jueves, 13 de marzo de 2025

El lobo alrededor del territorio optense siglos atrás

La presencia de este cánido en la geografía conquense, la tenemos documentada a través de diferentes referencias, que nos indican su importancia en la zona, tal y como lo refleja la toponimia en muchos de los municipios que la integran.

Sin lugar a duda un factor que explicará su acercamiento hacia los enclaves poblados, puede entenderse en muchos periodos por la importante actividad de extracción de madera que se vivió en nuestro territorio peninsular, especialmente a partir de los siglos XVI y XVII.

Un fenómeno que desencadenará un intenso proceso de deforestación, que obviamente afectará a las especies animales que integraban nuestro hábitat, lo que en el caso del lobo, propiciará que este cada vez vaya acercándose con mayor asiduidad a las poblaciones en busca de comida, ante la falta de un medio que le provea de esos recursos que antaño le suponían un menor esfuerzo para sobrevivir.

Sabemos por ejemplo a través de Madoz, que en Saceda del Río (1849, t.XIII, 608) había “dos montes de los que surten de leña los vecinos”, así como que este era un terreno propicio para la caza de liebres, perdices y conejos.

Tengamos en cuenta que por aquel entonces esta pedanía optense contaba con unos 500 habitantes. Al mismo tiempo, es obvio imaginar la preocupación que este cánido generaba en poblaciones rurales, donde los corrales ubicados en medio del campo, eran siempre puntos propensos para que acabasen siendo instigados.

Aldeas y caseríos eran zonas vulnerables, las cuales estaban presentes en diferentes puntos del área optense. Recordemos siglos atrás el caso de pequeños núcleos poblacionales como La Canaleja (Valdemoro del Rey), Matamala (Bonilla) o Olmeda de la Cebolla (Moncalvillo de Huete).

De la misma forma, ya hemos tratado en alguna ocasión, los riesgos y limitaciones que hubieron de afrontar caseríos como el de Pedro Pascual (Verdelpino de Huete) y las Fuentecillas (Saceda del Rio).

De Verdelpino de Huete, leemos en el trabajo de Madoz (1848, t.XV, 672) como se dice que este pueblo contaba con unas cuatrocientas almas, siendo zona de “caza de liebres, conejos y perdices, y pesca de anguilas y peces”, así como que “se halla un despoblado llamado Pedro Pascual al norte y a 1/2 legua del pueblo”.

Pensemos que posicionarse en zonas residenciales de escaso peso demográfico, apartadas de puntos con cierta actividad humana, siempre atraía a este tipo de animales. Simplemente, hemos de leer algunos de los relatos históricos que se recogerán en zonas del interior catalán, como del norte de Castellón, donde las visitas del lobo en el área de explotación de las masías eran frecuentes.

Imagen creada por IA

Podemos entender que por aquel entonces, su presencia para muchos vecinos suponía una problemática, ya que los labradores y pastores que contaban con reses (bien por disponer de algunas cabezas de ganado para consumo propio, o simplemente porque representaban el sustento del grueso de su economía familiar), eran argumentos suficientes como para que aquellas gentes estuviesen en alerta.

En los años cuarenta del siglo XIX, Caracenilla era un enclave que tenía según Madoz 465 almas (1846, t.V, 513), además de un lugar con presencia de perdiz, liebre y conejo. No olvidemos que no muy lejos de este punto, existe todavía un paraje llamado “La Hoya del lobo”. En La Peraleja, por ejemplo se menciona el mismo tipo de actividad cinegética que en el anterior enclave, aunque con la particularidad de que su población era el doble de grande.

Los rebaños de cabras y ovejas serán sin duda uno de los principales focos de atracción que tenía el lobo, además de esa fauna salvaje que se adecuaba perfectamente a las preferencias de su dieta.

Igualmente, siempre existía el temor a que la gente fuese sorprendida por alguno de estos o una manada, durante las travesías por los caminos de herradura que habrán en la región. Ello, además de esa desconfianza inculcada culturalmente desde tiempos lejanos, en la que el lobo será asociado con la figura del maligno o lo demoniaco.

Otro elemento, es que en una temporada dura desde el punto de vista climático, en la que los agricultores y pastores podían verse limitados de recursos, la pérdida de cabezas de ganado por la frecuencia de ataques continuos, era una realidad que agravaba más si cabe su situación.

Conocida es la fuente del lobo entre Verdelpino de Huete y dicha ciudad, así como alguna historia que nos remonta a finales del siglo XIX, cuando se producía la entrada nocturna de estos cánidos dentro del área urbana de esta actual pedanía optense, y en la que los perros de las casas ladraban de forma desenfrenada, advirtiendo a los vecinos de aquella presencia en el exterior.

Un factor que es importante tener en cuenta, nos conduce al periodo de la Pequeña Edad de Hielo, momento en el que seguramente este temor estaría más latente, ya que por un lado, se vivirá un crecimiento demográfico durante el siglo XVI, con la sucesiva ampliación de terrenos cultivados y deforestados, a la vez que pasaremos por etapas climáticamente duras, caracterizadas por intensos inviernos, en los que esta especie padecerá mucho hambre, y por tanto, se acercará con mayor asiduidad hasta las explotaciones ganaderas. Otra preocupación, era la de toparse con ejemplares que padeciesen la enfermedad de la rabia.

En localidades como Barajas de Melo, Madoz comenta que (1846, t.II, 374) “hay caza de conejos y liebres, zorros y lobos. De Bólliga menciona (1846, t.IV, 392) “hay caza de liebres, conejos, perdices, lobos y zorras”. De la misma forma, en el municipio de Culebras (1847, t.VII, 276) indica que “abundan en caza de liebres, conejos y perdices, así como se albergan en el zorras, lobos y otros animales dañinos”.

La presencia del lobo obviamente se vivía con más notoriedad en zonas próximas a los terrenos montañosos, siendo el caso de Cañamares (este ya en las puertas de la serranía), comentándose que (1846, t.v, 484) en ese lugar hay “caza de liebres, perdices y lobos”.

David Gómez de Mora

Cronista Oficial de Caracenilla, La Peraleja, Saceda del Río y Verdelpino de Huete


Referencia:

*Madoz Ibáñez, Pascual (1845-1850). Diccionario geográfico estadístico-histórico de España y sus posesiones en ultramar. 16 volúmenes