sábado, 26 de octubre de 2024

Los dips

El dip es un animal mitológico del territorio catalán, cuya historia se conocerá especialmente entre el área de las actuales comarcas tarraconenses del Baix Camp, el Priorat y la Ribera d'Ebre.

En nuestra opinión, los orígenes de esta criatura, deben ahondar en los tiempos durante los que la presencia del lobo por estas tierras era muy abundante. Sobre esta cuestión, hay datos publicados que pueden servir para entender el origen de ese ser mitológico, puesto que gracias a testimonios de nativos de los alrededores de la zona (y que remontan sus historias hasta la época de mediados y segunda mitad del siglo XIX), uno ya es consciente, de que la presencia y temor hacia el lobo en estas tierras, era una cruda realidad.

Así pues, aunque hoy cueste de imaginar, el miedo a los lobos fue algo presente, que no es necesario estirar mucho en términos históricos, y que afortunadamente pudo recopilarse por escrito, en un interesante trabajo de etnología comarcal, que conocimos de forma fortuita, elaborado hace unos años por Jaume Sabaté i Alentorn, en una obra que lleva por título: “Bandolers, llops i vents al Priorat”.

Como decimos, esta es al menos, la lectura personal que nosotros hacemos de esas historias, que nos hablan de lobos en esta zona, y donde perfectamente podría derivar la leyenda de los dips. Unos supuestos perros-lobos sanguinarios, cuyo relato mitológico, derivaría de episodios que nos retrotraen a los tradicionales ataques de lobos, incluso de perros asilvestrados o una hibridación de ambos, que en las zonas rurales, se sabe que antaño ocurrían alguna que otra vez.

No será por esto un fenómeno casual, que entre las acciones que se reportan de ese animal, estuvieran los clásicos ataques al ganado, así como alguna vez enfrentamientos directos con personas.

Igualmente, otra coincidencia de esta leyenda, y que nos resulta interesante, es la que vemos en el vínculo establecido entre el dip y el demonio. Un asociación tradicional, idéntica a la del lobo y el maligno, que aquí vuelve a repetirse.

Recreación de un dip (aminoconsantiago.com/leyendas-sierra-llaberia)

Tengamos en cuenta que en el mito catalán, esa criatura es también uno de los mensajeros empleados por el diablo, y que guardando las distancias (aunque con ciertos paralelismos entre la idea de los perros monstruosos y el Infierno), de nuevo acaba conduciéndonos hasta las creencias de la antigua Grecia, en torno a la figura de Cancerbero: el mítico perro de tres cabezas del dios Hades, encargado de vigilar las puertas del inframundo.

Tal y como hemos comentado, creemos que muchas veces estas historias de canes asilvestrados con características sobrenaturales, deben integrarse en esas corrientes propiciadas por leyendas que tienen su trasfondo en historias de lobos y perros salvajes que generaban daños en poblaciones rurales, donde al final, en su base se bebía de una amenaza real, que paulatinamente acabaría deformándose bajo la creación de un ser mitológico.

El nombre del dip, se encuentra estrechamente arraigado con la localidad tarraconense de Pratdip, en la que la tradición ha querido ver el origen toponímico del municipio, a través de la unión de las palabras “Prat de Dip” (Prado de Dip), fortaleciéndose así la creencia popular que señala como este enclave era la zona de hábitat de la mítica criatura monstruosa.

Algunos fuentes proponen que la palabra “dip”, puede derivar del término “lobo” y que en árabe es “dhib” (ذئب).

Igualmente, en el retablo de la Ermita de Santa Marina de Pratdip y que fecharía de principios del siglo XVII, se ilustran una serie de perros, en los que algunas personas interpretan de nuevo esa relación con el temido perro-lobo.

Respecto a la etimología de la citada localidad tarraconense, el filólogo Joan Coromines, indica en el Onomasticon Cataloniae (volumen: IV, páginas: 433-435), que Pratdip es una palabra que procede de la unión de los términos “Prat d'Ip”, y que según el experto, podría deberse por diferentes explicaciones, aunque este en ningún momento recoge la de la asociación misteriosa entre el pueblo y el animal legendario.

En cuanto a los dips, se decía que estos era nocturnos, así como que hasta el siglo XIX, se hallaban presentes en las montañas de la zona, siendo a partir de ese momento, cuando acabarán desapareciendo.

Pratdip (catalunyaturisme.cat/es/pratdip)

Sin lugar a duda, todas estas series de características, a nosotros nos sirven como pruebas, para intentar avalar que los dips a pesar de ser una criatura mitológica, bebían de un sustrato generado en los tan temidos relatos de lobos que se contaban en la región, mitificándose desde siglos atrás la creencia de esos animales, que bien como perros asilvestrados, lobos o el cruces de ambos, desembocarían en la génesis de su figura.

