Sabemos
que el invierno es la estación del año en la que Vinaròs tiene más
posibilidades de ver como en sus calles se produce una precipitación
de cristales de hielo. No obstante, el otoño es otra época, que a
pesar de resultar más rara para observar este tipo de fenómenos
meteorológicos, en ocasiones puede darnos más de una sorpresa.
Un
hecho que sucedió durante los primeros días de diciembre de 1883,
cuando un fuerte temporal que sacudió nuestra península, produjo
numerosos episodios de nevadas, en zonas tan poco comunes como la
cota cero.
En
aquel entonces, esta localidad sufriría un año bastante duro desde
el punto de vista climático, tanto que incluso poco antes del
comienzo de la primavera, el frío venía arrastrándose con
intensidad desde finales de 1882.
Por
ejemplo, el marzo de 1883, se recuerda como un mes gélido, que
despuntó por sus registros de mínimas con respecto a los de
cualquier final de invierno. El causante fue una entrada de masa de
aire polar marítima, que hizo desplomar los termómetros hasta
temperaturas muy por debajo de los cero grados, incluso en zonas
costeras como la nuestra.
Obviamente,
ello no fue todo, y antes de que transcurriera el año, la primera
quincena de diciembre, volvería a pasar a la historia con motivo de
la nevada caída en buena parte del país.
Sabemos
por la prensa de la época, que Vinaròs sufrió un fuerte temporal
acompañado de nieve durante el día 7 de diciembre, un fenómeno que
obviamente se extendió del mismo modo por buena parte de la
geografía nacional.
Así,
en el diario “La publicidad”, con fecha del 8 de diciembre de
1883, se señala
que
“una
extensa nevada cogió ayer gran parte de Cataluña. En esta ciudad
fue poco intensa, pero las alturas circunvecinas quedaron cubiertas
de nieve apareciendo completamente blancas todo el día [...] empezó
a nevar a las 8 de la mañana y terminó a las 2 de la tarde. Después
de nevar el frío se hizo más sensible y alcanzó un límite poco
común en Barcelona”,
a continuación sigue describiendo con una mayor claridad el fenómeno
en la sección meteorológica, donde se indica que “ayer
se presentó un temporal de nieve que abrazó casi todas la región
catalana [...] tenía la capa de nieve caída 6 centímetros, a las 4
de la tarde, continuando la nevada [...] los vientos fueron violentos
en Barcelona continuando su dirección N.O.” (La
publicidad, 8-12-1883).
En
lo que concibe a nuestro municipio, podemos leer la siguiente crónica
del suceso a través de una cita procedente del periódico del
Mediterráneo. Según
el artículo de prensa que recoge María Teresa Badía, este episodio
tormentoso se combinó con una notable caída de nieve:
“...En la
playa, el mar alborotado había crecido considerablemente y había
inundado las playas de San Telmo, San Agustín, Barranco, Santa
Magdalena y las Almas. Del contramuelle han desaparecido más de 60
metros de la punta, y arrebatando el mar las grúas. El adoquinado ha
desaparecido dejando agujeros donde caben más de 2000 quintales de
piedra. Algunos curiosos que se acercaron al muelle fueron arrojados
al mar salvándose milagrosamente. Muchos barcos y vapores habían
logrado refugiarse en los Alfaques”, (Badía, 18-12-1883, Mediterráneo).
David
Gómez de Mora