jueves, 3 de noviembre de 2022

Teocartografía medieval: los mapas de T en O

Conocemos con el nombre de mapa de T en O, aquellas representaciones cartográficas del mundo, efectuadas durante el medievo, caracterizadas por plasmar las tierras y aguas de la orbe conocida, sobre una corteza terrestre partida en forma de T.

La base de este tipo de mapas arrancaba de los tiempos de Plinio, aunque no será hasta Isidoro de Sevilla, cuando comenzarán a coger fuerza, hasta que posteriormente, entre los siglos VIII con el Beato de Liébana y posteriores autores de las centurias del IX y X d.C., acabarán idealizando bajo una idea teocéntrica del mundo conocido.

Será precisamente este monje procedente de tierras cántabras, quien basándose en los Comentarios del Apocalipsis de San Juan, dará forma a esta cartografía religiosa.

Este tipo de mapas serán más bien un elemento simbólico desde la perspectiva geográfica (que práctico), ya que querrán darle valor al contenido teológico, de acorde a las referencias que se intentarán conectar con las sagradas escrituras.

Veremos como la O representa lo que denominaríamos el mundo, siguiendo una figura circular, que rodeada por las aguas oceánicas, nos recuerda con esa forma la perfección con la que Dios creó la Tierra.

Por otro lado, la T hace alusión a la Cruz de Cristo, símbolo de su martirio. Quedando la parte vertical como la zona representada por el Mediterráneo que separaba Europa y África, así como la línea superior horizontal, donde tendríamos el río Nilo o Mar Rojo en la parte derecha (separando Asia de África), mientras que la zona izquierda para el río Don (apartando de este modo Asia de Europa).

El mundo habitado (oikumene), englobaba Asia en la zona superior, mientras que Europa quedaba en la parte inferior de abajo, y África en la derecha restante.

Se creía que cada uno de los tres continentes conocidos estaban habitados por los descendientes de los hijos de Noé (Sem en Asia, Jafet en Europa y Cam en África). El Paraíso quedará en la zona de Asia, y Jerusalén en la parte centro del mapa, siendo el corazón Tierra Santa, pues fue allí donde el Hijo de Dios vivió, predicó, murió y resucitó.

Saltará a la vista, dentro de esa profunda mentalidad cristiana, que el número tres adquirirá un elevado calado simbólico: tres continentes así como tres ríos o mares, y que irán en consonancia con la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo). Quedaba claro con ello que Dios había sido el creador del mundo, tal y como recogen las sagradas escrituras en Génesis 1:1.

Mapa de 1472. Günther Zainer

Veremos como el número tres aparece en más de 450 ocasiones en la Biblia, así como que tres fueron los días que trascurrieron desde la crucifixión a la resurrección de Jesús.

El número tres lo tendremos siempre vinculado con historias milagrosas, así como en el momento de referirnos a las cosas santas (Espíritu, agua y sangre) en 1 Juan 5:18.

Las personas resucitadas por Jesús fueron un total de tres, así como el número de patriarcas idéntica cifra: Abraham, Isaac y Jacob (Mateo 22:32).

Igualmente dentro del tabernáculo (espacio sagrado móvil del pueblo de Israel) hay tres partes fundamentales: el atrio, el Lugar Santo y el Lugar Santísimo. Recordemos que el Lugar Santísimo o Sanctasanctórum era el espacio donde se preservaba el Arca de la Alianza; el Lugar Santo el que contenía el candelabro de los siete brazos, además de la mesa de los panes, junto con el altar donde se quemaban los perfumes e inciensos. Finalmente el atrio era el espacio que rodeaba el tabernáculo.

Sabemos que 1 Juan 5:8 dice que Dios es Omnisciente (conoce todas las cosas), Omnipresente (está presente en todos los lugares al mismo tiempo) y Omnipotente (lo puede todo), así como en 1 Tesalonicenses 5:23 se indica que el hombre se compone de cuerpo, alma y espíritu.

Igualmente los tres Reyes Magos representaban las tres edades del hombre, los tres continentes conocidos, y por ello cada uno aportará un regalo que simbolizan esta cifra: oro (en alusión al Padre o Dios), incienso (el Espíritu Santo) y la mirra (al Hijo o Cristo).

David Gómez de Mora

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).