sábado, 8 de marzo de 2025

El “barranc del llop” de Almenara. Breves apuntes zoogeográficos y toponímicos

El barranc del llop es una modesta escorrentía que se encuentra a un par de kilómetros de Almenara, así como a unos 1500 metros de los lindes del término de Quart de les Valls.

Un hito que sin lugar a duda representa otro claro ejemplo de esa toponimia que nos está recordando a un animal histórico de estas tierras, y que hasta antes de su extinción en la región, no era raro poder encontrarlo (hablamos de hace poco más de un siglo).

Sabemos que el origen de muchas de las designaciones que irá dejando el lobo, responden a diferentes motivos, habiendo en bastantes casos relatos, leyendas, así como otras explicaciones, que en su conjunto son un claro reflejo de como el tiempo avanza, y con ello el aspecto de nuestro medio físico.

Desde el punto de vista geomorfológico, el barranc del llop, es una modesta escorrentía que nace y muere en el término municipal de Almenara, ofreciendo poco más de un kilómetro de área excavada, por donde discurren sus aguas de lluvia en momentos de precipitaciones torrenciales.

Este barranco nace en la zona superior de la montaña de La Salinera (a una altura cercana a los 150 m.s.n.m.), descendiendo desde ahí hasta el área del llano donde se topa con el camí de la Muntanyeta de la Bassa, a unos 38 m.s.n.m.

Barranc del llop de Almenara (google earth)

Por desgracia, el entorno donde se emplaza este lugar se encuentra antropizado, ya que años atrás se efectuaron obras que alteraron esa zona montañosa. No obstante, si comparamos una imagen áerea de los años cincuenta del siglo XX con la actualidad, apreciamos a simple vista como el referido paisaje, mantiene algunas características biogeográficas que siguen vigentes a día de hoy.


Imágenes comparativas de dicho lugar a través del vuelo americano de los años cincuenta del siglo XX y la actualidad

Sabida es la regresión a la que el lobo se vio afectado durante la centuria del XIX, en buena parte por la persecución a la que desde el siglo XVIII se le someterá, haciendo esto que a inicios del siglo XX su presencia fuese ya prácticamente esporádica en esta franja del territorio.

El nombre del referido barranco, veremos que se repite en otros muchos sitios de nuestra geografía. Sin ir más lejos, en la zona del Monstià (sur de la frontera tarraconense con las tierras de Castellón, apreciamos dos barrancs del llop diferentes).

En el caso de Almenara, observamos incluso algún topónimo complementario, como ocurre con un aljibe, que ha heredado la designación de este animal por ubicarse en la misma zona.

Barrancs del lloptenemos en localidades no muy distantes, siendo el caso de Serra y Algímia d'Alfara, además de otros lugares más alejados, pero todavía dentro del territorio valenciano, lo que confirma la presencia de este cánido en muchos puntos de nuestra geografía.

Hemos de pensar que los lobos son animales que siempre buscan refugio en entornos naturales, siendo por ello las zonas salvajes de los barrancos lugares muy frecuentados en aquel entonces.

Tampoco hemos de ignorar que estas áreas son puntos donde habitan otras muchas especies, y que al depredador le servirán para disponer de una dieta más amplia, además de criar con mayores garantías a sus cachorros.

Mapa de la zona de Sagunto. IGN (año 1944)

A pesar de que esta zona montañosa no ofrece un espacio estrictamente escarpado, su morfología natural se presta para su instalación. Al mismo tiempo, hemos de pensar que la presencia de agua en momentos de lluvia era algo natural, y que el lobo valora bastante.

Artículo 69 del reglamento de 3 de julio de 1903 para la aplicación de la Ley de Caza. Fuente:revistajaraysedal.es

Además de Almenara, localidades vecinas como Benavites y Quart de les Valls, eran enclaves hasta donde estos animales se acercaban, por ser la puerta de entrada hacia el área montañosa que se extendía tierra adentro.

Sin ir más lejos, en Quart su fuente tuvo que significar en tiempos pasados (tal y como sigue sucediendo a día de hoy), un punto de atracción para mucha de la fauna salvaje del entorno, ya que su manantial funciona como un reservorio en el que poder acudir en momentos de escasez hídrica.

No es tampoco un hecho casual que el lobo tenga predilección en moverse por zonas donde detecta la presencia de explotaciones ganaderas. Ya que la existencia de corrales, será un factor adicional que le garantizará muchas veces contar con alguna res de la que alimentarse, de ahí que todavía en nuestra cartografía queden testimonios de espacios dedicados a estos fines, algo que apreciamos en el caso de las “corralissas, y que tanto en Almenara, como en Quart de les Valls, dan nombre a parajes por los que antaño el lobo siempre que podía merodeaba.

