viernes, 14 de noviembre de 2025

San Blas y el lobo en el territorio conquense

La vinculación de San Blas con el mundo lupino es más estrecha de lo que nos podemos imaginar. Como sabemos, este santo fue un obispo que optó por llevar la vida propia de un ermitaño, al cual hasta la cueva en la que se hallaba, acudían animales salvajes a los que había conseguido amansar.

Se dice que, debido a su formación en medicina, este mismo los curaba. Aquello derivaría en que incluso según la tradición, se le acercasen criaturas como osos y lobos, y que acabarán relacionando a San Blas como un gran domesticador de fieras, al mismo tiempo que como un protector contra los ataques de cualquier especie salvaje.

Como ya se ha comentado en más de una ocasión, en estas tierras San Blas ha sido un santo al que muchos de nuestros antepasados se encomendaron, especialmente cuando padecían molestias o enfermedades de la garganta, algo que precisamente, también apreciaremos en la advocación de San Lupo o Sant Llop, y que de la misma forma que ocurrirá con San Blas, también estará relacionado con las demandas de protección de los temidos ataques de lobos, y que se producían tanto en cabañas ganaderas como hacia las personas.

Joan Font i Rius (1969), aprecia una evidente similitud entre ambas advocaciones, al indicar que Sant Llop “viene a ser como San Blas en la Catalunya Nueva”. Es por ello que las cualidades protectoras que históricamente la población le ha asignado a Sant Llop en el territorio catalán, serían las equivalentes a San Blas en la zona castellana.

Precisamente, relacionado con esto, estará la creencia que antaño advertía que aquella gente que se encontrara con un lobo, podía no recuperar el habla, corriendo el riesgo de enmudecer, y así no poder solicitar auxilio, de ahí la necesidad de disponer de voz y así demandar socorro en el caso de que se produjese un ataque. Es por ello que puede no ser casualidad que tanto San Blas como Sant Llop, sean santos protectores contra problemas de la garganta, como en este caso ocurrirá con la afonía.

Grabado de San Blas con varias fieras. Archivo Histórico de Barcelona (https://interbenavente.es/archive/20186/refranes-de-san-blas)

Cabe tener en cuenta que además de la acción que relata como San Blas sanó a un niño atragantado por una espina, está aquella que rememora como este obligó a un lobo a regurgitar vivo un cerdo que había devorado a una anciana sin recursos.

En diferentes localidades de la provincia de Cuenca, apreciaremos que San Blas ha sido una de las principales advocaciones, sirviendo como ejemplo los municipios de Albalate de las Nogueras, Almonacid del Marquesado, Enguídanos, Pozoamargo, Santacruz de Moya, Torrejoncillo del Rey o Torrubia del Campo.

Sobre el lobo en nuestra área de estudio, ya hemos comentado que alrededor de las tierras de Huete, este se movía de forma frecuente hasta principios del siglo XX. Veremos que en el caso de Caracenilla existe todavía un paraje llamado “La Hoya del lobo”.

En La Peraleja, sabemos que se creará una cofradía dedicada a San Blas, y cuyo primer libro arranca del año 1742. Por otro lado, conocida es la fuente del lobo entre Huete y Verdelpino de Huete, así como alguna historia que nos remonta a finales del siglo XIX, cuando todavía se producía la entrada nocturna de estos cánidos dentro del área urbana de esta actual pedanía optense, y en la que los perros de las casas ladraban de forma desenfrenada, advirtiendo a los vecinos de esa presencia en el exterior.

Recordemos que precisamente en Verdelpino de Huete, la festividad de San Blas en tiempos pasados gozó de bastante notoriedad. No siendo por este motivo un hecho casual que el nombre de Blas aparezca entre algunos de los vecinos documentados en las primeras referencias del archivo de protocolos notariales de Verdelpino de Huete. Por otro lado, a mediados del siglo XVII veremos que San Blas aparece como patrón en este lugar, poseyendo además una ermita bajo su advocación.

