Antaño la ganadería fue un sector destacado dentro de la economía peñiscolana, especialmente desde los primeros momentos de su fundación como enclave cristiano. Sabemos que la explotación animal no quedaría relegada a un hecho residual, pues hay constancia de como a finales del medievo, pastores venidos desde tierras muy lejanas transitaban por estas latitudes, todo ello sin olvidarnos de aquellos vecinos que controlaban sus rebaños particulares, lo que dará pie a la aparición de diferentes pleitos con localidades vecinas, motivados principalmente por la intromisión de sus cabezas de ganado en territorio ajeno.
Quedan en el tintero muchas cosas por escribir, especialmente en un lugar cuyo término municipal ha dispuesto históricamente de amplias extensiones dedicadas a estos menesteres. Es por ello que en el presente artículo quisiéramos centrarnos concretamente en esa parte de la sociedad peñíscolana del siglo XIX, y que como tantas veces hemos indicado, miraba simultáneamente a sus barcas y a las montañas de Irta.
Al respecto, uno de los datos más interesantes de esta cuestión, procede de un padrón general de la localidad fechado en el año 1857. En este queda constancia de como la ganadería se hallaba en manos de una serie de linajes locales, que a través de enlaces matrimoniales con un evidente interés estratégico por retener el control de la producción, conseguirán concentrar una buena cantidad de cabezas de ganado, que de forma generacional servirán para transmitir el oficio entre algunos de sus descendientes.
Cierto es que los pastores (en sentido estricto) representaban un escaso porcentaje del tejido económico peñiscolano (alrededor de un 3-4% por aquellas fechas), no obstante, el hecho de que familias como los Vizcarro y los Peña gestionaran una parte de la explotación animal, era solo un reflejo de las políticas de alianzas matrimoniales entre casas locales, que como era habitual, intentaban acrecentar su nombre a través del control de aquella profesión en el pueblo, cosa que ya veremos en otras muchas familias del lugar, tal y como sucedería con los Galán y París (varios de ellos tejedores), los Sanz con sus sastrerías, los Guzmán en sus flotillas pesqueras, los Llaudis en la escribanía, los Tomás como panaderos o los Pauner en la albañilería, por citar algunos ejemplos.
Y es que como ya hemos comentado en más de una ocasión, muchas de estas familias desarrollarán políticas matrimoniales cerradas, cuyo principal interés era el de mantener una mínima calidad de vida entre sus integrantes, que les permitiera salir hacia adelante en un reducido y complejo vecindario arraigado profundamente con un estilo de vida tan característico de las zonas rurales.
Si hablásemos de pastores, mención destacada merecen los miembros del linaje Vizcarro, quienes en el referido padrón de 1857 tendrán varias de sus líneas dedicadas al mundo de la explotación animal, siendo el caso de Pascual Batiste Vizcarro (de 31 años), marido de Catalina Beltrán Roig (de 25 años); José Vizcarro Serrat (de 40 años), esposo de María Rosa Bayarri Roig (de 38 años); Raimundo Vizcarro (de 67 años), marido de Francisca Roca (de Càlig y con 55 años) o Vicente Albiol Vizcarro (viudo de 58 años). Tampoco podemos olvidar a Joaquín Querol Fonollosa (de 35 años), marido de Pascuala Vizcarro Roca (de 35 años) o Manuel Tobías Querol (de 25 años), esposo de Antonia Vizcarro Roca (de 25 años). Todos ellos como decíamos además de compartir el apellido Vizcarro y pertenecer a un mismo linaje, eran pastores.
Otra familia con una buena cantidad de integrantes dentro de este sector y que de nuevo recogemos en el citado padrón son los hermanos José Peña Rovira (de 67 años); Ramón Peña Rovira, esposo de Paula Drago y Gabriel Peña Rovira (de 74 años), este marido de Josefa María Amargós Albiol (de 71 años).
Los Peña controlaron bastantes cabezas de ganado, dejando además una nutrida descendencia, entre quienes cabe destacar a Andrés Peña Drago (mozo de 20 años por aquellas fechas) así como su hermano Miguel Peña Drago (de 17 años). Otro nombre vinculado con este linaje será el de Manuel Peña Amargós (de 36 años), marido de Juana Bayarri Albiol (de 28 años), e hijo a su vez del antes referido Gabriel Peña y Josefa María Amargós Albiol. Estos eran en su totalidad pastores, no siendo los únicos, pues idénticas obligaciones seguía llevando José Peña Ayza (de 76 años, y esposo de Antonia Domingo Puig, de 78 años), o Ramón Albiol Peña (de 50 años), y marido de Rosario Martín Ayza (de 48 años).
Desde luego salta a la vista que la repetición de estos dos apellidos con un mismo oficio no es fruto del azar, de ahí que tanto la casa de los Vizcarro y los Peña, consiguiera afianzarse como una de las familias con más ganado de la localidad, estrategia que veremos reflejada en el caso del pastor peñiscolano Sebastián Vizcarro Castell, quien casó con Josefa María Peña Amargós, ambos no por casualidad hijos de pastores.
Otros nombres que confirman la tesis de las uniones cerradas entre miembros de una mismo oficio lo apreciamos en el caso de Ramón Peña Martorell (de 27 años), quien casará con Vicenta Castell Vizcarro (de 28 años).
Queda claro que el parentesco entre miembros pertenecientes a un mismo oficio era algo natural, y que evidentemente no se reducía a un único sector, repitiéndose de manera sistemática en el resto de trabajos. Igualmente hemos de indicar que a pesar de que tanto los Vizcarro como los Peña eran los mayores representantes del sector por aquellas fechas, estos no serían los únicos, pues no faltaron peñiscolanos propietarios de corrales y que veremos dispersos por diferentes puntos de la sierra, y desde los que se gestionaba la explotación de diferentes clases de animales. Conocemos el caso de una línea de los Albiol-Bayarri que también se dedicó a estas labores, y que igualmente acabaría entroncando con las casas aquí descritas.
Como nota final, comentar que durante el desarrollo de las guerras carlistas, veremos que uno de los sectores más afines a la causa en Peñíscola fueron los pastores, motivo por el que entre las filas de los sublevados y seguidores del pretendiente Carlos VII aparecerán varios de los mozos pertenecientes a algunas de las familias que hemos mencionado. Es el caso de Jaime Albiol Vizcarro (hijo de Ramon Albiol Bayarri y Teresa Vizcarro Castell), como también de Gabriel Vizcarro Peña (vástago de los pastores Sebastián Vizcarro Castell y Josefa María Peña Amargós). Lo mismo ocurrirá con José Peña Domingo, hijo de José Peña Ayza y Antonia Domingo Puig.
David Gómez de Mora
Fuente:
-Arxiu Municipal de Peníscola. Padrón general del censo de población de Peñíscola del año 1857.
-Arxiu Municipal de Peníscola. Escrito del Alcalde de Peñíscola al Gobernador Civil de la Provincia. 8 de junio de 1874