Uno de los edificios más emblemáticos y destacados de nuestra localidad es la iglesia arxiprestal. Como sabemos, en los templos cristianos no sólo se iba a rezar, pues aquel espacio religioso era un escenario de proyección social para todas aquellas familias que quisieran hacer alarde de su poder.
Ello se debe en parte a lo que se conocerán como las zonas de enterramientos o vasos de almas, y que hasta principios del siglo XIX seguirán empleándose por muchas familias.
Es por ello que tanto la nobleza, el clero y la burguesía local, aprovecharán esta posibilidad, al convertirse por su capacidad económica en los mejores aspirantes para acabar descansando eternamente dentro del lugar más sagrado del municipio. Como decimos, todo un signo distintivo en comparación al resto de la población, y que a su vez servía según la tradición para estar más cerca del cielo, de modo que se acortaba el periodo de espera en el purgatorio.
Recordemos que la mayoría de los vecinos eran enterrados en el cementerio exterior, y que por aquellas fechas se ubicaba en lo que hoy es la actual comisaría de policía.
En cuanto a los nombres grabados que podemos leer en algunas de las lápidas que se han hallado dentro de este edificio, tenemos las de aquellas familias que gozaron de cierto prestigio por su estatus, siendo ésta una rama de los Gavaldà, y que ya el cronista Martí de Viciana, menciona en su obra durante la segunda mitad del siglo XVI, cuando al hablar de Vinarós escribe: “hay casas antiguas de linajes honrados de padres y abuelos, antecesores como los Gavaldà”.
Decir que los Gavaldà fueron sin lugar a duda, una de las familias que ostentó una influencia destacada, no sólo en nuestra localidad, pues entroncaron con linajes de municipios próximos, como sucedió con los Zurita o los Orfanell.
Sabemos por ejemplo que Pedro Gavaldà ocupará el cargo de lugarteniente de Justicia, llegando a firmar el acta de colocación de la primera piedra de la arxiprestal. En este sentido, también vemos como Jaume Gavaldà, será otro de los representantes del clero vinarossenc, o incluso un Juan Bautista Gavaldà, también aparecerá entre los firmantes de los documentos de la fundación del convento de San Telmo.
Otro de los nombres que podemos leer en una de las lápidas, es el de José Traginer. Sobre esta familia poseemos escasos datos, no obstante su aparición en ese lugar no es un fenómeno casual, ya que los Traginer eran miembros de la antigua burguesía local. Así, por ejemplo, entre los encargados de recolectar limosnas para sufragar los gastos de las fiestas, nos aparece un José Traginer en 1701. Lo cierto es que el que se nombra en la lápida, falleció durante los años sesenta del mismo siglo, de ahí que pudiera ser un descendiente del mismo o miembro de dicha familia.
Además de este tipo de espacios de ostentación y poder, tenemos también las viviendas señoriales que a lo largo de diferentes puntos de lo que hoy es esa zona del casco urbano de la población, fueron levantando entre los siglos XVIII y XIX las familias más destacadas de Vinaròs, y que a continuación pasamos a describir.
La Casa del Baró d’Herbers
Uno de los grandes protagonistas de los inicios de la primera guerra carlista en estas tierras del norte de Castellón, fue el insigne Barón de Herbés, don Rafael Ram de Viu i Pueyo, quien además de ostentar tan honroso título, representó a su vez el del Condado de Samitier, obteniendo una grandeza de España que le llegaría a título póstumo, tras dar su vida por la causa carlista.
El Barón fue un militar y político incansable, que asumió cargos significativos, que le dieron mayor prestigio. Su aportación a la lucha con el bando sublevado fue escueta, pero suficientemente importante, ya que marcaría la senda de lo que luego serían los pasos heredados por don Ramón Cabrera (el Tigre del Maestrazgo). Recordemos que don Rafael se alzó en armas en el otoño 1833 a favor del pretendiente Carlos V, siendo varias semanas después cuando éste sería fusilado en tierras turolenses.
Se cree que su ascenso a corregidor-gobernador de la capital del Turia en verano de 1828, pudo ser el detonante hacia una conversión ideológica, en la que agudizaría mucho más su perfil conservador.
Durante la primera guerra, Ram de Viu contaba con más de mil hombres a su disposición, a través de los que se fortaleció en Calanda, no obstante, los ataques ocasionados por los enemigos, le hicieron disgregar parte de su contingente, acabando después como prisionero junto con otros familiares, hasta que finalmente fue pasado por las armas.
Recordemos que por mediación de sus ancestros los Valls, el linaje recibirá el grueso de la herencia y mayorazgo que le valdrán la consecución de los bienes que representaban la baronía. Por lo que respecta a sus propiedades en Vinaròs, Borràs Jarque, en su crónica nos cuenta como éste tenía un huerto, conocido en el pueblo como del “Baró d’Herbés”, el cual se situaba dentro de su residencia, y en la que parece estuvo antes de partir hacia Morella cuando proclamó su apoyo a la causa.
La Casa Membrillera
Una de las familias más ricas con las que ha contado Vinaròs era la de los Febrer. Anteriormente, este linaje con raíces nobles, empezó a acumular cierto poder, lo que le permitió encontrarse por encima del resto de casas aquí asentadas desde finales del medievo. La estrategia que catalizará socialmente su posición se gesta gracias a un enlace matrimonial (un método de proyección habitual entre la aristocracia como la burguesía), en este caso por su alianza con una familia infanzona de Aragón, concretamente a través de la figura de doña Margarita de la Torre y de la Torre.