No olvidemos, que este tipo de criaturas salvajes, aparecen a menudo en historias del folklore rural, vinculándose con animales que presagian la muerte, que como sabemos, antaño se manifestaban a través de determinadas acciones, como aquella que decía que cuando un perro aullaba de noche, era por el hecho de que este anunciaba una trágica desgracia en la casa donde vivía uno de sus amos.

Igualmente, y dentro de esta línea de supercherías, entrarían los ejemplares de perros salvajes que podían aparecer súbitamente en un pueblo, y que entroncan con las leyendas de los míticos cánidos espectrales, y que según algunas creencias, se decía que cuando eran vistos cerca de un lugar, estos auguraban el final de alguno de los vecinos de esa localidad. Una historia que de nuevo vuelve a relacionar a los cánidos en ocasiones como mensajeros del temido demonio. Precisamente, y sin ir muy lejos, dentro del mismo término municipal de Pratdip, si analizamos la toponimia de la localidad, apreciamos que a menos de 500 metros, en dirección sureste del casco urbano, encontramos un lugar designado como “La Cova del Diable”.

David Gómez de Mora


Referencias:

*Coromines i Vigneaux, Joan (1989-1997). Onomasticon Cataloniae. Els noms de lloc i noms de persona de totes les terres de llengua catalana. Barcelona: Curial/La Caixa, vol. IV.

*Sabaté i Alentorn, Jaume (2000). Bandolers, llops i vents al Priorat. Col·lecció Camí Ral, nº16, 94 pp.

Lobos y lobazos antaño en la montaña tarraconense

Hace escaso tiempo publicábamos datos alusivos a ataques de lobos, vividos durante el siglo XIX en las zonas interiores del norte de Castellón (a través de referencias como las que comentaba Segura Barreda), o también los datos aportados por Josep Maria Massip en la franja de Paüls y alrededores.

Si se analiza detenidamente la presencia de este animal por nuestras tierras durante ese periodo final de su existencia, en el que la población de esta especie ya se había visto drásticamente afectada en el número de sus representantes, llama poderosamente la atención, que a pesar de estar en una grave situación durante la segunda mitad del siglo XIX, no faltarán historias que relatarán el temor y preocupación por muchos de nuestros antepasados cuando caía la noche, especialmente cuando debían cubrir trayectos por dentro de zonas boscosas o apartadas de las poblaciones, donde el lobo todavía se podía dejar ver.

Estos relatos nos recuerdan el miedo que se vivía en espacios montañosos muy aislados como la franja de la Tinença de Benifassà, donde localidades como Fredes, debían sellar sus accesos con tablas de madera, garantizando al mismo tiempo el cierre de las puertas de sus viviendas. Una historia que se asemeja a la recopilación de situaciones escritas en la obra de Jaume Sabaté i Alentorn, en un interesante libro titulado “Bandolers, llops i vents al Priorat”, donde veremos como hasta hace poco más de 125 años, el lobo todavía era una realidad en muchos lugares del país.

En este trabajo, el autor extrae información de los diferentes pueblos de la zona investigada, recopilando relatos orales de la gente más mayor, que todavía por trasmisión oral recordaban, en un periodo, que como se ha indicado, hemos de entender que representa la etapa final en la que este animal se hallaba en nuestra zona.

Es por ello de agradecer la labor que historiadores como Jaume Sabaté en su día efectuaron, ya que esta se produce en un momento clave, puesto que nos encontramos ante las últimas generaciones de personas, que gracias a su memoria y arraigo con ese lugar, todavía pueden arañar al trascurso del tiempo, testimonios de enorme valor, que de no haberse dejado por escrito, con casi total seguridad buena parte de las personas ignorarían por completo.

El libro de Sabaté centra en uno de sus capítulos por localidades del Priorat, aquellos relatos que mencionan historias en las que aparecerá el lobo entre la gente del lugar. Estas, que la mayoría de ocasiones nos sitúan en la segunda mitad del siglo XIX, son una evidencia del miedo y dureza de la vida de aquellas personas que residieron en zonas rurales como la que representan esta comarca montañosa, y qué tierras más abajo conecta con la ribera del Ebro, y con la cual la población del norte de Castellón ya comenzamos a estar más familiarizados desde el punto de vista histórico como geográfico.

De los testimonios que trascribe Jaume Sabaté, comprobamos como cuando los campesinos se veían intimidados por uno o varios lobos que les seguían, una de las formas con la que intentaban ahuyentarlos, era dejando que su faja se arrastrara por el suelo mientras esa persona seguía desplazándose, así como también encendiendo fuego, para que así este cánido se apartara del lugar, ya que se decía que la luz de una hoguera o una antorcha casi siempre lo intimidaba. Igualmente, podemos leer en este libro, el uso de frases que todavía seguimos empleando, como resultado de esa herencia en la que el temor con toparse con un lobo, dará lugar al nacimiento de expresiones como “parece que has visto a un lobo” o “ver las orejas al lobo”.

