La familia Ruiz de Alarcón durante el siglo XVI poseía un amplio conjunto de bienes, especialmente a través de las diferentes líneas genealógicas que irá dejando por todo el perímetro geográfico de la zona de Alarcón.
Si estudiamos a fondo los principales edificios religiosos de Buenache y Piqueras, salta a la vista que este linaje plasmaría de forma palpable su dominio en cada lugar respecto aquellas casas que integraban la élite municipal. No debemos de olvidar que en ambos los Ruiz de Alarcón eran sus señores, de ahí la importancia de disponer de un espacio de enterramiento propio, que se irá adaptando a las necesidades y capacidad económica de sus poseedores.
En el caso de la iglesia de Buenache, en la zona del evangelio adjunta al altar, apreciamos una capilla, en la que en cada una de sus esquinas se alzarían un conjunto de emblemas heráldicos, pero que desafortunadamente no se conservan, exceptuando uno, pero que tampoco podemos apreciar al hallarse en muy mal estado de conservación, sirviendo a la vez todos estos como soporte de los arcos de la bóveda de la capilla. No obstante, si ponemos la vista en la zona superior, apreciamos como en la clave de la bóveda hay un escudo pintado, y que nosotros identificamos con el de la familia Ruiz de Alarcón, por poseer en el centro una cruz floridesada con ocho aspas en su bordura. Un elemento bastante distintivo, que nos lleva a pensar en que este espacio estuvo en algún momento representando a este linaje, al poder funcionar como su área de enterramiento.
Esta cuestión que no debe resultarnos descabellada si tenemos en cuenta que el resto de capillas fueron aprovechadas por otros linajes de la nobleza local, será una constante en aquellos municipios, donde los señores como la nobleza local, buscarán un lugar desde el que remarcar su estatus social dentro del pueblo, hecho que apreciamos en el caso de los Reyllo a través de la capilla de la Inmaculada, o con los Ximénez-Moreno desde la del Cristo de la Viga.
En Piqueras del Castillo, como bien sabemos, un miembro de este linaje tras su entronque con la hija de Juan de Valencia (alrededor de finales del siglo XV), tardaría unas décadas en mandar alzar dentro del templo de la población, una capilla dedicada a la Inmaculada Concepción, y que será conocida como de los señores o de los Ruiz de Alarcón. No debemos de olvidar que los antepasados de esta línea ya poseían otro espacio de enterramiento privilegiado en la iglesia de la no tan lejana localidad de Albaladejo del Cuende, donde también eran señores, hecho que nos refleja el marco de influencia que entre las centurias del XV y XVI estos venían atesorando en nuestra zona de estudio.
Tanto en el caso de Buenache como Piqueras, las iglesias se emplazaban en los lugares más elevados de esa zona. Esto incluso salta a la vista en el caso de Buenache, ya que pensamos como hipótesis geográfica, que su templo aprovecharía una modesta loma que se realzaba sobre el terreno.
Así pues, si apreciamos la disposición geomorfológica del lugar, veremos como al oeste se halla lo que hoy se conoce como la calle agua (nombre bastante revelador) de un paleobarranco que se iría colmatando y adaptándose como camino de tránsito, y que seguramente, debido a la necesidad de ampliarse siglos atrás el casco urbano, acabaría edificándose. Esta zona de aguas, se acompañará de otra que descenderá por ese punto de forma paralela por la franja este, siendo hoy todavía perfectamente perceptible, al encajarse sobre lo que se denomina por la población nativa como el vallejo de San Pedro.
Si englobamos en un mismo conjunto esta elevación junto con las dos vías fluviales que hay en la zona, podemos apreciar que el área del municipio donde se emplaza el edificio religioso, no fue para nada casual, tanto es así que si nos damos un paseo por las afueras del mismo, veremos como todavía afloran los restos de la roca madre que daban esa altura adicional, y sobre la que los procesos erosivos han originado la formación de pequeños lapiaces.
Es sobre ese espacio, y que como hemos dicho se encontraba rodeado por dos escorrentías, sobre el que destacará un modesta porción de relieve del resto del llano circundante, en el que los antiguos habitantes dispondrían de una área con unas prestaciones mínimas de seguridad. No olvidemos que estos barrancos funcionarían como una especie foso natural, quedando en la franja norte un corredor, que sería en el medievo el principal vial de entrada al casco antiguo de la población, y que ahora denominamos calle iglesia.
De este modo, la zona de la loma, donde se adjuntaría la iglesia románica como las casas que había a su alrededor, ocuparía un perímetro de unos 6000 metros cuadrados de superficie. Una extensión que vendría a concentrar las viviendas del casco urbano primario generado posteriormente a la reconquista, y desde el que posteriormente se irían ampliando nuevos arrabales o barrios, a medida que la población fue creciendo, y demandaba una mayor disponibilidad de suelo en el que edificar sus casas.
Un caso que en cierto modo guarda paralelismos con el de Piqueras del Castillo, ya que es desde su iglesia parroquial y que también ocupa la zona alta del pueblo, donde irán emplazándose las casas más antiguas, y que quedaban a su lado reforzadas por la emblemática torre que divisaba sus alrededores.
Desde ese punto alto del municipio, junto a su torre como la iglesia, irá discurriendo el casco urbano sobre el que paulatinamente irá expandiéndose la población cristiana tras la reconquista.
Todavía tanto por dentro como por fuera de estas iglesias, veremos elementos decorativos que merecen la pena destacarse. En el caso de Buenache, apreciamos los remates que decoran los muros de la zona externa de la iglesia, de donde en alguna ocasión se aprovechó uno de estos como relleno para construir las paredes del edificio.
De la misma forma, sobre la heráldica del lugar, ya dedicamos en nuestro libro “Historia y linajes de Buenache de Alarcón”, una reseña respecto algunos de los escudos que había en el edificio, habiendo de añadir en este caso uno en muy mal estado, pero en cuya parte inferior izquierda se aprecian los restos de una decoración de motivos jaquelados o ajedrezados.
Igualmente, en la parte interior y a los pies del altar, podemos ver otro escudo de piedra, dividido en nueve partes, en el que nosotros leemos la leyenda GLO-RIA-TI-BI-TRI-NI-TAS (Gloria Tibi Trinitas), es decir, Gloria a ti Trinidad. Precisamente, en las afueras del municipio, se conserva todavía una bonita ermita dedicada a la Santísima Trinidad.
Para finalizar, y ya en el caso de Piqueras del Castillo, en uno de los laterales del edificio, más concretamente en el que se halla el acceso a la entrada del templo, apreciamos junto a los sillares con incisiones verticales, la presencia de un bloque con un conjunto de rombos que nada tiene que ver con el resto de los que hay a su alrededor. Un elemento más que se añade a las diferentes singularidades de este edificio, del cual nos quedan todavía muchas cuestiones por esclarecer.
David Gómez de Mora
Cronista Oficial de Piqueras del Castillo