En Saceda del Río, la devoción a San Blas se refleja en uno de sus vecinos, Diego de Mochales, quien dona a principios del siglo XVIII un cuadro de este santo a la parroquia del municipio. De la misma forma, en Villarejo de la Peñuela veremos que eran sobradamente conocidas las incursiones de este cánido.

David Gómez de Mora


Bibliografía:

*Font i Rius, Joan (1969). “Sant Llop, compatró de Centelles”. Col.lecció de Goigs “Santa Eulalia”, nº54. Barcelona

sábado, 8 de noviembre de 2025

El lobo en la zona fronteriza de Cuenca y el área de Requena-Utiel. Apuntes de toponimia

La historia de buena parte de lo que hoy denominados como la comarca de la Plana de Utiel-Requena, es imposible desligarla del territorio conquense. De ahí que si pretendemos estudiar la presencia del lobo en estas tierras siglos atrás, es necesario hacerlo desde un marco territorial que englobe todo en su conjunto, y donde la presencia de este animal fue una realidad incluso hasta entrado el siglo XX.

Para ahondar en la cuestión, es imposible no tener presente el estudio publicado por Ignacio Latorre (2018), donde el autor analiza la historia de la evolución de este animal a lo largo de la Meseta de Requena-Utiel.

El término municipal de Requena abarca un amplio entorno y por ende de diferentes topónimos relacionados con este animal, como ocurre con el caso del Azagador del Lobo, el Barranco de Lobero y la Casa del Lobero. Al respecto, Madoz dice de este lugar que se ven “algunas cabras monteses, corzos, zorras y lobos”. Algo similar sucede con Utiel donde veremos algunos nombres como el de la partida de La Lobera y el Matorral de la Loberuela.

Ignacio Latorre (2018, 420) comenta sobre las medidas llevadas a cabo para reducir la presencia de este animal, que “a partir del primer tercio del siglo XVII, el pago de la captura de lobos se realizaba no con el dinero de propios del Ayuntamiento, sino con el reparto de gastos entre los ganaderos locales y foráneos, que pagaban acorde con la magnitud de su rebaño. Así lo indica la provisión real de Felipe IV de 8 de febrero de 1634, dirigida al corregidor de Requena, a partir de una petición de Diego García de Menaca, en nombre del Concejo de Requena, que había manifestado que en el término de Requena iban muchos ganados a pastar y que debido a las características montuosas y quebradas del territorio habían muchos lobos, zorras y otros animales dañinos”.

La localidad de Camporrobles también posee algunas designaciones alusivas al cánido, como ocurre en el caso de la pedanía de La Loberuela, además de la Hoya de dicho nombre. En Sinarcas conocida es la historia del “lobo de la ras” y que sirve para situar la presencia de esta especie en pleno siglo XX, tal y como relata en su obra Eliseo Palomares (1981), además del antiguo caserío de Lobos-Lobos, debido a que antaño estos cánidos abundaban en la zona. 

Sabemos que al lado de este caserío existirá una fuente, que permitirá un flujo de agua permanente, que obviamente atraerá más si cabe a estos animales hacia la zona. Cabe sumar que además del barranco de mismo nombre, alrededor existía un área boscosa, que ayudaba a que antaño el lobo se mantuviera por estos entornos.

Caserío de Lobos-Lobos (imagen del autor)

Sobre Lobos-Lobos, Eliseo Palomares (1981, 305), comenta que debe su nombre a la abundante presencia de lobos en las inmediaciones del lugar. El autor indica que todavía es frecuente oír hablar a los ancianos de las andanzas del famoso lobo de la Ras, que se presentaba a la hora de comer donde estaban comiendo las gentes campesinas y no se marchaba hasta que le echaban algo de comida”.

Pensamos que tampoco es un hecho casual que en Sinarcas exista una ermita dedicada a San Marcos Evangelista, el cual como recuerda la tradición cristiana, es una advocación a la que se le invocará para la protección del ganado contra los ataques de alimañas. 