David Gómez de Mora

miércoles, 5 de marzo de 2025

Breves apuntes sobre los dips

La presencia de cánidos en nuestras tierras siglos atrás, es una cuestión que entronca claramente con la historia de la famosa criatura mitológica del dip, nada extraño si tenemos en cuenta las referencias del entorno con el que estará asociada, donde salen a relucir topónimos vinculados con esta familia de animales, que sabido es como de molestos podían resultar en sociedades agrícolas, especialmente si dependían de la ganadería, tal y como sucederá en el caso que nos ocupa.

Referencias al zorro veremos en la franja de la “solà de la guineu”, además de otros parajes, así como incluso vinculadas con los perros, sin olvidarnos obviamente de los famosos dips.

Es importante remarcar que los motivos y nombres que servirán para bautizar cada espacio geográfico, responden a diferentes cuestiones. Aunque, si hay uno que para nosotros guarda especial interés, y que no dista excesivamente de este lugar, es el que hace alusión al lobo. Cabe recordar como esta especie hasta hace poco más de cien años, todavía era normal verla por esta área montañosa, algo de lo que todavía queda testimonio en el paraje designado como el Portell del Llop (a 690 m.s.n.m.), en plena Serra de Llaberia.

Ahora bien, cabe preguntarse, ¿Por qué surge la leyenda de la famosa criatura mitológica del dip?, ¿Qué papel jugaron los cánidos en la representación del emblema heráldico de Pratdip o las historias locales que pululaban entre las gentes de su entorno?

Dip (Oficina de Turisme de Pratdip)

Ya hemos comentado que la toponimia, como algunos estudios locales (entre el que cabría destacar el efectuado hace 25 años por Jaume Sabater en el caso del Priorat), son pruebas claramente indicativas de como los lobos estaban presentes en esta zona hasta bien entrado el siglo XIX.

Para nosotros no cabe duda de que durante el trascurso de los últimos 125 años, se han perdido en el olvido muchos relatos, similares a los que afortunadamente recogió en su trabajo el citado autor1, y que a duras penas la toponimia todavía ha fosilizado. Igualmente, hemos de recordar que en el famoso Diccionario de Madoz, a mediados del siglo XIX, en la cercana localidad de Tivissa, se dice literalmente sobre la actividad cinegética del lugar que hay caza de conejos, perdices, lobos, ardillas y cabras monteses” (Madoz, Tomo XIV, 766). Una referencia que viene claramente a recordarnos de nuevo, como el lobo estaba presente entre la fauna de la época por este territorio.

También hemos de pensar el grado de influencia que ha ejercido la religión (además del poso que culturas anteriores como la griega han aportado en nuestra mentalidad occidental), para entender de dónde proviene ese temor hacia un animal de carne y hueso, que paulatinamente iría transformándose en una criatura mitológica, claramente asociada con lo demoniaco y negativo. Algo que por ejemplo cualquiera de nosotros apreciará a través del mítico Cerbero, un perro de tres cabezas, que en el Hades ejercerá la función de vigía de las puertas del Infierno.

Cartel de la Oficina de Turisme de Pratdip

Igualmente, en la mentalidad católica, es imposible ignorar la imagen del lobo, como ese animal vinculado con el maligno, en contraposición con el inocente cordero al que siempre que puede intenta hacer daño.

Otra idea, enlazará con aquellos relatos que nos recuerdan la aparición de perros espectrales negros, siempre de aspecto aterrador, que atacaban o servían como mensajeros de la muerte a quienes se topaban en su camino. Un hecho que guarda ciertos paralelismos con los dips (los cuales también se presentaban en la noche, con una mirada penetrante, además de su imponente pelaje negro).

Pratdip visto desde lo alto de su castillo medieval

Repetida es la creencia en muchas localidades de nuestra geografía peninsular, que recordaba antaño como cuando un perro aullaba en horas nocturnas, era por el hecho de que se creía que cerca de ese punto podía fallecer inminentemente una persona.

Tanto en el folclore de otros países, como en el caso del dip, este tipo de criaturas se representan con ojos de color rojo. Todo ello sin olvidarnos de las creencias ancestrales que relacionarán las maldiciones a las que una personas podía verse sometida, en caso de que esta tuviese un encuentro con esa criatura.

En culturas como la nórdica, estos perros endemoniados, también se relata que aparecen en mitad de caminos tras la caída de la noche o en zonas abandonadas. Algo muy similar a lo que ocurre en algunos puntos de las áreas rurales de las islas británicas. Así pues, conocemos el caso del Barguest (un perro fantasmal de gran tamaño) o el temido Black Shuck (otro cánido de dimensiones grandes y color negro, que se identificará como un augurio de muerte). Otros casos son el Cù-Sìth en el folclore irlandés y escocés, así como en Gales la figura del Gwyllgi.

Detalle del retablo de Santa Marina con el emblema del municipio de Pratdip

Por esta razón, debemos reflexionar y ampliar nuestro horizonte, para intentar comprender mucho mejor, esas creencias de otros pueblos, que nos ayuden a interpretar cómo piensa el ser humano, intentando profundizar en el afloramiento de temores e historias, que han acabado superponiéndose, al entremezclar realidad y ficción, hasta dar pie al nacimiento de una criatura mitológica.