El temor a que los lobos se introdujeran en las casas era algo habitual. Es por ello que la gente se encargaba de dejar bien cerradas las puertas, puesto que estos en muchos casos solían acudir hasta el área vecinal de los municipios. Esto obviamente explicaría esa preocupación en lugares como Fredes, con el uso de barreras de madera, para así impedir la entrada de este animal dentro del casco poblacional. Eran tiempos en los que no había supermercados, y por lo tanto, lo que se criaba en los corrales se cuidaba con mucho esmero, puesto que de ahí salía la alimentación y fuente de supervivencia de muchas familias de la época.

Una jauría de lobos hambrientos ataca a un campesino en Transilvania (1929). Original grabado polícromo. Anónimo. Reverso impreso. En: https://www.grabados-antiguos.com/product_info.php?products_id=61472

No faltarán en esta obra historias que relatan como se verán ejemplares de lobos, que debido a su tamaño y peso muy por encima de la media, eran en ocasiones temidos por los mismos cazadores, hasta el punto de que salía más a cuenta escapar del lugar, que intentar encarar a los animales para abatirlos. La llegada de la noche era un momento importante en esta zona montañosa, ya que con la marcha del Sol, veremos que el lobo comenzaba a tener mayor actividad.

Igualmente, se recomendaba no salir a partir de las horas nocturnas, ya que las posibilidades de encontrárselos se multiplicaban. Los habitantes más mayores, casi siempre recordaban relatos en los que en alguna ocasión se había tenido algún encuentro con el cánido, así como de gente que había salvado su vida por subirse a la zona alta de un árbol o llegar lo antes posible a una masía, y así conseguir perderlos de vista. Este tipo de historias, son también recogidas en los testimonios de la obra de Sabaté, y que si los comparamos con otras narraciones extendidas por la Península, veremos que guardan elementos en común.

Otra cuestión que debemos tener en cuenta, es que no todo el mundo contaba con una escopeta, pues esta arma de fuego, no siempre estaba al alcance de todo el mundo, por ello era normal, que el garrote se convirtiera en una de las herramientas más usadas por aquellas personas, como garantía mínima para intentar ahuyentar al animal.

Sabemos que los lobos muchas veces se acercaban hasta las explotaciones o zonas donde había animales, por eso era importante tener el ganado a buen resguardo, contando los corrales con muros suficientemente altos, para que otras alimañas como los gatos monteses tampoco pudiesen entrar, y que al mismo tiempo se podían reforzar con “bardas”, es decir, restos de espinos y brozas que se colocaban en el remate superior de la pared, de forma que incluso las especies trepadoras no llegasen a introducirse en el interior.

Las historias de como un par de lobos se colocaban a lado de viandantes, siguiéndoles durante trayectos que se hacían eternos, veremos que son también otro de los ejemplos recogidos por Jaume Sabaté.

Igualmente, la presencia de determinadas cruces en medio de los caminos, eran también elementos protectores según la creencia de la época, así como indicativo de personas que habían fallecido por el ataque de este animal. En las áreas con mucha vegetación boscosa, se recomendaba no merodear mucho rato. Así pues, en las zonas apartadas, como podían ser masías o ermitas, eran puntos de cierto riesgo, al carecerse de bastante ayuda si se necesitaba.

Tampoco faltarán historias que hablarán del “llopás” o lobazo que con su tamaño intimidaba, y que además podía llegar a verse en repetidas ocasiones en un mismo lugar. También veremos la importancia de proteger a los perros encargados de velar por el ganado con las características carrancas en sus cuellos. Entre las muchas historias que recoge Sabaté, podemos destacar la de un lobo rabioso que en 1844 en la zona de La Poboleda atacó a varias personas, hiriendo por desgracia a algunas de estas, por lo que tras haber sido mordidas por el animal rabioso, finalmente acabaron falleciendo (Sabaté, 2000, 66).

Otro caso que cita el autor, es un testimonio que sitúa en la localidad de Siurana de Prades (Sabaté, 2000, 68-69), en el que un niño de escasa edad cuya familia vivía en una masía, se vio atacado por un lobo que consiguió entrar en la vivienda, con la fortuna de que la madre tuvo tiempo de actuar, permitiendo que el lobo soltara a la criatura. Aquel niño consiguió salvar su vida, aunque como resultado del ataque, quedó con el labio partido el resto de su vida.

