jueves, 10 de junio de 2021

Apuntes sobre la paleogeografía costera de Vinaròs siglos atrás

Buena parte del espacio que ocupa actualmente la plaza del mercado, hace poco más de 500 años quedaba integrado dentro de una antigua línea de playa, que dista bastante del aspecto que ofrece a día de hoy nuestro litoral.

Sabemos que esta zona daba junto a la entrada de la ciudad amurallada y a la que se accedía desde el denominado como Portal de Baix, lo que nos indica que estamos ante uno de los primitivos entornos en los que el pueblo de Vinaròs dejaba sus embarcaciones, además de poder navegar metros arriba a través de lo que ahora es la plaza de San Telmo, por haber antaño una lengua de agua que pudo existir hasta alrededor del siglo XVI, y que en su conjunto se adscribía a una desaparecida bahía costera, aprovechada por el socavamiento de la desembocadura de un barranco que la surcaba y conectaba hasta el mar.

Estas características geográficas tuvieron que ser decisivas en el momento de establecer la anterior alquería musulmana, y posterior emplazamiento que daría origen a la ciudad de Vinaròs.

Del mismo modo creemos que esta zona durante la Edad Media ya pudo haber funcionado como el cargador portuario que sostenía la vida del sector marítimo de la localidad.

Pensamos que no sería la única franja litoral que se dedicaría a estos menesteres, pues ese enclave no se extendería más allá del periodo climático denominado como de la pequeña edad de hielo, momento en el que comenzaría a retroceder el nivel de las aguas, en favor de una prolongación continental fomentada por la sedimentación del llano costero.

Es muy probable que la fase en la que esa lengua de agua tuviese una mayor extensión se produjese durante la época de dominio musulmán, ocupando parte de la zona media y baja de la plaza de San Agustín, buscando desde el actual auditorio la línea de la calles de Santo Tomás y del Ángel, hasta ascender a las inmediaciones de lo que hoy es la plaza de San Valente, tal y como en su día propuso el aparejador e historiador local José Antonio Gómez Sanjuan. Incluso en un grabado del siglo XVI llega a intuirse parte de esta morfología natural que poco después comenzaría a mutar.

Cabe decir que la ubicación del antiguo convento de agustinos con el que contó nuestra población, pudo no ser del todo casual, ya que si hoy el emplazamiento escogido (en la zona alta de la actual plaza del mercado), puede parecer un punto sin importancia, habríamos de realizar un viaje en el tiempo de varios siglos atrás, para imaginar que aspecto ofrecía ese mismo lugar.

Playa del Fortí (wikipedia.org)

Antaño la costa de Vinaròs tenía una imagen propia de la de una franja litoral rodeada por un espacio de marjalería de aguas estancadas y surcada por barrancos respecto la que conocemos en el presente. Será en la desembocadura de una de estas escorrentías donde la orden religiosa controlará la entrada de las diferentes embarcaciones que irán varando en nuestro municipio.

Respecto a su historia, se dice que fue el papa Inocencio IV el que por petición de unos ermitaños, fundó la regla agustina, siguiendo los preceptos establecidos por el propio San Agustín.

Al igual que franciscanos y dominicos, los agustinos siguieron un estilo de vida vinculado con la castidad y la obediencia. La norma de los mendicantes, a la cual están todos adscritos, se caracterizaba por profesar un ideal de pobreza y austeridad, marcado por la caridad.

El aspecto fundamental que determina a estas órdenes es su dedicación a la vida contemplativa, aunque también empezaron a desarrollar una ardua labor de evangelización y predicación. Habitualmente, intentaban situar sus centros religiosos en el interior de las ciudades, alejándose así del modelo asceta de otras compañías que solían vivir aisladas de la población como ocurrirá con los monasterios situados normalmente entre zonas escarpadas y abruptas de la montaña.

Dentro de este edificio se emplaza lo que hoy conocemos como la capilla de Santa Victoria. Su disposición resulta un hito interesante desde la perspectiva paleogeográfica, puesto que desde la misma calle por donde se accede a ésta, podemos comprobar cómo se describe una morfología de vaguada, y que correspondería con una antigua lengua de agua ya extinta por la que se podía navegar, y de la que los agustinos sacaban provecho económico cobrando lo que se conocerá como el derecho de palos.

