viernes, 24 de marzo de 2023

Caza y campo

A lo largo de la historia han sido muchas las modalidades de caza que el hombre ha venido desempeñando, bien como una actividad de prestigio, así como para proteger sus cultivos o disponer de una fuente de alimento, que como sabemos llegaba a permitir muchas veces que en una casa hubiese algo que poder llevarse a la boca. Es precisamente en estos últimos dos casos, en los que era usual que en muchas de las explotaciones rurales que cubren nuestro territorio, se pudiera desempeñar su práctica, gracias a la disposición de animales que frecuentan fincas o zonas de cultivo, donde este tipo de actividad históricamente fue algo común y aceptado entre la mayor parte de la población.

Los métodos con que labradores y pastores practicaban la caza siglos atrás en el interior andaluz, no presentarán grandes diferencias respecto las técnicas desarrolladas en otros puntos de nuestra geografía peninsular, yendo desde las losas o piedras planas que con una trampa podían atrapar pájaros, así como la clásica búsqueda de conejos, que gracias a la ayuda de hurones y escopeta permitían su captura, sin tampoco olvidar los viejos lazos y cepos, donde liebres, aves y otros animales que eran perseguidos para eliminar potenciales depredadores que acechaban los corrales o eran una competencia para el cazador, harán que la variedad de técnicas y formas de cazar fuese variando con el trascurso del tiempo.

Muy perseguidos eran los jabalís, por un lado debido al daño que infligían en los campos de cultivo, así como por el aporte calórico que proporcionan, además de la calidad de su carne. Entrarían igualmente dentro de este grupo los ciervos, y que como sabemos centurias atrás era muy frecuente verlos por el interior de las sierras malagueñas.

Muchas veces la caza de estos animales se realizaba a base de trampas, mientras el labrador se dedicaba a trabajar la tierra o el pastor a sacar sus reses. Como hemos indicado, esta actividad tenía como principal objetivo una regulación de las especies del hábitat antropizado, mejorando así las labores de protección de cultivos o zonas de explotación animal, tal y como apreciaremos en los puntos donde se cuidaba al ganado, así como en zonas donde habían vasos o colmenas, que como complemento económico del cortijo, bien para la extracción de cera o miel, era necesario tenerlos bien vigilados, no fuese que los tejones pudieran acercarse más de la cuenta y echar al traste con toda la producción.

Término municipal de Cañete la Real

Las zonas de la explotación en las que había presencia de alguna charca o balsa de agua, eran espacios donde se acumulaban multitud de animales, con especial intensidad en épocas estivales o de escasas lluvias, cuando la búsqueda de estos reservorios era casi una necesidad para su supervivencia. Es por ello que junto a sus alrededores era normal que los cazadores realizasen largas esperas, y que tenían como propósito dar con una presa en concreto, intuyendo con anterioridad en qué momento el animal podía llegar hasta ese punto, sin olvidar del mismo modo el empleo de otras técnicas de espera y uso de reclamos, como sucederá en el caso de la caza de la perdiz, la cual como sabemos consiste en atraer este animal hasta el lugar, valiéndose de un ejemplar que se dejará enjaulado y que servirá como señuelo. 

Igualmente no pueden dejarse de lado los utensilios auxiliares, que como los cuernos muchas veces se emplearán para guardar la pólvora de las escopetas, ya que este tipo de piezas era de las más recomendables para proteger y aislar este producto de la humedad.

Tampoco hemos de olvidar que dicha actividad se podía desarrollar de manera conjunta con vecinos y amigos en determinados fines de semana al año, así pues, el domingo, y que era el día en el que muchos labradores tenían un respiro, estos se desplazaban con sus mulas y acompañantes, para que dentro del cortijo o la finca de un particular (siempre bien provistos de botas de vino, pan, carne y aguardiente) junto con la inestimable ayuda de perros preparados para la ocasión, se pudiera llevar a cabo una jornada de las que quedaban para el recuerdo, y en las que siempre se engrandecía y vacilaba sobre la cantidad de piezas cobradas por los asistentes. Tampoco faltaban multitud de creencias sobre técnicas y conocimientos que permitían que el cazador contara con una mayor cantidad de posibilidades para incrementar sus capturas. Algo que ya se recoge en los viejos tratados de montería y caza, que además de la tradición oral junto con la experiencia, se iba transmitiendo de forma hereditaria de mayores a jóvenes.

Al respecto, no serán pocas las leyendas que girarán alrededor de los ciervos, a quienes además de darles virtudes curativas, desde su sangre o cornamenta, se sumarán relatos que mitificaran su imagen, alertándose de su habilidad para presagiar la presencia de personas a larga distancia, sin olvidarnos del problema que generaban los lobos, al convertirse estos un competidor más con el que había de lidiar el cazador.

Un hecho parecido ocurría con el jabalí, una especie fuerte y que prefiere la noche para hacer de las suyas, representando a la vez un peligro, debido a los colmillos cortantes con los que cuenta para poder defenderse.

Tampoco podemos pasar por alto la cabra montesa, otro de esos animales muy valorados en el ámbito cinegético desde siglos atrás y que abundaba en estas tierras, que debido a su gusto por frecuentar las zonas altas de cumbres y de difícil acceso, siempre fue una presa complicada de cobrar.

Conocemos nombres de partidas dentro del término municipal de Cañete la Real que nos hablan de la presencia de algunas de estas especies, es el caso de la haza del cochino (en alusión al jabalí), o la partida de las madrigueras, entre otras.

David Gómez de Mora

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).