Esta historia nos recuerda bastante a una de las personas atacadas en Francia en la segunda mitad del siglo XVIII por la Bestia de Gévaudan, en la que una madre de forma heroica consiguió rescatar a su hijo cuando estaba siendo arrastrado por el lobo. Un hecho que por desgracia fue más habitual de lo que nos podemos imaginar, pues el mismo Segura Barreda ya relata como en las tierras del norte de Castellón “era muy común el cebarse los lobos en la carne de los niños, que un momento de descuido les proporcionaba” (Segura, 1868, 60, vol. I).

David Gómez de Mora


Referencias:

*Massip i Gisbert, Josep Maria (2013). “El lobo blanco de els Ports. Nuevos datos de unos años trágicos”, nº78. Mètode, pp. 9-13

*Sabaté i Alentorn, Jaume (2000). Bandolers, llops i vents al Priorat. Col·lecció Camí Ral, nº16, 94 pp.

*Segura Barreda, José (1868). Morella y sus aldeas. Volumen I. Ed. Javier Soto, 460 pp.

Plantas relacionadas con el lobo en nuestro territorio. Breves apuntes biogeográficos y etnobotánicos

Como bien sabemos, el lobo es una de las especies más populares que han existido y siguen presenciándose en determinados puntos de nuestro territorio peninsular. Ello se debe a diversos factores, que históricamente han ensalzado su imagen, y que en parte veremos reflejados en los nombres de muchas especies de plantas, donde siempre se verá ese símil o búsqueda de una relación entre el mundo vegetal y el animal, que en muchos casos parece ahondar en un poso ancestral.

En este sentido, una de las obras claves para entender los nombres populares de muchísimas de las plantas que encontraremos en nuestro país, es la tesis doctoral realizada hace casi dos décadas atrás por Beatriz-Teresa Álvarez. Una trabajo que sin lugar a duda, representa una gran recolección de nombres populares de plantas asociados con especies animales, que a día de hoy todavía siguen vigentes entre la gente de los pueblos.

Lobo ibérico. Imagen de Matías Nieto (abc.es)

La búsqueda de similitudes o parecidos entre algunas partes del cuerpo de este animal con determinadas plantas, la apreciamos en especies como la herbácea llamada “peu de llop” o también designada “menta de llop” (Lycopus europaeus).

“Peu de llop”(Lycopus europaeus). Imagen: florandalucia.es/index.php/lycopus-europaeus

Otra parte del cuerpo de este animal que se asocia con un planta, es la denominada como “orella de llop” (Phlomis crinita Cav.), puesto que la forma de sus hojas aovadas y lanceadas, salta a la vista inmediatamente que guardan cierta similitud con la oreja del citado cánido.

“Orella de llop” (Phlomis crinita Cav.): Imagen en identify.plantnet.org

Los “queixals de llop” o colmillos de lobo (Tribulus terrestris L.) tal vez deban su relación con sus hojas. Otra especie relacionada con este animal es la “sarpa de llop” o zarpa de lobo (Centaurea pullata L.), un tipo de cardo que podemos ver en nuestra región mediterránea, donde de nuevo se ha querido ver la morfología dejada por las garras del lobo en las hojas de esta especie.

“Queixals de llop” (Tribulus terrestris L.). En: hoseito.com/producto/tribulus-terrestris-l/

“Sarpa de llop” (Centaurea pullata L.). En: herbarivirtual.uib.es/ca/general/1459/especie/centaurea-pullata-l-

La imaginación sigue estando presente en otras partes, igual o más evidentes en esa búsqueda de parecidos, como sucederá con la “Cua de llop”, cola de lobo o también ampliamente denominado como gordolobo (Verbascum boerhavii). Cabe decir que en este caso, tanto la raíz, semillas, y en proporción inferior las hojas, poseen sustancias tóxicas1. Sabemos que el nombre de cola, se debe a la forma que tiene la planta, ya que su tallo alzado y lanoso, recuerda a la cola de un lobo.

"Cua de llop"(Verbascum boerhavii). Imagen: floressilvestresdearagon.es/verbascum-boerhavii/

La boca de dragón, o también en muchas ocasiones denominada como garganta o boca de lobo, y en nuestro territorio clasificada como “Gola de llop” (Antirrhinum majus), es una especie muy abundante, que cuando su flor se seca, recuerda mucho al aspecto de las calaveras, una ilusión conocida como pareidolia, y que igualmente sigue siendo motivo de atención, incluso cuando todavía presenta sus característicos colores que la han convertido en un ejemplar muy querido en el mundo de la decoración floral. Igualmente, apreciamos como su labio superior puede abrirse si lo presionamos, lo que nos ofrece un aspecto que recuerda según la tradición popular a la boca o garganta de un lobo, u otras criaturas con las que se ha querido relacionar. De la misma forma la planta denominada como “pèl de llop” o pelo de lobo (Agrostis curtisii), es una hierba perenne resistente, que por la forma de sus tallos alzados y textura, a mucha gente siempre le recuerda al pelaje de este animal.