La morfología urbana sobre la que se halla de forma perpendicular esa formación ya desaparecida, comprendería entre las calles del Ángel y Santo Tomás, conformando un espacio que venía a ser en realidad la desembocadura de un barranco que descendía desde lo alto de la zona (Lo Camí Fondo), allí, una vez que éste bajaba hacia el Camí Carrero, llegaba a la plaza trasera de la actual iglesia, donde debido a una ruptura de la pendiente del terreno, se permitía la entrada de agua marina. Un espacio a su vez aprovechado como zona de desagüe por los habitantes de Vinaròs desde siglos atrás.

En la actualidad la parte baja de lo que fue esa vía de aguas lo representa la calle de Santa Rita, donde unas obras efectuadas hace más de diez años permitieron sacar a la luz una parte del colector que desagua al mar.

Antaño, mucho antes de que se cubriera este espacio, podemos imaginarnos la presencia de un barranco con escaso calado y trayecto, cubierto en su zona baja por las aguas del mar, y que en momentos de precipitaciones torrenciales transportaría una característica lamina pluvial acumulada a lo largo de su cuenca de drenaje. Sabemos que estas aguas empezaban a concentrarse en el área superior del actual Camí Fondo, desde donde discurrían pendiente abajo, hasta descender, haciendo un último giro, antes de encarar lo que hoy es la plaza de Sant Valent, entrando así en contacto con el mar.

Otro dato interesante es que ya en el siglo XVII, este pequeño cauce se documenta como “barranc de la sèquia”, aunque también recibía el nombre de barranc de la iglesia.

Finalmente, el avance continental que durante la pequeña edad de hielo se produciría en buena parte de nuestro litoral, conseguiría hacer desaparecer esa zona de aguas inundadas. Un proceso de colmatación, creado tanto por la mano del hombre como por la naturaleza, algo que explicaría el porqué ya en un plano de 1648, esa formación ni tan siquiera puede reconocerse. No olvidemos además que a la zona ya se la denomina con el distintivo del “escorial”, designación más que evidente por lo que le toca a la modificación influenciada por la mano del hombre, ya que sobre su espacio se lanzaban desperdicios que ayudarían más si cabe a colmatarla.

Un elemento constructivo en parte vinculado con esa disposición del terreno era la Casa de la Vila (segundo ayuntamiento de Vinaròs), y que todavía alberga reminisencias arquitectónicas propias de la fase final del medievo. Hemos de recoradar que sobre la parte baja de su arco se encontraba la antigua zona de mercado con el que contaba la población. Es de imaginar que aprovechando el accidente geográfico que dejó la lengua de agua que ascendía desde la línea de playa en dirección a la plaza trasera de lo que luego será la iglesia Arxiprestal, se aprovecharía su disposición para que de este modo las embarcaciones pudieran cargar y descargar el género que allí se vendía.

Se cree que el Ayuntamiento se trasladó hasta este lugar entre el último tercio del siglo XIV e inicios del XV, es decir, unos metros más arriba, al estar el anterior dispuesto en lo que hoy es la calle de San Juan. Seguramente nuestra lonja sería el principal hervidero económico en el que se cerrarían muchos tratos, un punto bullicioso y de encuentro donde se comercializaba con una parte importante de los alimentos que consumían nuestros antepasados.

Más al sur quedaría otro espacio geográfico que poco tiene que ver con la distribución urbana que el avance urbanístico de la localidad nos ha legado, se trataría de la zona aledaña a la plaza de toros, y que se hallaba surcada por la desembocadura de un barranco hoy visualmente desaparecido, conocido en la población con el nombre de “Barranc del Clot”.

Este espacio durante el siglo XIX fue una zona de actividad industrial, donde se ubicaron algunas fábricas. Antaño se le conocía como barranc de Na Nineta, concentrando sus aguas pluviales desde más arriba de la medianera que corta la vía del ferrocaril.

Otro de los distintivos que recibió esta rambla fue el de “Clot de Pipante”. Junto a sus inmediaciones antaño se encontraban multitud de campos y huertas acompañados por las características cenias que tantas ganancias dieron a nuestros labradores en tiempos pasados. A su alrededor seguía extendiéndose un paisaje de tierras de cultivos interrumpidos por barranquillos y pequeñas escorrentías que desembocaban al mar, como sucederá en lo que hoy es la actual plaza primero de mayo con el paleobarranco de la calle San Narciso.

David Gómez de Mora


Bibliografía:

*Gómez de Mora, David (2007). Paleogeografía de Vinaròs. Ed. Antinea

*Gómez de Mora, David (2014). El litoral de Vinaròs y su influencia geográfica sobre el territorio. Ed. Associació Cultural Amics de Vinaròs

davidgomezdemora@hotmail.com

Mi foto
Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).