lunes, 21 de agosto de 2023

La cantera de la ermita de San José de La Peraleja

En las afueras del casco urbano de La Peraleja, a varios centenares de metros en dirección hacia la franja meridional, apreciamos como en lo alto de una modesta elevación, se alza una discreta construcción: se trata de la ermita de San José. Un edificio de planta rectangular, construido en el siglo XVII, y que dos peralejeros mandaron erigir a su costa, tras obtener el permiso del obispado para poder oficiar misa en su interior. 

De esta ermita podemos resaltar algunas características. La más llamativa es su construcción a base de sillares, así como algunas marcas o incisiones, que aprovechando el material de su obra, resulta muy apto para afilar metales, razón por la que algunos vecinos con el trascurso del tiempo, cada vez que llegaban hasta allí, aprovechaban las cualidades de la roca para poner en condiciones sus navajas o cuchillos.

Sobre esta práctica, hay diversas teorías, una de las más aceptadas es que estaba extendida la creencia, de que aquellos objetos cortantes que entraban en contacto con un espacio sagrado, tradicionalmente se les atribuía la adquisición de una serie de propiedades mágicas, argumento por el que veremos muchas veces en edificios religiosos este tipo de muescas, originados por la acción del fregamiento de los filos sobre este material.

Zona en la que se halla la cantera

Cierto es que los sillares a pesar de estar extendidos por todo el templo, es casi siempre en la parte de las esquinas, donde mayor concentración de marcas se suelen registrar. Tampoco podemos pasar por alto algunas inscripciones o grafitis, que a falta de un estudio más detallado, en algunos casos hemos de encuadrar durante el siglo XX.

Ermita de San José de La Peraleja

Ahora bien, uno de los elementos que más nos resulta llamativo, es la zona de la que se extrajo la piedra con la que se alzaría este edificio. Siendo precisamente el mismo espacio en el que se encuentra la referida construcción, hecho que permitió que los obreros y canteros no tuvieran que desplazar los bloques más allá de unos cuantos metros del lugar en el que se encontraban.

Esto como veremos favorecerá el abaratamiento de la obra, pues los bloques literalmente irán destinados al lugar en el que se estaban extrayendo. Las pruebas que lo demuestran son los restos que las diferentes herramientas dejarán sobre la roca, además de los negativos rectangulares que dan testimonio de su arranque sobre la misma superficie de la zona.

Punto de extracción de la citada cantera

No obstante, este espacio aguarda todavía un elemento de mayor interés, pues caminando por los alrededores, descubrimos a los pies de la ermita, varias zonas excavadas, y que presentan la particularidad de hallarse conectadas en parejas a través de un modesto surco, siempre posicionándose una en un nivel superior a la otra, hecho que nos recuerda a muchas de las cazoletas presentes en el yacimiento de la Cava de Garcinarro, siendo por ello a nuestro juicio, petroglifos de similares características.

Hay que decir que ese conjunto de huecos excavados, se hallan sobre un enclave que tampoco será fruto de la casualidad, ya que este tipo de colectores elaborados para realizar ofrendas, libaciones o sacrificios, son hitos que nos están señalando un espacio sacralizado por la cultura del momento que los elaboró.

Tengamos en cuenta que aquellos accidentes geográficos con una buena visual, siempre poseerán ese interés por parte de cualquiera de los grupos humanos que hayan pasado por este territorio, pues por norma general suelen fijar sobre este tipo de entornos un foco con una significación divina o sobrenatural. Podemos casi garantizar que alrededor de este espacio, pueden aparecer más elementos de similares características, además de las cuatro cazoletas que nosotros detectamos, y que como ya se ha indicado, se presentan en grupos de dos.

Conjunto de cazoletas

Podemos intuir que en el siglo XVII durante el proceso de extracción de los sillares, es factible imaginar que podrían haberse perdido algunas de estas formaciones, al trabajarse directamente sobre la roca en la que se disponen. El conjunto de cazoletas que hay alrededor de la ermita y su cantera anexa, suman un total de cuatro. La nº1 posee una forma rectangular con borde redondeado (de unos 21,5 cm. de largo y 17 cm. de ancho), conectando a través de un surco de dos metros aproximadamente, con otra cazoleta (la nº2), de forma rectangular y con unas medidas de 23,5 cm. x 19,5 cm.; el otro grupo lo componen la cazoleta nº3, de forma también semi-rectangular, con un tamaño de 26 x 23 centímetros, estando conectada por un surco de 1’25 metros, con otra (la nº4), de forma similar, y medidas de 23 x 17 centímetros.

Cabe incidir en que todo el espacio descrito (donde englobaríamos tanto la ermita y cantera del siglo XVII, como los citados petroglifos), aporta una importancia histórica-arqueológica a toda la parte elevada del cerro, por lo que es indispensable tenerlos presentes de cara a su puesta en valor, ya que al fin y al cabo integran una pequeña parte de ese amplio patrimonio con el que cuenta esta localidad.

David Gómez de Mora
Cronista Oficial de La Peraleja

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).