El caso del dip, es un ejemplo más, donde se aprecia una intercalación de creencias antiguas, que paulatinamente, han ido deformando la figura de un animal tan frecuente en nuestro medio, como podría ser un perro o un lobo. No obstante, si vamos deshojando esa imagen folclórica, apreciaremos que siglos atrás, era normal que en la oscuridad de la noche, la gente se lo pensara antes de transitar por un camino de herradura en plena montaña, o alejarse del área residencial de su localidad, ya que el miedo a ser atacados por bandoleros o incluso cánidos salvajes, siempre estaba presente.

Por lo tanto, ¿Qué hay de realidad en la leyenda del dip?

A nuestro juicio, tres podrían ser las respuestas, que nos ayuden a comprender, qué base histórica fue el origen de ese animal, que acabó siendo mitificado como una criatura de características sobrenaturales, y que finalmente la literatura de Perucho catapultó.


Perros asilvestrados

Una primera teoría, esboza que la historia del dip, podría tener su origen en la presencia de perros asilvestrados que acabarían insertándose en las montañas de esta región. Tengamos en cuenta que los perros salvajes, son aquellos animales, que estaban domesticados, pero que por cualquier motivo, una vez que se han acabado separando del ser humano, han ido perdiendo los rasgos que tendría cualquier criatura en contacto con las personas.

Sabido es que en estado asilvestrado, estos pueden ser agresivos, atacando a personas, además de crear una jauría. Sin olvidarnos de que también pueden transmitir enfermedades como la rabia, además de parásitos.

Conocidos son los daños que llegan a generar especialmente en ovejas, cabras y animales de corral. Al mismo tiempo, y en esa sociedad de antaño donde la caza era esencial, acababan transformándose en un competidor, que afectaba al mismo tiempo a la fauna del lugar, modificando de este modo el equilibrio ecológico del medio.

El fundamento de esta posibilidad, podría estribar en que siglos atrás, los arrieros en sus travesías por la zona cuando trasportaban sus mercancías, iban además de su caballería para desplazarse, con la compañía de perros auxiliares que efectuaban labores de protección. Es por ello que la pérdida de algunos de estos ejemplares, acabase generando una población de perros asilvestrados en la zona, que si no era controlada a tiempo, podía desencadenar problemas como los que anteriormente hemos relatado.

Sabemos que los mastines acompañaban muchas veces a los arrieros, portando incluso su respectiva carlanca, precisamente por el temor a que los lobos pudiesen atacarles, lo que al mismo tiempo alimenta la hipótesis, de que el dip tuviese su origen en esta última criatura, y que comentamos a continuación.

Ermita de Santa Marina (Pratdip)


Lobos

Ya hemos indicado, que nadie discute como la toponimia es una herramienta de información relevante en el momento de querer conocer una parte del testimonio de ese pasado que muchas veces las fuentes escritas no precisan. Es por ello, que partimos de evidencias, además de incluso relatos hasta bien entrado el siglo XIX, que demuestran como la presencia de lobos en esta zona era una realidad.

La imagen de este animal, con el tiempo fue distorsionándose, probablemente por diferentes situaciones, como podrían ser ataques a personas, algo que nos recuerda a los sucesos acontecidos en la Francia rural del siglo XVIII, con la tan temida Bestia de Gévaudan.

En el caso francés, veremos que se tratará de varios lobos, que durante una serie de años, generaron numerosas bajas en la población rural de la zona por la que se movían. Estos ejemplares tenían la característica biológica de que presentaban un tamaño y peso superior al que podría tener un lobo normal, que para agravar todavía más el problema, se había acabado familiarizando con el consumo de carne humana.

Aleros de algunas viviendas de Pratdip con el conocido detalle de los "dents de llop". Esta forma decorativa se realizaba en la parte inferior de las tejas de las residencias, debido a la creencia de que podía proteger a los inquilinos de la casa de malos augurios u otro tipo de temores


Una hibridación de perros asilvestrados y lobos

Partiendo del supuesto de que en estas montañas hubiesen perros que se perdieran en las travesías de los arrieros, y que muchas veces solían ser ejemplares de mastín, no es descabellado plantear que estos se acabasen cruzando con el lobo, ya que genéticamente esto puede suceder.

Esta hipótesis ha servido al mismo tiempo para intentar explicar que el aspecto del dip no fuese estrictamente el de un lobo, ni tampoco el de un perro. Al respecto, se sabe que aunque los lobos suelen prescindir de los perros en el momento de aparearse, si la cantidad de canes asilvestrados es superior a la de estos en la zona, es plausible que se gestase un cruce entre ambos.

