domingo, 5 de junio de 2022

Piqueras del Castillo en tiempos de la tercera guerra carlista

¿Cómo era la localidad de Piqueras del Castillo durante la segunda mitad del siglo XIX?

Sin lugar a duda esta es una de las muchas preguntas que en más de una ocasión nos hemos realizado en el momento de querer entender cómo ha ido cambiando la vida en un tranquilo pueblo del territorio conquense, del que nos quedan tantas cosas por contar.

Cierto es que un par de décadas atrás Madoz en su diccionario histórico-geográfico aporta unas pequeñas pinceladas, resumiendo que el lugar se reduce a un entorno típico de montaña en el que la agricultura de secano se complementaba con el sector ganadero, destacando la mala calidad de sus vías de comunicación, así como los recursos cinegéticos y forestales desperdigados a lo ancho de su término. Por aquellas fechas en Piqueras había poco más de medio centenar de familias censadas, lo que vendría a ser un total de unas 180-190 personas.

Solía suceder que en lugares tan pequeños, en los que la oferta y variedad de oficios era muy escasa, las familias venidas de fuera, en el caso de que no se dedicasen a un trabajo especializado, acababan trabajando como sirvientes o jornaleros, sin importar la edad, pues como sabemos por aquellos tiempos la gente faenaba hasta el día que su cuerpo se lo permitía.

El 33% de esas gentes dependían de un labrador que las contrataba, por lo que existía una evidente desigualdad. Un problema que ya se venía arrastrando desde generaciones atrás, y que se evidenciaba en una pérdida de la calidad de vida de los habitantes, y que por desgracia debemos de insertar dentro  la crisis económica que a lo largo de esa centuria percibimos en buena parte del territorio conquense.

Precisamente ese mismo porcentaje de personas con escasez de recursos, es el que representará el de labradores piquereños con disponibilidad de tierras. Encontrando por ello entre las principales familias la de Bautista Lizcano, esposo de Rita Herráiz; Bonifacio Checa, marido de Sinforiana Barambio; Eustaquio Checa, esposo de Cesárea Carrasco; Martín Barambio, marido de Manuela Cámara; Miguel Checa, esposo de María Mateo; Nemesio Lizcano, marido de Gabriela Zamora, o la labradora Melitona Ruiz, sin olvidarnos tampoco del escribano y también labrador, don Pedro-José Ruiz, esposo de doña Rosa Lizcano (además de otros varios). Estos piquereños tenían en común el haber sido algunos de los propietarios de terrenos agrícolas más destacados del municipio por aquella fecha. Su legado arrancaba desde bien lejos, pues solo hemos de recordar que los Ruiz ostentaban el control de la escribanía del pueblo desde finales del siglo XVI-principios del XVII. Por otro lado el parentesco entre el resto de familias era muy estrecho. Y esto lo vemos cuando el referido Miguel Checa era hijo de Francisco Checa y Trinidad García Checa, la misma familia de la que procedía Baldomero Checa García (hermano de Miguel), y esposo de la labradora Melitona Ruiz, esta a su vez hermana del escribano y labrador don Pedro-José Ruiz, el marido de doña Rosa Lizcano Barambio. Doña Rosa era hermana del labrador antes referido Bautista Lizcano, así como sobrina de Nemesio Lizcano. Con esta telaraña genealógica de labradores locales, quedaban perfectamente reflejadas las políticas endogámicas que se recogen en los libros sacramentales, en los que Checas, Barambios, Lizcanos y Ruices sellarán sus alianzas de manera ininterrumpida durante el trascurso de varios siglos.

Igualmente, aunque con un porcentaje inferior, el pastoreo fue la siguiente actividad en importancia dentro de la localidad. Siendo uno de los más destacados Pedro Lizcano, marido de Luciana Lucas, y hermano de Juana de Lizcano, esta esposa de Cayetano Mora, una familia recién llegada desde Solera de Gabaldón, y que acabarían encargándose de llevar el molino de la Gregoria. Hemos de comentar que entre los hortelanos veremos únicamente a los miembros de la familia Jareño, estos procedentes del Picazo. Tampoco podemos pasar por alto al párroco del lugar, además de otros oficios auxiliares como el del único albañil que había en el pueblo, además del tejero y el tabernero, este último representado por la familia Zamora.


David Gómez de Mora

Cronista Oficial de Piqueras del Castillo

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).