No son pocas las entradas que hemos dedicado a esta pedanía despoblada de las tierras de Huete, en la que un día llegaron a poblar sus casas un conjunto de familias, que hacían que en el lugar se desempeñaran los quehaceres diarios propios de cualquier población.
La religiosidad, especialmente en zonas con un elevado grado de ruralización, siempre ha sido vital para mantener la fe de sus habitantes ante el desarrollo de situaciones complejas, donde la escasez de medios favorecía la búsqueda de la ayuda divina en sus respectivos santos, permitiendo así a sus gentes el poder seguir afianzándose con la fuerza necesaria en el momento de afrontar cualquier adversidad que se presentara, por muy difícil que fuese el poder solventarla con éxito.
A la crudeza del medio (especialmente durante las frías estaciones de otoño e invierno, donde la falta de maderas y árboles en abundancia que dieran leña era un handicap constante), se le sumaba la escasez de recursos vitales (como sucedía con el agua potable, y de la que no se disponía en cantidades ingentes cerca del núcleo urbano). Todo ello unido a una mala red de comunicaciones, hacían que la llegada de una plaga, enfermedades o malas cosechas, motivaran más si cabe la necesidad de buscar un protector que permitiera que aquellas gentes vivieran mínimamente tranquilas.
Sabemos que la Iglesia Parroquial del municipio estaba dedicada a Nuestra Señora, mientras que la ermita que se emplaza en sus afueras y que hoy vemos en estado ruinoso, tenía por patrón a San Roque (cuya figura se conmemora el 16 de agosto). Recordemos que dentro de la iglesia parroquial durante los últimos siglos la imagen de San Roque era la que ocupaba el lugar central en la hornacina del altar mayor, teniendo a sus lados la de la Inmaculada Concepción (en la parte izquierda) así como el Corazón de Jesús (en el costado derecho).
San Roque era el patrón contra la peste, por lo que podemos suponer que las epidemias en este lugar harían estragos, de ahí la necesidad de querer buscar la protección en una advocación con aquellas características. Conocidos fueron los brotes de peste que a finales del siglo XVI azotaron la ciudad de Huete como sus alrededores, y que podemos suponer que también se dejarían sentir en la zona anexa de Carrascosilla.
Otra de las ermitas que tenemos referenciada en esta pedanía es la dedicada a Nuestra Señora de la Rubia, la cual como sabemos también es patrona en la localidad conquense de Rada de Haro, como en el municipio de Los Villares de Soria (en Castilla y León).
David Gómez de Mora