Seguramente, uno de los edificios más importantes de esta localidad, y que necesita un exhaustivo estudio a fondo de su evolución arquitectónica, es precisamente la iglesia del municipio. Una construcción que ahonda sus raíces en el medievo, pero que debido a la multitud de reformas y adaptaciones que ha sufrido, han acabado desconfigurando una parte de lo que era su base primigenia.
Cualquiera que se de un paseo alrededor de la misma, comprobara como en sus paredes todavía permanecen los vestigios de diferentes accesos con los que contaba el templo, de los que podemos desprender o intuir su momento de ejecución, gracias a la documentación que se conserva sobre su fábrica y consiguiente evolución histórica.
Sabemos que su estructura sufrirá drásticos cambios durante la segunda mitad del siglo XVI. Desconocemos si es casualidad o no, pero precisamente diferentes templos de la zona se verán por esas fechas sumidos en idénticas obras de readaptación, siendo este el caso de Villarejo de la Peñuela, además de otros enclaves que también hemos estudiado con anterioridad.
Creemos que las tres naves que nos han llegado y que se conservan en la actualidad tienen su origen precisamente entre los siglos XV-XVI, ofreciendo antes un aspecto probablemente muy diferente. Es en ese momento, a pesar de que la localidad cuenta con poco más de un centenar de familias, justo cuando vivirá el desarrollo de una nueva fase en la que sus gentes se ven capaces de emprender un proyecto de cierta magnitud para lo que era esta modesta parroquia. Como es de suponer, su techo estaría recubierto de madera. Además, todo apunta a que durante la década de los años setenta del siglo XVI el edificio no estaría en su momento de mayor esplendor, razón de peso para que se adaptara una de sus naves y comenzaran a realizarse diferentes cambios que solo desde un estudio más preciso nos permitirán aproximarnos a la metamorfosis del lugar.
Primeramente si analizamos sus paredes externas, apreciamos como en el flanco norte existe un antiguo acceso, cuya entrada nos da unas dimensiones de 2'10 metros de alto por 1'25 de largo, teniendo el sillar principal de la parte derecha unas dimensiones de 1 x 0'80 metros. No obstante cabe decir que esta no será la puerta más destacada, pues en la zona de poniente hay otra tapiada de largas dovelas, con dimensiones todavía más imponentes en sus sillares, alguno con alrededor de 1'10 x 1'50 metros, donde a escasa distancia se distinguen claramente otros restos, y que evidencian el proceso evolutivo al que se ha ido sometiendo un edificio que siguió incorporando elementos de sus diferentes épocas a lo largo de la vida que viene arrastrando como zona de culto.
David Gómez de Mora