Saber de dónde descendía cada persona era importantísimo, y es que aunque a día de hoy mucha gente ni tan siquiera conozca los nombres o apellidos más allá de la generación de sus abuelos, antaño muchos de nuestros ancestros, a pesar de no saber leer o escribir, tenían muy claro el parentesco que guardaban con buena parte de sus familiares, a pesar de que estuviésemos hablando de líneas colaterales, en las que el grado parental pudiese ser bastante lejano.
Tener claro todo aquello, significaba más de lo que la gente se imagina, ya que conocer la vinculación familiar que se guardaba con el fundador de un determinado vínculo, capellanía u otra fundación similar, podía suponer llegar a recibir el pago de unos estudios religiosos para algún hijo, así como ayudas a aquellas mujeres que desearan casarse, sin olvidar tampoco las herencias o lotes que marcarán un orden de preferencia, y que si eran muy importantes, llegaban a especificar con mucho detalle como personas muy alejadas del núcleo familiar tenían posibilidad de gozar de sus prestaciones.
En Verdelpino de Huete el linaje de los Pintado se encargó de efectuar varias fundaciones, de ahí la necesidad de remarcar en las cláusulas notariales la importancia y privilegios que podía suponer el descender de su familia. Así lo veremos en este fragmento de una memoria perpetua, en la que se especifica que para aprovechar las tierras adscritas a una fundación, aquellas personas habrán de estar vinculadas con "la genealogía del tronco de los Pintado”.
Los Pintado eran una casa de labradores con ciertos recursos, que durante los siglos XVI y XVII tuvieron una importancia reseñable a nivel local en esta zona de estudio, además de las líneas que del mismo apellido apreciaremos en variopintos enclaves de la comarca, como será el caso de Huete, Castillejo del Romeral, o especialmente La Peraleja (entre otros lugares).
David Gómez de Mora