Los Benito eran una familia de
pura sangre peralejera, que aparece como mínimo documentada en el lugar desde
finales del medievo. Una casa de labradores que en cuestión de escasas
generaciones comenzó acumulando cierto patrimonio agrícola, hasta el punto de
que alguna de sus ramas despuntará tras mantener acertados enlaces en su
ascenso social, que inmediatamente les catapultarán hacia la fundación de una
capellanía para que así alguno de sus integrantes tuviese la posibilidad de
ingresar en las filas del clero.
Sabemos por nuestros apuntes,
que ya durante el siglo XVI la familia aglutina patrimonio en una fundación,
cuando Juan Benito y Ribatajada, tras fallecer en 1609 y pagar un total de 170
misas poseía una serie de bienes, que irían adjuntos con los de su mujer
Francisca de Carboneras.
Cierto es que Juan, y que
permitirá con sus tierras consolidar la capellanía de su hijo, no era muy
creyente a tenor de una acusación efectuada por la Inquisición. La polémica
radicaba en una serie de comentarios detallados en un
expediente, presente en el Archivo Diocesano de Cuenca, fondo de Inquisición,
legajo 249, nº 3353, que levantaban toda sospecha sobre su verdadero grado de
devoción católica. No obstante, aquello no resultaría inconveniente
alguno, a pesar de incluso tener parientes acusados de conversión (Marcos de
Ayllón y Cristóbal de Ayllón), es decir, unos primos por la parte materna, y es
que hemos de recordar que su madre era la señora Magdalena de Ribatajada y
Ayllón, linajes marcados por el Santo Oficio conquense, y que como veremos,
eran siempre un riesgo añadido en las aspiraciones de toda familia a la hora de
medrar socialmente.
Capilla de la Iglesia de San Miguel Arcángel de La Peraleja (Cuenca)
El tronco genealógico de la casa
cogerá fuerza por la línea de Asensio Benito y Carboneras, no obstante, el
hermano de éste, don Juan Benito, será precisamente quien engrandecerá el patrimonio
heredado por sus padres, creando así la susodicha capellanía, en la que a
mediados del siglo XVIII había más de una veintena de tierras adscritas. En 1751 la capellanía seguía en manos de la familia Benito, más concretamente del cura don José Benito, párroco de la Iglesia de Villar del Águila.
Resulta interesante destacar
algunos de los topónimos entre los que se encontraban estas propiedades, y que
hallamos dentro del término municipal de La Peraleja. Es el caso de La Varga,
La Coronilla, La Veguilla, El Bajetón, el Alto de las Cuevas, Valdelaescaña,
Las Puentes, Val de Parrales, El Pilar de la Ortizuela, Fuente de la Peña,
Comparapan, La Roidera, El Retoradero, La Cabeza Gorda, El Coscojar y Los Hormigueros.
Cabe decir que la gran mayoría
de las tierras que conformaban la capellanía estaban dentro de La Peraleja,
exceptuando una perteneciente a Valdemoro del Rey (en El Portillo Tocón), así como
dos menciones a pedanías que en alguna ocasión se han posicionado dentro de La
Peraleja, pero que como veremos no era el caso, sucediendo así con la zona de
La Valdevilla, perteneciente a la aldea de Medinilla, y que se hallaba bajo
jurisdicción de Gascueña, del mismo modo que el ya despoblado en ese momento
enclave de Montuenga, y que estaba bajo jurisdicción de Villanueva de
Guadamejud.
Por lo que respecta al
repartimiento de la tierra, apreciamos que cerca de entre una cuarta y quinta
parte de los lindes pertenecerán a gente que tenía la tierra sellada bajo el
lote de una memoria, fundación, manos del clero o algún mayorazgo,
especialmente como sucederá con el del Señor de Mochales (Carrillo de Mendoza),
y que no por designios del azar veremos casando en La Peraleja, ya que la
tenencia de bienes en este término municipal desde luego no fue escasa.
David Gómez de Mora
Cronista Oficial de La Peraleja
Referencias:
-Archivo Diocesano de Cuenca. Fondo
de Inquisición, legajo 249, nº 3353
-Archivo Diocesano de Cuenca. Capellanías
de la Iglesia de San Miguel Arcángel de La Peraleja. Apeos de capellanías y
vínculos. Sig. 30/20, P.821