“Gola de llop” (Antirrhinum majus). Imagen de Pedro Álvarez (floradecanarias.com/antirrhinum_majus.html)

“Pèl de llop” (Agrostis curtisii). Imagen: navarra.es/mapacultivos/htm/sp_agrostis_curtisii.htm

Respecto las plantas relacionadas con el género lupinus, tenemos algunos ejemplares como es el caso del “Llobí bord” (Lupinus angustifolius L.), así como el “Llobí hirsut” (Lupinus micranthus Guss.) o la “Faba loba” (Lupinus luteus)2.

“Llobí bord” (Lupinus angustifolius L.). Imagen: florandalucia.es/index.php/lupinus-angustifolius

“Llobí hirsut” (Lupinus micranthus Guss.). Imagen: hoseito.com/producto/lupinus-micranthus-guss/

“Faba loba” (Lupinus luteus). Imagen: plantasyhongos.es/herbarium/htm/Lupinus_luteus.htm

De la misma forma que el fruto del chamaerops humilis es denominado popularmente como el pan de los zorros, en el caso del lobo tenemos la designación del “pa de llop” (Orobanche mutelli), una planta parasitaria, que pertenece como el “espàrrec de llop” o espárrago de lobo (Orobanche minor) a la familia de las Orobanchaceae. 

“Pa de llop” (Orobanche mutelli). Imagen: almerinatura.com/parasitas/orobanche-mutelii.html

“Espàrrec de llop” (Orobanche minor). Imagen: herbarivirtual.uib.es/ca/general/404/especie/orobanche-minor-sm-

“Espantallops” (Colutea arborescens L.). Imagen: wikipedia.org

Una especie que despierta cierta curiosidad en el campo de la etnobotánica, es la conocida como espantalobos o “espantallops” (Colutea arborescens L.). Se trata de un arbusto presente en nuestro territorio, cuyas vainas antaño eran empleadas a modo de sonajero, ya que se decía que su sonido mantenía alejados a estos animales.

David Gómez de Mora


Referencias:

*Álvarez Arias, Beatriz Teresa (2006). Nombres vulgares de las plantas en la Península Ibérica e Islas Baleares. Tesis doctoral. / Beatriz Teresa Álvarez Arias. Director: Dr. Ramón Morales Valverde. Tutora: Dra. Margarita Acón Remacha. 1 h.[cubierta delantera [Tomo 1]], [1]-214 p., [1] h. [cubierta delantera [Tomo 2]], [215]-894 p. ; 29,2 cm. Madrid : Unidad de Botánica, Departamento de Biología, Facultad de Ciencias, Universidad Autónoma de Madrid

1 botanical-online.com/plantas-medicinales/gordolobo-verbascum-toxicidad

2 El término “llobí” es un término alusivo o en relación con el lobo. dcvb.iec.cat/results.asp?Word=llob%ED&Id=89122&search=llob%ED. 

En hoseito.com/producto/lupinus-micranthus-guss se indica que la denominación que daba Virgilio a estas especies como Lupinus podía venir por el carácter amargo de las semillas o las vellosidades de la planta que recordaban al lobo.

Plantas relacionadas con el zorro en nuestro territorio. Breves apuntes biogeográficos y etnobotánicos

La relación entre el zorro y varias de las plantas que veremos distribuyéndose a lo largo de nuestro entorno compuesto por vegetación mediterránea, apreciaremos que es más estrecha de lo que parece. Es por este motivo que existen diferentes especies, bautizadas con el nombre de este animal, sea bien tanto por creencias, formas y aspecto de alguna de sus partes, que se han relacionado con este cánido, y que con el trascurso del tiempo, han servido para distinguirlas, informando de algunos aspectos de índole especialmente etnobotánica, que nos acercan a la mentalidad del campesino de antaño.

El zorro es un animal que busca espacios con cobertura vegetal, tal y como pueden ser los enclaves boscosos, no obstante, esto no es una condición sine qua non, ya que también puede adaptarse a entornos abiertos, en los que incluso la proximidad a asentamientos humanos, no le suponen una limitación.

En cuanto a las diferentes menciones que veremos del zorro en algunas de las plantas de nuestra zona, uno de los estudios más precisos para entender muchos de esos nombres populares, es la tesis doctoral realizada hace casi dos décadas atrás por Beatriz-Teresa Álvarez. La cual, sin lugar a duda, es toda una obra de referencia en la materia, debido al minucioso trabajo de recolección de designaciones de muchas especies de plantas asociadas con determinados animales, y que como podemos apreciar, todavía siguen empleándose entre la gente de los pueblos.

