miércoles, 27 de agosto de 2025

Notas históricas sobre los Mora de Piqueras del Castillo

En alguna ocasión hemos dedicado varias líneas a esta familia piquereña, sobre la que cada vez van apareciendo más datos, que nos ayudan a esclarecer una pequeña parte de las historias de algunos de sus integrantes.

Uno de los que siempre nos ha despertado mayor interés, es la figura de Cayetano de Mora, quien como sabemos fue hijo de Victoriano de Mora y María Antonia Gómez. Cierto es que todavía nos queda por averiguar mucho sobre su vida, no obstante, durante las últimas semanas, hemos ido encontrándonos con diferentes referencias, que junto con lo que conocemos sobre algunos miembros de su familia, nos permiten realizar este pequeño artículo.

Cayetano nació alrededor de los años 1846-1847, teniendo con anterioridad varios hermanos, como María Simona, Valentina, o Victoria, esta última, madre de otro personaje conocido en la localidad, el Tío Simón. Cayetano creció en la localidad de Solera de Gabaldón, de donde era natural su progenitora. Esta era hija de Manuel-Domingo Gómez, quien ostentaba el cargo de Procurador Síndico, y estaba casado con una mujer perteneciente a la familia Carrelero.

Por aquel entonces el linaje de los Carrelero de Solera, era sin duda una de las casas más influyentes de la localidad. Solo tenemos que ver como además de ser propietarios de tierras, en los años treinta del siglo XIX la corporación local estaba representada en buena medida por estos. Nicolás Carrelero era escribano, cirujano y llegó a ejercer como alcalde. Felipe Carrelero también tuvo el bastón de mando, de modo que por aquellas fechas sus nombres aparecerán a menudo en la documentación municipal.

En el año 1836, en pleno conflicto de la primera guerra carlista, la milicia local de Solera estaba principalmente representada por Felipe Carrelero, quien figuraba como sargento segundo y Nicolás, quien lo hace en el puesto de cabo primero. Nadie discutía la importancia que jugarían los Carrelero, de la misma forma que los Gómez que habían entroncado con ellos, y cuyas raíces genealógicas nos conducirán hasta la localidad de Monteagudo de las Salinas.

La familia de los Mora, era sobradamente conocida en los pueblos de la zona, especialmente en la localidad de Chumillas, de donde procedía Victoriano (el padre del anteriormente referido Cayetano). Este señor tenía por aquellos tiempos a su padre como regidor en el ayuntamiento de Solera, y según parece ser, a diferencia de los Carrelero, mostró poco interés en el momento de tener que defender los intereses del gobierno, cuando fue llamado para las quintas del pueblo.

Entendemos que a Victoriano, como otros muchos mozos que no querían prestar servicio en la milicia, poco le interesaban las ideas que por aquellos tiempos se querían impregnar a una juventud, que especialmente en las zonas rurales, durante los tiempos de las guerras carlistas, muchas veces les llevaban a desaparecer del lugar, o incluso mostrar su apoyo por la causa rebelde.

Precisamente, escasos años antes, en esta misma localidad, sucedieron unos hechos que marcarían a fuego a muchos de los vecinos, y es que en una de las casas de Solera, se produjo la heroica resistencia del carlista Nicolás Segovia, en compañía del mítico Cirondo y su hijo. Estamos convencidos, qué situaciones como la vivida durante las Navidades de escasos años atrás, impactaron a muchas personas, que entendían como el rumbo del país, tomaba unos derroteros, que se iban alejando cada vez más del modelo de vida que había imperado durante muchas generaciones en las casas de sus antepasados.

Victoriano, para evadir las obligaciones que le correspondían cuando fue llamado para colaborar con los jóvenes del pueblo, argumentó que no podía dejar tirado a su padre, pues lo calificaba como un hombre sexagenario y pobre, que dependía económicamente del trabajo que este realizaba.

No obstante, entre los miembros de la corporación, y donde precisamente se encontraba gente que a Victoriano lo conocía muy bien, la argumentación rebatía lo contrario, indicando que lo que decía Victoriano era falso, añadiéndose que la familia tenía “labor suficiente propia para mantener mozo y cultivar”, indicando que su casa tenía “labor propia suya (...) y animales suficientes para cultivarlas, y no ser pobre”.

A partir de ahí, poco más podremos saber de este personaje. Y es que Victoriano viviría unos cuantos años más, teniendo varios hijos, entre los que a nosotros nos interesan Victoria y Cayetano. Su esposa María Antonia Gómez, hija del Procurador Síndico Manuel-Domingo Gómez, tras enviudar volvería a rehacer su vida con un molinero integrante de la familia Panadero, el cual ejercía su oficio en la aldea de Huércemes. 

Por aquel entonces Cayetano era un mozo soltero, menor de edad, que se fue a vivir con su madre hasta este pequeño enclave. Sabemos que Huércemes era una aldea compuesta por poco más que un puñado de casas, en las que residían escasas personas, entre las que se encontraba la de los molineros.

Huércemes a mediados del siglo XIX, es descrito por Madoz como un conjunto de siete viviendas, habitado por menos de 30 personas, agregado al ayuntamiento de Campillo de Altobuey, y situado en la falda de un cerro, con un clima frío, y una ermita dependiente de la iglesia de Paracuellos, a la cual iba el cura a oficiar misa únicamente los días de fiesta. Su terreno es escabroso y las tierras para el aprovechamiento agrícola eran poco productivas, estando casi todo el territorio poblado de pinos y arbustos, con una hermosa alameda entre su río y el pueblo. Los caminos que la comunicaban eran de herradura y bastante pésimos, criándose en medio de aquella zona alejada de la mano de Dios, mucha caza de ciervos, venados, tejones, conejos, liebres, perdices, además de animales que generaban daños en los corrales, es decir, lobos, zorros y gatos monteses1.