Pensemos que estas asociaciones, pueden generar un animal corpulento y fuerte, relacionado al mismo tiempo con ese comportamiento que describe la tradición local sobre la criatura mitológica de Pratdip. Es por ello que tanto esta posibilidad, como cualquiera de las dos anteriores, o incluso la convergencia de las tres al mismo tiempo, explicasen la repercusión que la presencia de estos animales, acabase influyendo en la creación de un animal mitológico, que tantas historias y leyendas acabaría inspirando hasta el día de hoy.

David Gómez de Mora


1 Bandolers, llops i vents al Priorat. Jaume Sabater i Alentorn. Dalmau, 2000


Bibliografía:

*Madoz, Pascual (1849). Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar. Tomo XIV

El lobo en el sur de Tarragona (El Montsià)

Ya hemos comentado en más de una ocasión, como la presencia del lobo incluso en las zonas litorales del norte de Castellón, fue una realidad hasta hace poco más de un siglo de historia. Un hecho que nos refleja la documentación como la toponimia de la época, a través de algunas designaciones, que demuestran de manera inequívoca la presencia de este animal.

Obviamente el sur de Catalunya no iba a ser un caso diferente cuando tratamos esta cuestión, especialmente si tenemos en cuenta que encontramos en la franja meridional de la provincia tarranconense, un área montañosa con escasa presencia humana, y por lo tanto, un hábitat idóneo en el que la especie se desplazaría con mayor facilidad.

Así pues, en la vecina Serra del Montsià, todavía han llegado a conservarse algunos topónimos alusivos a este cánido, siendo el caso del mas del llop, el racó del llop y el barranc del llop. Los nombres son como vemos variados, hasta el punto de que dentro del mismo entorno, existen dos barrancos del lobo, aunque ninguno nada tenga que ver con el otro.

Por un lado, estaría el que se posiciona más hacia el sur, ya dentro del término municipal de Alcanar, mientras que el otro, se sitúa hacia la parte norte de la sierra, dentro del término de La Ràpita, en la zona alta de la montaña, no muy lejos de la Foradada.

Obviamente, no debe por este motivo sorprendernos que hasta el siglo XIX este animal frecuentase este paraje como sus alrededores, ya que en ese hábitat contaba con una serie de prestaciones que le permitirían sobrevivir sin muchos problemas, al encontrarse en un terreno abrupto, con presencia de mucha vegetación y fauna salvaje, que además de barrancos y puntos de difícil acceso, era poco frecuentado por personas.

Serra del Montsià (google earth)

La presencia del lobo se ampliará históricamente hasta zonas menos accidentadas, aunque cercanas a este punto, tal y veremos reflejado en el famoso diccionario de Madoz, cuando este al hablarnos de la historia de Amposta, describe como a finales del medievo “El príncipe D. Fernando, enviado por el rey D. Juan II de Aragón, en 1465, contra las pretensiones de D. Pedro de Portugal, y luego el mismo D. Juan, pasaron el Ebro con barcas y sentaron sus reales sobre Amposta; este cerco se hizo difícil de continuar, no solo por los combates que tenían que sufrir, sino también por la frialdad del tiempo, tan excesiva que, según se lee en algunos escritores, acudían al campamento lobos y otras fieras, y hasta serpientes andaban mansamente por el real” (Madoz, tomo II, pg. 253).

Barranc del llop de Alcanar (google earth)

Barranc del llop de La Ràpita (google earth)

Este tipo de reseñas, sirven para comprender como la presencia del lobo, era más normal de lo que nos podríamos imaginar, a pesar de que durante los últimos cien años, este acabase desapareciendo de su entorno natural.

David Gómez de Mora

jueves, 27 de febrero de 2025

Los lobos en Castillo de Villamalefa (hace más de 125 años atrás)

La historia del lobo está plagada de anécdotas y relatos. El caso de la provincia de Castellón es uno más, que como en cualquier lugar donde nos encontramos con este cánido, arrastra un pasado repleto de elementos interesantes.

Si analizamos las crónicas que hasta el siglo XIX nos detallan sucesos vinculados con la presencia del lobo en las inmediaciones de zonas pobladas, no dejan de llamarnos la atención algunas de las referencias que nos han llegado, sobre esta área castellonense en concreto.

Sobre esta cuestión, partimos de testimonios orales que nos verifican como hasta principios del siglo XX, los lobos todavía se dejaban ver en lugares específicos del término municipal de enclaves como Castillo de Villamalefa. Conocemos por ejemplo el caso de una de sus pedanías, Cedramán, ya que durante la segunda mitad del siglo XIX, todavía se llegaban a presenciar lobos alrededor de las casas de esta tranquila zona poblada.

Por aquel entonces, una de las principales preocupaciones, es que estos animales se introdujeran en alguno de los corrales donde los vecinos guardaban su ganado o descansaban los animales con los que efectuaban sus quehaceres agrícolas.

