Consideraba
necesario hacer una breve reseña, sobre una cuestión que hasta la
fecha casi no ha sido estudiada en la franja territorial que lleva
por título este artículo.
Por
desgracia cuando hablamos de elementos vinculados con la geografía
social a escala municipal, vemos como es abundante la existencia de
bibliografía en donde uno puede ver como escasea o llega a ser nula,
la influencia adquirida y desempeñada históricamente en esta serie
de espacios geográficos por parte de la mujer.
Afortunadamente
con el trascurso de las últimas generaciones de historiadores, las
tornas han ido cambiando, en parte gracias a los múltiples y
variados enfoques críticos que han aflorado, canalizados mediante
las diversas visiones que defienden el papel de la mujer en el
pasado. Ello sumado a la progresiva aparición de historiadoras que
han invertido miles de horas en esta causa tan justa, demuestran la
verdadera importancia del fenómeno.
Si
en Euskadi el tema del matriarcalismo es una cuestión más que conocida
y estudiada, deberíamos de saber que en el área castellana, hubo fenómenos notorios en los que se vislumbra cierto protagonismo de la mujer en aquella antigua sociedad. El motivo, respecto al caso de esta
zona de la Manchuela, he de decir que seguimos investigándolo. No
obstante vemos como durante el siglo XVI llegan a estas localidades
diferentes linajes procedentes de tierras vascas, que pudieron
acrecentar y ahondar una idea del poder femenino, que perfectamente
ya podía venir existiendo, lo cual retroalimentaría más si cabe su
papel a nivel familiar. No olvidemos que en casos como el de Piqueras
del Castillo, las familias más extendidas, han sido aquellas
descendientes de linajes como los Lizcano y los Barambio, ambos de
origen hidalgo y procedentes casualmente de las tierras vascas.
Hasta
la fecha seguimos estudiando este fenómeno sociológico de nuestra
historia, ya que hay muchísima información como para poder
presentarse en diversos artículos, a raíz de la documentación
relacionada con nuestros antepasados que va apareciendo en el Archivo
Diocesano de Cuenca.
Como
vemos el fenómeno parece ser global en el entorno, pues en lo que
concibe a Buenache de Alarcón, un elemento de enorme peso, es el
indiscutible poder de algunas de sus mujeres, puesto que se
convierten en fundadoras de diversos vínculos, de los que podríamos
estar un rato largo escribiendo algunas de sus particularidades.
Debido a la extensión del tema, y reservándonos para futuros
escritos, preferimos remitirnos directamente al linaje de los
Salonarde. Una familia que estudiamos brevemente en un artículo
publicado en este mismo blog a fecha del 2 de abril de 2017. En el
repasábamos el rol desempeñado por las representantes de esta
familia, hasta el punto de que una tía y su sobrina fueron las
segundas grandes empresarias de la economía lanar conquense de
aquellos tiempos. Una auténticas emprendedoras del momento, que
compitieron con los linajes más poderosos e influyentes de la actual
provincia. Nosotros conocimos los detalles de su vida de forma
casual, tras realizar diversas indagaciones de nuestro árbol
genealógico, por ello me pregunto ¿Cuántas mujeres más de estas
características habrá y todavía seguimos ignorándolas?
Otro
caso de la misma localidad, es la fundación de una capellanía por
parte de Isabel Rubio, hermana de nuestra antepasada Quiteria Rubio.
Si Isabel consiguió generar una capellanía que luego fue reclamada
por los miembros varoniles de la nobleza, su hermana Quiteria casó
con don Matías de Buedo, representante de un destacado linaje que
junto con los Ruiz de Alarcón controlará las riendas de Buenache.
Será a través del enlace y su cuñada Isabel, como los
descendientes de su familia podrán optar a la posesión de una de
las capellanías más importantes de la historia del municipio. Una
serie de estrategias matrimoniales que vislumbran como las mujeres
más poderosas acabarán influyendo en la planificación de
diferentes enlaces que reforzarán el poder de las élites.
Volviendo
al linaje anterior, no debemos de olvidar y comentar sólo como
ejemplo, que la famosa “Casa Clemente de Arostegui” de la ciudad
de Cuenca, fue pagada por doña Quiteria Salonarde y Salonarde (tal y
como confirma la documentación de su venta en 1727).
Y
si eso pasaba en una de las grandes familias que influyeron en la
sociedad conquense, ¿Qué podía suceder en los medios rurales más
apartados?
Nuestros
estudios genealógicos, nos han permitido a lo largo de los últimos
años, poder recabar información, que minuciosamente vamos
presentando y analizando. Y en este sentido, vemos como se confirma
claramente la misma línea de trabajo en el lugar de Piqueras del
Castillo, vecino del referido Buenache, en donde de nuevo la mujer
vuelve a tomar un protagonismo destacado. Aquí lo observamos a través de la figura de los vínculos. Un sistema mediante el que las tierras de una familia o linaje pasaban a formar parte de un mismo conjunto, único e indivisible, para que en el momento de su transmisión no llegara a dispersarse. A cambio, su familiar y consiguiente propietario, solía dedicar una serie de misas, así como algunas ofrendas en memoria de la persona que lo había otorgado, donde además se le solía exigir que portara su apellido, a pesar de que éste le recayera por línea femenina, o incluso se invocara a través de una abuela materna.
Francisca Barambio (mujer de Felipe Lizcano), acompañada por Purificación Lizcano y Carmen Lizcano.
En
este sentido, serán destacados los vínculos fundados por mujeres de
la localidad como fueron María Rodrigo, Catalina López, María de
Reyllo, Quiteria Cano, María Gil, Isabel de Moya, Catalina de la
Orden, Francisca Gil, María de Nieves y Sabina García. Todas ellas,
además de superar hasta la fecha la cifra de vínculos creados por
hombres en este lugar, vinieron a representar algunas de las familias
más ilustres de la historia de Piqueras, ya que consolidaron el
núcleo duro de las élites municipales, representado así su linaje,
y que si no era procedente de la pequeña nobleza rural, bien lo
hacía a través de la naciente burguesía agrícola y ganadera que
tanto peso tuvo en la Castilla de aquellos tiempos.
La
importancia de su poder viene reflejada en diferentes fuentes que
hemos recogido en nuestros apuntes familiares. Uno de los más
repetidos son los testamentos, donde se da una pequeña muestra de
su potencial económico, y que suele reforzarse con el pago de misas
y diversas concesiones que éstas realizan antes de fallecer.
El
papel de la mujer como propietaria ya no sólo de bienes en vida,
sino que incluso llegada la muerte, lo vemos reflejado en el listado
de nombres de las criptas de la iglesia de la localidad. En este
sentido hemos podido contabilizar como en las tres primeras filas del
templo, para la segunda mitad del siglo XVII y principios del XVIII,
de las 36 tumbas que engloban la parte anexa al altar, y que eran a
su vez por ese motivo las más caras, estas se encuentran divididas
entre la iglesia, hombres y mujeres, resultando ser 12 propiedad del
clero, 9 de los hombres y las restantes 15 de diferentes mujeres de
Piqueras.
Sin
lugar a duda pensamos que esto no es una casualidad.
En
el presente nos encontramos trabajando diferentes informaciones, que nos permitan concretar
con mayor rotundidad, la importancia del papel de la mujer entre los
siglos XVI-XVIII, al menos por lo que respecta a nuestras antepasadas
y sus parientes, en los lugares de Buenache, Piqueras y sus
alrededores.
David
Gómez de Mora