Finalmente, Cayetano emprendería una nueva vida hacia Piqueras del Castillo. Así pues, en 1868, se registrará un acta de consentimiento de matrimonio con la piquereña Juana de Lizcano y de Zamora. Esta era hija de una familia de labradores con recursos que había en la localidad, fruto de cuyo matrimonio nacerán diferentes líneas del apellido Mora. Por aquel entonces, Cayetano figurará como vecino de la aldea de Huércemes, por lo que al ser todavía un varón menor de veinte años, necesitó ese consentimiento, que le llevará a su madre María Antonia Gómez, declarar en la villa de Paracuellos el día 21 de octubre de ese mismo año, que daba su consentimiento para que casase con su futura esposa Juana.

Escaso tiempo después, la madre de Cayetano y su padrastro de Huércemes, marcharán hacia Piqueras, donde se encargarán de trabajar el molino que había en la localidad. Entendemos que los integrantes aprovecharían sus conocimientos en el oficio, para decidir encargarse de hacerlo ahora en Piqueras. La tercera guerra carlista estallaría, Cayetano ya había sido padre, y pasarán entremedio muchas cosas, hasta que de manera repentina, décadas después, tendremos datos sobre su defunción.

En el libro de defunciones del registro civil de Piqueras2, se recoge la partida de muerte de Cayetano, fechada a 8 de noviembre de 1904. Este figura como un hombre de 58 años, del que se dice “había aparecido sobre el carro que yo conducía en la puerta de su casa el cadáver de Cayetano Mora Gómez de cincuenta y ocho años de edad, casado, labrador vecino de este pueblo y natural de Solera, que según había resultado de la diligencia de autopsia su muerte había sido violenta, ocurriendo según las averiguaciones practicadas sobre las diecinueve del expresado día ocho en el sitio llamado Molino Caído”.

Cayetano dejaría descendientes, como también una de sus hermanas, y que había casado antes que él con otro vecino de Piqueras. Fruto del matrimonio entre esta y Francisco Alarcón, nacería el Tío Simón (sobrino de Cayetano). Simón Alarcón Mora casó con Emiliana Checa y Checa, hija también de labradores de la localidad.

Diseño de la iglesia parroquial de Piqueras del Castillo

Evelio Moreno (2013, 348)3 en su obra sobre el pasado de Piqueras, a Simón llega a dedicarle unas líneas en las que describía a este vecino con las siguientes palabras: “era de esa -rara avis- de piquereños que, teniendo sus tierras y labrándolas de alguna manera, se dedicaron a una profesión distinta de la de labrador, en su caso, la de carpintero. Fue además un poeta ocasional; su vena poética le llevaba a resumir su filosofía vital con aquella frase de: -prefiero ser colorín del pueblo que águila del campo-. Varios legajos fechados el 31 de diciembre de 1924 nos hablan de las relaciones económicas de tío Simón con la Iglesia, en su calidad de sacristán”.

El tío Simón custodió durante algún tiempo los documentos de la Iglesia, junto a un pequeño cuaderno escrito de su puño y letra, que originariamente pudo ser un libro de contabilidad de la carpintería, en el que anotaba los trabajos realizados en su taller, además de acontecimientos ocurridos en el pueblo que le impresionaban. Precisamente, entre la documentación de los legajos variados del Archivo Diocesano de Cuenca4, dimos con otra de esas libretas, que pertenecían a Simón. Esta concretamente recogía anotaciones desde los años 1917 a 1932.

En ella Simón va anotando los trabajos que realiza y repara en su carpintería, mencionando piezas como dentales, astiles para el azadón, arreglos de cunas, mesas, un cargador para la paja, cajas de harina, puertas, canalones para los tejados, pértigos o lanzas de carro, trabajos de corte de pinos, arreglos de cabezales, colocación de ladrillos en las chimeneas, reparaciones de yugos, timones... La lista continúa especificando otro tipo de reparaciones como la del rayo de un carro, una artesilla, una armadera y teleros para el rulo, incluso el mobiliario de la escuela, armarios, asientos, además de también afilar herramientas, y efectuar reparaciones en el molino. También fabricaba marcos para ventanas, y efectuaba reparaciones en los corrales, sin olvidarnos de la realización de los ataúdes para la gente que fallecía.

David Gómez de Mora

Cronista Oficial de Piqueras del Castillo


Referencias:

1 Madoz, 1847, pp. 292-293. Madoz, Pascual (1847). Huércemes. Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar IX. Madrid.

2 Archivo Municipal de Piqueras del Castillo. Libro de defunciones del registro civil, año 1904, fol. 25

3 Moreno Chumillas, Evelio (2013). Crónica de Piqueras. Bubok Publishing S. L., 531 pp.

4 Archivo Diocesano de Cuenca, legajo de papeles varios de Piqueras del Castillo. P-2605

martes, 26 de agosto de 2025

El ciervo en el norte de la provincia de Castellón siglos atrás

El ciervo fue un animal muy vinculado con nuestro territorio siglos atrás, tal y como lo demuestra el registro toponímico de lo que hoy son algunos de los municipios de la comarca del Baix Maestrat.

Sabemos que en los restos de fauna hallados en la excavación del poblado íbero del Puig de la Misericòrdia de Vinaròs, se encontraron una gran cantidad de huesos de esta especie, lo que demuestra que este animal era cazado por los primeros pobladores que comenzamos a tener mejor estudiado en este territorio, es decir, los habitantes de nuestro entorno hace ya más de 2500 años.

Como curiosidad, comentar que en la misma ermita del Puig de la Misericòrdia, todavía se conserva una representación cerámica, que escenifica una escena de caza, donde apreciamos una pareja de estos animales.

Ciervos en el Aran Park

Sobre la población del ciervo en el norte de Castellón, decir que la especie acabó desapareciendo de nuestras tierras en el periodo transicional del siglo XIX al siglo XX, siendo los bosques de la Tinença de Benifassà el reducto natural en el que resistieron los últimos ejemplares.

