Años de investigaciones en archivos
eclesiásticos de diferentes partes del país, dan para ver y conocer multitud de
volúmenes, gracias a los que uno aprende, se familiariza y entiende la
evolución paleográfica desempeñada por hábiles hombres de letras y de Dios, quienes
además de la celebración litúrgica, debían indicar por escrito una serie de informaciones
sobre quienes participaban en los sacramentos oficiados en su parroquia, tal y
como se indica a partir del Concilio de Trento.
Sin lugar a duda la riqueza que
desde la perspectiva historiográfica nos proporcionan sus legajos y tomos
encuadernados en vitela es impagable, puesto que interpretados desde una
perspectiva social, se transforman en tremendas herramientas con las que poder
reconstruir la forma de vida y mentalidad de nuestros antepasados en una época
y lugar concreto.
Una cuestión que no me canso de
remarcar, pues en muchas localidades, estos textos son una de las pocas
referencias escritas que han podido preservarse con el trascurso de los siglos.
En este sentido, y dentro del
rico fondo parroquial con el que contó Villarejo de la Peñuela, existe un libro
que marca su diferencia no solo en relación al resto de obras que antaño como
es de suponer se custodiaban en la casa del párroco o en la vieja sacristía de
la Iglesia de San Bartolomé, sino que también a nivel de fondos parroquiales de
la zona, pues su finalidad va más allá de las obligaciones que un cura de una
tranquila parroquia como esta había que ejercer.
Nos estamos refiriendo al
volumen, que como el resto del antiguo fondo eclesiástico local, se almacena en
el Archivo Diocesano de Cuenca, más concretamente la pieza catalogada con la signatura
113/209 (P-2140).
La pieza es una obra netamente de
carácter genealógico, en la que el párroco don Isidro Herráiz de la Fuente, a
lo largo de una ochentena de folios, elabora un total de tres árboles
genealógicos por hoja, en los que se asciende hasta cinco generaciones, abarcando
un periodo que va desde la segunda mitad del siglo XVII hasta la primera del
XIX. Su finalidad era la de establecer de manera específica el grado de parentesco
entre los vecinos del municipio.
Una idea tremendamente buena,
pues la fuerte endogamia que se venía desarrollando en un pueblo tan pequeño, motivaba
constantemente la revisión de la consanguinidad de los futuros cónyuges, en
busca de si era necesario solicitar una dispensa matrimonial, a través de la
que se especificaba la filiación parental de los contrayentes.
La ardua labor de este párroco darían
pie a la creación de una obra indexada alfabéticamente y que a través de una
serie de plantillas, precisaría las genealogías de cada uno de sus feligreses,
permitiendo así ahorrar tiempo a futuros curas que hubiesen de seguir desempeñando
aquella labor detectivesca.
Como decimos, el libro es una
auténtica joya que llega incluso a explicar cómo han de interpretarse los
troncos genealógicos, advirtiendo además aquellos casos con un parentesco repetido. El
párroco finaliza su obra comentando que los árboles genealógicos abarcan hasta
la filiación del cuarto grado ya que “más adelante estarían sus contrayentes en
cuarto con quinto o en quinto (grado) igual,
en cuyos casos no es necesaria la dispensa”.
Adjuntamos a continuación una
parte de la breve introducción a través de la que el cura explica la
funcionalidad con la que efectuó esta obra escrita:
“Contándome
por experiencia que en la información que se hace para las dispensas
matrimoniales, los testigos se engañan aunque de buena fe y mayor suerte,
cuando los troncos de que provienen las personas, son muy remotos o los dichos
testigos no tienen aquella memoria que para estos casos es necesaria, para
evitar en lo posible estos inconvenientes, formé los árboles genealógicos que
contiene este libro de las personas naturales de este pueblo y algunos otros
que ya se hallaban en este avecindadas: algunos no se hallan completos, porque
era necesario registrar muchos Archivos Parroquiales, lo que era gran
incomodidad; más si algún Señor Cura, que me sucede quisiera tomarse ese trabajo,
marcada le queda la regla” (fol.1)
David Gómez de Mora
Cronista Oficial de Villarejo de la Peñuela
Referencia:
*Archivo Diocesano de Cuenca.
Libro de genealogías de Villarejo de la Peñuela. Signatura 113/209 (P-2140).