Pinar en la entrada al caserío de Lobos-Lobos (imagen del autor)

Madoz dice que en Venta del Moro: “se cría ganado lanar y cabrio, y alguno de cerda, caza de liebres, conejos, perdices, cabras monteses, corzos y lobos”. De la misma forma, nos llama mucho la atención, la trama urbana originaria de la localidad de Fuenterrobles y que Ignacio Latorre (2018 441) recoge en su artículo, la cual estaba diseñada para guarecerse de las inclemencias y especialmente ataques de animales como este, y que nos recuerda a las acciones preventivas que como ya hemos comentado más de una vez, se llevaron a cabo en los municipios castellonenses de Fredes y Bel.

Ignacio Latorre, a través de los datos que recopila del cronista Fernando Moya Muñoz, relata como algunos puntos del urbanismo de Fuenterrobles, obedecen a unas pautas de protección contra este tipo de animales, con residencias que se sitúan alrededor de un corralón con varias entradas, para así tener este bien seguro y aislado de la entrada desde el exterior de alimañas. Indica que: “las ventanas al exterior eran muy pequeñas para que ni siquiera por los ventanucos pudieran entrar los lobos. La memoria oral se retrotrae al siglo XIX y recuerda como en los nevascos, cuando el pueblo estaba aislado, se acercaban los lobos y otros animales al pueblo rascando las puertas y casas buscando comida, por lo que se dejaban los mínimos vanos al exterior” (Latorre, 2018, 441). Este fenómeno también se puede advertir en el barrio de Turquía (San Antonio) y en Venta del Moro (Latorre, 2018, 442), en el caso de este último municipio, “con veinte callejones sin salida y encerrados en sí mismos, se puede explicar en parte como medio de protección contra animales dañinos. De hecho, muchos de ellos se cerraban por las noches y conservan la estructura de las puertas”.


La Loberuela (imagen del autor)

De nuevo Ignacio Latorre, comenta precisamente sobre Venta del Moro, debido a la continua problemática que tenían con los lobos, que incluso una niña llegó a morir a finales del siglo XIX, posiblemente por el ataque de uno de esos animales: “Una de las últimas noticias sobre el lobo en la comarca nos la aportó el diario requenense “El Eco de la Región” en su número del 24 de junio de 1894: “En el término municipal de Venta del Moro un pastor encontró días pasados un hueso y una alpargata, que al parecer pertenecen a la niña Ángela Valiente, de dos y medio años de edad, y natural del mismo pueblo, extraviada hará unos dos meses. Se supone fue devorada por algún lobo u otro animal de esta especie”.

No podemos pasar por alto el nombre de una pequeña aldea denominada como “La Loberuela”, denominación a nuestro juicio, bastante indicativa de la relación de este animal con dicho lugar. La mención de topónimos en algunos municipios del área conquense es bastante alusiva, como veremos en La Pesquera con el Rincón del Lobo, el Vallejo del Lobo en Enguídanos, en Mira el Charco de los Lobos, en Talayuelas la partida de La Lobera o la Hoya del Lobo en La Puebla del Salvador.

Respecto este área conquense, también contamos con los datos que nos aporta Madoz, donde leemos de Enguídanos como este comenta que “hay muchas liebres y conejos, algunos ciervos y corzos y no pocos lobos y zorras”. Sobre Minglanilla indica que “se cría ganado lanar y cabrio; caza de liebres, perdices, conejos, algunas cabras monteses, lobos y zorras”, mientras que de Aliaguilla añade que “abundan los pastos y la caza de perdices y liebres, sin que falten algunos conejos, lobos, corzos y venados”.


Zorro (Vulpes vulpes) visto en las afueras de La Loberuela (imagen del autor)

Estas referencias de mediados del siglo XIX junto con las anteriores, dibujan claramente un escenario que confirma como a mediados de esa centuria, esta área geográfica, junto con lo que hoy viene a ser la zona valenciana de Requena-Utiel, era un espacio en el que este animal no era todavía extraño de ver, a pesar de que su población se habría reducido respecto épocas pasadas.

