A pesar de que han trascurrido más de
250 años, la bestia de Gévaudan sigue siendo tema de debate entre
naturalistas e historiadores, quienes han intentado esbozar diversas
teorías, sobre qué fue
lo que realmente ocurrió en una de las regiones rurales de Francia durante la segunda mitad del siglo XVIII, en la que el temor acabó
apoderándose de una parte importante de sus habitantes.
Aunque nunca sepamos con detalle la cifra
exacta de víctimas que entre los años 1764-1767 generaron los ataques de la denominada como "bestia de Gévaudan", es importante contextualizar que nos hallamos en una zona apartada de las grandes urbes, con una población muy vulnerable, en muchos casos carente de recursos, y que se vio profundamente afectada por una continua serie de trágicos sucesos, que como hipótesis, creemos que tendrán su origen en diferentes lobos.
Escultura dedicada a Marie-Jeanne Vallet en el municipio de Auvers (foto del autor). Esta joven con 19 años (natural de la localidad de Paulhac-en-Margeride), se enfrentó contra la bestia en el verano de 1765
La bibliografía en la materia, cada día
resulta mucho más densa, contando con diferentes obras de
referencia, entre las que sin lugar a duda, resulta esencial el
trabajo de Jean-Marc Moriceau, publicada su primera edición en el año 2008 (La Bête du Gévaudan. Mythe et
réalités). Una obra clave, en la que este especialista en
historia del mundo rural, aporta detalles fielmente documentados
y de forma rigurosa, que dan pie a plantear que el desarrollo de aquella
sangría, estaría estrechamente relacionada con episodios generados
por ataques de lobos que campaban por esa región.
Afueras de Pontajou (foto del autor)
Aunque no comprobemos un consenso entre
los diferentes investigadores en el momento de precisar el número exacto de víctimas mortales en los ataques producidos (ya que irán oscilando
entre las 80-120 personas aproximadamente), es importante remarcar, que esta serie de acciones, no
debemos asignarlas a una sola o un par de criaturas. De ahí que es
necesario enfatizar la entrada en escena de diferentes “bestias”, que
al mismo tiempo (tal y como refleja la cronología de los sucesos),
actúan en algunos casos casi al mismo tiempo entre espacios
apartados, y que solo desde la proliferación de varios ejemplares,
pueden explicar ese itinerario de tres años.
Zona de La Besseyre-Saint Mary (foto del autor). La bestia dejó verse por área geográfica produciendo diferentes víctimas
Es importante indicar
que al menos hubo dos de estas criaturas, que por su singularidad y otros factores, debemos
analizar a parte, englobando de este modo cada una de ellas, dos fases o intervalos de tiempo, que a continuación vamos a comentar.
Entrada en el Parc les loups du Gévaudan (foto del autor)
El primer lobo fue un espécimen de gran
tamaño, abatido en septiembre de 1765 (conocido como la primera
bestia). Este llegó a ser disecado y trasladado a la corte
francesa, para que el rey y la población pudiesen contemplarlo. El
segundo fue otro lobo de dimensiones considerables, cazado en junio de
1767 (denominado por algunos investigadores como la segunda
bestia). De este se conocen datos precisos sobre sus medidas,
gracias a un informe que proporcionará detalles de algunas de las partes de su cuerpo.
Auvers (foto del autor). Este municipio y sus alrededores fueron una de las zonas más castigadas por la bestia, especialmente durante lo que denominamos como el periodo de la segunda ola de ataques
Como se ha señalado, la división entre
esos dos intervalos de tiempo, se aprecia por la reducción del
número de ataques entre septiembre de 1765 y finales de ese mismo año, justo inmediatamente tras la caza de la primera bestia. Un hecho que corroboraría la hipótesis sobre el causante de una parte considerable de las muertes en aquel fatídico año en la región.
Fuente en Javols. En invierno de 1765 la bestia hirió a varias personas de esta zona y sus alrededores
Por otro lado, veremos como tras abatirse
la designada como segunda bestia en junio de 1767, no será un hecho
casual que los ataques desapareciesen, lo que invita a pensar en la hipótesis del lobo, tal y como diversos investigadores han planteado.
Es importante tener en cuenta que cuando
el 20 de septiembre de 1765 François Antoine caza el lobo de Chazes (la primera bestia),
pocos días después siguen registrándose en el área afectada algunos ataques, aunque con una frecuencia y forma, que nada tenían que ver con lo visto meses atrás.