De ese enlace, nacerá la línea de los Febrer de la Torre, permitiendo que las mejores familias de la comarca se adhieran a su genealogía con el transcurso de las generaciones venideras. Esto desde luego resultará una manera efectiva de ascenso, mediante el que la pequeña nobleza irá generando un bloque, que en la mayoría de localidades, será el que controlará los ayuntamientos y puestos más destacados de la cúspide social de cada lugar, ocupando cargos de notoria importancia, tales como en el ámbito militar, eclesiástico y político.
Casa Membrillera (wikipedia. org)
No será pues casualidad que precisamente en ese momento don Joan Baptista Antoni de Febrer i de la Torre (primer alcalde de Vinaròs después de la supresión de los Justicias y Jurados de la población), fuese a quien en 1713 se le concediera una porción considerable de tierras en la zona de la calle Socorro, así como en 1752 una Real Facultad de Mayorazgo e incluso un altar para la familia dentro de la iglesia arxiprestal (concretamente en la capilla de la Purísima). Éste como otros tantos familiares, comenzará a aglutinar un patrimonio destacado, que los llevará a ser uno de los linajes más influyentes del Vinaròs del siglo XVIII.
Sin lugar a dudas los Febrer obtuvieron algo que hasta la fecha ninguna familia había conseguido asentar: un legado patrimonial extensísimo, que gracias a su dominio local, les permitía desempeñar muchas muestras de su poder. Sólo como ejemplo cabe decir que el huerto que poseían dentro de la población ocupaba el área que hoy va desde la calle Socorro, hasta la calle Santa Magdalena, subiendo por la calle San José, y girando hasta la calle San Francisco.
La Casa Giner
Poco antes de la llegada de la filoxera, Vinaròs estaba viviendo el sueño que toda sociedad liberal de la época pretendía alcanzar. Nuestra población era un lugar de oportunidades, acogedor y sustentado en una economía sólida, que brindaba la posibilidad a la gente de medrar socialmemte.
El caso de los Giner cronológicamente es diferente, no obstante, debemos de enmarcarlo en esa atmósfera de crecimiento y cambio arquitectónico, ya que su vivienda se edificará al poco tiempo después de sufrir la localidad el varapalo de la crisis de la vid, donde todavía podemos apreciar ese interés por las familias acomodadas en materializar de cara al exterior el triunfo de una nueva forma de entender la vida, en contra del pensamiento estático y cerrado que se arrastraba desde centurias atrás.
Los Giner eran un linaje de la burguesía local, que ahora rivalizaba con las antiguas élites, representantes de una mentalidad selectiva y tradicional. En este sentido, el viario público fue uno de los diversos campos de batalla en el que se libró una lucha de intereses, un espacio abierto, en las que no había ningún tipo de restricciones a la hora de demostrar quien tenía el poder.
Por aquel entonces los materiales de construcción eran novedosos en muchos casos. Una manera diferente de trabajar la forja y una decoración cargada que se recrea en la incorporación de elementos naturales (con especial predilección por las formas vegetales), que engrandecieron un conjunto de intenciones, cuyo principal objetivo era el de crear un museo exterior, que impactara al viandante, para que éste se detuviera con mirada atenta, y visualizara hasta los detalles más recónditos de cada vivienda.
La vidrería de la Casa Giner, la forja de la Casa Sendra, y los detalles de corte floral que muestran algunas de las viviendas que todavía quedan en pie en la calle San Francisco, no son sólo vestigios de un periodo arquitectónico acogido por la burguesía, sino que un viaje en el tiempo, que permite desentrañar una parte de la mentalidad y la manera de entender la vida que poseían las familias que por aquellas fechas supieron sacar partido de la situación económica del momento.
La Casa Sendra
Resulta obvio apreciar el público que fomenta este tipo de vivienda, siendo prácticamente acogido por una nueva burguesía municipal, que simbolizará el auge de las clases emergentes, y que desde el punto de vista político como económico, darán un cambio radical a la imagen de la ciudad.
Su emplazamiento no será casual, puesto que cuando uno necesita proyectar sus aspiraciones de poder, siempre lo hará desde un punto donde haya testimonios que lo corroboren. Ese espacio será la principal vía de acceso a la localidad, un lugar de encuentro para todos aquellos que desde el sur pretendieran acceder a Vinaròs, o simplemente venían desde Catalunya.
Un conglomerado de factores que interactúan en un intervalo de tiempo tan preciso y reducido -una sola generación- (1880/1910), que marcará una nueva etapa en la planificación urbana. Unos restos que no sólo serán físicos a través de la propia fachada, sino que también abstractos, tales como la forma de pensar o la preocupación por mejorar la imagen del espacio público, además del gusto por los efectos visuales, así como el otorgar vida a la vivienda.
Dentro de su contexto histórico-económico, Vinaròs vive un proceso de crecimiento sin precedentes..., su puerto estaba en pleno funcionamiento, el vino era uno de los productos codiciados con muy buena acogida en los mercados extranjeros, tanto es así que diferentes vías de comercio internacional rentabilizaban un sector marítimo, que estaba estrechamente conectado con la agricultura, puesto que ese era el corazón desde el que surgía la materia prima.
David Gómez de Mora
Bibliografía:
*Borràs Jarque, José Manuel (1931). Historia de Vinaròs. Tomo II
*Gómez de Mora, David. Apuntes históricos y geográficos de Vinaròs. Inédito