Zorro. Imagen de wikipedia.org

Sobre las plantas relacionadas con formas que nos recuerdan a determinadas partes de la anatomía del zorro, una de estas es la denominada como cola de zorro o “cua de rabosa” (Pennisetum villosum). Se trata de una especie invasora, que no resulta complicado encontrar en nuestras áreas de costa, y cuyo origen nos conduce al continente africano. Su nombre es muy sintomático, puesto que se relaciona por su semblanza con la cola de este cánido, caracterizándose por las inflorescencias de color blanco que presenta en sus largos pelos, y que si se ven a contra luz, son muy llamativas. Otras especies relacionadas con el zorro son la verdadera “càrex de rabosa” (Carex vulpina), así como el “falso zorro-juncia” (Carex otrubae). Cabe recordar que el nombre càrex deriva del griego “charaktos”, significando dentado o serrado.

“Cua de rabosa” (Pennisetum villosum). Imagen de gardenseedsmarket.com/feathertop-semillas-de-hierba-pennisetum-villosum.html#

“Càrex de rabosa” (Carex vulpina). Imagen de Ron Porley. En: anhso.org.uk/special-interest-groups/oxfordshire-flora-group/species/carexvulpina-2/

“Falso zorro-juncia” (Carex otrubae). Imagen de cumbriawildflowers.co.uk

En otras ocasiones, los nombres podían derivar de creencias o gustos que el animal tenía hacia determinadas plantas, siendo este el caso del "Fenoll de rabosa" (Bupleurum fruticescens) o hinojo de zorro, una planta endémica de nuestra región, y que entre la gente del campo ha sido empleada históricamente como un efectivo cicatrizante. Conocemos también otra especie muy presente en nuestra tierra, designada con el nombre de margalló (chamaerops humilis), cuyo fruto es conocido popularmente como pan de zorro o “pa de rabosa”. Esto se debe a que los dátiles que salen del palmito, y que maduran a finales de verano, suponen un alimento para este animal, a pesar del sabor áspero que ofrece, y que no suele agradar a las personas. 

"Fenoll de rabosa" (Bupleurum fruticescens). Imagen de identify.plantnet.org/es

Pa de rabosa. En wikimedia.org

Igualmente, tampoco podemos ignorar la especie conocida como barba de raposa (Cuscuta epithymum), y cuyo nombre también nos parece bastante alusivo. En este caso se trata de una planta parasitaria, característica por su red de filamentos rojos o anaranjados, que se distribuye en cantidades abundantes a lo largo de nuestra franja geográfica.

Barba de raposa (Cuscuta epithymum). Imagen de farmaconsejos.com/plantas-medicinales/epitimo/

Apreciaremos también otras especies relacionadas históricamente con el zorro, como sucede con el azafrán de zorra (Carthamus arborescens), u otra más popular: el cerezo de raposa o “cirer de guineu” (Crataegus monogyna). Esta es también designada con el nombre de espino albar, abundando con creces en buena parte del país, caracterizándose por tener un fruto comestible de forma ovoide, que debido a su color rojizo, nos recuerda a la cereza. Si marchamos hacia terrenos yesosos, no es extraño toparse con la planta designada como garbancillos zorreros (Ononis tridentata). Su fruto es una legumbre pelosa, que gusta tanto a conejos, raposas como otras especies de animales.

Azafrán de zorra (Carthamus arborescens). Imagen de .florasilvestre.es/mediterranea/Compositae/Carthamus_arborescens.htm

“Cirer de guineu” (Crataegus monogyna). En macma.org/turismo/crataegus-monogyna

Garbancillos zorreros (Ononis tridentata)

Otra planta también relacionada con el zorro, pero de la que desconocemos en estos momentos la relación que llevó a que popularmente se le asocie con este animal, es la denominada como “rabosa” o “espunyidella rabosa” (Galium tricornutum). Esta especie presenta unos frutos de forma redondeada. Sabemos que está considerada como una de las malas hierbas más comunes en los campos de cereales durante la estación de invierno.

“Espunyidella rabosa” (Galium tricornutum). Imagen: florandalucia.es/index.php/galium-tricornutum

“Orina de zorro” (Narcissus papyraceus). Imagen: nature.guide/card.aspx?lang=es&id=1366

“Espantazorras” (Limonium delicatulum). Imagen:florasilvestre.es/mediterranea/Plumbaginaceae/Limonium_delicatulum.htm

El narciso conocido como “orina de zorro” (Narcissus papyraceus), es otra especie autóctona de nuestro territorio, que atrae a muchos insectos, como ocurre por ejemplo con las abejas. Por otro lado, la bautizada como “espantazorras” (Limonium delicatulum) y que veremos en la franja costera (especialmente en zonas rocosas), como sucede en el caso de la Serra d'Irta, es una especie que la tradición popular indicaba que mantenía alejados a los zorros.