Sobre la presencia del animal en Mira, Latorre (2018, 416), apoyándose en una referencia del Archivo Municipal de Requena, comenta como ya en el siglo XVI “son varios los lobos cazados en Mira por loberos mireños. Además, existía un acuerdo por el cual los lobos cazados en Mira también los pagaba Requena y viceversa (Pago de 200 maravedíes a Juan de Buega, vecino de Mira”.

Como ya hemos indicado en alguna ocasión, el siglo XVIII marcará un punto de inflexión en la evolución de la población de la especie, y es que además de que las políticas de deforestación y que mermaban el espacio ocupado por el animal, cabe incluir un mayor uso de las armas de fuego, que incrementarán la letalidad en las batidas que se realizaban contra estos animales.


Callejones de Venta del Moro (imagen del autor). Todavía pueden apreciarse los diferentes espacios cerrados que han quedado dentro de la trama urbana del municipio, y que antaño podían sellarse del exterior

Calle Huertas de Fuenterrobles (imagen del autor). Esta manzana de casas es un claro ejemplo de la finalidad protectora que antaño tenían este tipo de espacios urbanos

Añade Latorre que “En Hortunas, Fermín Pardo, cronista oficial de Requena, recuerda como en 1952-1953, los mozos de la aldea exhibieron y pasearon incluso un lince capturado vivo que a su temprana edad le pareció de gran fiereza. Era habitual exhibir y pasear zorros, zorras y tasones (tejones) y que los vecinos le dieran la voluntad en forma de dinero a los alimañeros. Las pieles de los zorros servían para confeccionar prendas de abrigo” (Latorre, 2018, 431).  


Barrio de Turquía, en San Antonio de Requena (imagen del autor). De la misma forma que en los casos anteriores, en esta zona de la población, las viviendas y paredes altas se hallaban agrupadas alrededor de una manzana, pudiendo cobijar así corrales interiores

El punto y final a la presencia del lobo en esta zona, Ignacio Latorre (2018-b) comenta que se produjo alrededor de 1952 entre Henarejos y Garaballa, cuando fue abatido el último ejemplar. Este tenía un gran tamaño, siendo visto por muchos vecinos del momento, ya que fue exhibido. Creemos que sería muy pausible pensar que la treintena de cabras que el autor comenta que murieron atacadas un par de años antes en esta misma zona, se debiesen a esta criatura.

David Gómez de Mora

Referencias:

*Latorre Zacarés, Ignacio (2018). “La Meseta de Requena-Utiel: Tierra histórica de lobos”. Oleana: Cuadernos de Cultura Comarcal, Nº. 33, 2018 (Ejemplar dedicado a: I Congreso de Naturaleza, Meseta de Requena-Utiel), pp. 403-460

*Latorre Zacarés, Ignacio (2018-b). Requena (08/05/18). La historia en Píldoras: https://iv.revistalocal.es/columnas/ultimo-lobo/

*Madoz Ibáñez, Pascual (1845-1850). Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar. Madrid

*Palomares Pérez, Eliseo (1981). Sinarcas (Geo-historia, folklore, lenguaje y toponimia). Valencia, 337 pp.

domingo, 2 de noviembre de 2025

Breves apuntes sobre los Alcázar

La historia de la familia Alcázar ya fue tratada en nuestro trabajo sobre los linajes de Verdelpino de Huete (2022), recordando además que Manuel de Parada (2003, 179), indicaba en su artículo sobre el Colegio de San Lucas Evangelista, el testimonio del licenciado don Juan de Torres y Vargas, al mencionar que: los Alcázar son de muy buena familia y que el convento de Uclés prometió el hábito a todos cuando mercó “Buenamesón”, una gran heredad que está en la orilla del Tajo y que fue de estos Alcázar.