Para desgracia de los aldeanos de la región, será con el
inicio de la navidad de aquel año, cuando comenzamos a ver una actividad preocupante, que escasos meses después, y ya en
1766, se traduce en más ataques mortales, lo que nos lleva a pensar que en esta zona había otras "bestias", de similares características a la abatida en septiembre de 1765.
Escultura de la bestia de Gévaudan en Saint Privat d'Allier (foto del autor)
Cuando se cazó la segunda
bestia por el granjero Jean Chastel (el 19 de junio de 1767), veremos que escasos días después es abatido otro lobo de gran tamaño, siendo en este caso una hembra que junto con el descrito, actuaban de forma conjunta por la zona.
I.
Datos sobre las bestias
A pesar de la escasez de referencias precisas que
nos permitan clarificar cuántos animales estarían implicados en la suma de tantas víctimas, conocemos algunos detalles, como es el caso de las medidas que
tenían las dos principales bestias y que acabarán siendo las más populares.
Explotación ganadera en la afueras de Prades (foto del autor). En esta área la bestia generó diversos ataques con un final trágico
Si analizamos las descripciones
que proporcionaron algunos de los supervivientes que se toparon con esta, entendemos que
nos encontramos ante ejemplares de lobos con unas dimensiones muy por encima de la media
habitual.
Para
nada deben extrañarnos estos datos,
pues incluso en nuestra tierra, no son pocas las
historias de
“llopasos” o lobazos, que por sus dimensiones, llegaban en más
de una ocasión a atemorizar a los mismos cazadores que los buscaban. Un dato que llega incluso a ser reflejado en la obra de
Jaume Sabaté “Bandolers,
llops i vents al Priorat” para el caso de esta región tarraconense.
El
propio Moriceau en su trabajo sobre la bestia de Gévaudan, en la
parte final, recoge en una tabla, el peso de algunos de los lobos más
grandes de Francia que han sido cazados en los últimos siglos, figurando como ejemplo una hembra que pesaba 100
kilos en el lugar de Lignières-Orgères (año 1886) o también el de
otro ejemplar macho, en Asque (año 1883) con un peso de 98 kilos (Moriceau,
2021, 455).
Escultura de la bestia de Gévaudan en Marvejols (foto del autor)
Aunque las descripciones que se irán
realizando de las bestias variarán notablemente, veremos como se
remarca casi siempre su tamaño anormal, así como otras características sobre su pelaje u otros rasgos, que pudieron proporcionar algunos de los diferentes testigos que sobrevivieron a su encuentro.
Recreación por IA de la primera
bestia de Gévaudan (el lobo de Chazes)
Por ejemplo, en el caso de la primera bestia, una de las descripciones indica que se trataba de un lobo de gran tamaño, de color café tostado, con vientre blanco, además de una cabeza grande y una raya negra en la espalda, junto una cola muy peluda. En cambio, de la segunda criatura, sabemos que esta tenía un pelaje rojizo, así como unas dimensiones muy por encima de lo que sería un ejemplar medio.
Recreación por IA de la segunda bestia
de Gévaudan (el lobo de Chastel)
II.
Las cifras del terror
Si analizamos el intervalo cronológico
en el que se desarrollan los ataques mortales en esta área francesa, apreciaremos que el estadio temporal de tres años en el que se engloban las
acciones de la popular “Bête de Gévaudan”, se puede dividir grosso modo en dos fases.
La primera comprendería desde el momento
en que se producen los ataques iniciales (primavera de 1764 -a pesar de que la
primera víctima se registre a finales de junio-) hasta
septiembre del año siguiente. El segundo intervalo cabe situarlo entre la segunda mitad de 1765 hasta junio de 1767, donde encontraríamos
subperiodos con más o menos actividad.
Si
desglosamos los datos que se recogen en la página betedugevaudan.com
comprobaremos en la primera fase referida
(desde junio
de 1764 hasta septiembre de 1765), una cifra que da como sumatorio un total de 160 ataques y
casi 80 víctimas mortales.
Cifras
de ataques y víctimas mortales entre junio de 1764 y septiembre de
1765. Fuente:
betedugevaudan.com
Evolución
acumulada de ataques y víctimas mortales entre junio de 1764 y
septiembre de 1765 (elaboración propia). Fuente: betedugevaudan.com
En
cambio, si nos fijamos en lo que denominamos como el segundo
intervalo (desde diciembre
de 1765 hasta junio de 1767), veremos que la evolución de los ataques durante ese año y medio es diferente respecto al intervalo anterior.
