domingo, 11 de diciembre de 2022
La llana castellonenca
Tejados y aleros en las tierras del norte de Castellón
sábado, 10 de diciembre de 2022
Las casas de nuestros antepasados
En los pueblos, donde la disponibilidad de terreno era mayor, la casa se
acompañaba con un corral que se adjuntaban en la zona trasera para dejar el
ganado, y que a la vez estaba comunicado con el hogar.
Las puertas de acceso solían tener dos partes (“de dues fulles”), de manera que
ambas se podían abrir de forma independiente. Muchas veces estas se realizaban
uniendo listones de madera, que una vez conectados, permitían el
aprovechamiento de una puertecilla rectangular superior e inferior, por lo que
la vivienda podía ventilarse sin necesidad de abrir ambos espacios, y así impedir
que se escaparan los animales que había dentro.
En la parte superior de esas puertas se encontraba cerca de la cerradura la aldaba circular, y que realizada con metal servía para golpearse contra la puerta para así avisar de que se quería entrar en la vivienda. En la parte inferior de la puerta se dejaba un agujero (la gatera), para que así los gatos pudieran entrar y salir, manteniendo alejados a los roedores, ya que siempre que podían entraban a buscar comida.
Igualmente, a lo largo de la pared externa de la fachada, se clavaban argollas
bien fijadas, para así tener atada la caballería. En muchas viviendas de
nuestro territorio, mientras más de estas se encontrasen a lo largo de la zona
exterior de la residencia, esto era sinónimo de poder, pues con su múltiple
presencia, se indicaba que el inquilino poseía una mayor cantidad de animales
para transporte o trabajo, y por índole, mayor disponibilidad de recursos
económicos.
Los balcones se realizaban con listones de madera, así como la fachada se
encalaba con cal, pintando de azul añil los marcos de puertas y ventanas, pues
se decía que además de ser un buen ahuyentador de mosquitos, se evitaba con ello
la entrada de malos espíritus en la casa.
La cara inferior de la primera fila de tejas que quedaban expuestas en la zona
externa de la vivienda (el alero, o ràfec en valenciano), se pintaban con
diferentes motivos decorativos, pues también estaba extendida la idea de que
estos protegían la zona superior del hábitat, ya que siempre estaba presente el
temor de que por la chimenea o la planta de la cámara entrasen las almas de los
difuntos.
En algunos pueblos del norte de
la provincia de Castellón era normal que cuando un mozo cortejaba a una
doncella, este acudiera hasta la casa de sus futuros suegros, cargando su
escopeta de hollín, y sin ningún tipo de munición, empezar a disparar contra la
puerta o incluso el resto de la fachada, de manera que mientras más sucia de
carboncillo quedara la residencia, aquello significaba que este estaba más
enamorado. Cabe decir que por norma general había algunos días asignados para
la realización de este ritual, de ahí que en algunos pueblos lo veremos durante
la noche de las hogueras de San Antonio o el primer domingo de mayo, como ocurría
siglos atrás en Castell de Cabres.
La gracia es que al caer la
noche, y en las calles en aquella época poco iluminadas, los mozos realizasen
aquel acto, para que así, llegada la mañana y las primeras horas de luz, las jóvenes
saliesen a ver cuánto les amaba su futuro pretendiente, de manera que entre
estas vacilaban quien era más deseada.
David Gómez de Mora
Tradició i devoció en les terres del nord de Castelló
domingo, 4 de diciembre de 2022
El clero sacedero durante la segunda mitad del siglo XVI
* Archivo Eclesiástico de Huete. Libro I de matrimonios de Saceda del Río (1565-1601)
La capellanía de las ánimas del Purgatorio de Villarejo de la Peñuela
El clero de Villarejo de la Peñuela en los años setenta del siglo XVI
sábado, 3 de diciembre de 2022
Edificios religiosos y sus advocaciones (La Peraleja)
La importancia de la religión en La Peraleja, queda reflejada en las diferentes ermitas que se irán alzando con el trascurso de los siglos dentro de su término municipal. Si hace unos meses atrás, ya comentamos la devoción que arrastraba la imagen de San Miguel Arcángel, quien como sabemos será el titular que representará la iglesia parroquial del municipio, siendo muy querido entre los feligreses por la ayuda adicional en el proceso de purificación de las almas de los difuntos, no menos importante serán otros edificios de menor tamaño, y que recogemos en documentos alusivos al pueblo, como ocurrirá con la ermita de Nuestra Señora del Monte, con celebración el día 8 de septiembre, convirtiéndose con el paso del tiempo en una de las principales advocaciones marianas de la zona, y que veremos también en otras partes de la península ibérica, como ocurrirá en Bolaños de Calatrava (Ciudad Real).