El avance de la agricultura y consiguiente explotación del medio (al reducirse paulatinamente la masa forestal), sin olvidarnos de la caza a la que se expuso, llevaron a que la especie comenzara a desaparecer. A esto cabe sumar, que los agricultores, verán siempre en el ciervo una amenza que provocaba daños en sus tierras de cultivo, de ahí que la persecución fuese todavía más intensa.

En el caso de las tierras del norte de Castellón, apreciamos como el nombre de este animal aparece en diferentes lugares, siendo el caso del río Cervol y que desemboca en Vinarós, como en la rambla Cervera, y que finaliza su trayecto en la vecina localidad de Benicarló. Esta última toma su nombre del municipio por donde pasa, Cervera del Maestrat, cuya etimología deriva de la palabra “Cervaria”, es decir, tierra de ciervos o lugar donde abundan los ciervos, tal y como ya comentaría Joan Coromines en el Onomasticon Cataloniae (Volum: III Pàgina: 365 Columna: a Línea: 13).

El mismo autor llega a plantear que los nombres de ambos cauces (Cervol y Cervera), se deben seguramente al caso repetitivo de dos ríos casi gemelos, en el que uno da un nombre diminutivo o modificativo del otro, tal y como sucede con el Merdanç y el Merdançol, la Noguera y la Noguerola o Noguereta, el Tajo y el Tajuña, o el Garona y Garonetes (Volum: III Pàgina: 366 Columna: a Línea:1), algo lógico, si tenemos en cuenta que ambos van paralelos a escasa distancia y se enmarcan dentro de una misma tipología de cauces fluviales.

David Gómez de Mora

Referencia:

oncat.iec.cat

La cantera del Vallejo Hondo de Piqueras del Castillo

A una distancia de unos 2800 metros de Piqueras del Castillo, yendo por la carretera que se dirige hasta Barchín del Hoyo, y todavía dentro del término municipal piquereño, encontramos a un lado de esta vía de comunicación, los restos de una antigua cantera. Esta se ubica concretamente en la partida del Vallejo Hondo.

Cantera del Vallejo Hondo en 3D

El material de esta explotación, se caracteriza por su tonalidad clara, disponiéndose al lado de la misma carretera, lo cual favorecía su transporte, ya que de esta forma se cargaba rápidamente en carros, para así transportarlo hasta su destino.

Adjuntamos un mapa del Instituto Geológico y Minero de España, donde puede apreciarse la tipología del material que aflora en ese punto. El mapa corresponde al número 663 (24-26), Valera de Abajo, escala 1:50000.

David Gómez de Mora

Cronista Oficial de Piqueras del Castillo

El lince ibérico y el gato montés tiempo atrás en Vinaròs

Hace ya unos cuantos años (2007), comentábamos al abordar el estudio de la paleogeografía de Vinaròs, como estas dos especies de felinos antaño estaban representando parte de la fauna que era corriente encontrarse en nuestro término municipal. 

Si bien la población del lince ha mejorado su situación respecto tiempos pasados, este sigue sin estar presente entre la fauna de nuestro territorio, concentrándose en determinados puntos de la Península Ibérica como Doñana y Sierra Morena, algo contrario a lo que ocurrirá con el gato montés, puesto que esta especie, a pesar de hallarse en un estado de regresión hace unas décadas, consiguió permanecer en determinados puntos de nuestro territorio, lo que le permitirá todavía habitar en estas áreas costeras.

Lince ibérico (IA)

Tanto el lince como el gato montés han aparecido en los restos del yacimiento ibérico del Puig de la Misericòrdia. Una información que podemos consultar en el estudio de la fauna de este enclave, y que aparece en el informe de los restos óseos, elaborado por P. Castaños Ugarte. Al respecto, entre los restos del lince, se comenta que fue hallado un fragmento de pelvis (Oliver, 1994, 166), así una hemimandibula que conserva el último premolar y la carnicera de un gato montés (Oliver, 1994, 165).

Fuente: Ministerio de Medio Ambiente. Museo Nacional de Ciencias Naturales. Iberlince y Junta de Andalucía (Heber Longás. El País)

La regresión del lince no debe vincularse únicamente a la cuestión de su persecución, sino que también a la destrucción del espacio natural en el que se movía, debido al aprovechamiento agrícola de antaño, así como el padecimiento de diferentes enfermedades, sin olvidar la afección que puede suponer para este animal una reducción de la población de conejos, tal y como ya sucedió con la mixomatosis en los conejos y liebres de tiempos pasados. 

Jiménez (2012, 25), comenta que “para el lince existen pocas referencias antiguas en los montes valencianos. Para el siglo XIX es citado por Madoz (1845-1850) como “gatos cervales” en Castellfort y Millares”. Añadiendo que: “Para el siglo XX las referencias son muy escasas e imprecisas. Valverde (1963) sugiere su presencia en el norte de Castellón, donde dice que se han cobrado algún ejemplar “en los últimos 25 años”, indicando que desde los tiempos de Ángel Cabrera (principios del siglo XX) se habría extinguido en el este de la península “salvo, quizás en un punto cercano a Tortosa” (Jiménez, 2012, 25). 

Prensa antigua de Vinaròs

Respecto al gato montés, veremos que este conseguiría sobrevivir en espacios naturales alejados de la mano del hombre, como puede apreciarse a día de hoy en la Serra de Irta. No hay que olvidar que el cruce con gatos domésticos, como la afección que determinadas enfermedades han podido tener sobre la especie, fueron afectando a su población. Se sabe que el gato montés y el lince pueden dar lugar a situaciones de exclusión competitiva, una característica a tener en cuenta si se quiere entender como era siglos atrás la coincidencia entre ambos animales en un mismo espacio.

David Gómez de Mora


Bibliografía:

*Oliver Foix, Arturo (1994). El poblado ibérico del Puig de la Misericordia. Vinaroz. Associació Cultural Amics de Vinaròs, 241 pp.

