lunes, 6 de septiembre de 2021

El linaje de los Ferrete en Cañete la Real

Entre las familias que aparecerán coaligadas con los Gómez y los Ruiz durante el siglo XIX, una de las más habituales será la de los Ferrete, un linaje de labradores locales, donde también se promoverán políticas bastante cerradas entre sus miembros, tal y como podemos comprobar en algunos casos, siendo un claro ejemplo las hijas de los cañeteros Antonio Gómez y su esposa Mariana Ferrete Ponce, quienes tendrán entre su vástagos a Inés Gómez Ferrete, mujer de Antonio José Ruiz (este descendiente de la línea de los Ruiz-León), así como a su hermano Francisco Gómez Ferrete, marido de Ana Gómez Ruiz, cuyos descendientes conjuntamente también acabarán entroncando a pesar del nexo de consanguinidad tan estrecho que existía entre ambos.

Tanto es así que una nieta de Antonio e Inés (Caños Santos Ruiz de Orozco), celebrará sus esponsales con un nieto de Francisco y Ana (José Gómez Gómez), cerrando de este modo el núcleo familiar entre las tres familias en cuestión de escasas generaciones.

Este tipo de estrategias respondían a una suma de factores, desde la propia mentalidad conservadora y tradicionalista que imperaba en este tipo de enclaves rurales, en el que siempre prevaleció más el malo conocido que el bueno por conocer, así como fundamentalmente por el mantenimiento de un patrimonio, que sin ser excesivamente grande, siempre que recayera en líneas parentales, aseguraba una cierta calidad de vida a todo un clan familiar, donde como sabemos, el escenario económico no era excesivamente halagüeño, por haber grandes terratenientes que controlaban producciones extensas, en las que se iba diluyendo una clase labradora que podían tener alguna casa y tierras con las que empujar a su familia.

No olvidemos como en Cañete a mediados del siglo XVIII de las 458 familias que había en el pueblo, 383 personas se citan como jornaleros (de los cuales 19 ejercían media jornada como milicianos, así como 73 directamente se clasificaban como pobres de solemnidad). Una cifras devastadoras que reflejan una creciente desigualdad social, donde muchas casas tenían como única alternativa el intentar tejer una especie de telaraña parental, en donde se evitaba aquella posible fuga de patrimonio familiar, impidiendo así su mayor fragmentación en líneas genealógicas diferentes.

Carro y casa de un pequeño labrador malagueño

Precisamente, una de esas herramientas, es la que emplearán los Ferrete, tal y como apreciamos en un documento presente en el archivo provincial de Málaga. Se trata de un poder que tenía como objetivo trasladar facultades a un miembro que sin ser portador del apellido, pudiese actuar actuar en nombre de estos al estar casado con una integrante del linaje. El poder se firma en el año 1842, y en el mismo se indica que tres hermanos (Antonio Ferrete, María de los Dolores Ferrete y Mariana Josefa Ferrete, esta viuda del antes referido Antonio Gómez), invocan ser descendientes de sus abuelos Francisco José Ferrete y María Antonia Francés (recordemos que los Francés eran nobles), así como de sus bisabuelos Pedro Ferrete y Gaspara Contero, y consiguientes tataranietos de Pedro Ferrete y Catalina de Miranda, por ser estos últimos los fundadores de un patronato.

Lo que realmente nos interesa de este documento no es la licencia que se otorga en el poder notarial para delegar competencias en un miembro de otra familia que casa con una Ferrete, sino la significación que conllevaba la figura de los patronatos, y que como veremos en el caso que nos ocupa, a pesar de haber trascurrido cuatro generaciones, sus descendientes saben de la importancia que suponía recordar su creación y pertenencia con los fundadores.

Podemos suponer que los Ferrete fundarían un patronato, sobre el que sus creadores (Pedro Ferrete y Catalina de Miranda), establecerían unas cláusulas en las que se dejaría bien claro que sólo podrían disfrutar de sus ventajas aquellos descendientes del linaje.