Cifras
de ataques y víctimas mortales entre diciembre de 1765 y junio de
1767. Fuente: betedugevaudan.com
Evolución
acumulada de ataques y víctimas mortales entre diciembre de 1765 y
junio de 1767 (elaboración propia). Fuente: datos interpretados de
betedugevaudan.com
Comparando la periodicidad de los
ataques entre los dos periodos descritos, veremos que en ambos casos, es
en la estación primaveral cuando hay una elevada intensidad , tal y como se detecta en los registros de marzo y mayo de
1765, así como en los de abril y mayo de 1767.
Comparativa por meses de la que
denominamos como “primera fase” (elaboración propia). Fuente: betedugevaudan.com
Comparativa por meses de la que denominamos como “segunda
fase” (elaboración propia). Fuente: betedugevaudan.com
La
cifra exacta de víctimas va variando dependiendo de los autores que
consultemos. Por ejemplo, en la obra de Moriceau se recogen un total
de 84 personas, en cambio, otros investigadores rebajan incluso en unas cuantas
personas menos el cómputo final, mientras que en algunos casos se superan las más de 100 víctimas.
Escultura de la bestia de Gévaudan en Paulhac-en-Margeride (foto del autor)
III.
Características geográficas del entorno
Es importante tener en cuenta que ya en
el siglo XVIII, la deforestación en esta zona era muy elevada, lo
que obligará a que el lobo se acercase hacia zonas pobladas,
donde estaba la gente trabajando con su ganado. A ello cabe sumar que esta área de por sí se
caracteriza por haber tenido una baja presión demográfica, además de una economía que incluso a día de hoy sigue girando alrededor del
sector primario, siendo una de las zonas más ruralizadas de la nación, y por tanto, donde además del medio geográfico y la disposición de zonas boscosas,
hubo antaño una población importante de animales salvajes.
Venteuges (foto del autor). Por esta área geográfica se produjeron varias víctimas durante el invierno de 1765
Las creencias
populares, además del poso religioso que poseían muchas de sus gentes, alimentaron bastantes de esos relatos que con el paso del tiempo se
fueron produciendo sobre la bestia. Todavía a día de hoy incluso uno comprueba en las modestas aldeas donde se vivieron algunos de los
hechos fatídicos, como la presencia de
elementos religiosos que evocan la vida cristiana son habituales, retrotrayéndonos a esa mentalidad del momento, en la que la imagen del lobo se asociará muchas veces con las del mismísimo maligno.
Escultura del Parc les loups du Gévaudan (foto del autor)
Sobre las teorías que intentan eliminar cualquier posibilidad de que los ataques fuesen producidos por lobos, además de la evidente relación causa-efecto entre la caza de los principales especímenes y el cese de las bajas, hay que añadir que en la zona afectada, ya se habían reportado en tiempos anteriores más ataques de estos animales.
Cierto es que con esa intensidad y daños las fuentes no habían
registrado un itinerario tan detallado como el que se extraerá de las “bestias”, lo cual evidentemente mitificará más si cabe su imagen en esta historia.
Iglesia de Paulhac-en-Margeride (foto del autor)
Otra cuestión muy debatida ha sido las características de una parte importante de las personas fallecidas. Para nosotros queda claro que muchas de estas fuesen niños
y mujeres, es algo que como ya se ha comentado por multitud de
autores, no debe sorprendernos, ya que en aquella
época, ese sector de la sociedad era el más vulnerable, puesto que por un lado los niños desde bien pequeños tenían la
responsabilidad de trabajar en las tareas que se les asignaban en la casa, así como de las misma forma, las mujeres adolescentes a diferencia de muchos hombres, no solían poseer armas con las que defenderse, lo cual podría explicar esa vulnerabilidad dentro de este sector de la población.
Cruz de la población de Grèzes (foto del autor). En enero de 1765 la bestia produjo varias muertes y heridos en esta área rural
Tampoco debe ignorarse que por aquel entonces la
escolarización de la población (segunda mitad del
siglo XVIII), nada tenía que ver con la situación que hoy conocemos, motivo por
el que muchos de esos niños pasaban parte de su tiempo ayudando en
labores del campo, con los consiguientes riesgos que ello implicaba.