Resulta también interesante la veneración a San Sebastián en una de esas antiguas ermitas. Un mártir y protector contra la peste, el hambre y las guerras, cuya festividad se celebraba el día 20 de enero. No obstante, tampoco podemos olvidar la desaparecida ermita de Santa Ana, cuya onomástica se conmemora el día 26 de julio. Una figura destacada dentro del cristianismo, sobre la que irá desarrollándose con intensidad su culto a partir de la Baja Edad Media.
David Gómez de Mora
Cronista Oficial de La Peraleja
Edificios religiosos y sus advocaciones (Verdelpino de Huete)
Nadie pone en tela de juicio el arraigo católico y tradicionalismo vivido por los vecinos de esta localidad durante siglos pasados. Un enclave con una notoria cantidad de religiosos tanto dentro del Santo Oficio como en el monasterio de Uclés y hogar de la Orden de Santiago, que le valió el distintivo cariñoso de “la pequeña Roma” (y que también se decía de Saceda del Río), en este caso debido a los diferentes curas con cierto estatus que salieron de esta pequeña localidad, especialmente a través de una de las familias mejor asentadas que habido en el lugar: los Alcázar.
El principal edificio religioso de esta localidad es la Iglesia Parroquial de la Asunción de Nuestra Señora, y cuyo patronato recuerda la celebración de cuando el cuerpo y alma de la madre de Dios fue llevado al cielo. Gracias a la documentación del municipio, sabemos de la existencia de una ermita dedicada a San Juan, así como también otras advocaciones, siendo el caso de la ermita de Santa Ana, cuya onomástica se celebra el día 26 de julio, desarrollándose con intensidad su culto a partir de la Baja Edad Media, y extendiéndose por otros pueblos de la zona. Tampoco podemos pasar por alto una ermita dedicada a San Cristóbal, y que ya veremos referenciada entre las reseñas más antiguas que tenemos del municipio en el siglo XVI.
David Gómez de Mora
Edificios religiosos y sus advocaciones (Carrascosilla)
No son pocas las entradas que hemos dedicado a esta pedanía despoblada de las tierras de Huete, en la que un día llegaron a poblar sus casas un conjunto de familias, que hacían que en el lugar se desempeñaran los quehaceres diarios propios de cualquier población.
La religiosidad, especialmente en zonas con un elevado grado de ruralización, siempre ha sido vital para mantener la fe de sus habitantes ante el desarrollo de situaciones complejas, donde la escasez de medios favorecía la búsqueda de la ayuda divina en sus respectivos santos, permitiendo así a sus gentes el poder seguir afianzándose con la fuerza necesaria en el momento de afrontar cualquier adversidad que se presentara, por muy difícil que fuese el poder solventarla con éxito.
A la crudeza del medio (especialmente durante las frías estaciones de otoño e invierno, donde la falta de maderas y árboles en abundancia que dieran leña era un handicap constante), se le sumaba la escasez de recursos vitales (como sucedía con el agua potable, y de la que no se disponía en cantidades ingentes cerca del núcleo urbano). Todo ello unido a una mala red de comunicaciones, hacían que la llegada de una plaga, enfermedades o malas cosechas, motivaran más si cabe la necesidad de buscar un protector que permitiera que aquellas gentes vivieran mínimamente tranquilas.
Sabemos que la Iglesia Parroquial del municipio estaba dedicada a Nuestra Señora, mientras que la ermita que se emplaza en sus afueras y que hoy vemos en estado ruinoso, tenía por patrón a San Roque (cuya figura se conmemora el 16 de agosto). Recordemos que dentro de la iglesia parroquial durante los últimos siglos la imagen de San Roque era la que ocupaba el lugar central en la hornacina del altar mayor, teniendo a sus lados la de la Inmaculada Concepción (en la parte izquierda) así como el Corazón de Jesús (en el costado derecho).
San Roque era el patrón contra la peste, por lo que podemos suponer que las epidemias en este lugar harían estragos, de ahí la necesidad de querer buscar la protección en una advocación con aquellas características. Conocidos fueron los brotes de peste que a finales del siglo XVI azotaron la ciudad de Huete como sus alrededores, y que podemos suponer que también se dejarían sentir en la zona anexa de Carrascosilla.
Otra de las ermitas que tenemos referenciada en esta pedanía es la dedicada a Nuestra Señora de la Rubia, la cual como sabemos también es patrona en la localidad conquense de Rada de Haro, como en el municipio de Los Villares de Soria (en Castilla y León).