David Gómez de Mora


Referencia:

*Álvarez Arias, Beatriz Teresa (2006). Nombres vulgares de las plantas en la Península Ibérica e Islas Baleares. Tesis doctoral. / Beatriz Teresa Álvarez Arias. Director: Dr. Ramón Morales Valverde. Tutora: Dra. Margarita Acón Remacha. 1 h.[cubierta delantera [Tomo 1]], [1]-214 p., [1] h. [cubierta delantera [Tomo 2]], [215]-894 p. ; 29,2 cm. Madrid : Unidad de Botánica, Departamento de Biología, Facultad de Ciencias, Universidad Autónoma de Madrid

Els gambosins i les novatades entre caçadors

Una de les típiques bromes o novatades que se'ls realitzen als joves caçadors, o aquelles persones que no estan experimentats en la pràctica de l'àmbit cinegètic o el coneixement del camp, era la de cercar o caçar durant la seua primera eixida, una criatura misteriosa, denominada com el gambosí. Un animal que com molts sabem, forma part del folklore mitològic del nostre territori peninsular.

El gambosí és descrit com un animal àgil, semblant a un ratolí i un talp, que té una xicoteta cua, amb unes arpes esmolades, que són les que l'ajuden a cavar en les galeries en les que s'amaga, a més de no tindre nas.

Gambosí o Gambutzí: descubrecoca.com/2017/09/vamos-cazar-gamusinos-detras-del.html

Depenent de la regió que visitem, les característiques i habilitats esmunyadisses d'aquest van variant. En el nostre territori, se diu que té un pelatge marró o fosc, amb grans orelles i uns ulls brillants que li permeten desenvolupar part de la seua vida durant la nit, moment en el qual se li conta a la gent que hi ha més probabilitats de topar-se amb aquest.

David Gómez de Mora

domingo, 6 de octubre de 2024

El castillo de Ares del Maestrat

Otro de los grandes puntos fortificados, con un peso estratégico durante la ocupación musulmana, fue el castillo de Ares. Un enclave que estaba conectado con otros puestos defensivos, y que albergaba a su alrededor un espacio poblacional, que harían de este lugar un punto sumamente valorado, y que ya apreciamos en el momento de la reconquista cristiana, cuando “al oír D. Jaime I el mensaje del caudillo aragonés (Blasco de Alagón), mudó su intención de ir a Ares, porque uno de sus validos le dijo, -dejad Ares, que Morella es gran cosa-” (Beltran, 2014, 7).

Salta a la vista con esta frase, que el lugar fortificado de Ares estaba entre las prioridades de Jaume I. Nada extraño, teniendo en cuenta el puesto sobre el que se dispone la fortificación, ya que se emplaza entre dos hitos estratégicos como los castillos de Morella y Culla, en los que Blasco de Alagón obviamente albergaba interés. Igualmente, la posición elevada de Ares, y su conexión tierras hacia abajo, convertirán esta zona en un punto destacado.

Castillo de Ares del Maestrat

El noble Ladrón de Vidaura recibirá el lugar por su compromiso en la reconquista en los años treinta del siglo XIII. Un momento clave en la articulación del nuevo reino cristiano de Valencia, y donde como veremos en siglos venideros, Ares jugará un rol esencial.

Sabemos que el nombre de Ares ya aparece documentado incluso en el siglo XII, más concretamente en la carta de población de Alcañiz del año 1157, cuando entre los lindes se especifican los lugares de “Ad serram de Alcorbam et quomodo vadit ad molam d'aras”, es decir, la sierra de Alcorbam (y que nosotros identificamos como el espacio donde se emplazaría la fortaleza del Corbó -en el término municipal de Benassal-, así como la famosa Mola d'Ares). Dos enclaves sumamente importantes, hasta el punto de que la documentación aragonesa de mediados del siglo XII, ya nos está señalando que servirán como hitos fronterizos.


Carta de población de Alcañiz. https://dara.aragon.es/opac/app/item/doma?vm=nv&ob=df:1&p=0&st=.2.7.102.109&i=371002

Respecto al castillo, nos encontramos ante los vestigios ruinosos, de lo que sería una torre, así como resquicios de la muralla que protegían la zona. Bajo este punto apreciamos el área donde estarían residiendo los antiguos pobladores, y que también se hallarían resguardados.

La posición de la fortificación (a una altura de 1229 m.s.n.m.), aprovechaba las paredes acantiladas, que harán que el castillo no fuese nada fácil de tomar, pues contaba únicamente con una zona favorable para acceder, estando por ello casi como un punto colgado, que como sabemos ofrecía muchas prestaciones al señor que lo poseyera.

