Que la tierra de Huete ha aportado diferentes hijos a la causa carlista durante el desarrollo de las varias contiendas acaecidas durante siglo XIX, es un hecho indudable que demuestran diferentes documentos como notas de prensa recogidas en los diarios de la época. Nada sorprendente teniendo en cuenta que Verdelpino se encontraba en un punto caliente, en el que su paisaje ofrecía la discreción y seguridad que aquellos soldados que se lanzaban al monte buscaban para luego adherirse al grueso de las filas sublevadas, y que tanto apoyo tuvieron en la zona, tal y como presenciaremos en la cercana Valdecolmenas de Abajo, o la misma ciudad de Huete.
En Verdelpino la religiosidad fue un factor que marcó el día a día de las costumbres e identidad de sus habitantes. Y es que a pesar de que en el año 1936 su iglesia parroquial fuese atacada, todavía vemos en el pueblo como existen dentro de su templo, determinados elementos que nos hablan de ese peso que la fe tuvo históricamente en las sucesivas generaciones de verdelpineros que han vivido entre sus calles.
Puerta externa de acceso a la iglesia parroquial de Verdelpino de Huete
A mediados del siglo XVIII en el pueblo había cuatro religiosos, siendo dos de ellos don Francisco de Alcázar y don Juan González Pérez. Además de la iglesia parroquial dedicada a Nuestra Señora de la Asunción, el municipio desde tiempo atrás ya contaba con dos ermitas, en este caso dedicadas a San Juan Bautista y Santa Ana.
Como curiosidad recordar que el famoso político liberal Fermín Caballero, natural de Barajas de Melo (localidad de su madre), era hijo del verdelpinero don Juan Vicente Caballero y Duque, un terrateniente del lugar, que además de controlar un importante patrimonio agrícola, era un cobrador de tercias que estaba formándose en su carrera eclesiástica, no obstante, como sabemos, éste al final acabaría dejando sus estudios para acabar casándose con la que sería su esposa María Vicente Morgáez Teruel.
David Gómez de Mora