David Gómez de Mora
viernes, 2 de diciembre de 2022
Edificios religiosos y sus advocaciones (Caracenilla)
En la pedanía optense de Caracenilla se alza la iglesia parroquial de Santo Domingo de Silos, un templo con elementos artísticos de notable interés, de estilo neoclásico, pero con trazas de sus fases anteriores, y que nos recuerdan la historia de este lugar. Su altar mayor elaborado con jaspes, es sin lugar a duda uno de los elementos que llaman su atención, y que gracias al material con el que se realizó pudo sobrevivir a los avatares de la guerra incivil.
Santo Domingo de Silos fue un abad de la orden de los benedictinos, que vivió durante el siglo XI, a quien el santoral católico honra el día 20 de diciembre. No obstante, resultan interesantes las advocaciones que veremos en las varias ermitas con las que ha contado esta localidad. Una de ellas será la de San Agustín, otra la de San Pedro, y finalmente la de Nuestra Señora de la Concepción.
Como sabemos San Agustín, patrón de los que buscan el amor y cuya onomástica se celebra el día 28 de agosto, fue una figura esencial en los primeros siglos del cristianismo, que como filósofo y teólogo realizó grandes aportaciones en la interpretación de las sagradas escrituras, siendo “La ciudad de Dios” su obra cumbre. Sobre su advocación, ocurre algo parecido como en el caso de San Pedro, quien arrastró mucho cariño entre los feligreses, por sus obras de amor y entrega hacia los más necesitados. Por otra parte, la imagen de la Inmaculada Concepción tendrá mucho arraigo con la preocupación por la conversión de los pecadores, así como especialmente por la pureza de las almas en su búsqueda por la salvación del Purgatorio. Recordemos que a los pies de la loma de esta ermita, muy cerca de la misma, y en las afueras de la localidad, se halla el conocido poste de las ánimas, y cuya importancia de cara a su valor como guía para las almas de los difuntos, era también esencial, en una sociedad profundamente católica, insertada dentro de esa economía de la salvación, y que históricamente siempre influyó en las creencias como costumbres de nuestros antepasados.
David Gómez de Mora
Edificios religiosos y sus advocaciones (Piqueras del Castillo)
La Iglesia Parroquial de Piqueras del Castillo, es un edificio que ha sufrido readaptaciones y afecciones en su estructura, especialmente durante la primera mitad del siglo XX, que paulatinamente fueron modificando algunos elementos con los que contaría la planta de la vieja iglesia de la que ya comenzaremos a leer referencias a partir de la segunda mitad del siglo XVI, puesto que es en ese momento cuando los libros de su parroquia comienzan a recoger los nombres y apellidos de aquellos piquereños que eran honrados con el sacramento iniciático, desde su histórica pila bautismal, y que a tenor de las características que posee, es uno de los elementos más antiguos que encontramos dentro del templo.
Cierto es que del artesonado que componía su interior, como del antiguo retablo del taller de los Gómez (y del que todavía se conservan dos tablas en el fondo del Museo Diocesano de Cuenca), son pocos los vestigios de un tiempo pasado que nos han llegado, en el que todo hace intuir que diferentes vecinos, o a veces todos los feligreses del municipio, fueron contribuyendo con su esfuerzo para enaltecer la imagen de un edificio sagrado, cuya advocación portará finalmente la imagen de Santiago Patrón de España, aunque como sabemos el patrón del municipio sea San Juan Evangelista, santo con mucho raigambre en multitud de municipios de la tierra conquense, y que compartirá su nicho devocional con otras festividades como la de San Isidro, debido al estrecho vínculo de sus gentes con la vida labriega.
Sabemos que en diferentes ocasiones, bien vecinos, un conjunto de personas, o un feligrés de manera individual, mandaba alzar alguna ermita, cuyo mantenimiento por norma general solía estar asociado a algún miembro de su linaje o cofradía. Ejemplo de esta expansión de edificaciones menores del ámbito religioso por la zona será el caso de Buenache de Alarcón.
Entre las ermitas que veremos referenciadas en este municipio, tendremos los casos de las dedicadas a San Sebastián, San Cristóbal o una a la Virgen de los Remedios. Como veremos, algunas no llegarán a conservarse, o acabarán cayendo en estado de ruina.
Ya se ha indicado en diferentes ocasiones que San Sebastián es una imagen a la que se veneraba con especial intensidad en el momento de pedir la eliminación de epidemias o pestes, así como la Virgen de los Remedios seguirá siendo querida en bastantes localidades, debido a que los feligreses se le encomiendan para el cumplimiento de deseos y peticiones. Seguramente tradiciones de este tipo, son las que explicarán la presencia de ermitas dedicadas a estos santos en concreto.
