martes, 8 de junio de 2021

El añil y el encalado antaño en la isla de Tabarca

En las tesis de González Arpide (1981), como más adelante de Pérez Burgos (2016), leemos una parte dedicada a los aspectos que definen la vivienda tradicional tabarquina. Como todo pueblo marinero, las características que apreciamos en la isla, se ciñen dentro de las líneas insertadas en la mayoría de casas de pescadores. 

Hábitats modestos arquitectónicamente tanto por fuera como por dentro, partiendo de una planificación urbanística, que en el caso que nos ocupa, viene delimitada por las órdenes establecidas tras la colonización del lugar durante el siglo XVIII. Las residencias, adaptándose a la trama amurallada, y resultando prácticas para los inquilinos de acorde a sus necesidades diarias, se cimentarán con la consolidación de piedras de mampostería, barro y argamasa que tal y como solía hacerse a la antigua usanza, servirán para afianzarlas.

Detalle de una ventana en la isla de Tabarca (foto del autor)

Ahora bien, un aspecto que guarda notable interés, es el de su decoración, y que a pesar de los cambios que ha sufrido la trama urbana del lugar, deben enmarcarse dentro de la corriente que se seguirá en muchos otros enclaves de nuestro territorio. Las casas de Tabarca serán austeras y humildes, aunque no por ello dejaremos de ver entre sus calles algunos retazos que habiéndose incorporado más tarde o con anterioridad, nos hablan de una costumbre que salpican a bastantes hogares de nuestro marco geográfico.

Muchas veces nos preguntamos dónde radica la tradición de encalar las casas, así como de repasar determinadas partes con añil (azulete). Cierto es que desde tiempos inmemoriales las viviendas se han cubierto de cal por diferentes motivos. Bien fuese por la discreción y homogeneidad que daban a su conjunto cuando ésta no ofrecía un aspecto portentoso, así como especialmente por las propiedades antisépticas que aporta este producto, sin olvidar su función termoreguladora, pues resulta un buen reflector de radiación solar, proporcionando de este modo una temperatura adecuada a la parte interior del hogar en momentos de elevado calor.

Vivienda en la isla de Tabarca (foto del autor)

Como sabemos ese blanco se complementa con la tonalidad tan llamativa que ofrece el azul en determinadas partes de la fachada, siendo este el caso de los marcos de balcones y ventanas, o la misma puerta de acceso a la vivienda. Este diseño responde a motivos de conservación, pero que también se entremezclan con lo oculto y las costumbres ancestrales. Así pues, existía la creencia de que en aquellos hogares donde los accesos que daban al exterior eran pintados con este tono azulado, funcionaban como elementos protectores ante la presencia de malos espíritus o el mismísimo maligno, impidiendo así su entrada dentro de la vivienda. Igualmente otro de los usos que tradicionalmente se le ha asignado en la franja mediterránea como en otras partes de la península, es su aplicación como repelente contra las moscas, especialmente en lugares donde la economía marinera hacia que éstas abundaran con creces en las entradas y alrededores de las casas, al haber notable presencia de animales como de desperdicios de la materia prima con la que se trabajaba.

David Gómez de Mora


Reseñas:

* González Arpide, José Luis (1981). Los tabarquinos: (estudio antropológico de una comunidad en vías de desaparición. Tesis doctoral. Universidad Complutense de Madrid. 868 pp.

* Pérez Burgos, José Manuel (2016). Nueva Tabarca, patrimonio integral en el horizonte máximo. Tesis doctoral. Universitat d'Alacant. 717 pp.

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).