sábado, 20 de agosto de 2022

El testamento de Magdalena Serrano Carreño. La Peraleja, año 1620

En el año 1620 redactaba sus voluntades testamentarias Magdalena Serrano Carreño, un ejemplo de mujer perteneciente a la burguesía agraria local, vinculada por línea de madre con el noble linaje de los Carreño y que consiguieron sacar adelante una ejecutoria de hidalguía que los había insertado como miembros del estado noble en Cañaveras, un municipio alcarreño del que ella también era natural.

Magdalena era la mujer del peralejero Juan de la Fuente Vicente-Campanero, un labrador casado en 1614, hijo de Juan de la Fuente y Francisca Vicente-Campanero del Olmo. Estamos ante familias de propietarios de tierras, que a pesar de algunos casos haber entroncado con representantes de la nobleza local o estar intentando aspirar a ello, trabajaban la mayor parte de los días en sus explotaciones, haciéndose servir de la inestimable ayuda de jornaleros y criados que les permitían cubrir los quehaceres diarios, propios de cualquier persona dedicada a las labores campesinas.

Al respecto, consideramos que hemos de comenzar a rechazar las visiones idealizadas de una nobleza conquense en el ámbito rural que se intenta asimilar más bien al prototipo del aristócrata versallesco de la corte de Louis XIV, pues los testamentos nos recuerdan como buena parte de las familias que componían aquel grupo de personas en el que se asentaban muchos hidalgos, frecuentemente eran personalidades influyentes en el lugar natal del linaje y en el que residían de manera habitual, en ocasiones sin llegar a tener ningún tipo de relación directa con los grandes focos de poder como podía ser el caso de la ciudad de Cuenca y demás lugares de cierta entidad, quedando relegados a familias poseedores de bienes y un desahogo económico, además de sus consiguientes hermanos o parientes insertados dentro del brazo eclesiástico, ocupando algún cargo de relevancia a nivel municipal o dentro del Santo Oficio, pero cierto es que poco más.

Saya con escote cuadrado, Juan de Flandes, h. 1500, Museo de Louvre, París. En: http://opusincertumhispanicus.blogspot.com

Evidentemente cabría desdeñar desde un punto de vista más preciso esa jerarquía social dentro del ámbito de la nobleza local, pues había diferentes rangos a lo largo de este bloque privilegiado, en el que obviamente, cuando hablamos de casas solariegas en determinados lugares, acompañadas a su vez por títulos y parentescos de peso, la cosa cambia por completo esa imagen anteriormente descrita. Simplemente no hay que caer en el error de pretender generalizar un estamento con determinadas garantías, en el que la amalgama de posibilidades era notoria.

Sabemos que Magdalena Serrano solicitó más de 130 misas por el descanso de su alma junto con el de sus familiares y almas del purgatorio, mandando una serie de prendas a diversas mujeres, las cuales podemos pensar que al menos en alguno de los casos podría tratarse de sirvientas que tendría a su disposición. Así por ejemplo, a Ana García le dice que por los servicios que realizó, y “por ser pobre, le da un cuerpo y mangas y una de sus fajas”, en cambio, a María Domínguez por la ayuda recibida, le entrega una faja parda, mientras que a Quiteria Saiz, de las prendas que hubiese ordinarias, le entrega “una manta que tiene con el niño en la cama para que tenga cuidado de criarlos con limpieza”. Llama nuestra atención la especificación que se efectúa en esta donación.

Finalmente cita a la mujer de Pedro García, quien se indica que era viuda, para que reciba otra saya parda “de las que haya de ordinario”. Este tipo de actos, como el de donar limosna y demás, no solo se efectuaban como mera forma de agradecimiento, sino que también guardaban un doble sentido, pues a los ojos de dios la testamentaria esta realizando actos positivos que le ayudaban a poder limpiar su alma de pecados, y así aminorar el tiempo en el purgatorio.

Su marido Juan de la Fuente como hemos indicado anteriormente era labrador, perteneciente a una familia conocida en La Peraleja por su relación con los grupos de poder local, además de otras zonas, tal y como veremos en sus asociaciones con los García de Galarza. Magdalena sabemos que recibió bienes muebles y partidas de dinero tras su casamiento por parte de su hermano Juan Serrano.

A pesar de que casó en 1614 y falleció seis años después, Magdalena tuvo varios hijos, por ello entre sus mandas solicita que todo el patrimonio se vuelque hacia ellos, aunque especificando que si luego no había herederos (cosa que no ocurrió), que todo el lote patrimonial fuese a parar al clérigo pariente más próximo de los hijos de sus hermanos, todo ello con un cargo anual de 12 misas.

Un hijo de Juan y Magdalena fue Juan de la Fuente, casado en 1639 con su prima segunda María Vicente y Vicente-Campanero. El parentesco con María procedía por la línea materna, pues esta era hija de Miguel Vicente y Juana Vicente-Campanero, velados en 1617 en La Peraleja. Juana era a su vez hija de Miguel Vicente-Campanero del Olmo (marido de María Sánchez de Tudela), hermano este de Francisca Vicente-Campanero, es decir, la esposa de Juan de la Fuente Rubio, y consiguientemente suegros de Magdalena Serrano Carreño.

David Gómez de Mora

Cronista Oficial de La Peraleja


Referencia:

*Archivo Municipal de Huete. Protocolos de La Peraleja, caja nº6.

davidgomezdemora@hotmail.com

Mi foto
Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).