*Jiménez Pérez, Juan (2012). “Extinción, recuperación e introducción de mamíferos en la Comunitat Valenciana. Cambios en la fauna y acción humana”, pp. 19-47. En: Jiménez, J., Monsalve, M.A., Raga, J.A. (Eds.) 2012. Mamíferos de la Comunitat Valenciana. Colección Biodiversidad, 19. Conselleria d’Infraestructures, Territori i Medi Ambient. Generalitat Valenciana. València

Las capillitas de pastor

Para muchos de nuestros antepasados, el portar consigo lo que se denomina como una capilla de viaje o capillita de pastor, tiempo atrás era algo más normal de lo que nos podemos llegar a imaginar.

Estas capillitas eran un objeto religioso, muy importante en la vida de los cristianos, que generalmente se componía de un pequeño estuche, que en su interior almacenaba una imagen religiosa, que solía ser más pequeña que la palma de una mano. Estas podían realizarse en madera o algún tipo de metal, aunque también apreciaremos ejemplares trabajados sobre marfil o con metales nobles. En su interior podían contener Vírgenes y Santos, o la imagen de un Cristo crucificado.

Su finalidad era la de permitir a su propietario que este pudiese efectuar oraciones y seguir con sus hábitos religiosos, independientemente de que se encontrase fuera de casa, ya que sus obligaciones laborales no le permitían acudir a la iglesia. Al mismo tiempo, este objeto acababa empleándose como un elemento protector, del que aquella persona nunca se solía desprender.

Precisamente, no es por ello un hecho casual que uno de los nombres por los que estas se conocerán popularmente, sea el de capillitas de pastor. Tengamos en cuenta que las personas dedicadas al mundo de la ganadería, pasaban muchos días fuera de su casa, sirviendo este objeto, como un elemento con el que podían continuar manteniendo sus hábitos católicos, empleándolas como se ha dicho a modo de protector, de la misma forma que un escapulario, una medalla o una cruz.

Las capillitas eran muy bien vistas en los pueblos donde había gente dedicada al cuidado de los animales, ya que como sabemos en algunas zonas del país hasta la primera mitad del siglo XX, todavía quedaban pastores que portaban consigo las denominadas como “piedras de rayo”.

Sobre estas últimas, y que poco tenían de arraigo cristiano, la tradición popular indicaba que otorgaban propiedades protectoras contra las adversidades climáticas a las personas que las llevaban consigo, además de a sus rebaños. Como sabemos, esas piedras, no eran más que hachas neolíticas, de las que la gente ignoraba su contexto arqueológico.

Es por ello que con el trascurso del tiempo, las capillitas de pastor fueron sustituyendo esas creencias ancestrales, fomentando su uso entre la gente del campo, al tiempo que acercaban así a aquellas personas a una correcta práctica de la fe cristiana.

Colección de capillitas de pastor. Museu de les Trementinaires (Tuixent)

En cuanto al aspecto de las capillitas, sus formas podían ser variadas, teniendo casi siempre un estuche o funda en el que se resguardaba la imagen venerada. Las habrá cuadradas, rectangulares o cilíndricas, poseyendo habitualmente un pequeño cierre si estaban en un estuche, que evitaba que se perdiera la imagen de su interior.

Colección de capillitas de pastor. Museu de les Trementinaires (Tuixent)

La vida nómada del pastor, las ingentes horas de trabajo que absorbía la vida rural, o la misma devoción personal hacia una advocación en concreto, eran motivos suficientes para que muchas personas las portasen siempre encima.

En el mundo de la ganadería, el miedo y la inseguridad a la aparición de un sinfín de problemas, motivará a que muchas personas siempre acompañarán sus oraciones o plegarias con esa característica capillita, donde también se podían almacenar breves oraciones escritas.

Muchos pastores y campesinos, las llevaban consigo por el hecho de que la tradición popular recordaba que estas evitaban ser afectado por los daños de una granizada, además de ahuyentar a animales rabiosos o proteger contra los efectos del tan temido “mal de ojo”.

Algunas se llevaban dentro de una bolsita de cuero o en el interior del zurrón, puesto que ocupaban muy poco espacio. Por norma general cuando estas se adquirían, eran bendecidas por un sacerdote.

David Gómez de Mora

Apuntes sobre Alós de Isil y Raimundo de Alós

Como bien recordaba hace ya más de 40 años el historiador vinarocense José Antonio Gómez Sanjuán, la localidad ilerdense de Alós de Isil, es un precioso enclave, que podría guardar un nexo con una parte de nuestra historia durante el momento de su fundación.

Conocida es por muchos investigadores, la cuestión vinculada con la existencia de un caballero que aparece mencionado en las (no exentas de polémica) Trovas de Mn. Jaume Febrer. Y es que ya se ha comentado en alguna ocasión, que la presencia de este linaje de la nobleza catalana, aparece ya documentado incluso con anterioridad a la creación del Reino de Valencia. Este dato es importante tenerlo en cuenta, al margen de la clásica discusión sobre el contenido de esa obra muy relacionada con el historiador, bibliófilo y genealogista Onofre Esquerdo (y que vivió durante el siglo XVII).

Iglesia de Alós de Isil (foto del autor)

Aunque José Antonio Gómez Sanján no indaga muy a fondo la cuestión en un artículo que publicó en el semanario Vinaròs en el año 1983, titulado “Los Alós (III). La cuna de los Alós”, su nombre es indicativo, de que el origen de este linaje, está vinculado con esta tranquila localidad, ubicada a 1270 metros de altura. Para profundizar más la cuestión, varias décadas después, Alfredo Gómez, gran historiador vinarocense e hijo del referido José Antonio, publicó una obra donde aportará más detalles sobre la relación existente entre los Alós y las tierras de Vinarós.

