viernes, 16 de septiembre de 2022

Fundaciones eclesiásticas en Saceda del Río (año 1723)

Las fundaciones eclesiásticas se convirtieron en uno de los principales puntos de apoyo en los que se aglutinaba el patrimonio familiar de aquellos linajes con capacidad de recursos, que a través de la acumulación tanto de bienes muebles como inmuebles, se acababan cediendo a la Iglesia, para así generar una serie de ingresos, que a su vez conllevaban un conjunto de cargas, entre las que se hallaba la obligación de celebrar una determinada cantidad de misas al año, todo ello con tal de poner a salvo el alma del  responsable de su creación.

Al respecto, en una visita parroquial del año 1723, el señor doctor don José Cañamares (cura de Saelices), da parte de su llegada a la iglesia parroquial de Saceda del Río, detallando como solía suceder en las hojas del libro de defunciones, que por aquel entonces en el municipio había registradas un total de siete fundaciones, y que a continuación pasamos a describir.

La primera era la capellanía que fundó Alonso Mateo, la cual estaba compuesta por 64 almudes de tierra, un cañamar, 2500 vides y 4 escrituras de censos que representaban 2515 reales, todo ello con la obligación de la celebración de un total de 33 misas al año.

La segunda fundación era un patronato de legos de Magdalena de las Heras, formado por 32 almudes de tierras, 5 almudes de cañamar, 500 vides, 50 olivos y unas casas. En este caso su poseedor había de pedir un total de 22 misas anuales por la memoria de su creador.

Del mismo modo veremos otras dos capellanías fundadas por el licenciado Juan López-Lobo, un personaje destacado dentro de la historia del pueblo, y cuyas fundaciones sin lugar a duda debemos catalogar como las más importantes de la localidad; la primera tenía 328 almudes de tierra, unas casas con sus cuevas y 10 escrituras de censo con capital de 18040 reales, bajo un cargo total de 108 misas al año. La segunda estaba compuesta por 248 almudes de tierra, dos casas, una cueva, 4600 vides y nueve escrituras de censos, con un capital de 6600 reales, teniendo igualmente por obligación la celebración de 108 misas anuales.

Veremos que sobre la quinta y que venía a ser el vínculo de los Hernán-Saiz, no se dice nada explícito, por lo que pasaremos a la sexta, y que era la capellanía de María López-Lobo, la cual estaba compuesta por unas casas, una viña y 45 almudes de tierra, junto dos censos con capital de 860 reales, sumando todo un cargo de 15 misas al año.

Para finalizar, tenemos la capellanía del licenciado Andrés de la Fuente, compuesta por 50 almudes de tierra, una era, una viña con olivos, huertos y una casa con un compromiso anual de 20 misas.

De todo esto se revela que Saceda era un pueblo de notable religiosidad, tal y como hemos señalado en diversas ocasiones, además de ser un enclave en el que la familia López-Lobo era indiscutiblemente una de las casas que más patrimonio atesoró durante los siglos XVI y XVII, hecho que le permitió crecer y expandir su nombre dentro del ámbito municipal.

Retablo mayor de la iglesia de Saceda del Río

Veremos que la fundación de Alonso Mateo y la de Magdalena de las Heras en ese momento estaba en manos de los Olmedilla, un linaje que por aquellas fechas había comenzado a despuntar, y que si bien no tenía una gran cantidad de integrantes dentro del pueblo, los pocos que tuvo supieron afianzar su posición tanto dentro como fuera de la localidad, hecho que ocurrirá de idéntica forma con las fundaciones creadas por Juan López-Lobo y los Hernán-Saiz, las cuales en ese momento estaban monopolizadas por la casa de los León. Finalmente, veremos que los Torrecilla se harán con el mando de la otra capellanía restante, es decir, la de María López-Lobo, aprovechando que ambos linajes guardaban un parentesco común reiterado en diferentes líneas, fruto de las políticas endogámicas que entre dichas casas se habían practicado con el paso del tiempo.

Las capellanías eran obras pías a través de las que su fundador había acordado una cantidad de dinero como renta, para así obtener unas ganancias con las que pagar las misas para la salvación de su alma y familiares, de modo que al segregar sus bienes también conseguía una manutención para el clérigo que la poseía, y que como veremos de acorde a las cláusulas establecidas, por norma general se especificará que habrá de pertenecer al círculo parental de su creador, de ahí que el conocimiento en lo que respecta a las genealogías de aquellas personas cercanas a su linaje, era una cuestión indispensable siempre que se deseaba conseguir acceder a la fundación, especialmente a medida que transcurrían más generaciones, y por tanto, se ampliaba el abanico de líneas colaterales.

Lo obtenido a través de diezmos y otro tipo de cobros que emanaban de la ganancia de los frutos de esas tierras, serán una fuente de sustento que movilizarán la riqueza de un patrimonio que a partir de la fundación generaba uno de los principales sustentos para las iglesias de los municipios. Veremos que existían diferentes clases de capellanías, cada una con una serie de particularidades, y que deberemos dividir a grosso modo en dos grupos (laicales y colativas).

Por otro lado el patronato de legos era otra fundación a través de una donación de bienes, con unas rentas que se asociaban a obras piadosas. En este caso el patrimonio como la renta no pertenecían a la iglesia, sino que al patrón que portaba su administración, y que por norma general eran herederos del creador, no estando así sujeta su figura al obispado, puesto que los bienes iban a parar a una autoridad eclesiástica encargada de gestionar ese patrimonio y sus ganancias, es decir, que de la misma forma, y como solía ocurrir en el caso anterior eran miembros de su linaje.

David Gómez de Mora

Referencia:

-Archivo Eclesiástico de Huete. Libro de defunciones de Saceda del Río (1670-1738)

davidgomezdemora@hotmail.com

Mi foto
Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).