Venteuges (foto del autor). El área afectada por la bestia era una zona altamente ruralizada, donde la fe y la religión cristiana marcaban buena parte de la idiosincrasia de sus gentes
IV.
Breve resumen del itinerario por el que se movieron las bestias
Pensamos que tanto el designado como lobo
de Chazes (la primera bestia) y el de Chastel (la segunda), son solo
dos de los ejemplares, que junto con otros varios, generarían parte de los ataques que se irán produciendo en la zona.
La mencionada como primera bestia, provocó muchas bajas a lo largo del área por la que se desplazó. Respecto la que englobamos dentro del segundo intervalo,
apreciamos que los episodios trágicos se concentrarán especialmente en el área de La
Besseyre-Saint-Mary.
Igualmente, es importante desgranar muchos
de esos sucesos, que tanto la prensa, como las creencias de la
época, acabarán expandiendo y mediatizando. Fenómeno que ha
servido a muchos estudiosos de la materia, el llegar a plantear que
detrás de bastantes de esas muertes, en lugar de encontrarnos ante un
lobo, pudiese existir un híbrido de perro-lobo, una hiena, e incluso
teorías criptozoológicas.
Escultura dedicada a la bestia de Gévaudan en Saugues (foto del autor)
Sobre la cronología de los hechos que nos sitúan en esta historia, cabe indicar que ya desde unos meses con anterioridad a junio de
1764, se menciona la ocurrencia de ataques generados por una criatura, no obstante, será a partir de ese momento, cuando los registros comienzan a ser precisos, permitiendo establecer una cronología sobre lo que irá aconteciendo.
Los medios de la época, sin lugar a duda jugarán un papel importante, ya que propagarán historias, así como descripciones exóticas, que paulatinamente distorsionarán su imagen, transformando lo que podrían ser unos lobos con un tamaño muy por encima de la media, en criaturas extrañas.
Los sucesos comienzan a informar de la
muerte de una joven en Les Hubacs a finales de junio de
1764. Durante ese verano, buena parte de estos ataques se generarán al norte del área de Châteauneuf-de-Randon. En el mes de octubre, estos se desplazarán más hacia el oeste, así como a
finales de año, ascendiendo hasta el área septentrional.
Imagen de Les Estrets (foto del autor). A finales de verano de 1764, aquí la bestia atacó mortalmente a una mujer
Por desgracia, los ataques en noviembre de ese año no cesaban, tal y como veremos también durante el mes de diciembre, momento en el que se producirán varias muertes. Ya a inicios de 1765, la situación se sume en una escalada preocupante,
con numerosas víctimas, que continuarán manteniéndose durante la estación primaveral, tanto que marzo como abril, sumirán en el pánico a muchos de los aldeanos de
las zonas afectadas. Entre febrero y marzo los ataques se produjeron especialmente a lo largo de la franja de Aumont, además del área de Fournels y Saint-Chély-d'Apcher.
Imagen de las afueras de Chanailelles (foto del autor)
La situación fue tal, que se llegó a afirmar que la bestia fue vista en algunas localidades de la zona, merodeando alrededor de las casas, como si esta no tuviese miedo de encontrarse con personas. Obviamente, historias y leyendas como estas difundidas desde la prensa, a los ataques que ya de por sí estaban generando mucha preocupación en la región, poco ayudaban a mantener la calma en un área en la que habitualmente había pocos acontecimientos relevantes que contar, y que no iban más allá de la monotonía de una vida tranquila, característica del trabajo en las explotaciones rurales de sus gentes.
Afueras de la localidad de Saint Amans, donde también se relató que la bestia fue vista. Precisamente en este municipio se tiene constancia de la ocurrencia de un ataque por parte de la criatura a un joven que afortunadamente resultó ileso en mayo de 1765
Uno de los hechos más conocidos, es el ocurrido en enero de ese mismo año, cuando se registró el famoso acto heroico que dio la vuelta por todo el país, el cual tendrá como protagonistas a varios niños de Villaret (en la Parroquia de Chanaleilles), quienes tras toparse con la bestia, y valiéndose de varas, consiguieron repelerla, permitiendo así salvar sus vidas.
Castillo de La Clauze (foto del autor)
La primavera de 1765 resultó bastante agitada, registrándose múltiples ataques en lugares variopintos, lo cual no hizo más que incrementar el pánico entre los habitantes de la zona. En muchas familias, como era normal, no se fiaban de dejar a sus hijos cuidando del ganado, incluso ni tan siquiera aunque estos se hallasen en las inmediaciones de sus casas.
