sábado, 18 de febrero de 2023

El lobo. Apuntes sobre su percepción histórica en nuestras áreas rurales

El lobo es uno de los animales que más ha marcado la mentalidad y costumbres de nuestros antepasados, debido tanto a la percepción como consecuencias en un espacio geográfico, en el que la explotación animal ha sido uno de los principales sustentos que daba de comer a la población.

Durante el medievo el lobo se asoció con lo demoniaco y el mal. Esto evidentemente influyó de manera decisiva en una concepción negativa que se extendió como la pólvora, generando una idea irreconciliable que poco o nada tenía que ver con la que los soldados en época romana tenían de este, al ser considerado todo un símbolo que representaba la valentía, la fuerza y el coraje en el campo de batalla.

No faltan referencias que nos recuerdan el temor que el lobo ocasionaba en corrales y zonas de explotación ganadera, donde esa percepción de enemigo irreconciliable se insertará dentro de una amalgama de creencias que lo vincularán con el mismísimo diablo.

Recordemos por ejemplo que la figura de San Antonio fue primordial en esas sociedades rurales, donde el protector de los animales será frecuentemente invocado, siendo especialmente aclamado el día de su onomástica, ya que además de salvaguardar el ganado, la costumbre recordaba como la bendición de las campanillas portadas por las reses, siempre se decía que además de evitar la caída de rayos en el rebaño, repelía la presencia del cánido.

Aquella imagen nefasta divulgada en los bestiarios, ayudaba menos a cambiar una percepción, en la que se entremezclaban manías y rumores, como la de que si el animal miraba fijamente a una persona, esta podía sufrir una especie de maldición o mal de ojo incurable.


En este sentido, dentro de la botánica, serán muy sintomáticos los nombres con los que se irán conociendo a determinadas plantas, debido a las creencias y usos que históricamente se les fueron asignando.

Así por ejemplo, conocido es el arbusto que denominamos vulgarmente como espantalobos (Colutea arborescens), del cual la tradición popular indica que si sus semillas eran movidas a modo de sonajero, estas podían ahuyentarlo.

Esta planta y que es fácil de ver tanto por las tierras de Castellón, como en Cuenca y otros muchos lugares de nuestra geografía, será uno de esos tantos remedios empleado por nuestros ancestros, y que distaría bastante de algunos más directos y agresivos, como ocurrirá con una planta denominada “haba de lobo” (Helleborus foetidus) o también mencionada con el nombre de hierba de los ballesteros, ya que a través de su jugo tóxico, esta se impregnaba en las puntas de las flechas que se disparaban al enemigo, de modo que la víctima en caso de ser alcanzada, tenía con ello todavía más posibilidades de fallecer.

En la misma línea, y aprovechando la toxicidad de algunas especies, veremos el uso que se le dará al matalobo o matallops (Aconitum napellus), la cual es extremadamente venenosa, por lo que aprovechando sus raíces, hojas o savia, era introducida dentro de un trozo de carne a modo de cebo, o bien en los cadáveres de las reses muertas, al ser destinada para un mismo fin.

David Gómez de Mora

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).