Uno de los animales que arrastra una historia increíble en el mundo occidental, es sin lugar a duda el jabalí. Un mamífero presente en bastantes zonas de nuestro planeta, característico por su rapidez, fuerza y afilados colmillos.
El simbolismo de esta especie a lo largo de las diferentes culturas, ya queda plasmado en muchas de las pinturas rupestres que existen en múltiples cavernas, donde esta criatura ha sido inmortalizada. Se conoce una representación de este animal, fechada en 45.000 años en la Isla de Célebes (Indonesia), siendo considerada por muchos expertos como una de las obras de arte figurativo más antiguas del mundo1.
Esta importancia seguirá viéndose presente a lo largo de la Prehistoria, como ocurre por ejemplo en la Cueva de Altamira, así como en cantidad de relatos e historias, que nos retrotraen a la Grecia Clásica, a través del famoso mito del jabalí de Erimanto, una criatura que vivía en un monte de la Arcadia, que se alimentaba de personas y que gracias a sus poderosos colmillos, era capaz de lanzar por los aires árboles de raíz. Finalmente, Heracles, en uno de sus doce trabajos encargados por Euristeo, consiguió cazarlo.
Apreciamos cómo el jabalí es una de esas criaturas que irá calando en las diferentes culturas que se fueron asentando en nuestro territorio. Simbolizando esa ferocidad y valentía con la que en determinados momentos puede embestir contra una persona.
Durante el medievo, y tras la ocupación musulmana de nuestro territorio, sabido es que el consumo de la carne de jabalí o su comercialización, estará prohibido de acuerdo con el Islam por considerarse impura2. Hecho que a los historiadores siempre nos debería hacer reflexionar cómo veremos en el caso del cerdo (Sus Domesticus), en el momento en que aparecen restos de este o del jabalí en yacimientos arqueológicos fechados durante los siglos VIII-XIII (al menos en nuestra franja territorial). Y es que si estos muestran marcas de consumo humano, lo más probable es que nos encontremos ante pobladores mozárabes (es decir, cristianos que vivieron bajo el dominio del Islam).
Así pues, para nosotros no cabe ninguna duda, como ya algunos expertos han señalado, que la presencia de restos arqueofaunísticos con evidencias de consumo alimenticio en ese periodo, son señales inequívocas de poblaciones cristianas presentes en ese lugar. Igualmente, sabemos de la misma forma por el libro de Levítico y las leyes judías, que el consumo de este animal también estaba prohibido entre estas comunidades religiosas por considerarse impuro, de ahí que por mucho que se intenten forzar planteamientos extravagantes con tal de suprimir la presencia de mozárabes durante el periodo señalado en esta zona, queda claro por ese contexto cultural y religioso, que podemos replantear muchas de las interpretaciones arqueológicas que hasta el presente siguen efectuándose, sobre la inexistencia de cristianos residiendo en el territorio valenciano durante ese intervalo de tiempo.
Esto no impedirá y especialmente en siglos posteriores, que el jabalí siguiese siendo representado en obras artísticas, que van más allá de cuadros de escenas cinegéticas o azulejos cerámicos, estando presente incluso en trabajos de piedra, a través de emblemas heráldicos, o en la decoración de templos religiosos por el simbolismo que aguarda, como en otros muchos espacios, que no hacen más que demostrar la importancia que este ha tenido a lo largo de la historia.
En el cristianismo, sabemos que con el trascurso de los siglos, el jabalí irá cargándose de una connotación negativa, asociándose con pecados capitales como la lujuria, la envidia y la gula. Todo ello sin olvidarnos de que este aparece en las Sagradas Escrituras, más concretamente en el libro de Salmos (80:13), cuando se indica que la especie generaba destrozos en los viñedos.
Por otro lado, en el mundo de la caballería, el jabalí no será visto con malos ojos, tal y como se desprende por armoriales y tratados heráldicos, siendo por ello un signo identificativo de muchas familias de la nobleza española, vinculándose de este modo como una especie atrevida, que embiste sin temor a su enemigo con toda la fuerza que puede.
Respecto a la parte biogeográfica, sabemos que en las tierras del norte de Castellón, el jabalí ha estado presente en esta área desde antes del asentamiento de los diferentes pobladores que integrarán nuestra historia.
Como es de imaginar, en muchos momentos del pasado, dependiendo de la gestión cinegética y del estado en el que la agricultura se encontraba, su población iría variando. Y es que, aunque hoy a muchos les cueste de imaginar, por ejemplo, hace menos de un siglo, el número de jabalíes en nuestra zona, se hallaba en cifras mínimas.
Conocemos testimonios de cazadores, que en zonas como la Sierra de Leyre (una cadena montañosa navarra, denominada por muchas personas como “el reino del jabalí”), cincuenta años atrás, la cantidad de cerdos salvajes abatidos era escasa si la comparamos con las elevadas cifras que hoy conocemos. No es por ello un hecho casual, que la Dirección General de Tráfico ha comenzado a establecer a lo largo del país, multitud de señales donde se representa este animal, debido a la sobrepoblación que existe de la especie, puesto que es sin lugar a duda, uno de los representantes de fauna salvaje que mayores problemas genera a los conductores, hasta el punto de que “es el animal que más siniestros provocó el año pasado con un 36% de la siniestralidad, seguido del corzo (26%)”3.
A esto cabe añadir que “los siniestros de tráfico provocados por los animales crecieron un 40% en 2021, respecto a 2019, último ejercicio sin impacto de las restricciones de movilidad por la pandemia, y un 60% respecto al ejercicio anterior. Así lo puso el pasado mes de abril de manifiesto el V Informe del Centro de Estudios y Opinión Ponle Freno-AXA de Seguridad Vial sobre colisiones de vehículos contra animales”4.
No hemos de olvidar que “las especies silvestres causaron la muerte de 12 personas y dejaron heridas a mil, en los 600 accidentes que tuvieron lugar en las carreteras españolas en el año 2022. Estadísticas oficiales revelan que los atropellos de este tipo se han duplicado desde 2015, llegando a un promedio de 80 al día, una cifra estremecedora”5. Todo esto sin olvidarnos del daño que de por sí causan en zonas rurales, donde la agricultura en muchos casos es el único sustento económico que mantiene a la población de ese lugar, además de los riesgos sanitarios que estos pueden acarrear, como la transmisión de enfermedades a animales domésticos e incluso a personas (con la famosa triquinosis), junto una mayor cantidad de parásitos como las garrapatas. Una problemática que ya no solo afecta a las zonas rurales, extendiéndose a mayor escala, puesto que los jabalís frecuentan sin ningún problema áreas urbanas, llegando a presentarse en la misma línea de costa, como pudimos comprobar en verano de 2024 en la playa de Peñíscola6.
David Gómez de Mora
Referencias:
1elpais.com/ciencia/2021-01-13/la-pintura-de-un-jabali-de-hace-45500-anos-es-la-obra-de-arte-figurativo-mas-antigua-del-mundo.html (Juan Miguel Hernández Bonilla)
2lavanguardia.com/vida/20180131/44425362156/matanza-de-jabalies-en-el-mundo-musulman.html (Mohamed Siali)
3revistajaraysedal.es/senal-trafico-nueva-jabali/ (Javier Fernández-Caballero)
4Idem
5club-caza.com/article/art/28679 (Bea Rosete)
6 elperiodicomediterraneo.com/comarcas/2024/09/02/manada-jabalis-turistas-paseo-maritimo-peniscola-castellon-dv-107681231.html (Francis Aznar)