La filosofía durante el
Renacimiento abarcaba numerosas ramas de estudio, entre las que estaría la que
hoy conocemos como de la teología. Durante este momento de nuestra historia, el
humanismo será un movimiento que partirá de la persona como eje de su idea de
pensamiento. Una concepción que se enfrentará al modelo tradicional de la
filosofía medieval.
El origen de este movimiento
radica en la Italia del siglo XV. Sus raíces son todavía discutibles, aunque
nadie puede obviar la emigración de grandes mentes privilegiadas procedentes de
Bizancio, tras los asedios turcos que estaban sometiendo al Imperio. Obviamente
su presencia fue un catalizador para la promoción de la cultura, que supo
materializarse con la acción de grandes mecenas como sucederá con casas como la
de Cosme de Médici.
La invención de la imprenta,
unida a estos nuevos promotores con alto poder económico, sumada a la creación
de universidades y academias de estudio, generará el caldo de cultivo de nuevas
corrientes filosóficas, como ocurrirá con el racionalismo, en donde la razón
pasará a ser su principal engranaje.
El ser humano comenzará a
demandar una mayor de posibilidad de contacto con la realidad física para argumentar
el conocimiento de las cosas. Seguidamente, siglos después entraríamos con la
Ilustración, en donde la metodología y las matemáticas serán la carta de
presentación de todo aquello que fundamente las bases del conocimiento.
Poco a poco fue surgiendo una
idea de promoción hacia el liberalismo, que comenzó a perseguir la religión. La
crítica sociopolítica como económica del sistema, alimentó la idea de que la
razón era el único fundamento de la evidencia. Comenzando pues a surgir
diferentes movimientos, impensables hasta la fecha, entre los que todavía
veremos retazos que abogaban por las ideas tradicionales de pensamiento, tal y
como sucederá con el fideísmo, el cual consideraba que la fe era todavía
necesaria en aquella sociedad, puesto que las creencias y la fe seguían
teniendo cabida en un mundo donde no todo era una razón que además de ser
limitada no daba respuestas a los numerosos interrogantes que acechaban a ser
humano.
En este sentido, veremos como
la epistemología afirmaba que no todo lo podía probar la razón. Al fin y al
cabo el capitalismo estaba respaldado por aquella nueva forma de pensamiento,
en donde se premiaba la importancia de la libertad individual en detrimento de
los sistemas de apoyo y que en las zonas rurales tuvieron tanto peso.
Finalmente la cosa se volverá
más compleja con el surgimiento de las ideas positivistas, favorecidas por la
revolución social que comenzaba a extenderse por Europa. A continuación le
seguirá el marxismo, cuya premisa principal era la búsqueda de una lucha de
clases que compensara las desigualdades, pero que como veremos acabaría
derivando en diferentes derroteros que se alejaban bastante de los principios
establecidos en su origen.
David Gómez de Mora