Seguro que muchos de nosotros alguna vez
hemos oído diferentes expresiones tales como “hacer la pelota”, “así se las
ponían a Fernando VI” o la de “si un gobernante no entiende de Ajedrez, ¿Cómo
puede gobernar un reinado?”...
Lo
cierto es que todas estas frases tienen algo que ver con la nobleza, y en especial
sobre los dos juegos que en este artículo vamos a esbozar.
Para
muchas personas el origen de la expresión hacer la pelota podría estar
relacionado con aquellos aristócratas que cuando jugaban una partida al billar contra el monarca,
intentaban dejar la bola (o tal y como se denominaba en aquella época en este
país -pelota-), en un lugar cercano al
orificio para que luego a éste le resultara mucho más fácil introducir, o
también facilitarle la carambola (dependiendo de la modalidad que se practicase).
Fenómeno idéntico sucedía con Fernando VII, un gran aficionado de este juego, y
a quien muy a menudo sus rivales le dejaban preparada la jugada.
En
el ajedrez ocurría algo similar, aunque la seriedad y el prestigio con el que
muchos se implicaban, hacía que un notable número de jugadores lo interpretaran
como un escenario que simulaba la propia vida del pueblo, de ahí que el mismo
Rey Khusro II entendiera que este juego era una ejemplificación de la sociedad
que existía en aquella época, hasta el punto de que el gobernante que no
entendiese su simbolismo y práctica era incapaz de llevar las riendas de su Reino.
Luis XIV de Francia
jugando al billar (grabado francés)
Respecto
al billar sabemos que se trata de un juego difundido en círculos cerrados del
ámbito nobiliario. Sabemos que Luis XI lo practicaba
con asiduidad. Del mismo modo Luis XIII se convertirá en un gran aficionado,
siendo quien le dará una mayor difusión entre los cortesanos.
Pero
sin lugar a duda el ajedrez podría definirse como el juego que ya desde tiempos
más lejanos mantendrá entretenida a la aristocracia, siendo prácticamente
relegado sólo a este grupo social hasta el siglo XVIII, ya que sus mayores
seguidores serán nobles y clérigos cristianos. Dicha centuria marcará un punto
de inflexión, puesto que a partir de la misma, el ajedrez comenzará a
extenderse entre todos los eslabones de la población.
Si
en la corte de Felipe II tuvo muchos adeptos, ya desde tiempo antes (durante la
baja edad media), la influencia árabe jugará un papel muy importante hasta
hacerlo llegar a todas las casas reales de Europa.
Simplemente
hay que recordar el “libro del ajedrez, dados y tablas”, ordenado por Alfonso X
el sabio durante la segunda mitad del siglo XIII. Una obra con casi un centenar
de páginas y 150 ilustraciones, que junto con problemas de ajedrez, acabará
conociéndose por todo el viejo continente. En este libro también se habla del
backgammon, un juego de mesa muy querido y practicado por la nobleza del
momento.
Una partida de ajedrez entre nobles extraida del Ludus scacchórum
Son
muchas las partidas que se han registrado, y que han marcado un antes y un
después en la historia de este juego, aunque sin lugar a duda, hay una de ellas que se lleva la palma. En
este enfrentamiento tendremos la presencia de tres personajes, dos de ellos
pertenecientes a la nobleza. Concretamente nos estamos refiriendo a la partida efectuada entre un
hombre que según diversos grandes maestros, han llegado a considerarlo como el
mejor jugador que ha habido hasta el momento en toda la historia de este juego:
Paul Morphy, contra dos oponentes aristócratas, el Duque de Brunswick y el
Conde de Isouard, quienes de modo combinado realizaron una partida en la ópera
de París, mientras se realizaba un descanso de la representación del “Barbero
de Sevilla”, en el palco del mencionado Duque.
El célebre ajedrecista húngaro Géza Maróczy, llegó a calificarla
como una de las mejores y bonitas que se han sucedido en la historia de este
juego. El resultado fue la victoria del genio norte-americano.
Dejamos
a continuación este enlace, en el que se describe con perfecta precisión, la
manera en la que se desarrolló el histórico duelo: https://www.youtube.com/watch?v=KQedoKen3Ic
David Gómez de Mora