Un testimonio oral nos confirma como hasta principios del siglo XX, en las zonas apartadas y las masías, era todavía posible ver la presencia de algún lobo, fuese bien tanto en el área de Castillo de Villamalefa, como en los adyacentes términos municipales de Zucaina y Lucena del Cid. Otro testimonio nos indica como alrededor de 1880-1900, en el Mas Quemado (Castillo de Villamalefa), los lobos tenían atemorizada a la caballería de los labradores que estaban sembrando o trabajando en esa zona.

Cedramán (Castillo de Villamalefa)

Es por ello que cuando los machos percibían la presencia de este cánido, se alteraban y podían llegar a escaparse, lo que obligaba a que los labradores tuviesen que tenerlos bien atados y controlados, ya que a la mínima intentaban huir del lugar por el miedo a sufrir un ataque.

Madoz (1846-1850) en su Diccionario, comenta sobre Castillo de Villamalefa que “hay caza de perdices, conejos, liebres y palomas con otros animales dañinos, como son lobos y zorras”. En la misma línea estará Bernardo Mundina (1873), a través de su estudio sobre la historia y geografía de los municipios de Castellón, cuando indica de Castillo de Villamalefa que “hay entre sus breñas mucha caza, y algunos lobos y animales dañinos” (1988, 235). Un dato que encaja con el testimonio que relata la presencia del lobo en el Mas Quemado a finales del siglo XIX. Y es que en la zona donde se halla esta masía, todavía se conserva el topónimo de “La Lobera”.

Mas Quemado (Castillo de Villamalefa)

Hemos de pensar que en este lugar había diferentes familias residiendo, por lo que era habitual la tenencia de animales, además de la caballería con la que se trabajaba, atrayendo por esta razón hasta ese punto a los lobos que iban en busca de comida.

Igualmente, dentro del mismo término municipal de Castillo de Villamalefa, existe una zona designada como “La Rabosera, debido a la abundante presencia de zorros, que como sabemos se extendían por todo el entorno.

Sobre Zucaina, Madoz en su Diccionario, indica que “hay caza de conejos, liebres, perdices, palomas, lobos y zorras”, así como Mundina que “tiene algunos montes poblados de bosque, y entre sus escarpadas rocas se crían algunos lobos y zorras” (1988, 681).

David Gómez de Mora


Bibliografía:

*Madoz Ibáñez, Pascual (1845-1850). Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar. Madrid

*Mundina Milallave, Bernardo (1988). Historia. Obra de historia, estadística y geografía de la provincia de Castellón, facsímil de Imprenta y librería Rovira hermanos, 1873. Castellón, por Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Castellón, 693 pp.

jueves, 20 de febrero de 2025

La caça al segle XIX a la Tinença de Benifassà i en els seus voltants

La pràctica cinegètica ha estat essencial al llarg de la història, especialment en un espai com el nostre. És per això, que encara ben entrat el segle XX, serà sabut per la generació dels nostres avis, com d'important era la realització d'aquesta activitat, per a d'aquesta manera disposar d'una font d'aliment a les llars.

Si volem analitzar el desenvolupament de la caça al llarg del passat, veurem que podem parlar de diferents tipus de pràctiques. En el nostre cas, cal destacar bàsicament dues tipologies que han estat les que tradicionalment s'han dut a terme: la de subsistència (per a complementar la dieta proteica) i la del control d'espècies (per a així mantenir vigilades les explotacions agrícoles i ramaderes, ja que antany eren la principal font econòmica per a les famílies en les zones rurals).

Muntanyes de la zona de Bel a la carretera CV-104 (Baix Maestrat). Fins a principis del segle XX en aquest territori hi havia presència de llops

Si analitzem les obres tant de Madoz com Mundina, apreciem com en el segle XIX, en les terres de l'interior de la nostra comarca (Baix Maestrat), i els seus voltants, vorem la pràctica constant entre molta de la seua població de la caça menor com major.

En aquells temps era normal que la gent guardés la carn en conserves, així com aprofités al màxim els escassos recursos dels quals disposava, motiu pel que moltes persones es fabricaven ells mateixos els cartutxos, fonent el plom per a disposar de perdigons, així com recuperant les beines, que els hi permetien comptar amb munició per a així caçar aquell anhelat aliment que tantes alegries reportava a la família quan era servit a taula.

Respecte a la caça menor, veurem com la perdiu, el conill i les llebres, són sense cap mena de dubte les espècies més abundants durant el segle XIX en aquesta àrea. Quant a la caça major, com a forma de subsistència i control, les cabres munteses, com els cabirols, seran els exemplars més esmentats en les cròniques de l'època.

Fredes

Respecte aquelles actuacions dutes a terme amb la finalitat estrictament de regular determinades espècies que podien generar problemes (especialment en les cabanyes ramaderes o corrals), tindrem el cas de la guineu, juntament amb el llop, i que per la seva abundància i danys, eren conjuntament les que més preocupaven als camperols.