La relación de este linaje con Uclés, no cabe duda de que con el paso del tiempo fue muy estrecha. Algo que por ejemplo se revela en el expediente (AHN, nº10747) de don Diego Pérez de Alcázar Torrecilla, quien para ingresar como religioso en la Orden de Santiago, irá recordando los vínculos que su familia previamente había tenido con los integrantes de dicha Orden, siendo el caso de su pariente Domingo de Solera, y con quien tenía en común el apellido Alcázar, ya que las madres de estos eran familiares.

Al mismo tiempo, menciona una larga lista de parientes que habían conseguido servir al Santo Oficio, muestra de la limpieza de sangre que este decía portar, y que, por lo tanto, le servía como credencial para reivindicar su derecho a conseguir el ingreso que tanto ansiaba.

Convento-Palacio de Buenamesón

Otro Alcázar que quería mostrar los vínculos de su familia con la Orden de Santiago fue don Juan José de Alcázar de la Vega y Medina, quien como el anterior, aportará en un expediente (AHN, nº10504), diferentes pruebas que irán en la misma línea que en el caso de don Diego.

Por ejemplo, este argumentará muchos actos positivos, recordando que su familiar, el Ilustrísimo señor Fray Diego Pérez de Alcázar, fue Prior del Convento de Uclés, así como que también era pariente del Ilustrísimo señor Bernabé Cano, este también perteneciente a dicha orden y Prior en ese momento en aquel lugar.

Río Tajo a su paso por las cercanías de Buenamesón

De la misma manera que mencionará al antes referido don Domingo de Solera y Alcázar-Montoya, aquel aportará más nombres de personas destacadas, entre quienes estará el de don Diego Cano Aguilar, quien también obtuvo el hábito de Santiago, así como don Pedro de la Fuente de Alcázar.

Ahora bien, ¿qué era ese lugar de Buenamesón?

Como ya nos recuerda María Pilar Moya en su tesis doctoral “Arquitecturas de conquista”, Buenamesón o Buena-mesón sobre el río Tajo, nunca fue una aldea, sino una heredad, que ya aparece documentada en 1320 (Moya, 2017, 149), estando con el paso de los siglos ligada a Uclés a través de la Orden de Santiago.

La autora nos comenta que: “En la visita de 1537-1538 (Jiménez, Retuerce y Segura 2009, 2:141-206) la heredad fue nombrada como propiedad del priorato y en ese momento los visitadores encontraron tres paradas de molino además de casas, un corral, una fragua y un horno y una casa para las personas que venían del convento” (Moya, 2017, 149).

Parece ser que en el lugar por aquellas fechas no había vecinos, simplemente los colonos a los que estaban arrendadas las explotaciones, habiendo como únicas construcciones “unas casas principales de aposento y recreación del dicho convento; dos casas de paradas de molinos, una con nueve ruedas y otras con dos, un batán, dos casas de servicio para los molinos y el batán y dos casas que se daban al barquero y hortelano de la heredad. No había ninguna iglesia, únicamente una capilla en la casa principal” (Moya, 2017, 149).

Reconstrucción de la casa principal de Buenamesón. Elaboración de María Pilar Moya (Moya, 2017, 300)

Parece ser que algunos relatos sobre los orígenes genealógicos de la familia Alcázar, ahondaban sus raíces, en linajes que poco tendrían que ver con la historia originaria de esta casa. Veremos que la genealogía de esta familia aposentada en la tierra de Huete, en muchos casos nos lleva por varias de sus ramas hasta Rodrigo de Alcázar, un hidalgo de Alcocer, y que a través de su testamento (AHN, Clero Secular), menciona el nombre de algunos hijos e integrantes de su linaje, entre los que aparecerá el de un Ruy Gómez de Alcázar.

Como bien sabemos, muchas veces este tipo de familias que ennoblecían con el transcurso del tiempo, al no ser reconocidas como hidalgas desde tiempos inmemoriales, buscaban todo tipo de estrategias, que les permitiesen demostrar su pertenencia a ese estamento privilegiado, y que siempre era un punto de partida, para alcanzar las pretensiones sociales que sus integrantes ansiaban.

