martes, 30 de mayo de 2023

Apuntes sobre ejemplos de arquitectura rural en el norte de Castellón

Las construcciones de piedra seca, son un elemento que define la riqueza arquitectónica de la gente del campo que antaño trabajaba las interminables extensiones agrícolas como ganaderas, que hoy aunque en buena medida se hallan abandonadas, reflejan el carácter y forma de vida ruralizada de la gente que ha habitado históricamente estas tierras.

Para muchos resulta familiar el término de barraca de piedra en seco o piedra seca, pues este tipo de obras, realizadas a base del mismo material que otorga el terreno donde se alzan, nada más que apilando y encajando cada una de las piedras que el labrador o el pastor encontraba alrededor de ese lugar, apreciamos que en su conjunto representan un elemento de un elevado valor etnografico como arquitectónico, que afortunadamente las nuevas generaciones están comenzando a entender, pues como bien sabemos, no resulta nada fácil el poder alzar una de estas, así como otros de los muchos tipos de construcciones que las acompañan y que a continuación pasamos a describir.

Como sabemos, las barracas ejercerán la labor de cobijo, especialmente durante las estancias que una persona o su familia podían realizar durante los duros días de trabajo en el campo, bien cosechando o preparando el terreno, debido a la distancia que podía haber desde esa explotación hasta el lugar de residencia, y donde la falta de medios de un transporte eficiente o rápido, motivará que durante temporadas en las que el tiempo era benigno, estas se pudieran habitar, aunque solo fuese para un periodo muy concreto, además de para resguardarse de una tormenta cuando esta sorprendía a los trabajadores, así como para descansar después de comer durante una jornada intensa que todavía no había finalizado.

 

Las barracas muchas veces se remataban con una piedra que se colocaba en la parte superior de la cúpula exterior, y que recibe el nombre de caramull. Tampoco podemos olvidar otras secciones como la piedra llindar, y que a veces sustituida por una viga de madera, se colocaba entre los laterales de la zona superior de la entrada para que esta aguantase el peso de la parte de arriba.

Alrededor de la barraca no podían faltar algunos elementos auxiliares, como la piedra salera si había ganado, la cual consistía en una losa larga en la que se depositaba la sal para los animales, además del clásico escondrijo o “amagatall”, que bien aprovechando en un margen o zona de la barraca, servía para esconder todo tipo de objetos y que de este modo el labrador o el pastor no hubiera de trasladar de manera cotidiana hasta ese lugar.

Elementos auxiliares serán los mojones que delimitarán propiedades, o zonas hondas que reforzadas con muros en sus alrededores, servirán como balsas para abastecer de agua al ganado, así como el pedrís o asiento que adosado a la pared o a la barraca servía como asiento para el campesino.

La destreza en la construcción de los muros será también otra de esas características que definen este tipo de obras artesanales. Así pues, las paredes o muros rematados "amb pedra alera" o medianera, eran aquellos que se habían realizado a base de piedras o losas largas con borde puntiagudo, y que colocándose de forma vertical remataban la parte superior de la pared. Posicionándose de canto se conseguía que el ganado no saltase o se escapara del área cerrada, además de impedir la entrada de lobos, y que como sabemos hasta las primeras décadas del siglo XX fueron una pesadilla para los ganaderos del interior de nuestras tierras.

Precisamente para acceder hasta cada uno de los bancales que habían cortado por niveles la tierra en origen ataludada que luego pasaba a aprovecharse como zona de cultivo, se podía recurrir a la ardua tarea de encajar una serie de escalones de piedra que ayudaban a que desde en medio del margen el agricultor pudiese acceder hasta la zona anexa, así como también a través de lo que se denominaba pujador o rampa que conectaba una parte con la otra.

David Gómez de Mora

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).