El dip es un animal mitológico del territorio catalán, cuya historia se conocerá especialmente entre el área de las actuales comarcas tarraconenses del Baix Camp, el Priorat y la Ribera d'Ebre.
En nuestra opinión, los orígenes de esta criatura, deben ahondar en los tiempos durante los que la presencia del lobo por estas tierras era muy abundante. Sobre esta cuestión, hay datos publicados que pueden servir para entender el origen de ese ser mitológico, puesto que gracias a testimonios de nativos de los alrededores de la zona (y que remontan sus historias hasta la época de mediados y segunda mitad del siglo XIX), uno ya es consciente, de que la presencia y temor hacia el lobo en estas tierras, era una cruda realidad.
Así pues, aunque hoy cueste de imaginar, el miedo a los lobos fue algo presente, que no es necesario estirar mucho en términos históricos, y que afortunadamente pudo recopilarse por escrito, en un interesante trabajo de etnología comarcal, que conocimos de forma fortuita, elaborado hace unos años por Jaume Sabaté i Alentorn, en una obra que lleva por título: “Bandolers, llops i vents al Priorat”.
Como decimos, esta es al menos, la lectura personal que nosotros hacemos de esas historias, que nos hablan de lobos en esta zona, y donde perfectamente podría derivar la leyenda de los dips. Unos supuestos perros-lobos sanguinarios, cuyo relato mitológico, derivaría de episodios que nos retrotraen a los tradicionales ataques de lobos, incluso de perros asilvestrados o una hibridación de ambos, que en las zonas rurales, se sabe que antaño ocurrían alguna que otra vez.
No será por esto un fenómeno casual, que entre las acciones que se reportan de ese animal, estuvieran los clásicos ataques al ganado, así como alguna vez enfrentamientos directos con personas.
Igualmente, otra coincidencia de esta leyenda, y que nos resulta interesante, es la que vemos en el vínculo establecido entre el dip y el demonio. Un asociación tradicional, idéntica a la del lobo y el maligno, que aquí vuelve a repetirse.
Tengamos en cuenta que en el mito catalán, esa criatura es también uno de los mensajeros empleados por el diablo, y que guardando las distancias (aunque con ciertos paralelismos entre la idea de los perros monstruosos y el Infierno), de nuevo acaba conduciéndonos hasta las creencias de la antigua Grecia, en torno a la figura de Cancerbero: el mítico perro de tres cabezas del dios Hades, encargado de vigilar las puertas del inframundo.
Tal y como hemos comentado, creemos que muchas veces estas historias de canes asilvestrados con características sobrenaturales, deben integrarse en esas corrientes propiciadas por leyendas que tienen su trasfondo en historias de lobos y perros salvajes que generaban daños en poblaciones rurales, donde al final, en su base se bebía de una amenaza real, que paulatinamente acabaría deformándose bajo la creación de un ser mitológico.
El nombre del dip, se encuentra estrechamente arraigado con la localidad tarraconense de Pratdip, en la que la tradición ha querido ver el origen toponímico del municipio, a través de la unión de las palabras “Prat de Dip” (Prado de Dip), fortaleciéndose así la creencia popular que señala como este enclave era la zona de hábitat de la mítica criatura monstruosa.
Algunos fuentes proponen que la palabra “dip”, puede derivar del término “lobo” y que en árabe es “dhib” (ذئب).
Igualmente, en el retablo de la Ermita de Santa Marina de Pratdip y que fecharía de principios del siglo XVII, se ilustran una serie de perros, en los que algunas personas interpretan de nuevo esa relación con el temido perro-lobo.
Respecto a la etimología de la citada localidad tarraconense, el filólogo Joan Coromines, indica en el Onomasticon Cataloniae (volumen: IV, páginas: 433-435), que Pratdip es una palabra que procede de la unión de los términos “Prat d'Ip”, y que según el experto, podría deberse por diferentes explicaciones, aunque este en ningún momento recoge la de la asociación misteriosa entre el pueblo y el animal legendario.
En cuanto a los dips, se decía que estos era nocturnos, así como que hasta el siglo XIX, se hallaban presentes en las montañas de la zona, siendo a partir de ese momento, cuando acabarán desapareciendo.
Sin lugar a duda, todas estas series de características, a nosotros nos sirven como pruebas, para intentar avalar que los dips a pesar de ser una criatura mitológica, bebían de un sustrato generado en los tan temidos relatos de lobos que se contaban en la región, mitificándose desde siglos atrás la creencia de esos animales, que bien como perros asilvestrados, lobos o el cruces de ambos, desembocarían en la génesis de su figura.
No olvidemos, que este tipo de criaturas salvajes, aparecen a menudo en historias del folklore rural, vinculándose con animales que presagian la muerte, que como sabemos, antaño se manifestaban a través de determinadas acciones, como aquella que decía que cuando un perro aullaba de noche, era por el hecho de que este anunciaba una trágica desgracia en la casa donde vivía uno de sus amos.
Igualmente, y dentro de esta línea de supercherías, entrarían los ejemplares de perros salvajes que podían aparecer súbitamente en un pueblo, y que entroncan con las leyendas de los míticos cánidos espectrales, y que según algunas creencias, se decía que cuando eran vistos cerca de un lugar, estos auguraban el final de alguno de los vecinos de esa localidad. Una historia que de nuevo vuelve a relacionar a los cánidos en ocasiones como mensajeros del temido demonio. Precisamente, y sin ir muy lejos, dentro del mismo término municipal de Pratdip, si analizamos la toponimia de la localidad, apreciamos que a menos de 500 metros, en dirección sureste del casco urbano, encontramos un lugar designado como “La Cova del Diable”.
David Gómez de Mora
Referencias:
*Coromines i Vigneaux, Joan (1989-1997). Onomasticon Cataloniae. Els noms de lloc i noms de persona de totes les terres de llengua catalana. Barcelona: Curial/La Caixa, vol. IV.
*Sabaté i Alentorn, Jaume (2000). Bandolers, llops i vents al Priorat. Col·lecció Camí Ral, nº16, 94 pp.