La mitología de cada área geográfica quedará estampada en la cartografía de la época, hecho que apreciaremos a través de la representación de diferentes seres monstruosos, encargados de rellenar determinados puntos del globo terráqueo, en los que el desconocimiento por el medio y el temor infundado por las tradiciones de navegantes, acabarán configurando un espacio imaginario, dominado por distintas criaturas, que hoy resultan como poco curiosas e interesantes, para ver desde dónde y cómo influyeron en la mentalidad de su tiempo.
Existen trabajos que son ahora mismo un referente en la materia, como veremos en el caso del libro 'Sea Monsters on Medieval and Renaissance Maps' (“Monstruos marinos en mapas medievales y renacentistas"), publicado por la British Library, además de un artículo efectuado por el mismo autor Chet Van Duzer (Universidad de Rochester), bajo el título “Hic sunt dracones: La geografía y la cartografía de los monstruos”, en la revista eHumanista, nº 47 (2021): 29-88, donde se analiza esta cuestión.
Cabe decir que dentro de ese compendio de animales fantásticos, veremos que existen multitud de categorías, que de manera genérica pueden adscribirse al área continental, o en su defecto al mundo acuático.
Nos interesa el caso de los segundos, ya que muchas de las representaciones cartográficas que veremos efectuadas por navegantes recogen este tipo de ilustraciones. Una de las más características es el ictiocentauro, un tritón que desde su cintura hasta la cabeza tiene aspecto humano, mientras que en su parte baja finaliza con una cola de pez, de la que sobresalen las patas de un caballo.
Tampoco podemos pasar por alto el pez-isla Jasconius, un monstruo enorme, que se dice que puede ser confundido con una isla, hasta el punto de que durante la alta edad media, unos monjes llegaron sin saberlo a oficiar una misa encima de dicha criatura. El relato cuenta que llegaron a sentir como se movía el suelo donde se encontraban, por lo que lo abandonaron rápidamente al creer que era un terremoto, descubriendo poco después como esa superficie se sumergía y emergía posteriormente, al resultar ser la parte del cuerpo de un pez gigantesco. Es obvio que leyendas como estas, alimentaban más si cabe el imaginario y la aparición de seres monstruosos en los diferentes mapas que con el tiempo irán mejorándose.
Tampoco podemos obviar las medusas (de cintura para arriba con el aspecto de una mujer, y la parte restante de serpiente), o las sirenas (mitad mujer y pez), y que resultarán habituales en los portulanos.
Conocemos el caso de nuestra localidad, donde la tradición señala que en la zona de la desembocadura del riu Sénia existe la presencia de una sirena, la cual aprovechando su voz agradable entonaba melodías que llamaban la atención de todo navegante o curioso que pasaba cerca de donde se encontraba. La tradición popular incluso llegará a describirla como una mujer muy bella, con una cola multicolor y profundos ojos azules. Igualmente no faltarán los dragones, como ballenas con garras y escamas de reptil, que con cuernos u otros atributos temerosos completarán ese tipo de obras.
Pensamos que además de las tradiciones que se desarrollaban en cada región, junto con las leyendas de marineros que iban cogiendo fuerza a lo largo del mundo marino, se añadirán tradiciones que enlazarán con ese miedo al vacío (horror vacui), clarísimamente reflejado en la cartografía histórica, donde era irremediable que la Biblia había aportado algún granito de arena a la interpretación y desarrollo de alguno de aquellos seres.
Como bien sabemos, las sagradas escrituras relatan la presencia de algunas bestias, que la población casi siempre interpretó en el sentido literal de la palabra, por ello comienzan a relacionarse e intentar buscar nexos entre esos animales citados en los textos sagrados, con algunos de los que la tradición popular acababa derivando en las ilustraciones de los mapas.