El cas de Bel (Rosell) és sense cap mena de dubte el més evident, ja que l'orografia abrupta del terreny i l'escassa densitat demogràfica que històricament ha tingut aquest espai, ha propiciat que entre els seus barrancs i muntanyes, proliferessin fins als primers anys del segle XX exemplars de llops, que en èpoques passades eren temuts pels seus habitants, com especialment per eixos masovers que residien enmig del vast territori natural que presenta la zona.

Adjuntem per aquest motiu un quadre de referències donades durant el segle XIX per autors com Madoz (al seu diccionari) i Mundina (en la obra dels pobles de la província de Castelló), per a què el lector es faci una idea del que en el present article estem comentant.


Municipi

Madoz (1846-1850)

Mundina (1873)

El Ballestar

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Bel

“Caza de perdices, conejos y muchos lobos”

“Barrancos y despeñadores, en los cuales se crían lobos y zorras” (pg. 106)

Boixar

“Hay abundante caza de liebres, conejos y perdices”

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Castell de Cabres

“Hay alguna caza de conejos y perdices”

“Entre sus montes incultos se crían algunos venados” (pg. 173)

Coratxà

“Caza de perdices, conejos y liebres”

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Fredes

“Caza de perdices, conejos, liebres y alguna de cabras monteses y corzos”

“Venados y otra caza mayor que se alberga entre agrietados peñascos” (pg. 305)

Herbers

“Hay caza de conejos, liebres y perdices”

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Herberset

“Caza de conejos y liebres”

-

La Pobla de Benifassà

“Hay caza de conejos, perdices y liebres”

“Es abundante en caza mayor, y se ven con frecuencia trepar por sus breñas ligeros corzos y venados” (pg. 468)

Elaboración pròpia

David Gómez de Mora

Apuntes sobre el jabalí

Uno de los animales que arrastra una historia increíble en el mundo occidental, es sin lugar a duda el jabalí. Un mamífero presente en bastantes zonas de nuestro planeta, característico por su rapidez, fuerza y afilados colmillos.

El simbolismo de esta especie a lo largo de las diferentes culturas, ya queda plasmado en muchas de las pinturas rupestres que existen en múltiples cavernas, donde esta criatura ha sido inmortalizada. Se conoce una representación de este animal, fechada en 45.000 años en la Isla de Célebes (Indonesia), siendo considerada por muchos expertos como una de las obras de arte figurativo más antiguas del mundo1.

Esta importancia seguirá viéndose presente a lo largo de la Prehistoria, como ocurre por ejemplo en la Cueva de Altamira, así como en cantidad de relatos e historias, que nos retrotraen a la Grecia Clásica, a través del famoso mito del jabalí de Erimanto, una criatura que vivía en un monte de la Arcadia, que se alimentaba de personas y que gracias a sus poderosos colmillos, era capaz de lanzar por los aires árboles de raíz. Finalmente, Heracles, en uno de sus doce trabajos encargados por Euristeo, consiguió cazarlo.

Escultura de un jabalí del artista zamorano Baltasar Lobo

Apreciamos cómo el jabalí es una de esas criaturas que irá calando en las diferentes culturas que se fueron asentando en nuestro territorio. Simbolizando esa ferocidad y valentía con la que en determinados momentos puede embestir contra una persona.

Durante el medievo, y tras la ocupación musulmana de nuestro territorio, sabido es que el consumo de la carne de jabalí o su comercialización, estará prohibido de acuerdo con el Islam por considerarse impura2. Hecho que a los historiadores siempre nos debería hacer reflexionar cómo veremos en el caso del cerdo (Sus Domesticus), en el momento en que aparecen restos de este o del jabalí en yacimientos arqueológicos fechados durante los siglos VIII-XIII (al menos en nuestra franja territorial). Y es que si estos muestran marcas de consumo humano, lo más probable es que nos encontremos ante pobladores mozárabes (es decir, cristianos que vivieron bajo el dominio del Islam).

Así pues, para nosotros no cabe ninguna duda, como ya algunos expertos han señalado, que la presencia de restos arqueofaunísticos con evidencias de consumo alimenticio en ese periodo, son señales inequívocas de poblaciones cristianas presentes en ese lugar. Igualmente, sabemos de la misma forma por el libro de Levítico y las leyes judías, que el consumo de este animal también estaba prohibido entre estas comunidades religiosas por considerarse impuro, de ahí que por mucho que se intenten forzar planteamientos extravagantes con tal de suprimir la presencia de mozárabes durante el periodo señalado en esta zona, queda claro por ese contexto cultural y religioso, que podemos replantear muchas de las interpretaciones arqueológicas que hasta el presente siguen efectuándose, sobre la inexistencia de cristianos residiendo en el territorio valenciano durante ese intervalo de tiempo.

Esto no impedirá y especialmente en siglos posteriores, que el jabalí siguiese siendo representado en obras artísticas, que van más allá de cuadros de escenas cinegéticas o azulejos cerámicos, estando presente incluso en trabajos de piedra, a través de emblemas heráldicos, o en la decoración de templos religiosos por el simbolismo que aguarda, como en otros muchos espacios, que no hacen más que demostrar la importancia que este ha tenido a lo largo de la historia.

