A día de hoy siguen existiendo bastantes lagunas en lo que respecta al origen genealógico de la familia Ruiz de Castilblanque. Y es que por desgracia se ha ido transmitiendo entre autores a pies juntillas (sin tener en cuenta la escasa documentación antigua que se preserva sobre esta familia), un relato en el que afloran fechas dudosas, imprecisiones y anacronismos que para nada ayudan a encajar su genealogía con aquellas generaciones más antiguas del linaje familiar.
Esto obviamente nos complica la tarea de averiguar quienes fueron realmente los Ruiz de Castilblanque, y cual es el verdadero marco de acción geográfico sobre el que se movieron durante la baja edad media. Lo que dificulta presuponer dónde radica la verdadera base de ese poder que a finales del medievo habían extendido por tierras aragonesas.
La tradición de los tratados genealógicos (y sobre los que no nos cansamos de repetir que hay que ir con un excesivo cuidado a la hora de extraer sus datos, pues al fin y al cabo son trabajos con un claro interés propagandístico, para sistematizar un lavado de cara y la consiguiente acción de medraje para el linaje al que se dedicaban), nos informan que Guillén de Castelblanco participó en la reconquista de Teruel y Albarracín, casando con doña Dordia Pérez Cajal, de quien se dice nació Gil Ruiz de Castilblanque, un rico hombre aragonés que supuestamente vivió, o al menos nació durante el siglo XII, y que entabló alianza matrimonial con doña Toda Ruiz de Azagra, heredera de los señoríos de Tormón, El Cuervo, Cascante del Río, Tramacastiel y Valacloche.
Recordemos que Antonio Suárez de Alarcón1 menciona que la genealogía de la familia se remonta a estos primeros señores, copiando luego su discurso Salazar de Castro2. Resulta como poco llamativo que María García (mujer de Lope Ruiz de Castilblanque), a quien anteponen el apellido Albornoz, por proceder de dicho lugar, Suárez de Alarcón la hace hermana de García Álvarez de Albornoz (fallecido en 1328 según las fuentes clásicas), quien era a su vez vástago de Álvar Fernández de Albornoz y María García. Una ascendencia genealógica que quienes han seguido nuestras publicaciones sobre dicho linaje saben que no guardan concordancia con diversas cuestiones y que exponemos en el siguiente artículo. Véase: http://davidgomezdemora.blogspot.com/2020/12/notas-genealogicas-sobre-los-carrillo.html
Otros autores son más hábiles, y ante la evidente problemática historiográfica que supone hacer a esa María hija de los Albornoz, opta por minorar su estatus, convirtiéndola en hija de un tal Álvaro de Moya y María García, discurso obviamente más digerible, pero que sigue comportando anacronismos y saltos generacionales inasumibles, puesto que si Lope Ruiz de Castilblanque pudo haber nacido alrededor de 1275, no es factible vincular a este como hijo de Gil Ruiz y Toda Ruiz de Azagra, la cual supuestamente ya estaría casada con su esposo a principios de dicha centuria. Un margen de años antinatural, que de nuevo vuelve a levantar sospechas en el discurso histórico del linaje.
Nosotros partimos de la idea de que la familia comienza con un relato contradictorio, si nos atenemos a las fechas que se proporcionan, pues resulta imposible de justificar que Toda Ruiz de Azagra fuese el retoño de un personaje fallecido en el siglo XII.
Otras reseñas consultadas nos indican que la familia de los Ruiz de Castilblanque entre finales del siglo XIII y décadas del XIV, adquieren una serie de señoríos, que luego recaerán en los Fernández de Heredia. Hasta ahí, eso puede asumirse. Pero lo que ya resulta imposible de sostener es el relato genealógico que hace ascender a la familia hasta los tiempos de la reconquista, teniendo en cuenta los márgenes de años tan amplios que se extienden entre algunas de sus generaciones. También nos sigue pareciendo curioso que este hecho no se advierta por posteriores estudiosos, y por lo tanto, se continúe copiando un discurso que tradicionalmente se ha venido divulgando sin una base de fechas que permita presenciar su trayectoria hasta el siglo XII.
Hemos de admitir que desconocemos en que momento los Ruiz de Castilblanque pudieron tener en su control el lugar de Tramacastiel, puesto que de ser así, aquello tuvo que ocurrir con anterioridad a 1329, ya que todo apunta a que desde ese momento, junto con Cascante del Río, las propiedades estarían en posesión de la línea de los Fernández de Heredia.
