El linaje de los Lizcano está
documentado en Piqueras desde los inicios del siglo XVII, a través de la figura
del señor Antón de Lizcano, por lo que pensamos que sus miembros vendrían
estando asentados en este lugar, al menos desde la segunda mitad del siglo XVI.
Sabemos por nuestros apuntes como por las referencias de los libros de
Buenache, que esta familia era la misma, e incluso llegó a probar su hidalguía.
Este hecho ya nos está determinando una posición social destacada, dentro de lo
que fueron las modestas élites rurales que había en el área.
Podemos señalar que en el caso de
Piqueras como Buenache, los Lizcano obtuvieron cargos destacados dentro de la
política municipal, así como en algunos casos, oficios arraigados con el ámbito
artesanal, cosa que les ubicaba en una posición ligeramente superior a la del
resto de las gentes que debían realizar duras tareas vinculadas con el
campesinado. Ese será por ejemplo el caso del referido Antón de Lezcano,
carpintero y propietario de un taller, y que en ocasiones veremos cómo sus
descendientes, adoptan el apellido Lizcano, siendo el mismo en realidad, y
desde el que hemos podido probar una descendencia genealógica que nos conduce
hasta los últimos Lizcano de Piqueras.
No obstante, si por algo se
caracterizaron sus miembros, fue precisamente por la acumulación de patrimonio
agrícola, que les servirá para controlar las superficies de cultivo del
entorno, llegando de este modo a ser terratenientes destacados entre los siglos
XVII-XIX. No consideramos por ello casual que algunos de los enlaces
matrimoniales que realizarán con otras familias de labradores, giren en torno a
miembros de la burguesía rural de la zona. Este modelo de economía local les
sirvió para mantener su estatus de modo efectivo durante diversas generaciones en
algunas de las líneas de Lizcano antiguas que había en Piqueras.
Hechos como por ejemplo el pago
de misas destacadas, los cargos locales ocupados o detalles como la posesión de
un lugar de enterramiento en un espacio concreto de la iglesia, muestran ese poder
del linaje en el marco local.
Hemos de decir que los Lizcano no
llegaron a proyectarse con fuerza fuera de este territorio, suponemos que
debido a ese acomodamiento que tenían en el área circundante de Buenache y
Piqueras, fenómeno que explicaría la escasez de personajes de la familia fuera
de ese radio de influencia, independientemente de su reconocimiento como
caballeros hijosdalgos de las tierras vascas.
Tronco del linaje Lizcano de Piqueras (siglo XIX). Apuntes de la genealogía familiar (elaboración propia)
Como decíamos, los Lizcano tenían
varias sepulturas dentro de la iglesia parroquial a lo largo del siglo XVIII, es
el caso de Gabriel de Lizcano, quien ocupaba la cripta que había en la segunda
fila, primera a la izquierda por el lado de la epístola, así como Antón de
Lizcano, quien tenía su tumba en la tercera fila, justo en el sexto lugar a la
izquierda del lado de la epístola.
Otra tercera propiedad de la
familia se hallaba en la cuarta fila, segunda cripta por la derecha, en el lado
del evangelio.
Sabemos que la cripta
perteneciente a la segunda fila, como la referida de la cuarta eran propiedad
de Gabriel de Lizcano, padre e hijo. Será precisamente uno de ellos, el que
fallece el 22 de septiembre de 1732, y deja un pago total de 140 misas. Cifra
remarcable, que de nuevo vuelve a apuntar el poder de la familia. Decir que
precisamente las tres primeras filas eran las más codiciadas, y que obviamente
no todos los vecinos tenían “la suerte” de poder enterrarse dentro del edificio
sagrado, de ahí que para sus habitantes ocupar un lugar dentro del mismo, no resultase
una cuestión baladí. Otros miembros que vemos con pagos elevados de misas en los
libros de defunciones son Juan de Lizcano, quien paga 90 misas en 1671; Gabriel
de Lizcano, con 81 misas en 1675 y Antón de Lizcano, con 84 misas en 1684.
Para finalizar, añadir que se
puede confirmar que todos los que somos descendientes de piquereños, venimos
del referido Antón de Lizcano, tal y como apuntan los libros parroquiales. Igualmente,
de dicho Antón, nacerá un descendiente que nos conducirá hasta un personaje que
vivió entre la segunda mitad del siglo XVIII y primera del XIX, y del que
procedemos todos. Este dato pude confirmarlo gracias al cruce de nombres y
fechas de los referidos libros, así como por mis anotaciones, junto la consulta
de los libros del Registro Civil, que gracias a la inestimable ayuda del Ayuntamiento
y de David Santiago, me permitieron confirmar que los Lizcano de las últimas
generaciones, venimos de una misma persona, se trata de Pedro de Lizcano y su
esposa Trinidad García. Este vecino durante los primeros años del siglo XIX
tuvo dos hijos, de quienes surgirán las diferentes líneas de Lizcano que
vivieron en dicha centuria como la posterior. Será pues este antepasado, quien
nos permitirá guardar un parentesco común, a todos aquellos que podemos decir
con orgullo que portamos sangre de algún Lizcano que vivió estos últimos siglos
en Piqueras del Castillo.