Iglesia de Alós de Isil (foto del autor)

Sobre este lugar, lo poco que podemos decir, y que Gómez Sanjuán ya comentaba, es que esta localidad del Pallars Sobirà, posee una bonita iglesia románica, citada por primera vez en un acta de la Seu de Urgell en los años noventa del siglo XI. No obstante, como veremos, el templo iría sufriendo diferentes fases de reformas, ya que la portada que nos ha llegado, creemos que podría fecharse entre finales del siglo XII o principios del siglo XIII.

Detalle de la portada de la iglesia de Alós de Isil (foto del autor)

Como bien indica el título que dedicó Gómez Sanjuán a ese artículo, los orígenes de este linaje, deberían de buscarse por estas tierras. De la misma forma, conocemos muchas casas de caballeros catalanes, que desde esta franja septentrional fueron descendiendo en su interés por medrar y colaborar con la nueva empresa reconquistadora que emprendió Jaume I. Pensamos que alguno de los representantes de los Alós, arraigarían su pasado por estas tierras montañosas, ya controladas por los cristianos desde tiempos atrás.

Detalle de la portada de la iglesia de Alós de Isil (foto del autor)

Detalle de la portada de la iglesia de Alós de Isil (foto del autor)

Detalle de la portada de la iglesia de Alós de Isil (foto del autor)

Detalle de la portada de la iglesia de Alós de Isil (foto del autor)

Respecto a lo que es la iglesia de Alós, esta se encuentra dedicada a Sant Lliser. Su portada, ofrece una bonita decoración, recordándonos mucho a la de la vecina iglesia de Sant Joan de Isil.

Detalle de la portada de la iglesia de Alós de Isil (foto del autor)


Detalle de la portada de la iglesia de Alós de Isil (foto del autor)

Entre los motivos del arco de la portada de la de Alós de Isil, apreciamos el uso de ajedrezados que se combinan con flores hexapétalas, representándose en los capiteles figuras, tanto de personas como criaturas, que nos sumergen en la moralidad y mentalidad del medievo.

David Gómez de Mora


Referencia:

*Gómez Sanjuán, José Antonio (1983). ''Los Alós'' (III). La cuna de los Alós. Setmanari Vinaròs, pg. 13 - Dissabte, 29 d'Octubre del 1983

lunes, 25 de agosto de 2025

Apuntes sobre el oso en la provincia de Lleida a mediados del siglo XIX

Ayer ya tratamos una entrada relacionada sobre el oso en la Vall d'Arán, a través de algunas de las referencias históricas recogidas sobre esta especie, vinculadas con el área norte de la provincia catalana, hace poco menos de dos siglos atrás.

La situación de regresión vivida por este animal, propició que para impedir su extinción, se hubiesen de reintroducir ejemplares de origen esloveno en los años noventa del siglo pasado, ya que el último oso autóctono del Pirineo, desapareció hace unos 15 años.

Estos nuevos ejemplares, y gracias a los que la población de este animal ha ido incrementándose, fueron en origen dos hembras y un macho. Es importante tener en cuenta que el hecho de que el oso tuviese como uno de sus principales reductos la franja septentrional de esta provincia catalana, es algo lógico, si partimos de las cualidades biogeográficas y geomorfológicas de su medio natural.

La preferencia de este plantígrado por zonas montañosas en alturas que se mueven por encima de los 1000 metros y por debajo de los 1800, así como los paisajes boscosos, con escasa presión demográfica, acompañados por una abundante fauna salvaje y presencia de agua, favorecieron sin duda su permanencia.

La continua práctica de la caza del oso en tiempos pasados, afectó mucho a la especie, al margen de su persecución para garantizar la protección del ganado (junto el interés que despertaba su piel para la confección de alfombras, abrigos y mantas), ya que este siempre se asoció con la valentía y el prestigio. 

Al mismo tiempo, su carne incluso llegaba a consumirse en épocas en las que escaseaban los alimentos, además de utilizarse su grasa para remedios caseros, incluso como lubricante para armas de fuego y otros utensilios empleados en los quehaceres diarios de los campesinos.

En la zona de Alós, Isil, Borén, Sorpen y Berrós Jussà, conocida era su presencia a mediados del siglo XIX. Al respecto, Madoz comenta como en esos sitios todavía quedaban “algunos osos”. Nada extraño teniendo en cuenta que la zona del Pallars Subirà ha sido uno de los espacios en los que la especie resistirá hasta el siglo XX.

Ya comentamos que en la Vall d'Arán (más concretamente en la iglesia de Santa María de Arties), apreciamos en la zona superior de una de las naves laterales, una pintura en la que se representa un oso siendo encañonado por un hombre. Hemos de decir que este no es el único templo del norte de Lleida donde se ilustra a un oso, puesto que en las pinturas de la iglesia románica de Esterri de Cardós también se representa.

David Gómez de Mora


Referencia:

*Madoz Ibáñez, Pascual (1845-1850). Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar. Madrid

La ermita del Apóstol Santiago de Saceda del Río

La importancia que fue adquiriendo esta figura del cristianismo desde la Edad Media, la apreciamos en muchos de los espacios religiosos que veremos a lo largo del país, especialmente en el área geográfica de Galicia. Por otro lado, el papel que a Santiago Apóstol se le asignará como protector para la gente del campo, como aquellos caminantes que se movían por los parajes de estas zonas rurales (muchas veces repletos de peligros), motivarán que se le dedicasen muchas de estas construcciones.

En Saceda del Río, el diccionario de Madoz a mediados del siglo XIX, además de la ermita de San Gregorio y que ya hemos tratado con anterioridad en algún artículo, cita en las afueras de la población, una dedicada a Santiago Apóstol. 

Recreación de la ermita de Santiago Apóstol de Saceda del Río por IA

Esta se ubicaba en la zona de La Vega, siendo descrita en los amillaramientos como una construcción de una sola planta, con una superficie de unos 10 metros cuadrados, lo que vendrían incluso a ser dos menos que la de San Gregorio. La ermita de Santiago tenía como linderos a la derecha el camino de Moncalvillo, a la izquierda el de Huete y a su espalda los Baldíos.