David Gómez de Mora
Cronista Oficial de Piqueras del Castillo
Edificios religiosos y sus advocaciones (Villarejo de la Peñuela)
La Iglesia Parroquial de San Bartolomé Apóstol, ahonda sus raíces en una construcción medieval, sobre la que pocos elementos se han conservado, pero que ya nos hablan de la historia que ha arrastrado el principal edificio religioso con el que cuenta este municipio. Como sabemos, la figura del Apóstol San Bartolomé, será venerada en muchos lugares de nuestra geografía, recordándose su martirio tras haber sido desollado como decapitado, hasta convertirse en patrón de aquellos oficios que trabajarán las pieles o emplean el cuero, además de los pastores y vaqueros.
No sabemos si en Villarejo hay algún tipo de vinculación histórico entre el antiguo oficio gremial de los trabajadores del cuero y sus habitantes, pero lo que sí está claro, es que San Bartolomé es una advocación a la que mucha gente siempre se ha encomendado para superar el tormento de las enfermedades.
David Gómez de Mora
Cronista Oficial de Villarejo de la Peñuela
miércoles, 16 de noviembre de 2022
Apuntes sobre la torre-fuerte de Piqueras de Castillo
La torre-fuerte de Piqueras es una construcción de planta rectangular, con una altura de 17 metros, y que se ubica en la franja suroeste de esta población conquense, aprovechando así la posición que le otorga la loma rocosa en la que se alza, y desde la que controla con su visual un perímetro extenso, donde intencionadamente presenta una puerta colgada en altura (a una distancia del suelo de cinco metros), a la que se accedía desde una escalera de madera, que después se retiraría para impedir que otras personas pudiesen entrar en su interior.
Hasta la fecha, el mayor experto y estudioso de esta fortificación, es sin ninguna duda el piquereño Juan Ramón Ruiz-Checa, doctor y arquitecto, quien en su estudio y proyecto de puesta en valor sobre las torres refugio en el entorno del Júcar Medio (Cuenca), analiza con detalle cada una de las partes de esta obra.
De su trabajo se desprenden notables aportaciones, como la de que los merlones y almenas de la torre piquereña, responden a una superposición de diferentes fases constructivas (hasta cuatro en esta sección), muestra de que el edificio fue evolucionando con el trascurso del tiempo.
Apreciamos como en su interior existen tres zonas, una que quedaría a nivel del suelo, así como otra que estaría en la misma planta donde se halla la entrada, junto con otra superior, donde existe un ventanal abierto, hasta que finalmente accedemos a una terraza almenada que comunica con el exterior.
Ruiz-Checa ya advierte que ese ventanal que divisa el casco urbano, procede de una de las obras que posteriormente se efectuarían en el edificio, quedando como una especie de cortejero bastante rústico, donde hay dos bancos a cada uno de los lados internos de la ventana, y cuya difusión en el medievo llegó a ser notable, extendiéndose su obra en épocas posteriores. Estos bancos, servían al mismo tiempo como puntos de control o vigilancia, que adicionalmente aprovechaban la luz natural del exterior, y que en el caso de este edificio, pensamos que resultaría primordial, pues a tenor de las paredes de la fortificación, y que alcanzan un espesor cercano a los 1'90 metros, junto con la falta de oberturas, permitiría la entrada de un punto de luz externa, que de manera natural iluminaba la edificación.
Otra parte fundamental de esta construcción, es la zona superior y que hoy queda como una terraza descubierta, pero que a tenor de los espacios dejados por los mechinales, pensamos que estaría protegida por sus cuatro caras, habiendo vigas incrustadas, así como un tejado inclinado, que sellaría el edificio del exterior. Con ello se conseguiría que esta zona estuviese guarnecida, creando así una línea de cadahalsos, que complementarían las funciones defensiva del lugar, tal y como en su tesis refleja Ruiz-Checa.
Recordemos que la estructura de madera en suspensión que permitía el cadahalso, a través de vigas o travesaños, contaba con aspilleras y oberturas, tanto en los frentes como en el suelo, consiguiendo disponer de un espacio libre desde el que se podía lanzar objetos y disparar flechas.
