miércoles, 29 de marzo de 2023

Notas sobre el sistema amurallado de Vinaròs entre los siglos XIII y XVI

Poco sabemos sobre los orígenes del Vinaròs medieval de los tiempos iniciales de la dominación cristiana. En este sentido, tal y como avanzamos ya hace unos cuantos años en una charla referente a esta cuestión, quien a nuestro juicio mayores aportaciones ha realizado para el conocimiento e interés de esta materia, fue sin lugar a duda el historiador local José Antonio Gómez Sanjuán, quien ya en prensa local, como en el Congrés d'Història del Maestrat, dejaría patente su conocimiento gracias a una serie de publicaciones, que marcarán el inicio de los estudios de la evolución primaria de ese urbanismo recién nacido con la llegada de las 50 familias de pobladores en los tiempos de Grinyó de Ballester.

El recinto defensivo alzado durante el siglo XIII, entendemos que en un inicio partiría de una hipotética tapia sin ningún tipo de previsión de futuro, que salvaguardaría a los pobladores inicialmente de adversidades naturales, propias de una zona llana, hasta que poco tiempo después, se llevaría a cabo una obra que dará pie al amurallamiento medieval, que ya será representado en la visita pastoral de Paholac.

Posiblemente dentro de ese espacio encontraríamos algunos elementos que hoy desconocemos, como sería el antiguo cementerio intramuros que pudo alzarse alrededor de la iglesia medieval, o algunas zonas dedicadas para usos concretos que podrían necesitar de la disposición de un área adicional.

Tampoco hemos de olvidar el proceso judicial en el que aparece un vecino de Vinaròs en el año 1514, con motivo de unas obras, al hablarse de “lo sercuit de la muralla vella”, es decir, una muralla antigua para ese momento, que nos lleva a pensar que podría hacer referencia a la ilustrada en la visita de Paholac a principios del siglo XIV.

Hemos de decir que las murallas son espacios muy heterogéneos, por la facilidad con la que se ven sometidos a cambios susceptibles en el tiempo, por lo que pretender asentar una tesis sobre una distribución y evolución precisa de los diferentes tramos que pudo comprender el lienzo defensivo de Vinaròs a lo largo de su historia, es una tarea compleja de ejecutar con las herramientas y conocimientos de los que ahora disponemos.

Las murallas de Vinaròs en 1315

En principio no sabemos cuántas reformas habría sufrido hasta ese momento el sistema amurallado, además de las consiguientes torres. Como ya hemos indicado, pensamos que al menos durante la reconquista, se empezaría a levantar una modesta tapia o muro de defensa temporal, con una funcionalidad que más que proteger de posibles incursiones o ataques, valdría para salvaguardar a los pobladores de aquellos elementos climáticos que podían resultar incómodos, es el caso de fuertes ráfagas de viento, heladas invernales, escorrentías pluviales, etc…, un hecho lógico, si tenemos en cuenta que es difícil de creer que la población se mantuviera expuesta a toda esta serie de adversidades durante más de medio siglo, sobre un vasto llano en el cual los fenómenos se acentuarían todavía más. Posteriormente, y ante la extensión de la población, se decidiría levantar el que sería un sistema defensivo con su muralla y torres, llegándonos este a través del grabado esquemático de los tiempos de F. de Paholac (1315), y que entendemos en sentido estricto como esa muralla antigua o circuito viejo que cita el documento de 1514.

Ahora bien, posteriormente, y entre los siglos XIV-XVI, habría al menos una reforma urbanística, que hasta ahora desconocíamos, y que sería de vital importancia tener en cuenta, para así comprender la evolución de la morfología urbana de Vinaròs en el siglo XV, tras poder adecuarse o ampliarse algunas partes de la población y consiguiente muralla. Así pues, tal y como relata Alfredo Gómez, es necesario distinguir entre la muralla medieval del siglo XIII/XIV, de la trama defensiva que ya habría consolidad durante el siglo XVI, de ahí que nuestro autor ya apunte que “los muros renacentistas eran distintos, ya que su espesor variaban, disminuyendo en su progresión vertical” (Gómez Acebes, 2015, 25).

Entendemos por esta razón que es muy factible pensar que alrededor del siglo XV, y una vez superada la crisis que ocasionó demográficamente la peste negra, que nuestra localidad se expandiera por alguno de sus flancos, a través de la prolongación de esa vieja muralla, una vez derribada parte de la anterior para permitir un crecimiento orgánico del pueblo, pero que debemos englobar como una parte o sección que serviría para adaptarse al trayecto de la preexistente, donde las políticas de planificación y ordenación de la trama urbana, obligarían a desarrollar una serie de obras, que son las que ya a principios del siglo XVI, explicarán como en menos de trescientos años, Vinaròs sin todavía haber comenzado a experimentar el gran crecimiento demográfico que veremos a finales de esa centuria, ya contará con un tramo de muralla medieval vieja, así como una parte posterior reformada, y que podemos designar como la “nueva” para ese momento.

Esta distinción es importante realizarla, puesto que durante el siglo XVI se harían toda una serie de reformas, motivadas por esa multiplicación de la cifra de habitantes que se registra en la localidad a lo largo del siglo, que además de obligar a la construcción de una iglesia nueva, motivará un cambio de muralla, tal y como se manifiesta en el cuadro de Pere Oromig de la expulsión de los moriscos (y que se produce escasos años después de que se acabe esta centuria), hecho que comprobamos a pesar del esquematismo de su óleo, puesto que las torres ya nada tienen que ver con las que se recogen en el grabado de Beuter (1538) y que décadas después reproduce Viciana en su libro.

De ahí que planteamos a modo de hipótesis que Vinaròs ya desde el siglo XIII y XIV contaría con una muralla inicial (la vieja o medieval), a la que luego en el siglo XV se le realizarán reformas y ampliaciones, que dependiendo de hacia donde vaya orientándose la expansión de la villa, acabarán modificándola y haciendo que se distinga una parte como perteneciente a un circuito viejo respecto de uno nuevo, hasta que finalmente entrados en el siglo XVI, será necesario reformar esta a gran escala, ya no solo por la introducción de elementos militares que obligarán a su refuerzo y nuevo planteamiento defensivo, sino también por ese despegue demográfico, que marcará un nuevo punto de inflexión en la sociedad local, y en el que una nueva burguesía mercader y propietaria de tierras estaba emergiendo con mucha fuerza.

David Gómez de Mora


Bibliografía:

-Gómez Acebes, Alfredo (2015). Vinaròs y el mar. Relaciones comerciales, socio-políticas y económicas entre los siglos XV y XVII. Associació Cultural Amics de Vinaròs

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).