En el cristianismo, sabemos que con el trascurso de los siglos, el jabalí irá cargándose de una connotación negativa, asociándose con pecados capitales como la lujuria, la envidia y la gula. Todo ello sin olvidarnos de que este aparece en las Sagradas Escrituras, más concretamente en el libro de Salmos (80:13), cuando se indica que la especie generaba destrozos en los viñedos.

Por otro lado, en el mundo de la caballería, el jabalí no será visto con malos ojos, tal y como se desprende por armoriales y tratados heráldicos, siendo por ello un signo identificativo de muchas familias de la nobleza española, vinculándose de este modo como una especie atrevida, que embiste sin temor a su enemigo con toda la fuerza que puede.

Respecto a la parte biogeográfica, sabemos que en las tierras del norte de Castellón, el jabalí ha estado presente en esta área desde antes del asentamiento de los diferentes pobladores que integrarán  nuestra historia.

Como es de imaginar, en muchos momentos del pasado, dependiendo de la gestión cinegética y del estado en el que la agricultura se encontraba, su población iría variando. Y es que, aunque hoy a muchos les cueste de imaginar, por ejemplo, hace menos de un siglo, el número de jabalíes en nuestra zona, se hallaba en cifras mínimas.

Conocemos testimonios de cazadores, que en zonas como la Sierra de Leyre (una cadena montañosa navarra, denominada por muchas personas como “el reino del jabalí”), cincuenta años atrás, la cantidad de cerdos salvajes abatidos era escasa si la comparamos con las elevadas cifras que hoy conocemos. No es por ello un hecho casual, que la Dirección General de Tráfico ha comenzado a establecer a lo largo del país, multitud de señales donde se representa este animal, debido a la sobrepoblación que existe de la especie, puesto que es sin lugar a duda, uno de los representantes de fauna salvaje que mayores problemas genera a los conductores, hasta el punto de que es el animal que más siniestros provocó el año pasado con un 36% de la siniestralidad, seguido del corzo (26%)”3.

lineadirectaaseguradora.com/sala-de-prensa/-/animales-en-la-carretera

A esto cabe añadir que los siniestros de tráfico provocados por los animales crecieron un 40% en 2021, respecto a 2019, último ejercicio sin impacto de las restricciones de movilidad por la pandemia, y un 60% respecto al ejercicio anterior. Así lo puso el pasado mes de abril de manifiesto el V Informe del Centro de Estudios y Opinión Ponle Freno-AXA de Seguridad Vial sobre colisiones de vehículos contra animales”4.

No hemos de olvidar que las especies silvestres causaron la muerte de 12 personas y dejaron heridas a mil, en los 600 accidentes que tuvieron lugar en las carreteras españolas en el año 2022. Estadísticas oficiales revelan que los atropellos de este tipo se han duplicado desde 2015, llegando a un promedio de 80 al día, una cifra estremecedora”5. Todo esto sin olvidarnos del daño que de por sí causan en zonas rurales, donde la agricultura en muchos casos es el único sustento económico que mantiene a la población de ese lugar, además de los riesgos sanitarios que estos pueden acarrear, como la transmisión de enfermedades a animales domésticos e incluso a personas (con la famosa triquinosis), junto una mayor cantidad de parásitos como las garrapatas. Una problemática que ya no solo afecta a las zonas rurales, extendiéndose a mayor escala, puesto que los jabalís frecuentan sin ningún problema áreas urbanas, llegando a presentarse en la misma línea de costa, como pudimos comprobar en verano de 2024 en la playa de Peñíscola6.

David Gómez de Mora


Referencias:

1elpais.com/ciencia/2021-01-13/la-pintura-de-un-jabali-de-hace-45500-anos-es-la-obra-de-arte-figurativo-mas-antigua-del-mundo.html (Juan Miguel Hernández Bonilla)

2lavanguardia.com/vida/20180131/44425362156/matanza-de-jabalies-en-el-mundo-musulman.html (Mohamed Siali)

3revistajaraysedal.es/senal-trafico-nueva-jabali/ (Javier Fernández-Caballero)

4Idem

5club-caza.com/article/art/28679 (Bea Rosete)

6 elperiodicomediterraneo.com/comarcas/2024/09/02/manada-jabalis-turistas-paseo-maritimo-peniscola-castellon-dv-107681231.html (Francis Aznar)

jueves, 6 de febrero de 2025

La previa al carlismo. La Guerra dels Malcontents

El levantamiento ultraabsolutista del año 1827, será sin lugar a duda un punto de arranque del ideario carlista que escasos años más tarde se manifestará en nuestro territorio, a través de las diferentes contiendas que tuvieron dividido a nuestro país.