Castillo y municipio de La Clauze (foto del autor)
En abril de 1765, sabemos que en la localidad de La Clauze, otra joven es atacada mortalmente por la bestia. Escasos días antes otras tres víctimas menores habían sido halladas en diferentes puntos de la región. Esta serie de ofensivas, manifestaban la elevada movilidad de la criatura, así como el peligro que se corría. Durante los últimos cinco meses antes de que la primera bestia fuese cazada, muchas de las bajas se producen en pueblos ubicados al sur de Auvers.
Imagen de un bosque a las afueras de Pépinet (foto del autor). El 21 de mayo de 1765 en esta localidad falleció una mujer como resultado de una ataque de aquella criatura
Ante esta situación, fue propagándose un escenario en el que comenzó a reinar la histeria, al mismo tiempo que los cazadores encargados de dar con aquel animal, iban abatiendo diferentes lobos, aunque sin conseguir frenar la escalada de personas que iban falleciendo por los tan temidos ataques. El desgaste mental que estaba extendiéndose en la región, como veremos tenía preocupado al mismo rey de Francia, ya que la ineficiencia de los hombres encargados de paliar aquel problema, estaba comenzando a generar cierto descrédito, poniendo así en tela de juicio su capacidad para controlar aquella situación.
Afueras de Le Mazet (foto del autor). El 24 de mayo se registra la muerte de una joven en esta localidad como consecuencia de otro ataque
En mayo de 1765 la cantidad de fallecidos seguía incrementando, sintiéndose mucha gente desamparada, y por tanto, creyendo que aquello nunca llegaría a su fin. Por ejemplo el día 24 de mayo de 1765, se produjo en un intervalo de varias horas un ataque mortal a una adolescente en la localidad de Le Mazet, mientras la misma jornada esto sucedía en la zona de Saint Privat du Fau. Ello sin olvidarnos de algunos heridos en varios puntos más. Lo grave de aquella situación, es que eso no era la primera vez que ocurría desde que los ataques comenzaron hacía ya casi un año atrás.
Saint Privat du Fau (foto del autor) Por desgracia, el verano de 1765 fue también muy duro, marcándose un aparente periodo de
tranquilidad, justo una vez que la bestia fue cazada en septiembre de 1765 por François Antoine. Esto obviamente venía a indicar que parte de las desgracias ocasionadas durante los meses anteriores, podían perfectamente atribuirse a aquel animal abatido.
El 21 de junio en Pépinet fallece un adolescente por otro ataque de la bestia. Pépinet (foto del autor)
A pesar de que el itinerario de los meses de junio y julio no fue igual de crítico que los anteriores, durante ese periodo se registraron varias muertes y heridos en diferentes localidades, como sucederá en Auvers y Pépinet.
Auvers (foto del autor)
Una de las víctimas del mes de julio de ese año fue una niña de la citada localidad de Auvers. Es precisamente en este pueblo, donde hoy se alza una escultura, dedicada a la joven Marie-Jeanne Vallet, quien se defendió valientemente de la bestia en agosto de 1765.
Le Besset (f0t0 del autor). Las muertes seguían produciéndose, hecho que ocurrió en agosto de 1765 en la localidad de Le Besset
Una semana antes de cazarse el denominado como lobo de Chazel, se registró una última víctima en Pépinet (una niña adolescente). Es importante recordar que en mayo, así como en junio, ya se habían producido dos víctimas más en este pequeño municipio, cosa que como podemos imaginar, muy probablemente tuvo que afectar a un vecindario tan reducido.
Será en el mes siguiente (21 de septiembre), cuando tal y como ya hemos adelantado, François Antoine dispara dos veces a un lobo de tamaño muy grande. Estos hechos ocurrieron cerca de Saint Julien de Chazes. El animal se llevó a Saugues, donde fue estudiado y se confirmó que se trataba de un lobo muy grande, para luego trasladarse hasta la corte del rey y allí ser expuesto.
Iglesia de Saint Julien de Chazes (foto del autor)
Ciertamente la caza de aquel ejemplar representó una reducción considerable de los ataques que se habían estado produciendo, algo que comprobamos si comparamos los números acumulados hasta el momento, no obstante, con ello se demostró que todavía en la región seguía habiendo otras "bestias", ya que escaso tiempo después, las muertes por ataques volverían a manifestarse.