También se ha planteado que el patrimonio de los Ruiz de Castilblanque se vuelca en Teresa Fernández de Heredia, al poder venirle de su padre el Gran Maestre. No obstante siguen existiendo otras tantas dudas que no podemos despejar, y que condensamos a continuación en dos puntos:
1) Primeramente, sobre los Ruiz de Castilblanque no se precisa de manera fidedigna cuando obtienen sus señoríos, por lo que se desconoce si ello se produce de manera simultánea o gradual.
2) Del mismo modo, a pesar de lo antes expuesto, las fechas de la generación del caballero y su respectivo hijo que casa con Toda Ruiz de Azagra, no cuadran con la de sus nietos, de ahí que o bien están equivocadas las cronologías de los antepasados, o hay un claro enaltecimiento de una historia que nunca ocurrió. Dejando a un lado la parte crítica y malpensada, tampoco puede descartarse que este lio de nombres y fechas provenga de un vacío de personajes que alguien pretendió unificar sin tener en cuenta esas contradicciones, como ya le ocurrió a Suárez de Alarcón en el siglo XVII. Quedando en el aire la duda de si el control señorial de los Ruiz de Castilblanque, pudo empezar a articularse en la figura de la hija de un miembro que acabaría casando con la casa de los Fernández de Heredia, y cuyo patrimonio como veremos recaerá posteriormente en el Condado de Fuentes.
Es por ello, y dejando a un lado la hipotética genealogía que el linaje defenderá en diversos tratados, que pasamos a analizar desde la perspectiva estratégica el emplazamiento que ocuparán los enclaves que la tradición asigna bajo un periodo de tiempo dentro de los dominios señoriales de los Ruiz de Castilblanque.
A grandes rasgos apreciamos tres áreas geográficas distantes:
El área montañosa que cerca el entorno de Tormón y El Cuervo.
Un asentamiento aislado de estos focos, y que como posición intermedia englobaría el castillo de Tramacastiel.
Y por último el perímetro geográfico que ocupan los dominios de Cascante del Río y Valacloche.
Cabe decir que todos ellos, y a pesar de la distancia que existe entre alguno de esos puntos, estos discurren por dentro de lo que sería la zona cercana a la frontera entre Aragón y el territorio valenciano, posicionándose precisamente cerca del Rincón de Ademuz, y que conforma esa comarca histórica valenciana que se remonta a la toma del lugar por Pedro II de Aragón a principios del siglo XIII, donde estaría el espacio representado por el enclave de Torrebaja, y cuyo lugar en el siglo XVI aparece como señorío bajo la tenencia de los Ruiz de Castilblanque.
De la primera zona geográfica aquí descrita, y conformada por los municipios de Tormón y El Cuervo, cabe destacar que ambas localidades ven pasar junto a sus afueras el curso del río Ebrón, afluente del Turia y que precisamente nace en el término municipal del referido Tormón.
El castillo de Tormón se posiciona por encima de la cota de los 1000 m.s.n.m., estando asentado en una tranquila población que a duras penas sobrepasa la treintena de personas censadas en la actualidad, y que a comienzos de la segunda mitad del siglo XIII perteneció a la heredad de doña Teresa Gil de Vidaurre, quien fue ni más ni menos que la tercera esposa de Jaume I el conquistador. En 1275 Jaume I entrega este lugar con su fortaleza a su hijo Jaime de Jérica, ampliándose seguramente la trama de la fortaleza hasta una parte que entraría dentro del área urbana del lugar, como sucederá con las calles más cercanas al enclave defensivo. A finales de esa centuria la tradición invoca a la tenencia del lugar en manos de los Ruiz de Castilblanque.
Por sus características, la fortaleza se cataloga dentro de lo que denominaríamos como un castillo roquero, destacando por encima de la superficie poblada su torre homenaje desde la base de la pequeña porción rocosa en la que se alzó. La dificultad de su acceso en un perímetro tan reducido, lleva a pesar a que hacia el mismo únicamente se podía acceder a través de una escalera de madera, y que obviamente luego sería retirada, consolidando así una verdadera obra de resistencia defensiva, aislada de cualquier elemento que pudiera ayudar a su toma desde la zona basal en la que se edificó. El propio nombre del pueblo (“tormón”), da lugar a la designación toponímica de ese espacio, al derivar de un aumentativo de “tormo”, el cual proviene de la palabra “tolmo” o peñasco.