David Gómez de Mora

Cronista Oficial de Saceda del Río


Referencias:

*Archivo Histórico Provincial de Cuenca. Amillaramiento, Ref. H-13702/000. Imagen 35/1131, Saceda del Río

*Madoz Ibáñez, Pascual (1845-1850). Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar. Madrid

domingo, 24 de agosto de 2025

El oso en la Vall d'Arán a mediados del siglo XIX

Leíamos hace escaso tiempo que durante esta primavera se han podido contabilizar hasta 15 osos en el territorio de la Vall d'Aran1, un animal que siglos atrás no era difícil de encontrar en esta área pirenaica.

Si bien la regresión de la especie iba incrementándose a medida que trascurrían los siglos. Apreciaremos como ya entrados en la centuria del XIX, el oso únicamente resisitía en zonas concretas. Un dato que podemos extraer por las referencias de Madoz.

Hoy el oso pardo está catalogado como una especie en peligro de extinción, nada que ver con la situación de tiempos pasados, donde su población era más elevada, lo que motivará que casi siempre fuese visto como una amenaza.

Escultura de un oso en Vielha (foto del autor)

Esto se deberá a diferentes razones, yendo desde el temor por un encuentro con esta criatura, la mentalidad y asociación que se ha tenido históricamente de la especie, además de que era un competidor cinegético que aprovechaba igual que los habitantes de la zona los mismos recursos que ofrecía el medio. Todo ello sin olvidarnos de las incursiones que podía efectuar en las zonas de pasto donde se encontraban los rebaños, así como el especial interés que se tenía por su piel.

Esta serie de motivos, fueron propiciando una idea negativa, que obviamente afectarán en la supervivencia de la especie, especialmente a medida que había una mayor disponibilidad de armas de fuego en las casas, puesto que su captura resultaba más efectiva, a pesar de que se conocen diferentes sistemas de caza y trampas, que ya vendrán recogidos en los tratados cinegéticos de la Edad Media.

Como decíamos, durante el siglo XIX todavía leemos referencias en la obra de Madoz2, en las que se menciona la presencia del oso en localidades del territorio aranés, tal y como apreciaremos en los municipios de Arró y Montgarri.

Oso pardo en el Aran Park (foto del autor)

En el caso del primero, Madoz indica (tomo III) que hay “algunos osos”, así como en Montgarri (tomo XV), que estos existían en la zona. Obviamente, su distribución se extendería a otros puntos del territorio aranés.

Precisamente en Montgarri existe un santuario dedicado a la Virgen de ese lugar. Este se dispone en una zona apta para la explotación ganadera, la cual además antaño permitía que muchos pastores llegaran hasta este punto, solicitando al mismo tiempo a la Virgen la protección de sus cabañas ganaderas. Y es que el temor a que los rebaños fuesen afectados por el ataque de lobos u osos, era algo frecuente en esa época.

Arró (foto del autor)

Tengamos en cuenta que Montgarri se posiciona en una zona apartada, contando además con abundantes zonas de pastos que atraían a este animal, especialmente en temporadas en las que resultaba compleja la obtención de alimentos.

Santuario de Nuestra Señora de Montgarri (foto del autor)

Los frondosos bosques, la disponibilidad abundante de agua y zonas escarpadas, junto una rica fauna, eran sin lugar a duda, motivos que llevaban a que muchos osos buscasen las prestaciones de esta área geográfica.

Área de Montgarri (foto del autor)

Por otro lado, la influencia que jugará la presencia de este animal en el territorio fue tal, que incluso podemos apreciarlo representado en las pinturas de la iglesia de Santa María de Arties, donde se ilustra una escena cinegética, que a falta de un estudio detallado, creemos que podría estar escenificando un cazador encarando su arma contra un oso.

Representación de un cazador y un oso en la iglesia de Santa María de Arties (foto del autor)


David Gómez de Mora

2 Madoz Ibáñez, Pascual (1845-1850). Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar. Madrid

lunes, 18 de agosto de 2025

Saint-Loup y el lobo

La veneración a diferentes advocaciones relacionadas con San Lupo o Saint-Loup (como se denomina en el territorio francés), resulta una cuestión de sumo interés, que nos puede conducir hacia el entendimiento de una problemática del pasado, muy presente durante el periodo de la Alta Edad Media: los ataques de lobos a personas.

Etimológicamente, el nombre Lupo (y que deriva del latín lupus -lobo-), entre la población de aquellos tiempos, era más corriente de lo que nos podemos imaginar. Y es que aunque todo parezca una simple coincidencia, no será un hecho casual, que algunas personalidades que formaron parte de los altos cargos de la Iglesia gala, portadoras de ese nombre, y que posteriormente acabaron siendo santificadas por sus actos en vida, se acabasen vinculando como intercesoras contra los peligros derivados de esos cánidos. Una conclusión a la que hemos llegado, gracias al estudio de algunas de las vidas de varios de esos santos, y que se enmarcan en la hagiografía francesa de los siglos V-VII.

Imagen de “Sant Llop” (protector contra los lobos). Imagen: https://algunsgoigs.blogspot.com/2020/09/goigs-sant-llop-dosrius-maresme.html

Para desarrollar esta idea que planteamos, hemos de partir de un dato de base: los diferentes santos vinculados con San Lupo en lo que será el territorio francés (especialmente tras la caída del Imperio Romano), muchos de los cuales en algún momento de su vida, acabaron enfrentándose contra este animal.

Pensemos que a partir del siglo V, el Imperio Romano se desmorona, de manera que incluso poco antes, como durante lo que serán varios de los siglos venideros, bastantes espacios ruralizados se sumirán en un evidente proceso de abandono, donde el territorio en las zonas rurales fue despoblándose, dando pie a la desaparición de muchos enclaves antropizados, que fomentarán un incremento de la masa forestal, y consiguientemente de las criaturas salvajes que habitarán en sus entrañas.