Como decimos no tenemos muy claro en que clasificación podríamos catalogar el patronato que nos ocupa, no obstante era obvio que este tipo de figuras se regulaban por un patrón (miembro del linaje), quien debía ser garante de su mantenimiento, continuidad y cumplimiento por las obligaciones que conllevaba su existencia. El patronato otorgaba un conjunto de derechos de carácter personal y honorífico compensados por aquellas acciones u obras caritativas que la familia Ferrete pudo haber tenido con la iglesia cañetera, sin haber en ello cualquier tipo de contenido económico.

Sabemos que los patronatos también podían ir incluidos dentro de los mayorazgos (fundaciones de patrimonio muy arraigadas al ámbito nobiliario y de las élites). Como decimos, desconocemos el caso de los Ferrete, a falta de una mayor indagación en el fondo de los protocolos del archivo provincial de Málaga, así como del origen familiar del linaje. No obstante, este tipo de fundaciones conllevaban un interés a la hora de querer remarcar un estatus o reconocimiento que insertara a sus componentes como miembros del estado noble, ya que de ser así, eso aparejaba una serie de privilegios, como la exención de determinados pagos a los que siempre se acogían los hidalgos, por lo que muchas veces era empelado como instrumento honorífico para realzar el caché del linaje.

Enlaces establecidos entre las familias Gómez-Ruiz-Ferrete de Cañete la Real durante el siglo XIX 

Recordemos que desde los patronatos se podían presentar a clérigos de la familia, para que estos ocuparan puestos que quedaran vacantes, en donde a pesar de no haber un beneficio económico, si existía una ventaja dentro del ámbito eclesiástico al poder mejorar la posición social o incrementar las posibilidades para que ingresara alguno de los miembros del linaje dentro de este estamento.

Leemos datos de interés que nos aproximan un poco al modelo de vida de estos pequeños labradores, es el caso del testamento de María (de los Dolores) Ferrete Ponce, redactado en 1855, y donde menciona varias propiedades que poseía, y que a tenor de los vecinos que aparecen lindando con ellas, pueden aproximarnos un poco al tipo de viviendas que eran. Así pues cita entre estas personas a dos miembros de la nobleza local, como son don Juan Gallego Romero, junto con don Antonio Milla Roso, ambos reconocidos como hidalgos en la localidad. El primero de estos bienes son unas casas en la calle de la iglesia, y que pide que se vendan para que de lo que se saque íntegramente se destine a misas para la salvación de su alma y familiares. Igualmente menciona otra serie de casas presentes en la calle calvario, de las que una tercera parte irá destinada a su sobrina María Gómez Ferrete, esta hija de su cuñado Antonio Gómez y su hermana Ana o Mariana (según la documentación) Ferrete Ponce.

Otro hermano es Antonio Ferrete, hermano de Mariana, sobre quien no aporta mucha información. De nuevo vuelve a citar a su sobrina María Gómez, así como a su hermana Inés Gómez, quien estaba casada con Antonio Ruiz. En este caso destina para ambas a partes iguales toda la ropa que tenía. Aunque a día de hoy este tipo de donaciones puedan parecen insignificantes, la tenencia de varios arcones con ropa blanca y de colores, era ya un patrimonio a tener en cuenta, ya que en muchas casas con pocos recursos los “armarios” de la época no iban más allá de dos o tres mudas por persona. Además cada pieza tenía un determinado valor, dependiendo del material con el que estaba realizada la prenda, bien fuese lino, algodón o seda. Tengamos en cuenta que ni tan siquiera había en todos los hogares camas para dormir, de ahí que tanto estas como los complementos que las acompañaban eran artículos preciados.

Veremos como su sobrina Inés recibirá diez fanegas de trigo, un colchón nuevo, dos sábanas finas, mientras que a su hermano Antonio Ferrete le entrega otro colchón, junto con dos sábanas y dos almohadas.

David Gómez de Mora


Referencias:

*Archivo Provincial de Málaga. Protocolos notariales de Cañete la Real. P-6207, año 1842. Poder para el patronato de la familia Ferrete

*Archivo Provincial de Málaga. Protocolos notariales de Cañete la Real. P-6377, año 1855. Testamento de María de los Dolores Ferrete

*Catastro de Ensenada. Municipio de Cañete la Real

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).