Pensamos que esta idea es importante tenerla en cuenta, ya que muchas de las criaturas con aspecto monstruoso de las escrituras cristianas, guardan ciertos rasgos con algunas de las antiguas criaturas plasmadas en los soportes cartográficos. En cierto modo esto recordaba a la personas la necesidad de llevar una vida ejemplar, moral y sin excesos, pues como veremos algunas de estas criaturas serán citadas en el libro del Apocalipsis, por lo que uno podía llegar a pensar que el Juicio Final no debía encontrarse excesivamente lejos, de ahí que esas criaturas servirán para condicionar una serie de ideas, que además de rellenar ese vacío en los mapas, ejercerán una influencia notable en el pensamiento de la mentalidad cristiana, es decir, un arma de doble filo.
Sin entrar en detalles sobre la exégesis que puede interpretarse sobre las cuatro bestias del libro de Daniel, y otros de los seres que se describen en varios pasajes, nosotros quisiéramos centrarnos concretamente en dos: el Leviatán y el Behemoth.
El Leviatán
Se trata de una bestia marina de dimensiones gigantescas, recogida en la Biblia, y que fue creada por Dios, tal y como se menciona en Génesis, Job, Isaías, Salmos y Apocalipsis, teniendo un aspecto similar al de un dragón.
Conocemos un mapamundi que se halla en un manuscrito del último tercio del siglo XII en Múnich (Bayerische Staatsbibliothek, CLM 7785, f. 2v), en el que se representa un monstruo que rodea la tierra, y en el que se aprecia esta misma criatura bíblica (Obrist 2007, 556-558).
Isaías 27:1 indica que es una serpiente huidiza y tortuosa que vive en el mar. Su etimología procede del hebreo liwyatan (enrollado), siendo tradicionalmente representada como un gran monstruo marino que atormentaba a los marineros y naufragaba sus embarcaciones.
El Behemoth
A pesar de que es una criatura que se vincula con las zonas continentales, este aparece mencionado en el libro de Job (capítulo 40), prefiriendo según la tradición las zonas fluviales, pues muchas veces se le ha vinculado con el hipopótamo, el cocodrilo o una especie de dragón. De ahí que en los cauces de los ríos y hasta sus desembocaduras se creía que el monstruo siempre podía estar presente.
Su etimología deriva de la voz hebrea b'hemah, lo que viene a significar bestia. Concretamente las sagradas escrituras realizan esta descripción:
“He aquí ahora Behemot, el cual hice como a ti; hierba come como buey. He aquí ahora que su fuerza está en sus lomos, y su vigor en los músculos de su vientre. Su cola mueve como un cedro, y los nervios de sus muslos están entretejidos. Sus huesos son fuertes como bronce, y sus miembros como barras de hierro. Él es el principio de los caminos de Dios; el que lo hizo puede hacer que su espada a él se acerque. Ciertamente los montes producen hierba para él; y toda bestia del campo retoza allá. Se echará debajo de las sombras en lo oculto de las cañas y de los lugares húmedos. Los árboles sombríos lo cubren con su sombra; los sauces del arroyo lo rodean. He aquí sale de madre el río, pero él no se inmuta. Tranquilo está, aunque todo un Jordán se estrelle contra su boca. Debajo de los lotos se revuelca, en la espesura de cañas y de juncos. Le cubren los lotos con su sombra, le rodean los sauces del torrente. ¿Lo tomará alguno cuando está vigilante, y horadará su nariz?” (Job 40:15-24).
David Gómez de Mora
Referencias bibliográficas:
* Biblia de Jerusalén. Desclée De Brouwer
* Obrist, Barbara (2007). “Cosmological Iconography in Twelfth-Century Bavaria. The Earthly Zones and their Circling Serpent in Munich, Bayerische Staatsbibliothek, CLM 7785”. Studi medievali 48.2, pp 543-574
* Van Duzer, Chet (2013). Sea Monsters on Medieval and Renaissance Maps. BARRIE & JENKINS
* Van Duzer, Chet (2021). “Hic sunt dracones': la geografía y la cartografía de los monstruos”. University of Rochester, revista eHumanista: Journal of Iberian Studies, Vol. 47, pp. 29-88