En resumidas cuentas, una menor presión del ser humano, que derivará en una mayor proliferación de áreas ganadas por la naturaleza, siendo el caso de uno de los grandes depredadores de la cadena trófica: el lobo.

Si estudiamos el santoral francés, y analizamos la importancia alcanzada por algunas de esas advocaciones vinculadas con Saint-Loup (San Lupo), apreciamos la existencia de diferentes Obispos que posteriormente fueron santificados (con un evidente semblante iconográfico por sus atributos), relacionados con historias de lobos, y que marcarán alguno de los hechos milagrosos de su vida.


Los diferentes Saint Loup en el territorio francés

Entre los Saint-Loups o San Lupos que hemos podido estudiar dentro del territorio galo, se han extraído algunas informaciones de interés, relacionadas con la vida de varios de estos santos. Cabe incidir, que no siempre resulta sencillo obtener datos sobre su biografía, por tratarse de personalidades con más de 1000 años de historia, además de que en algunos casos, su veneración se reduce a espacios muy concretos, tal y como por ejemplo observamos en la figura de Saint-Loup-de-Paulhé.

Saint-Loup-de-Paulhé, comparte co-patronato con Saint-Amans de Rodez en esta localidad inmediata a Millau. En este caso, sabemos que Saint-Amans, fue un religioso, que llegó a ser Obispo de dicha Diócesis (quien vivió durante el siglo V), compartiendo junto con Saint-Loup en esta localidad, una devoción que paulatinamente acabó rebasando a este último en importancia, posiblemente al ir perdiendo influencia para sus fieles con el trascurso de los siglos.

Interior de la iglesia de Saint-Amans y Saint-Loup-de-Paulhé (foto del autor)

Esto como veremos, podría responder al desvanecimiento de un riesgo, antaño muy presente, tal y como era la presencia de lobos en zonas ocupadas por personas, y que hasta no hace más de doscientos años, se convirtieron en una auténtica pesadilla para las gentes del lugar. Algo que como sabemos ocurrió entre los años 1799 y 1801, cuando tenemos constancia en la Causse Noir, de la muerte de diversos niños, ocasionadas por un lobo, designado según la historiografía lupina como la Bestia de Veyrau.

Representación heráldica con un lobo rampante en la fachada de la Iglesia de Saint-Amans y Saint-Loup-de-Paulhé (foto del autor)

Pero, volviendo a la figura de Saint-Loup, y su vinculación como intercesor para la protección de las personas contra este tipo de criaturas, apreciaremos que a lo largo del territorio francés, existen otros ejemplos, que a continuación quisiéramos mencionar:

*Saint-Loup de Troyes (nacido en el año 383 y fallecido en el 479), fue Obispo de Troyes. Su onomástica se celebra el 29 de julio, encontrándose estrechamente vinculado como abogado contra diferentes problemáticas, entre las que veremos la protección contra los ataques de lobo.

Conocida es al respecto la leyenda que relata como en el siglo V, en la aldea de Domloup, los lobos aprovechando la amplia masa forestal del territorio donde se asentaban, se habían apoderado prácticamente del lugar, campando por ello a sus anchas, y generando numerosas bajas entre sus vecinos. Finalmente, se cuenta que Saint-Loup-de-Troyes, apareció en el lugar consiguiendo expulsar a todas esas criaturas, devolviendo así la calma y seguridad a sus habitantes. Sin lugar a duda, la denominación con la que se designa a esta aldea es bastante sintomática, pues el término “dom” procede de la palabra dominus o casa, así como loup de lobo.

De la misma forma, tampoco podemos ignorar el nombre de una población, bautizada como Saint-Loup-Cammas, que pertenece al distrito de Tolouse, cuya terminología deriva según la tradición local, de los hechos ocurridos en una época lejana, a un cura de su pueblo. Se dice que este tras ser devorado por un lobo, fue regurgitado vivo frente a la Iglesia del pueblo, gracias a la intercesión de Saint-Loup de Troyes.

El relato popular comenta que fue por ese motivo, que aquel sacerdote, tras volver a recuperar la vida, decidiría alzar un templo en honor a dicha figura religiosa. Incluso a día de hoy, dentro de esta iglesia se conserva una reliquia de Saint-Loup-de-Troyes.

*Saint-Loup-d'Angers, fue un religioso que vivió en el siglo VII y que también llegó a ser Obispo, celebrándose su onomástica el día 17 de octubre. Como en el caso anterior, nos encontramos ante otra figura de la religión cristiana, cuya advocación no será casual que aparezca en una región donde históricamente se tiene constancia de numerosos ataques de lobos, ya que incluso durante los últimos siglos, tanto en lo que respecta a la franja este como sureste del área geográfica, se tienen registradas diversas ofensivas de estos animales.

*Saint-Loup de Soissons (fallecido alrededor de los años 535-540), también llegó a ser Obispo de Soissons. Su onomástica antaño se celebraba el día 19 de octubre. Sobre este personaje, pensamos que tampoco es un hecho casual, que incluso no hace muchos siglos, en la franja meridional de esta ciudad, todavía se registraran diferentes ataques de lobos, que históricamente, vuelven a hacernos que nos planteemos, la alta frecuencia con la que podían producirse este tipo de peligros, en un entorno que disponía de una mayor masa forestal que la que hoy conocemos.

*Saint-Loup de Lyon, fue Obispo de dicha ciudad, viviendo durante el siglo VI. Su onomástica se celebra el 24 de septiembre, y como ocurre con los casos anteriores, la tradición local menciona que en tiempos pasados, los lobos era normal verlos moverse por las zonas alejadas de este entorno, teniéndose referencias incluso de variados ataques, hasta un periodo no tan lejano en el tiempo como lo es el siglo XVIII, concentrándose estos fundamentalmente en lo que será la zona oeste, como también en el área meridional de dicha región.

