La vinculación de San Blas con el mundo lupino es más estrecha de lo que nos podemos imaginar. Como sabemos, este santo fue un obispo que optó por llevar la vida propia de un ermitaño, al cual hasta la cueva en la que se hallaba, acudían animales salvajes a los que había conseguido amansar.
Se dice que, debido a su formación en medicina, este mismo los curaba. Aquello derivaría en que incluso según la tradición, se le acercasen criaturas como osos y lobos, y que acabarán relacionando a San Blas como un gran domesticador de fieras, al mismo tiempo que como un protector contra los ataques de cualquier especie salvaje.
Como ya se ha comentado en más de una ocasión, en estas tierras San Blas ha sido un santo al que muchos de nuestros antepasados se encomendaron, especialmente cuando padecían molestias o enfermedades de la garganta, algo que precisamente, también apreciaremos en la advocación de San Lupo o Sant Llop, y que de la misma forma que ocurrirá con San Blas, también estará relacionado con las demandas de protección de los temidos ataques de lobos, y que se producían tanto en cabañas ganaderas como hacia las personas.
Joan Font i Rius (1969), aprecia una evidente similitud entre ambas advocaciones, al indicar que Sant Llop “viene a ser como San Blas en la Catalunya Nueva”. Es por ello que las cualidades protectoras que históricamente la población le ha asignado a Sant Llop en el territorio catalán, serían las equivalentes a San Blas en la zona castellana.
Precisamente, relacionado con esto, estará la creencia que antaño advertía que aquella gente que se encontrara con un lobo, podía no recuperar el habla, corriendo el riesgo de enmudecer, y así no poder solicitar auxilio, de ahí la necesidad de disponer de voz y así demandar socorro en el caso de que se produjese un ataque. Es por ello que puede no ser casualidad que tanto San Blas como Sant Llop, sean santos protectores contra problemas de la garganta, como en este caso ocurrirá con la afonía.

Grabado de San Blas con varias fieras. Archivo Histórico de Barcelona (https://interbenavente.es/archive/20186/refranes-de-san-blas)
Cabe tener en cuenta que además de la acción que relata como San Blas sanó a un niño atragantado por una espina, está aquella que rememora como este obligó a un lobo a regurgitar vivo un cerdo que había devorado a una anciana sin recursos.
En diferentes localidades de la provincia de Cuenca, apreciaremos que San Blas ha sido una de las principales advocaciones, sirviendo como ejemplo los municipios de Albalate de las Nogueras, Almonacid del Marquesado, Enguídanos, Pozoamargo, Santacruz de Moya, Torrejoncillo del Rey o Torrubia del Campo.
Sobre el lobo en nuestra área de estudio, ya hemos comentado que alrededor de las tierras de Huete, este se movía de forma frecuente hasta principios del siglo XX. Veremos que en el caso de Caracenilla existe todavía un paraje llamado “La Hoya del lobo”.
En La Peraleja, sabemos que se creará una cofradía dedicada a San Blas, y cuyo primer libro arranca del año 1742. Por otro lado, conocida es la fuente del lobo entre Huete y Verdelpino de Huete, así como alguna historia que nos remonta a finales del siglo XIX, cuando todavía se producía la entrada nocturna de estos cánidos dentro del área urbana de esta actual pedanía optense, y en la que los perros de las casas ladraban de forma desenfrenada, advirtiendo a los vecinos de esa presencia en el exterior.
Recordemos que precisamente en Verdelpino de Huete, la festividad de San Blas en tiempos pasados gozó de bastante notoriedad. No siendo por este motivo un hecho casual que el nombre de Blas aparezca entre algunos de los vecinos documentados en las primeras referencias del archivo de protocolos notariales de Verdelpino de Huete. Por otro lado, a mediados del siglo XVII veremos que San Blas aparece como patrón en este lugar, poseyendo además una ermita bajo su advocación.
En Saceda del Río, la devoción a San Blas se refleja en uno de sus vecinos, Diego de Mochales, quien dona a principios del siglo XVIII un cuadro de este santo a la parroquia del municipio. De la misma forma, en Villarejo de la Peñuela veremos que eran sobradamente conocidas las incursiones de este cánido.
David Gómez de Mora
Bibliografía:
*Font i Rius, Joan (1969). “Sant Llop, compatró de Centelles”. Col.lecció de Goigs “Santa Eulalia”, nº54. Barcelona