No cabe duda que junto con la fachada de la casa solariega de los Alcázar-Montoya, la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Verdelpino de Huete, representan en su conjunto las edificaciones más emblemáticas que hay en esta localidad. Es precisamente en ese perímetro tan concreto de la población, y que obedece no por designios del azar a la zona urbana donde consideramos que se generaría la trama embrionaria del pueblo, donde apreciamos una serie de detalles, que por lo que concibe al edificio religioso seguidamente pasamos a destacar.
Ya desde el siglo XVI el templo ofrecía tres naves de mampostería, no obstante, cabe preguntarse cuál era el aspecto que este tenía en el medievo, pues las raíces de Verdelpino, arrancan como poco en dicho periodo, pues ya se comentó que en el itinerario del infante don Juan Manuel por la zona de Huete en 1305, este enclave ya aparece citado, por lo que como es lógico pensar, debería haber una construcción religiosa, con un aspecto muy diferente: la iglesia románica.
Si atendemos a la topografía de la zona, veremos que muy posiblemente esta se alzaría sobre una construcción anterior de carácter estratégico, que tras la reconquista y poblamiento del lugar, obligaría por necesidad al alzamiento del referido templo cristiano.
Resulta llamativa la cara oeste de la edificación, pues presenciamos una serie de elementos, que en alguno de los casos deben beber del periodo más antiguo.
Así pues, en dicho flanco observamos dos puertas cegadas, llamándonos claramente la atención, la parte central del muro, donde creemos que ya se alzaría el antiguo campanario rematado con sus espadañas, así como la entrada principal del edifico durante el periodo en el que la iglesia románica seguía preservando su imagen original. Es por ello que pensamos que sería a través de este flanco de la iglesia por donde se accedería al edificio en origen, hasta que las reformas anteriores fueron ampliando el lugar de culto.
De época mucho más posterior son detalles como la argolla para amarrar los animales que hay en la cara sur, o un bonito reloj solar esculpido en un sillar. No obstante, si hay que señalar otro espacio a remarcar dentro del conjunto, ese lo tendríamos en la zona del flanco este, donde se detecta la presencia de una ventana tapiada, que no sabemos qué tipo de vinculación tendría con una construcción anterior.
La presencia de otro acceso tapiado en la cara norte, junto con la metamorfosis que el edificio sufriría entre los siglos XV y XVI, imposibilitan esclarecer con detalle, el origen y evolución de este edificio durante sus primeros cuatro siglos de vida aproximadamente.
David Gómez de Mora