Tampoco hay que olvidar la labor de vigilancia que desde su origen desempeñaba la construcción, hecho que obligaba a una presencia en su interior de manera constante. Tengamos en cuenta que la funcionalidad y uso de este espacio iría adaptándose con el tiempo, ya que si durante las últimas décadas del siglo XII cayó en manos del monje Pedro López, otro escenario es el que tendremos a finales del siglo XV, cuando Juan de Valencia y segundo señor de Piqueras, es citado en la documentación de la Chancillería de Granada, al referirse a su criado Juan de Zamora (miembro de la pequeña nobleza local), quien según las declaraciones de algunos vecinos, además de haber sido alcaide del municipio, era quien le suministraba el pan, puesto que iba a comprárselo, para luego encerrarse con él, ya que parece ser, este le servía como criado.
No debe de extrañarnos que para mantenerse los servicios mínimos de una edificación como tal, se disponga de un escaso número de personas, pues simplemente con el apoyo del referido alcaide y su familia, la torre-fuerte podía estar perfectamente asistida. Así pues, no fueron pocos los castillos, en los que su propietario se valía a lo más de algún guarda, una criada y un campesino con los que tener un mantenimiento y vigilancia del lugar más que considerable.
Las prestaciones desde luego no eran malas. Además, recordemos que personajes como Juan de Valencia, precisamente si por algo se caracterizaron, fue por vivir una parte de su vida en solitario, habiendo tenido de manera legítima a su hija Guiomar Girón de Valencia, y por tanto, única heredera que permitirá que el señorío del lugar recayese sobre los Ruiz de Alarcón, al casar esta con don García Ruiz de Alarcón.
Tengamos en cuenta que la ubicación de esta torre sobre la pequeña loma en la que se encuentra, le otorga una posición realzada, que además estaba acompañada por una buena disposición de recursos naturales, pues el agua del río Piqueras se halla a escasa distancia, por no decir que la abundancia de piedra caliza, y consiguientemente de cal, así como de madera de los antiguos bosques de sus alrededores, harán de este espacio un lugar idóneo.
Las edificaciones de esta tipología, eran un elemento que demostraba el poder de su señor y propietario, por lo que resultaba indispensable el no dejar ningún cabo suelto, en aquel ejercicio de mantener las apariencias y no aflojar delante de los enemigos, pues como sabemos los conflictos acaecidos a principios del siglo XVI entre el tercer señor de Piqueras con Francisco de Bazán (este señor de Valera de Abajo), fueron una constante.Intuimos que Juan de Valencia como alguno de los familiares que escogió este lugar como punto de residencia, no dispondría de excesivos elementos lujosos en su interior. Y es que durante aquel periodo de finales del medievo, veremos como estas construcciones eran lugares prácticos, con un escaso mobiliario, donde la cama de dosel, alguna silla, el tablón con un soporte a modo de mesa y los baúles que servían para almacenar la ropa y otros objetos, serán seguramente lo máximo que se podía ver entre sus paredes.
El haber de permanecer dentro de este lugar, obligaba a que como mínimo se dispusiera de modestos medios para su calefacción, pues tal y como veremos, tanto el otoño, como especialmente el invierno en Piqueras, es duro, y ello todavía se sentiría de forma aguda en construcciones de este tamaño. Es por esta razón que muchas veces en las crónicas leeremos como el uso de un barreño con agua hirviendo alrededor de la zona donde se hallaban las personas, así como el cubrimiento de las paredes con paños (tan frecuentemente citados en testamentos), así como de pieles de animales cazados en el caso del jabalí, y que en estas tierras siempre han abundado con creces, permitirían que el lugar quedase mínimamente termorregulado.
Tampoco podemos olvidar que los señores recibían una serie de tributos anuales de sus habitantes, llevando un estilo de vida, que aunque no se asemejase al de las grandes familias de la aristocracia peninsular, les valdrá al menos para gozar de unos mínimos lujos, como el de consumir carne de manera frecuente, pues desde luego por falta de animales no fue, ya que la riqueza cinegética de este área aun será citada por Madoz en el siglo XIX.
Precisamente, dentro de estos espacios, se disponía de determinados puntos que permitían que la carne pudiese colgarse del techo, para que así las ratas, y que tan frecuente era el tenerlas alrededor, no pudieran así alcanzarla. Igualmente, el pan y el vino, eran productos que no escaseaban en aquellas dietas, pues además de llenar el cuerpo, permitían que el frío se combatiera mucho mejor.
David Gómez de Mora
Cronista Oficial de Piqueras del Castillo
Referencias de interés:
* Archivo de la Real Chancillería de Granada. Pleito de hidalguía de Jorge de Zamora, sig. 4882-06
* Ruiz-Checa, José Ramón (2015). “Torres exentas en el ámbito del Júcar medio (Cuenca). Implantación territorial y caracterización constructiva”. Tesis doctoral. Univesitat Politècnica de València. 640 pp.