de la Peñuela, tenemos las partidas de defunciones de don Perafán Coello de Ribera, muerto 1563, con pago de 60 misas, así como un año después su esposa doña Isabel Sánchez de Pisa, con un total de 500 misas.
Años más tarde veremos la partida de su nuera, doña Luisa de Zapata, concretamente con fecha del año 1575. Como curiosidad indicar que dos años antes, murió el ama del Señor don Fernando, una mujer llamada Isabel Gómez, y por la que se pagaron cerca de medio centenar de misas, enterrándose en la capilla que poseían los Señores de Villarejo, pero que como luego veremos tendrían a parte para sus siervos. Ya en 1580 muere el referido Señor don Fernando, con pago de 500 misas, además de enviar una fiesta en memoria de su anterior esposa doña Elvira de Quiñones, como otra para doña Luisa de Zapata. Su hijo don Perafán será a quien entregará el mayorazgo. Finalmente en 1625 muere doña Ana de Sandoval, mujer de don Perafán Coello de Ribera, especificando que era hija de don Gaspar de Sandoval y doña Isabel de Yllanes, mandando 1100 misas y mencionando a su cuñado don Fernando Coello y su hermano don Gaspar de Sandoval.
Otro personaje que como curiosidad se cita en la documentación de las defunciones, fue el mayordomo de los Condes de la Ventosa, Pedro de Vera, que murió en 1634, pagando 450 misas. Se enterró en la sepultura de los criados, ubicada en la capilla mayor.
Sin lugar a dudas la familia de los Señores de Villarejo atesoró un poder destacado, que influyó decisivamente en la proyección tan limitada que vieron algunas de las familias más importantes que residían en la localidad. Tenemos constancia del asentamiento de linajes de la nobleza rural como los Castro, que pudieron levantar una destacada casa solariega, además de otras diversas familias de la burguesía rural, no obstante, el dominio de muchas tierras, dificultaba ese proceso de enriquecimiento de los pobladores que pretendieran aglutinar su propio patrimonio, y de este modo no verse sometidos al yugo de sus Señores, pues esto les hacía depender y trabajar para los mismos. Afortunadamente, dentro de las localidades estudiadas, vemos como en Villarejo la pequeña burguesía local tuvo un papel más notable, de modo que el dominio señorial no fue llevado al extremo como en el caso de Carrascosilla. La existencia de diversas líneas de terratenientes, que aglutinaron su patrimonio, y supieron gestionarlo, transmitiéndoselo a sus descendientes de manera efectiva, permitió una situación lo suficiente moderada, para que afloraran familias importantes como las aquí descritas.

Referencias documentales y bibliográficas:
Archivo Diocesano de Cuenca, fondo de Inquisición, legajo 249, nº 3353
Archivo Diocesano de Cuenca, fondo de Inquisición, legajo 277, nº 3816
Archivo Diocesano de Cuenca, capellanía de Baltasar Domínguez, P.820, Sig. 30/20
Libros parroquiales consultados en el Archivo Diocesano de Cuenca de La Peraleja (2 de matrimonios y 3 de defunciones):
Libro I de matrimonios (1564-1690), Sig. 30/10, P. 811
Libro II de matrimonios (1690-1743), Sig. 30/11, P. 812
Libro I de defunciones (1586-1614), Sig. 30/14, P. 815
Libro II de defunciones (1614-1693), Sig. 30/15, P. 816
Libro III de defunciones (1694-1779), Sig. 30/16, P. 817
Libros parroquiales consultados en el Archivo Diocesano de Cuenca de Villarejo de la Peñuela (1 de matrimonios y 3 de defunciones):
Libro I de matrimonios (1626-1764), Sig. 113/10, P. 2121
Libro I de defunciones (1557-1578), Sig. 113/13, P. 2124
Libro II de defunciones (1578-1595), Sig. 113/14, P. 2125
Libro III de defunciones (1623-1764), Sig. 113/15, P. 2126
Libros parroquiales consultados en el Archivo Parroquial de Huete de Saceda del Río (3 de matrimonios y 2 de defunciones):
Libro I de matrimonios (1565-1601).
Libro II de matrimonios -incluye bautismos- (1601-1621).
Libro III de matrimonios (1622-siglo XVIII).
Libro I de defunciones (1556-1594).
Libro siguiente de defunciones (1670-1738).
Libros parroquiales consultados en el Archivo Parroquial de Huete de Carrascosilla (2 libros):
Libro I de bautismos, matrimonios y defunciones (1550-1693).
Libro II de bautismos, matrimonios y defunciones (1694-1795).
Libros parroquiales consultados en el Archivo Parroquial de Caracenilla (2 de matrimonios y 3 de defunciones):
            Libro I de matrimonios (1594-1701).
            Libro II de matrimonios (1701-1794).
            Libro I de defunciones (1571-1631).
            Libro II de defunciones (1631-1701).
            Libro III de defunciones (1701-1767).
Archivo Histórico Nacional. Catastro de Ensenada (1749-1756)
Archivo Histórico Nacional. Expedientes de Universidades, nº 72, 390 (Miguel Muñoz Espada López Colmenero)
Álvarez Martínez del Peral, José María (1929). Los Jaraba. Apellidos conquenses. El día de Cuenca, num. 2412, 1-11-1929)
Mártir Rizo, Juan Pablo (1629). Historia, antigüedades y familias nobles de la muy noble y leal ciudad de Cuenca
(De) Parada y Luca de Tena, Manuel (2004). Huete y la guerra contra Francia. Anales de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, vol. 8, 2. Año 2004

davidgomezdemora@hotmail.com

Mi foto
Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 20 libros entre 2007-2023, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).