El primer volumen de
defunciones que conocemos de este municipio, y que encontramos en el fondo de
libros sacramentales del Archivo Diocesano de Cuenca, abarca un periodo de
tiempo que comprende entre los años 1557 y 1578. Del mismo se desprende como no
siempre se sigue un orden exhaustivo en términos cronológicos, durante la
redacción de los testamentos o partidas de defunción de sus vecinos, al presenciar una sucesión de años intercalados, que complican precisar cuántos religiosos hubo al mismo tiempo desempañando su labor dentro de la iglesia parroquial de Villarejo de la Peñuela.
Si atendemos a las primeras
referencias, veremos cómo los más antiguos que se mencionan son Domingo de
Molina (quien antes de 1566 ya había dejado por escrito que fundaba la capellanía de las ánimas del
purgatorio), así como el cura García de la
Fuente, y que hasta alrededor de 1571 seguirá ejerciendo, compartiendo durante un
breve tiempo de 1567-1568 lugar con un párroco llamado Juan de Olivares, sin olvidarnos de Feliciano de Ojeda, quien en 1557 lo veremos estampando su firma como
bachiller. Labor que todavía seguirá realizando al finalizar este primer volumen
en 1578, y continuando incluso hasta la década de los años noventa, tal y como hemos
comprobado en el siguiente libro de defunciones, dato que lo convierte sin ningún tipo de duda en
el párroco que más años estuvo en la parroquia de Villarejo durante
la segunda mitad del siglo XVI.
En estos momentos desconocemos
si había algún tipo de relación familiar entre el bachiller Ojeda y alguna casa
del pueblo, no obstante resulta como poco llamativo que este apellido aparezca
a finales del siglo XVI en el municipio, al indicarse que en esa época casaron
en este lugar Julián Fernández de Castro y su esposa Cornelia-Cipriana de Ojeda,
lo que como mínimo invita a pensar en si pudiese haber algún tipo de parentesco entre
esta y el citado bachiller.
Mientras tanto, apreciaremos el
nombre de otros curas, como es el caso de Francisco López, quien lo hará entre
los años 1570 y 1571, así como Simón de Moya entre 1571 y 1573, o Francisco García
en 1574. Otro personaje, que figura como teniente cura de Villarejo es Andrés
Álvarez en el año 1575, además de en fechas posteriores. Todo esto sin olvidar al clérigo Juan
Bautista, pero que al aparecer pocas veces y de forma salteada, desconocemos cuanto
tiempo pudo estar ejerciendo como religioso en el pueblo. No cabe duda de que en el
municipio había varios curas al mismo tiempo, de ahí que no deba de extrañar que en alguna manda leamos que el difunto solicita la presencia de tres párrocos
el día de su entierro, probablemente por encontrarse estos sirviendo a la vez.
No obstante, de entre toda esta
maraña de nombres y apellidos, el que nos resultará más conocido es el del
visitador general del obispado de Cuenca, don Eustaquio Muñoz, quien según se recoge en este primer libro, acudió hasta la parroquia de la localidad el día 15 de noviembre de 1577.
Este Eustaquio Muñoz no debemos
de confundirlo con el canónigo y vicario general, don Eustaquio Muñoz, fallecido
en 1546, y que fue una de las figuras más importantes en el clero conquense de
la primera mitad del siglo XVI, quien era a su vez sobrino del también conocido canónigo
conquense don Gil Muñoz. Nosotros pensamos como hipótesis que el religioso que visita el lugar en 1577, es muy probablemente familiar del canónigo de mismo nombre y apellido
que ocupaba idéntico cargo décadas atrás en la Catedral de Cuenca, no obstante, dejamos aparcada esta cuestión para más adelante, pues podemos garantizar que existen diferentes líneas genealógica de la familia por algunos municipios de la provincia, y que en el futuro quisiéramos dar a conocer.
David Gómez de Mora
Cronista Oficial de Villarejo de la Peñuela
Referencias:
*Archivo Diocesano de Cuenca.
Libro I de defunciones de Villarejo de la Peñuela (1557-1578), Sig. 113/13, P.
2124
*Archivo Diocesano de Cuenca.
Libro II de defunciones de Villarejo de la Peñuela (1578-1595), Sig. 113/14, P.
2125