Dentro de esta materia nos
hallaríamos con una parte concreta, que denominamos como ontología, y que viene
a ser la parte de la metafísica encargada de investigar que entidades existen
más allá de lo que uno puede llegar a ver.
La metafísica es tan necesaria
como la física, las matemáticas o cualquier ciencia empírica, puesto que da
respuesta a cuestiones que las personas debemos de seguir preguntándonos.
Precisamente, uno de los conceptos que emergen de la misma son los del Ser y el
Ente. Recordemos que el Ente tiene un significado concreto, es decir, las cosas
que existen en el mundo o la cosa que es designada por un Ser.
Vamos a analizar el concepto de
Ser y Ente para comprender mucho mejor que significan en el campo de la
metafísica.
El Ser es un acto o una propiedad
de las cosas, es decir, una perfección. Todas las cosas forman parte de un Ser,
y en este sentido las llamamos Entes, aunque al mismo tiempo albergan una esencia
gracias a las que reciben distintos nombres. Tengamos en cuenta que el Ser y
esa esencia son dos elementos inseparables que veremos en cualquier realidad
del Universo.
Si analizamos a fondo lo dicho, apreciamos
que el ser es el acto más radical de aquello por lo que son las cosas, de ahí
que la referida esencia, se convierta al final en la parte discriminatoria que
hará que cada cosa sea de uno u otro modo.
Es decir, el Ser constituiría el
primer acto del Ente, del mismo modo que se explica como el alma da vida al
cuerpo. Ciertamente el Ser puede ser uno de los términos más genéricos que
conozcamos, pudiendo atribuirse a todo. En cambio las propiedades del Ente
pueden ser físicas o metafísicas (la primera percibida con parámetros tangibles
mientras que la segunda desde la razón)
Concepción postaristotélica
Para Santo Tomás de Aquino el
acto de Ser era lo más perfecto que existía, dándose este en diferentes grados,
hasta alcanzar con Dios su máxima intensidad, así por ejemplo en las criaturas,
a medida que estas eran menos perfectas, su Ser tenía un grado de pureza
inferior.
Recordemos que para Aristóteles
había un primer motor inmóvil, una primera causa de todo el movimiento que
habrá en el Universo y que no era accionado por nada. Idea que extraerá del
Logos de Heráclito. Ese acto puro, encargado del inicio de todo, era una
especie de ser eterno, que nunca paraba, y que era esencial para la creación de
las cosas. Este Dios aristotélico acaba convirtiéndose en la causa de todo
cambio en el Universo.
Posteriormente será Santo Tomás quien
a la hora de explicar los atributos de Dios, profundizará mucho más en los
rasgos que definían su forma de Ser.
-Afirmación: ya que Dios es la
causa de todas las cosas que resultan perfectamente puras.
-Negación: rechazándose que Dios
posea atributos que resultaran imperfectos.
-Analogía: pues la capacidad de
conocimiento en Dios es perfecta y en los humanos imperfecta.
-Eminencia: Dios la posee de
forma infinita.
Entre los atributos entitativos que provienen de estas características y que lo definen como un Ser absolutamente diferente respecto del resto del Universo, veremos cómo Santo Tomás enumera las características de simplicidad (al carecer de composición o forma), perfección, infinitud (no tiene límites), inmutabilidad y unidad (por ser único).
David Gómez de Mora