Los registros de la
Orden de Montesa reflejan la evolución de la población durante el siglo XV. Lo cierto es que en esa centuria se viven diversas situaciones que dibujan un
período repleto de pérdida y estancamiento demográfico. Un fenómeno fácil de
entender, si tenemos en cuenta que el siglo XIV fue también duro ante la
aparición de riesgos biológicos de esta índole, y que quedan perfectamente
reflejados en los datos de localidades vecinas, como sucede en el caso de
Benicarló, Peníscola o Sant Mateu.
Sabemos que la peste y los intervalos climatológicamente
adversos, se traducirán en una alta mortalidad, que imposibilitará un
crecimiento de las "nuevas alquerías" cristianas, y que a su vez repercutiría en
la economía de la zona, de ahí que la capacidad de recuperación y consecuente
aumento demográfico sea uno de los principales inconvenientes por los que se
verán afectadas aquellas localidades, y que en muchas ocasiones se estancarán, a pesar de que la natalidad fuese bastante
elevada. Posiblemente ese será el escenario que vivirá Vinaròs durante el siglo XV.
El
triunfo de la muerte (Brueghel)
Ya hemos comentado en más de una ocasión que a mediados
de dicha centuria teníamos la sospecha de que algunos brotes de peste podían
haber sido los responsables de esta situación, no obstante, en esta ocasión nos hemos topado con
una cita documental de notable interés, en la que para suerte nuestra, se hace
una mención directa de dicho fenómeno. Concretamente a
través de un texto presente en un documento del Arxiu Històric de la Ciutat de
Barcelona, donde en una carta que envía la reina María a los consejeros de la
ciudad condal, la monarca está un poco molesta por tener que cambiar las cortes, a pesar de que según parece en 20 días no se había muerto nadie de peste.
Ello nos evidencia una vez más que este tipo de fenómenos
fueron una realidad a la que se tuvieron que enfrentar las poblaciones de esta
franja territorial, pero que como resultado de que nos movemos en un período
bastante complejo de estudio (debido en parte tanto a la paleografía como a la
escasez de información documental que se conserva en este lugar), hacen que
simplemente sólo podamos intuir algunos datos mediante parámetros indirectos, pero que en
ocasiones, sirven para esclarecer y despejar diversos interrogantes que se
puedan ir presentando.
Tengamos en cuenta que la exposición geográfica (mar y tierra)
en la que se encuentra el enclave de Vinaròs, lo convertirían en un espacio más
propenso en cuanto al riesgo de recibir un contagio de este tipo. Si a ello
añadimos las precarias medidas de higiene que se desarrollaba dentro de una
modesta trama urbanísticamente cerrada, tenemos pues suficientes argumentos,
que ayudan a entender la propagación y consecuencias de las epidemias en
lugares como este.
David Gómez de Mora