*Saint-Loup de Chalon-sur-Saône (también conocido como Obispo de esta misma población, nació en Boyer en el siglo VI, falleciendo en el año 610). Se celebra su onomástica el día 27 de enero. Como veremos, este santo acabaría convirtiéndose en una advocación muy relacionada con la protección contra elementos vinculados con el mundo de la naturaleza como los incendios, así como sin poder faltar el caso del lobo, el cual como se ha dicho, podía infligir cuantiosos daños, especialmente en una sociedad económicamente dependiente del sector ganadero como la que existía por aquellos tiempos.

*Saint-Loup de Sens (nacido en Orléans en el año 573 y fallecido en Brienon-sur-Armaçon en el año 623). Fue un clérigo francés, que llegó a ser Obispo de Sens, celebrándose su onomástica el día 1 de septiembre. Es considerado un protector muy efectivo contra los ataques de lobos, además de diferentes problemáticas.

Su relación con el mundo lupino es tal, que incluso en Cataluña hemos encontrado diferentes lugares que mantienen esa devoción hacia este mismo santo. Es por ello, que nuevamente consideramos que no es un hecho casual, que en este entorno del territorio francés, antaño muy frecuentado por los lobos, acabase apareciendo una veneración hasta un santo que defendía a la gente de los ataques de estos cánidos. Sabemos que el daño infligido por estos animales sobre la población fue tal, que incluso muchos siglos después, se conocerán numerosas bajas, ocasionadas por algunos lobos, siendo un claro ejemplo, lo que se conocen como las “bestias de Orleans”, y que sembraron el terror en la región, durante diferentes intervalos de tiempo, entre los siglos XVII y XVIII.

*Saint-Loup de Limoges (Obispo de dicha ciudad, que falleció en el año 632). Su onomástica se celebra el día 22 de mayo. Ignoramos por ahora datos relativos a su vida, que nos permitan ahondar en cuestiones como las que aquí estamos planteando, no obstante, a tenor de la línea expuesta, creemos que al menos antaño, esta imagen podría guardar ciertos paralelismos, con esa protección hacia los ataques de animales salvajes.

*Saint-Loup de Bayeux (fue Obispo de Bayeux durante el siglo V). Su onomástica se celebra el día 25 de octubre, y sin lugar a duda, por su historia, se le puede considerar otro santo protector contra los lobos. Se cuenta, que este cristiano luchó contra un lobo monstruoso que tenía atemorizada a la población del área de Bayeux.


Sant Llop o San Lupo de Sens en el territorio catalán

Siguiendo con la hipótesis hagiográfica que planteamos en el presente artículo. Insistimos en que no nos parece un fenómeno casual, que diversos de estos santos, sean finalmente advocaciones veneradas en enclaves donde históricamente se han registrado datos de ataques de lobos, en los que se relatarán esas intervenciones salvaguardadoras, que tras su santificación, acabaron popularizando más si cabe su devoción.

Como ya se ha indicado, el periodo de existencia de la gran mayoría de estas personalidades, se produce durante los siglos V y VI, un momento clave, precisamente por ese abandono del territorio tras la caída del Imperio Romano. Esto propiciará un incremento de la fauna salvaje, hasta el punto de que la abundante presencia del lobo incrementará la amenza, tal y como se verá en la época de Carlomagno, es decir, ya entre los siglos VII y VIII.

La coincidencia de personas vinculadas con la Iglesia, portadoras del nombre Loup, al tiempo que se produce el incremento de este tipo de peligros, motivará sin duda que la imagen de estos religiosos, acabase asociándose con la búsqueda de una protección, respaldada en su hagiografía por aquel conjunto de acciones providenciales.

La influencia francesa llegará a descender hasta tierras meridionales, permitiendo que también podamos contar con la presencia de alguno de estos santos ya dentro del territorio catalán. Hecho que apreciamos en diferentes espacios religiosos, como la ermita de Sant Llop de Dosrius, la de Torrent (emplazada en un lugar apartado, cerca de la carretera que va de la Bisbal a Palafrugell), o también en el caso de Vilobí d'Onyar. Tampoco podemos olvidarnos del municipio de Centelles, donde esta advocación es el patrón de la localidad.

Del mismo modo, apreciamos la existencia de una iglesia parroquial dedicada a Sant Llop y Santa Eulàlia en Hortasavinyà, así como otra de origen románico, vinculada con Sant Llop de Viabrea.

En todos estos lugares, la festividad de la onomástica de su respectivo Sant Llop, coincide con la jornada del 1 de septiembre, es decir, la misma que tenemos para Saint-Loup de Sens, y que como se ha comentado, posee un profundo arraigo con la protección contra los ataques de lobos y animales rabiosos.

Precisamente, conocemos los gozos que se conservan de Sant Llop de Sens en Dosrius, no siendo un hecho casual, que entre las alabanzas que se le realizan al santo, podamos leer la de su papel como intercesor contra los peligros derivados de estos cánidos:

Quan a Senona i Orleans

els bestiars se'ls morien

del mal de llobes, venien

a Vós aquells ciutadans;

cessava al punt la dolència

beneint les aigües Vós”.

Gozos a Sant Llop. Imagen: https://algunsgoigs.blogspot.com/2020/09/goigs-sant-llop-dosrius-maresme.html

Sabemos que antaño en este entorno, se invocará al santo para pedirle su intercesión para proteger a sus habitantes de las brujas, así como del mismísimo demonio, además de los problemas derivados de las alimañas, puesto que dañaban muchas de las explotaciones animales que había en la zona.

Esta tierra, además de lobos, también contaba con la presencia de loberos, quienes solicitaban especialmente a los propietarios de las masías, un estipendio, a cambio de proteger a sus ganados contra los ataques de aquellas criautras, puesto que supuestamente, decían estar capacitados de un don con el que conseguían repelerlas.

David Gómez de Mora