Como sabemos, muchos de los integrantes de aquel movimiento contra las políticas liberales, eran integrantes de las filas Realistas que combatieron con anterioridad contra el gobierno reformador del Trienio Liberal.

Si queremos profundizar sobre los diferentes factores sociales, económicos y políticos que nos permiten entender con mayor detalle, las causas y consecuencias de las guerras carlistas en nuestro marco local, creemos que la Guerra dels Malcontents es esencial, para así partir de un escenario inicial.

Aunque nos encontremos ante un fenómeno que abarca un periodo breve de tiempo, y que tuvo una mayor resonancia en el territorio catalán, el hecho de su cercanía geográfica, ya que precisamente en las tierras del Obispado de Tortosa fue donde este germinó (lo que por tanto también inmiscuye a la franja litoral de Vinarós-Peñíscola), explican la necesidad de tenerlo presente.

El desengaño de las políticas liberales, y la dificultad con la que podían calar las ideas reformistas, en una sociedad claramente arraigada a la fe católica y la tradición, explicarán la aceptación de una forma de pensamiento que proclamaba abiertamente vivas a Carlos V, a la religión y a la Santa Inquisición.

Por aquellas fechas, la masonería había comenzado a invadir muchos de los grupos de poder que influían en la política del país, hecho que obviamente preocupaba a una población que veía como las directrices de los altos mandos, ponían en el punto de mira a una sociedad ruralizada y cristiana como la nuestra. Obviamente, la desconfianza no se hizo esperar, especialmente entre aquellos que aceptaban con agrado la figura de Fernando VII. Llegando por esta razón, incluso a pensarse que este se encontraba “secuestrado” por el gobierno, cosa que como se verá, era una falsa idea, que obedecía más bien a su incompetencia como gobernante, que a la percepción tenida por los ultraabsolutistas.

Cuadro de David Wilkie. Representa la reunión en una posada del mando de un grupo guerrillero (¿de los «agraviados»?) entre los que se encuentra un fraile. Fuente: Wikipedia.org

No faltaban desde luego motivos para preocupar a una sociedad, que veía cada vez de una forma más clara, como el daño infringido desde las medidas políticas y sociales, generaba consecuencias nocivas en esas zonas apartadas de las urbes.

La agitación general a la que se vio sometido el territorio catalán, fue tal, que en nuestra área limítrofe de las tierras castellonenses, esta se presenció de forma clara, aunque matizando, que de un modo más leve si se pretende comparar con los casos ocurridos en el septentrión vecino.

Aquella rebelión promovida por los sectores más conservadores, se dio por acabada en el mes de octubre de 1827, cuando sabemos que muchos de los ultraabsolutistas fueron represaliados, llegando incluso alguno de los principales cabecillas a ser fusilados.

En esta lucha de intereses, apreciaremos diferentes agentes, como ocurrirá con el clero más conservador, el cual se alineó con el movimiento de revuelta antiliberal, habiendo por ello en nuestra franja geográfica, diferentes personalidades que no dudaron en apoyar al pueblo, y por tanto sumirse en la causa. A todo esto, cabe añadir, una masa social donde el campesinado humilde (jornaleros) y familias de militares que habían ido a menos, veían en aquel estallido, una forma de canalizar su malestar con el gobierno español, que cada vez apoyaba más la desfragmentación del modelo tradicional, favoreciendo un ideario afrancesado, que poco tenía que ver con los valores impregnados por sus abuelos.

Creemos por ello que no será para nada un fenómeno casual, que el movimiento carlista vivido durante la primera contienda, cogiera mucha fuerza en esta zona meridional tarraconense, como también en las tierras del norte castellonense, donde emergerán personajes como el célebre don Ramón Cabrera años después. Para nosotros todo esto será un claro ejemplo de la marcada idiosincrasia, forjada gracias a la tradición y el amor por la religión, que desde muchos siglos atrás siempre se tuvo en esta región. Esto obviamente conectará con esa resistencia incluso finalizada la primera carlistada en 1839, ya que tanto en las tierras dels Ports de Morella como en el Baix Maestrat, algunos guerrilleros se mantendrán en pie, hasta casi coincidir en el tiempo con la llegada de la segunda guerra carlista.

Durante la Guerra dels Malcontents, pudo comprobarse la situación de descontento en la que se encontraba sometida la sociedad catalana, como resultado de las políticas reformistas y la herencia desastrosa del Trienio Liberal.

Cierto es que las autoridades alineadas con el gobierno, y por tanto, contrarias a estos alzamientos, abortaron intentos de sublevación en nuestra región. Siendo constantemente una preocupación, que los ultraabsolutistas consiguieran tomar un enclave estratégico como Peñíscola, el cual siempre se protegía con mucho recelo, de la misma forma que ocurriría posteriormente con las guerras carlistas, ya que en caso de dominarse, podía sin lugar a duda cambiar el curso de cualquier conflicto bélico en nuestro territorio.

David Gómez de Mora