domingo, 23 de mayo de 2021

San Pedro y la isla de Tabarca

Otra de las advocaciones veneradas en este municipio desde sus inicios es la figura de San Pedro. Pescador al que todos los tabarquinos asociaban con el oficio que a éstos y sus familias les permitía subsistir como podían.

La devoción por el santo viene desde los orígenes en que se puebla la isla, de ahí que no sorprenda que éste sea uno de los titulares de la iglesia, además de habérsele dedicado unos gozos, junto con una capillita en la puerta de San Miguel, y que como sabemos era la principal zona portuaria con la que la isla contaba antaño.

Como decíamos, Pedro, también conocido como Simón, era pescador en el Mar de Galilea. Según la “Leyenda Dorada” de Santiago de la Vorágine, San Pedro se distinguió de entre todos los Apóstoles por ser el que mayor admiración profesaba por Cristo. Pedro fundó la iglesia en Antioquía en tiempos de Claudio, luego se dirigió a Roma para enfrentarse con Simón el Mago y allí predicó el Evangelio hasta ser detenido y martirizado por Nerón.

Capillita dedicada a San Pedro en la isla de Tabarca (imagen del autor)

San Pedro fue encarcelado por el emperador Nerón, junto a San Pablo. Incluso se cree que fueron martirizados el mismo día. Cuando salió de la cárcel, donde había sido encerrado, se encontró a Cristo en el camino portando la cruz. Entonces Pedro le preguntó: ¿Quo Vadis Domine? (¿dónde vas señor?), a lo que Cristo le respondió que iba a Roma a ser crucificado. El martirio de San Pedro fue también en la cruz, que era costumbre habitual para quien no era ciudadano de Roma, pero, a diferencia de Cristo, que fue crucificado de pie, él pidió ser martirizado al revés, para luego reunirse así con Dios en el Cielo.1

San Pedro se representa artísticamente en el momento de la Transfiguración de Cristo; así como en el episodio en donde encontró en la boca de un pez la moneda con la que se debería pagar el tributo; también aparece con un gallo, recordando el momento en que negó a Jesús tres veces antes del amanecer; recibió de Dios las llaves del Reino de los Cielos: una de oro (evocando el poder de la absolución), la otra de plata (y que simboliza el poder de la excomunión); otras iconografías en las que aparece son el momento de la Liberación, después de ser apresado por Herodes Agripa, en el “Quo Vadis domine” y en su crucifixión.2

David Gómez de Mora

Referencias:

1 Santiago de la Vorágine, La leyenda dorada, (traducción del latín de Fray José Manuel Macías) Vol I, Madrid, Alianza, 2016, p. 351.

2 Juan Carmona Muela, Iconografía cristiana. Guía básica para estudiantes, Madrid, Istmo, 2001, p. 63.

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).