Esto fue algo que se vivió en la navidad de 1765, así como a través de diversos ataques ocasionados en el año siguiente. En Le Liconès, en marzo de 1766, una pobre niña se sumaba a esa lista fatídica. Esta serie de desgracias, encendieron nuevamente las alarmas, agitando el pánico entre los campesinos y ganaderos de la región.
Le Liconès (foto del autor)
Aunque las cifras de ataques y muertes de aquel año nada tendrán que ver con lo ocurrido en la temporada anterior, en el verano de 1766, se produjeron diferentes muertes entre niños pequeños y adolescentes de la zona, repitiéndose en algunos casos, en localidades afectadas durante lo que ya fue el primer intervalo, tal y como sucederá en Auvers, donde a finales de agosto, murió trágicamente otra joven del lugar.
Fuente de Auvers (foto del autor)
Finalmente, la historia nos conducirá hasta la primavera de 1767, estación sumamente trágica en la zona de Auvers y sus alrededores, como resultado de la cantidad de personas que morirán entre los meses de marzo, abril y mayo. El punto final a esta pesadilla, se produce justo tras la caza de lo que se denomina como la segunda bestia. Esto se producirá en el mes de junio, frenándose inmediatamente la cifra de muertes por ataques de aquella índole.
Nozeyrolles (foto del autor)
Como decíamos, la primavera de 1767 fue muy cruenta por la cifra de ataques y muertes que se concentrarán especialmente en el mes de abril, donde en una semana murieron cuatro personas, siendo todas ellas mujeres y menores de 18 años. Estas víctimas se registraron en los municipios de Nozeyrolles, Fraissinet, Le Besset y Bugeac.
Fraissinet-Chazalais (foto del autor)
Durante la primera semana de abril sabemos que falleció en Nozeyrolles una joven del lugar. Esta víctima fue la primera de una serie de ataques que se fueron extendiendo por la zona en los días posteriores.
Le Besset (foto del autor)
Las bajas prácticamente seguidas de dos niñas también adolescentes en las localidades de Le Besset y Bugeac, sacudieron a estas poblaciones, que seguían sin levantar cabeza ante la dificultad de dar caza a la criatura que días atrás estaba sembrando el terror en aquellos lugares.
Bugeauc (foto del autor)
Por desgracia mayo seguiría siendo un mes crítico en el que se producirían diferentes muertes, como la ocurrida a una mujer en la localidad de Le Mont, además de en otros puntos de la zona.
Le Mont (foto del autor)
Igualmente junio por desgracia fue un mes trágico, debido a los varios fallecidos que se habían acumulado durante el trascurso de la primera mitad, habiendo entre ellos varios niños. Finalmente un lobo de tamaño grande, fue cazado por el granjero Jean Chastel el 19 de junio de 1767.
Servières (foto del autor). En esta localidad murió un joven en mayo de aquel mismo año
El ejemplar denominado como el lobo de Chastel, era un espécimen con una media superior a la habitual. Este fue abatido en la zona de La Sogne de Auvers, área alrededor de la que durante los últimos meses eran parte de las víctimas. El cadáver del animal fue estudiado, disponiéndose de datos que aportarán muchos detalles sobre sus características.
Servières (foto del autor)
Se sabe que ese animal, al encontrarse en mal estado de conservación (especialmente por haberse abatido en un momento de altas temperaturas), aquello propició que este no se llegase a conservar de la forma adecuada, por lo que se decidió enterrarlo, y por tanto, no poder llevarse a la corte, a diferencia de como ya previamente había sucedido con el ejemplar de septiembre de 1765.
Iglesia de La Besseyre-Saint-Mary, lugar del que era oriundo Jean Chastel, granjero y tabernero que abatió a la denominada como segunda bestia de Gévaudan (foto del autor)
Tras la caza de este lobo, se produciría una semana después el de una hembra que acompañaba a aquel ejemplar, finalizando de esta forma las muertes en la región, y por tanto, entendiéndose que estas podrían estar relacionadas con los ataques que se habían estado desencadenando.
David Gómez de Mora
Referencias:
*Moriceau, Jean-Marc (2021). La Bête du Gévaudan. Mythe et réalités. La primera edición fue publicada en el año 2008. Larousse, 479 pp.
*betedugevaudan.com