Su planta sería irregular, donde cabría añadir diferentes restos que todavía veremos en la zona de la “mola”, complicando imaginar su aspecto, por superponerse fábricas de diferentes momentos históricos. Un ejemplo es el caso de la Guerra de Sucesión, o en tiempos de Cabrera, cuando el castillo volvería a cobrar el esplendor de tiempos pasados.

Obviamente, veremos como en la zona elevada de lo que pudo ser esa fortaleza que se encontraría don Ladrón de Vidaura, no hay prácticamente nada que nos sirva para suponer su forma o aspecto durante el momento o época de dominación almohade. Al menos podemos confirmar que en ese punto se contaba con un área para el almacenamiento de agua.

El municipio como el castillo, sabemos que ya está oficialmente controlado por los cristianos en los años treinta del siglo XIII, existiendo antes como se ha comentado en otros trabajos, la presencia de bolsas de población cristiana (mozárabes), que se mantuvieron resistiendo en este entorno montañoso durante el periodo de ocupación islámica.

Es interesante conocer a fondo la toponimia de esta área geográfica, para que uno comience a ser consciente de la cantidad de nombres preislámicos, además de una evidente raíz latina mantenida con el uso del romance valenciano, en muchas de esas formas escritas que seguirán empleándose con el final de la reconquista, llegando con el tiempo hasta nuestros días.

David Gómez de Mora

Referencias:

*Beltran, J. (2014). "La visió històrica com una eina per al projecte arquitectònic: el territori com a patrimoni al Maestrat i el llenguatge de patrons a Morella". En: Jornadas Científicas COAC-ETSAB Barcelona. "Actas congreso internacional Arquitectura, Educación y Sociedad Barcelona, junio de 2014". Barcelona, pp. 1-12 

*www.dara.aragon.es

miércoles, 25 de septiembre de 2024

El castillo de Corbó

Uno de los restos fortificados que podemos encontrar en las tierras del territorio castellonense, es el Castell de Corbó. Se trata de un conjunto de ruinas que todavía quedan en pie, y que a ojos de cualquier persona, están indicándonos la presencia de un antiguo espacio infranqueable, integrado en la línea defensiva que en el medievo cubría esta área interior de la actual zona septentrional de la provincia de Castellón. Este, y que también en ocasiones veremos designado como Castell de Corbons, se emplaza a una altura por encima de los 1000 m.s.n.m., gozando de unas privilegiadas vistas, que obviamente no son fruto del azar, puesto que desde su posición, se controlan otros puntos estratégicos, tal y como sucederá con el castillo de Culla (a 1121 m.s.n.m.), y que dista a poco más de 10 kilómetros del lugar.

Los restos del castillo que apreciamos en la actualidad, se hallan en línea recta a más de 7000 metros del área urbana del municipio de Benassal. Es por ello, que podemos imaginar como este puesto, era un enclave independiente.

Gracias a la documentación histórica, sabemos que el castillo se registra bajo poder cristiano desde la primera década del siglo XIII, arrastrando una antigüedad mucho más allá en el tiempo, siendo uno de los enclaves estratégicos que delimitarán la línea fortificada de la zona que hoy ocupa la comarca del Alt Maestrat, en la que el hisn de Culla ejerció una clara influencia, buscando tierras abajo entornos del área prelitoral como lo que hoy es Albocàsser.

Castillo de Corbó. Imagen de J. Serrador

Corbó será un nido de águilas, que podemos catalogar como una fortificación de tipo roquero, reforzada por dos torres gemelas de planta cuadrada, además de una mayor, junto un aljibe para el almacenamiento de agua, así como una línea de muralla.

Sobre el topónimo Corbó, Joan Coromines (V. III, pp. 433, col. A, l. 43) en su Onomasticon Cataloniae, indica que este nombre podría derivar de un mozarabismo alusivo al término “culmen”, es decir, cima de la montaña.

El castillo de Corbó, debemos situarlo dentro de ese conjunto de fortificaciones, que durante el medievo permanecerán en funcionamiento en esta área montañosa, y que se asocian al perímetro fortificado de otros puestos como el de la Torre d'en Bessora, Ares, Castellfort, y demás enclaves que conectarán sus visuales hasta el área dels Ports, donde ya entraríamos dentro del corazón del hisn morellano. Un espacio con grandes prestaciones estratégicas, sobre el que se desconocen muchos datos respecto a su articulación defensiva, ya que tendríamos diferentes puestos, que incluso a día de hoy siguen siendo un enigma, tal y como ocurriría con el castillo de Montelober (entre otros).

David Gómez de Mora

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).