sábado, 10 de diciembre de 2022

Las casas de nuestros antepasados

La vivienda tradicional de los labradores que habitaban los pueblos del norte de Castellón, como también en otros enclaves de la Península, se ciñen a una serie de características que derivan del medievo. Las residencias no solían ser excesivamente espaciosas, dividiéndose en dos plantas, junto con una parte baja donde descansaban los animales que daban calor a la vivienda. En la planta del primer piso se desarrollaba la vida, y en la zona superior estaba la “angorfa” o cámara.

En los pueblos, donde la disponibilidad de terreno era mayor, la casa se acompañaba con un corral que se adjuntaban en la zona trasera para dejar el ganado, y que a la vez estaba comunicado con el hogar.

Las puertas de acceso solían tener dos partes (“de dues fulles”), de manera que ambas se podían abrir de forma independiente. Muchas veces estas se realizaban uniendo listones de madera, que una vez conectados, permitían el aprovechamiento de una puertecilla rectangular superior e inferior, por lo que la vivienda podía ventilarse sin necesidad de abrir ambos espacios, y así impedir que se escaparan los animales que había dentro.

En la parte superior de esas puertas se encontraba cerca de la cerradura la aldaba circular, y que realizada con metal servía para golpearse contra la puerta para así avisar de que se quería entrar en la vivienda. En la parte inferior de la puerta se dejaba un agujero (la gatera), para que así los gatos pudieran entrar y salir, manteniendo alejados a los roedores, ya que siempre que podían entraban a buscar comida.

Igualmente, a lo largo de la pared externa de la fachada, se clavaban argollas bien fijadas, para así tener atada la caballería. En muchas viviendas de nuestro territorio, mientras más de estas se encontrasen a lo largo de la zona exterior de la residencia, esto era sinónimo de poder, pues con su múltiple presencia, se indicaba que el inquilino poseía una mayor cantidad de animales para transporte o trabajo, y por índole, mayor disponibilidad de recursos económicos.

Los balcones se realizaban con listones de madera, así como la fachada se encalaba con cal, pintando de azul añil los marcos de puertas y ventanas, pues se decía que además de ser un buen ahuyentador de mosquitos, se evitaba con ello la entrada de malos espíritus en la casa.

La cara inferior de la primera fila de tejas que quedaban expuestas en la zona externa de la vivienda (el alero, o ràfec en valenciano), se pintaban con diferentes motivos decorativos, pues también estaba extendida la idea de que estos protegían la zona superior del hábitat, ya que siempre estaba presente el temor de que por la chimenea o la planta de la cámara entrasen las almas de los difuntos.

En algunos pueblos del norte de la provincia de Castellón era normal que cuando un mozo cortejaba a una doncella, este acudiera hasta la casa de sus futuros suegros, cargando su escopeta de hollín, y sin ningún tipo de munición, empezar a disparar contra la puerta o incluso el resto de la fachada, de manera que mientras más sucia de carboncillo quedara la residencia, aquello significaba que este estaba más enamorado. Cabe decir que por norma general había algunos días asignados para la realización de este ritual, de ahí que en algunos pueblos lo veremos durante la noche de las hogueras de San Antonio o el primer domingo de mayo, como ocurría siglos atrás en Castell de Cabres.

La gracia es que al caer la noche, y en las calles en aquella época poco iluminadas, los mozos realizasen aquel acto, para que así, llegada la mañana y las primeras horas de luz, las jóvenes saliesen a ver cuánto les amaba su futuro pretendiente, de manera que entre estas vacilaban quien era más deseada.

David Gómez de Mora

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).