Una de las formas, era la de reflejar la coincidencia de nombres y apellidos entre sus familiares, con los de otras personalidades que en el pasado habían sido reconocidas como pertenecientes al estado noble, validando y reivindicando de esta forma su solera, al tiempo que poder esquivar cualquier tipo de acusación que recayese sobre estos, pues siempre existía el peligro de que alguien sospechase o recordase el verdadero origen genealógico del apellido que portaban. Tengamos en cuenta que por aquellos tiempos, el arrastrar un vínculo de sangre con una familia cuyos antepasados habían sido conversos, era siempre un problema que incluso afectaba a la descendencia de la casa, a pesar de que hubiesen trascurridos muchas generaciones.

No debemos de olvidar el nombre de un caballero que portaba entre sus apellidos el de “Alcázar”. Concretamente se tratará del noble don Ruy Gómez de Alcázar (yerno de Antón Díez de Ríos), tras casar con doña Constanza. Estos eran vecinos de Cifuentes, y la documentación recuerda que en el siglo XV vendieron el lugar de Cívica a los monjes de San Blas de Villaviciosa.

Cívica

Obviamente, la coincidencia de nombres de personajes con un mismo apellido a lo largo de una familia en diferentes generaciones (al margen de posibles coincidencias), fue como hemos visto una estrategia que permitirá a descendientes de linajes como el de los Alcázar de Huete, el poder invocar un lazo familiar, que por ejemplo en este caso, le valía a más de uno el dar a entender, que estos guardaban nexos de sangre con los antiguos poseedores de aquel lugar, y que en el caso que nos ocupa se halla en las tierras de Guadalajara (estando hoy adscrito como pedanía de Brihuega).

Cívica

Consideramos necesario comentar que, en algunas de las partidas sacramentales de municipios como Huete, Caracenilla y Verdelpino de Huete, hemos comprobado que por las líneas genealógicas de este apellido, se invoca un origen con el citado Rodrigo de Alcázar, que automáticamente a muchos de estos les sirvió para ser reconocidos como miembros del estado noble.

Cívica

Ahora bien, es importante matizar que hemos apreciado como será a partir de los siglos XVII y XVIII, cuando algunas de esas ramas mejor aposentadas, comenzarán a invocar una nobleza, que antes nunca se les había sido reconocida en los documentos de la época, por no haber sido anteriormente hidalgos. Algo que apreciaremos en el caso de los Alcázar-Montoya, quienes antes de incorporar el apellido Montoya, salta a la vista por la documentación que hemos trabajado, que pechaban como la mayoría de la gente.

Este tipo de estrategias de crecimiento social, serán habituales entre las élites del territorio conquense, tal y como hemos podido comprobar en variopintos linajes pertenecientes a diversos enclaves, tanto de la tierra de Alarcón como de Huete.

David Gómez de Mora

Cronista Oficial de Verdelpino de Huete


Bibliografía y fuentes documentales:

*Gómez de Mora, David (2022). Historia y linajes de Verdelpino de Huete, 198 pp.

*Moya Olmedo, María Pilar (2017). Arquitecturas de conquista. La arquitectura de la Orden de Santiago, la reconquista de la Encomienda de Uclés; y la arquitectura de conquista de Nueva España. Tesis doctoral. Madrid: Universidad Politécnica de Madrid, 2017. Disponible en: https://doi.org/10.20868/UPM.thesis.48002.

*Parada (de) y Luca de Tena, Manuel (2013). “El Colegio de San Lucas Evangelista”. Anales de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, vol. VI (2000-2001), pp. 155-189

*Archivo Histórico Nacional. Clero secular, 1969. Testamento de Rodrigo de Alcázar, año 1594

*Archivo Histórico Nacional. Expediente de pruebas de Juan José de Alcázar de la Vega y Medina, para el ingreso como religioso de la Orden de Santiago. Nº10504

*Archivo Histórico Nacional. Expediente de pruebas de Diego Pérez de Alcázar de Torrecilla y Pérez, para el ingreso como religioso de la Orden de Santiago. Nº10747