A continuación, y a varios kilómetros más hacia abajo del río Ebrón nos encontramos el castillo de El Cuervo, el cual de la misma forma que el antes referido formaba parte de la zona de control que seguía dicho río, siendo este ya citado en documentación de principios del siglo XIII. El castillo se halla sobre un cerro rocoso, que de igual forma que como veremos con los fuertes de ese dominio atribuido a los Ruiz de Castilblanque, se posiciona aprovechando la geomorfología natural, configurándose como un castillo roquero justo al este de la localidad, en lo alto de una ladera. En su base parece haber existido un lienzo de muralla. La fortaleza se emplaza por encima de los 900 m.s.n.m.
En otro espacio geográfico cabría ubicar el tercer castillo roquero vinculado con este linaje. Este como todos los que vamos a describir, se encuentra en estado ruinoso, emplazándose en la parte alta del municipio turolense de Tramacastiel, divisando al oeste el curso del Río Regajo (otro afluente del Turia). A finales del siglo XII este se hallaría en manos de Martín Pérez, pasando luego un breve periodo de tiempo bajo la Orden del Temple.
Finalmente y concluyendo con esta descripción de castillos medievales atribuidos a este linaje, cabe centrarse en una tercera área geográfica, esta vez bien comunicada entre sendas fortalezas, por hallarse tocantes sus términos municipales. Los castillos de Cascante del Río y Valacloche se ubican en las inmediaciones del Regajo de Camarena, estando separados a escasos kilómetros de distancia, y manteniendo una buena visual de la franja en la que se posicionan.
Respecto al fuerte de Cascante del Río, se ha dicho que perteneció en el siglo XIV a los Ruiz de Castilblanque, de ser así, aquello hubo de suceder antes de 1329. La única vinculación que hemos hallado recogida por Suárez de Alarcón, y que invoca de Zurita3, es la que dice que Sendina Vives (esposa de Gil Ruiz de Castilblanque), era en realidad miembro del linaje Vives de Ruiz de Liori, por lo que la hace hermana de Sancho Ruiz de Liori, quien en 1357 se dice que tuvo encomendado por el Rey de Aragón la fortaleza de Ademuz.
Cabe decir que la vinculación del enclave de Cascante con la casa de los Fernández de Heredia, la hallamos a través de una reseña medieval de interés, procedente del Archivo Provincial de Zaragoza, pues existe una donación de Juan Fernández de Heredia fechada en 1388, (quien era hijo de Mosén Gil Ruiz de Liori -señor de Cascante-), a favor de Blasco Fernández de Heredia4. La pregunta que sigue estando en el aire, es la de en qué momento de ser cierto hubo de producirse la transmisión de este castillo desde los Ruiz de Castilblanque a los Ruiz de Liori.
Por último, la quinta fortaleza adscrita a las referencias de Suárez de Alarcón es la del castillo de Valacloche, otro espacio fortificado de tipología roquera que podría datar del siglo XIII, ofreciendo una planta alargada, entre cuyas ruinas se pueden vislumbrar los restos de un torreón rectangular, además de una parte del sistema amurallado que protegía el perímetro, y que conduce hasta otra torre. Del mismo modo que ocurre con el de Cascante, se invoca a que los Ruiz de Castilblanque lo poseyeron durante un periodo concreto del siglo XIV, llegándose en algunas fuentes a concretar que estuvo en manos del matrimonio de Lope Ruiz de Castilblanque y María García, pero que por desgracia, y como sucede en los casos anteriores, nosotros al menos no hemos sabido precisar.
Hecha esta descripción y presentación de las diversas cuestiones genealógicas que los expertos en familias de la nobleza aragonesa sería interesante que pudieran desentrañar, hemos pretendido acercarnos a la realidad histórica de una franja geográfica durante un periodo largo de la baja edad media, ubicada entre el territorio aragonés y valenciano, donde apreciamos de nuevo la importancia que tenían desde el punto estratégico muchos de esos espacios fortificados, y que encajan sus raíces en un contexto político en el que era primordial hacerse con el control de puntos de difícil acceso, sobre zonas geográficamente escarpadas, en las que la presencia de un roquedo caprichoso que permitiera alzar una fortificación junto a la disponibilidad de un curso fluvial con agua permanente, eran credenciales lo suficientemente atractivas como para desempeñar el desarrollo de un núcleo poblacional a su alrededor.
David Gómez de Mora
Referencias:
1 Antonio Suárez de Alarcón (1656).Relaciones genealógicas de la Casa de los Marqueses de Trocifal
2 Luis Bartolomé de Salazar y Castro, cronista y referente en los estudios genealógicos de las grandes familias del país (1658-1734)
3 Jerónimo Zurita y Castro fue un historiador español y cronista mayor del Reino de Aragón (112-1580)
4 ES/AHPZ - P/1-248-9