A finales del siglo XVI se fue
conformando una de las fundaciones de patrimonio agrícola más antiguas que conocemos
por la documentación piquereña. Se trataba de la memoria de Isabel de Moya,
viuda de Sebastián de Fuentes. Una familia asentada en el municipio, y que a
pesar de perder su apellido generaciones después por falta de varón, representó
una parte de aquella sociedad labriega del lugar.
En este tipo de memorias se
dejaba en herencia todo el lote patrimonial a un miembro del linaje, por lo que
a cambio se exigía a este una serie de obligaciones, como será en el caso que
nos ocupa la de encargar anualmente dos misas cantadas con sus nocturnos en la festividad de la Santísima
Trinidad, así como en la Natividad de Nuestra Señora.
Isabel de Moya deja bien claro
según el traslado que recoge el escribano Pedro Ruiz y Alarcón en 1745, que ésta
deposita sus bienes con preferencia a la línea de su hijo Matías de Fuentes, quien
se los trasmitirá a su vástago Pedro de Fuentes, remarcando que durante las
jornadas de las misas, abone en cada una, tres reales al cura y otro medio real
al sacristán. Sabemos que a mediados del siglo XVIII esta memoria estará en
posesión de un descendiente, perteneciente a la familia Cambronero y afincada
en Barchín del Hoyo.
Llama nuestra atención que esa
fundación por aquel entonces tenía cerca de una veintena de tierras. También comprobamos
que alrededor de una cuarta o quinta parte de los lindes que se describen junto
a estas fincas son bienes de la Iglesia, particulares que los tenían agrupados
en una memoria, así como cofradías, capellanías y otros vínculos que
imposibilitaban su despiece. De modo que a falta de un estudio más profundo de
este tipo de documentación, podemos ver como la tierra no estaba tan dividida
como ocurrirá tras la llegada del siglo XX, cuando el modelo de tenencia será
muy diferente.
Entre los topónimos que se
recogen llama nuestra atención (algunos todavía existentes) el de Fuente el
Espino, la cañadilla del Pino, el Prado de la Cruz, el cerro de la Cruz, Hoya
Navarro, las carrascalejas, la sabiná, las Hontecillas, el Vallejo Cambronero,
la Fuente el dado y la ladera del pino gordo.
David
Gómez de Mora
Referencia:
* Archivo Diocesano de Cuenca. Legajos de varios papeles, nº5. P-2606