Los castillos de nuestra franja geográfica son en muchos casos de tipo roquero, adaptándose a las prestaciones de un relieve escarpado, que siempre dificultará el acceso al enemigo. Cierto es que el mal estado en el que se encontrarán muchos de ellos, junto con los usos y adaptaciones que irán sufriendo con el trascurso de los siglos, modificarán su aspecto originario.
Cuando analizamos nuestro territorio, no podemos ignorar el papel jugado por las tribus bereberes, las cuales asentadas en muchos casos en modestas alquerías y que contarán con algún tipo de sistema defensivo (por muy precario o modesto que fuere), guarecerán a los habitantes de esta zona, ante la ocurrencia de un ataque sorpresa que no permitiese la posibilidad de huir hacia el hisn.
Como ya hemos comentado en diferentes ocasiones, pensamos que el hisn baniskulano se articularía gracias al apoyo de una serie de pequeñas alquerías desperdigadas por lo que hoy es el llano de Vinaròs-Peñíscola, y sobre las cuales a día de hoy ignoramos la existencia de muchas de ellas. Estas mediante una especie de muralla, así como una zona desde la que poder comunicarse mejor con el resto de poblados o puntos habitados, serían lugares suficientemente importantes para esas personas que residían de modo aislado, y que como sabemos, se regían por un planteamiento urbanísticamente espontáneo y desordenado.
No obstante, sería casi imposible pensar en la ausencia de torres o atalayas, que mediante señales de humo bien durante el día, así como con fuego por la noche, mantendrán una mínima vigilancia del lugar. En cambio, otras como las que hay en la zona de Sòl de Riu o la famosa torre Badum de la Serra d’Irta, quedará claro por la toponimia en el caso de esta última, que no siempre beberán de unas raíces tardías, como nos da a entender su edificación durante el siglo XVI, ya que simplemente se reaprovecharán de una estructura previa, a pesar de que esta se llegue a modificar por completo.
Entre estos tramos se hará uso de guardas y jinetes, que estarán en constante contacto con los principales lugares de población, pudiendo ser un buen ejemplo el caso de la Garrotxa, unos restos constructivos ubicados en los confines del término municipal de Peñíscola, casi literalmente marcando una línea medianera que beberá del medievo, entre los dominios de Cervera y la ciudad de la roca, donde pensamos que radicaría la clave de esta cuestión para entender la ubicación de ese espacio de control.
Las ruinas de esta construcción se hallan a una cota de 284 m.s.n.m., en los lindes con el término de Cervera, sobre los restos de una obra que se alzó con material procedente del mismo lugar, y que aprovechando su posición geográfica, cubría un amplia visual desde la que se controlaban los dominios de las sierras de las Atalayas de Xivert a Irta, además del corredor que conectará con el llano de Vinarós-Peñíscola, junto una sección importante de la línea de costa.
Los restos de esta edificación aprovecharán el poco espacio del que se disponía en la zona en la que se corona la loma, al divisar el paso y aprovechando el espacio defensivo del lugar, gracias a las pronunciadas paredes acantiladas, que a través de la forma troncocónica del cerro, en algunas vertientes imposibilitarán un acceso directo. La escasez de suelo para uso agrícola, nos lleva a pensar en que la erosión y baja potencia del sustrato edáfico del entorno, harían de ese punto un enclave propio para las labores de tipo ganadero.
A nuestro entender los restos de la construcción que coronan la loma, deberán de enmarcarse más bien en lo que será un punto de vigilancia que conectaba dos enclaves, en lugar de tratarse de una construcción de mayor entidad, que le dará a los restos un mayor rango arquitectónico, como presenta en su libro Joan Negre Pérez (2020), y titulado “En els confins d'al-Andalus. Territori i poblament durant la formació d'una societat islàmica a les Terres de l'Ebre i el Maestrat”.
Al respecto, dicho autor (2020, 228) señala la Garrotxa como uno de los principales yacimientos de época emiral que habrían en esta zona de estudio. Quedando dudas por ahora sobre su posible finalidad.
En nuestra opinión la Garrotxa era un simple punto de refuerzo, que aprovechando su ubicación lindante, bien podría conectar las visuales de los husun de Banískula y Cervera, ya que debido a la interposición de esa loma entre ambos enclaves, esta resultaría necesaria para un fin únicamente de vigilancia, y que no iría más allá de los servicios que podría ofrecer una mera atalaya que divisaba o conectaba dichos puntos, además de poder asegurar la explotación ganadera que se desarrollaba en la zona, debido a las condiciones del relieve.
Mojones linderos en la zona de La Garrotxa, y que separan el término de Peñíscola. La estructura rectangular del mapa corresponde a los restos de la construcción que aquí describimos
Respecto a los restos que se disponen en la loma, apreciaremos como su planta sigue una especie de forma lineal, orientada en dirección ONO-ESE, en la que se observan algunos recodos, con alturas de hasta dos metros, como sucede con un muro trapezoidal, delimitado por varios espacios recortados, con dos esquinas de longitudes de 3'30 x 1'20 x 2'00 metros. Precisamente, a partir de ese lugar y no muy abajo veremos de nuevo la base de una construcción cuadrada dispuesta sobre una base de cuatro metros de lado y una altura de 1'5 metros.
David Gómez de Mora
Bibliografía: