Entre los grandes linajes que afloraron en esta localidad conquense, no podemos obviar el caso de los Peña. Una familia afincada en el municipio de Villarejo de la Peñuela durante varios siglos, y con unas notables miras de proyección que les permitió crecer económicamente, en parte gracias a su inserción dentro del brazo eclesiástico, consiguiendo formar parte de las filas del Santo Oficio de la ciudad de Huete, y que como sabemos, por aquellas fechas era uno de los grandes centros de poder dentro de lo que es la actual provincia de Cuenca.
Precisamente, a colación de una de las fundaciones religiosas que realizó esta familia durante la segunda mitad del siglo XVII, y que recogemos a través de la documentación presente en el Archivo Municipal de Huete, gracias a una escritura de donación y vínculo otorgado por el licenciado Miguel de la Peña, en la que afloran una serie de topónimos referentes a los lindes de las propiedades que los miembros de esta familia poseían, podemos rescatar los nombres de muchos parajes o enclaves de Villarejo, cuya designación ha podido mantenerse, mutado o directamente desaparecer.
El licenciado Miguel de la Peña era presbítero de este municipio, así como hermano de doña Isabel de la Peña, una mujer bien posicionada, casada con el optense don Juan Rubio de Alcázar (familiar del Santo Oficio y regidor perpetuo de Huete) cuyo hijo y a la vez sobrino del párroco era don Jerónimo Rubio de la Peña (presbítero notario del Santo Oficio de la Inquisición de Cuenca y cura de la Iglesia Parroquial de Albendea). Es precisamente en el detallamiento de los bienes que integrarán el vínculo familiar, y que don Jerónimo poseerá, donde se aportan detalles sobre nombres de partidas o lugares que limitan con las propiedades de la familia, y que a continuación pasamos a describir en esta lista:
-El Molino debajo la Losilla
-El Osario (ubicado en “la parte de abajo del barranco”), y que luego veremos que se denominará como “Barranco del Osario”, especificándose que este entra en contacto con el Camino Real, hito que nos ayuda a delimitar con precisión esta arteria fluvial, que como ya se advirtió en artículos anteriores referentes a las hipótesis sobre la geomorfología y urbanismo medieval del municipio, describimos como decisiva en la influencia de la evolución urbana del antiguo casco urbano de la localidad, y que gracias a esta referencia, no solo demostramos que existió, sino que también tenía su propio nombre. Como es de suponer, este barranco tomaría esta designación, debido a que circularía junto al antiguo cementerio de la población, y que como era normal se ubicaba anexo al edificio de la Iglesia Parroquial.
-El Barranco del Campanario es otro nombre más que sintomático y que con el anterior, sirve para designar otra de las escorrentías que circulaban alrededor de la Iglesia de San Bartolomé, y sobre las que se iría consolidando la expansión urbana del municipio con el trascurso de los siglos, tal y como explicamos en artículos anteriores.
-El Cuadro
-Ermita de Santa Ana (ya citada en este documento del siglo XVII)
-Las Heruelas del Moral
-El Batán
-Arroyo Calleja
-El Pozo
-Peña Galindo
-Los Paraísos
-La Haza de la Perra
-Los Viñacos
-La Viña la Fuente
-Cerrillo de la Hila
-Fuente Cristina
-Camino Real de la Solana
-El Sotillo
-Puente de Peñas
-El Cerro de la Cabeza
-El Hoyuelo
-El Cerrillo Rubio
-Fuente de la Solana
-La Colmena del Rincón
-Los Robles del Zocón
-Las Cavadillas
-La Cañada
-La Dehesa
-La Pesquera
-La Cantera
-La Cabezuela
-El Cerro Mirabueno
De la lectura de las propiedades que la familia Peña tenía bajo su control, desprendemos por las referencias escritas que de entre los lindes que limitan con sus propiedades, veremos como se menciona la capellanía del Licenciado Miguel Saiz, y que durante la segunda mitad del siglo XVII poseían los hijos de Juan Fernández de Soto. Todo ello sin olvidar el nombre y apellido de otros labradores con tierras como sucederá con el caso de los miembros de la familia López, Delgado, Grueso, García o Molina, repitiéndose en numerosas ocasiones también como propietario lindante “el Conde” (es decir, los Condes de la Ventosa y consiguientemente antiguos señores de la localidad), hecho que confirma la tesis que siempre hemos manejado en lo relativo a que la presión señorial en esta zona debido al control del patrimonio que estos tenían por la tenencia de su mayorazgo desde la baja edad media, influyó decisivamente en las limitaciones a una burguesía agrícola local que pretendía crecer a través de la tenencia de un patrimonio agrícola familiar. Sin lugar a duda, la frecuencia con la que se repiten las propiedades que tenía la casa de los señores de Villarejo, demuestra que eran los mayores controladores de propiedades agrícolas en el municipio.
También encontraremos como poseedores de tierras a los integrantes de la familia Saiz y Torrijos, llegando incluso a precisarse que por aquellos tiempos existía un mayorazgo o vínculo adscrito a Miguel de Torrijos, lo cual indica en parte la importancia del papel jugado por este linaje en la localidad.
Entre los propietarios de tierras que aparecen lindando con las fincas del mayorazgo de la familia Peña, los más destacados por su repetición, y consiguiente tenencia de bienes agrícolas, además de los Condes de la Ventosa como se ha dicho anteriormente, veremos a un conjunto de labradores desahogados que había en el pueblo, tales como la casa de los Saiz de Torrijos (pues Miguel, Juan y Alonso Saiz de Torrijos tenían entre ellos más de media docena de fincas lindando con los Peña), sin olvidar a Miguel Torrijos, quien era uno de los labradores más acomodado, así como otros vecinos de la casa de los Molina, siendo el caso de Miguel de Molina o Francisco de Molina, junto con Julián López y Francisco Saiz Delgado.
David Gómez de Mora
Cronista Oficial de Villarejo de la Peñuela