En
la visita pastoral del año 1713 realizada por el doctor don Pascual Ibáñez,
cura de la parroquial de Almarcha, quien era examinador y visitador
general del Obispado de Cuenca, a fecha del 29 de noviembre, tras haber acudido
a la iglesia optense de Santa María de Atienza, este cómo era de esperar se acabó
percatando del estado de conservación en el que se encontraba la que era
conocida como la capilla de los Sandovales, la cual, según se desprende por la
descripción efectuada, no estaba en muy buen estado de conservación.
Años
atrás, en 1694, se advirtió al Conde de la Ventosa que como
responsable de su mantenimiento, este realizara las obras pertinentes para
aderezar el lugar, pues en su altar todavía seguía celebrándose misa.
La
situación como veremos ya venía de lejos, pues en la visita de 1713 se indica
que “habiendo visto en muchos autos de
las visitas antecedentes que está mandando, se notifique al Conde de la
Ventosa, repare y ponga con decencia la capilla que tiene debajo del Altar
Mayor y Presbiterio de esta Iglesia (Santa María de Atienza), que la que llaman
de los Sandovales, y aunque en repetidas veces se ha mandado, no consta se haya
hecho diligencias algunas para su cumplimiento”.
En
visitas anteriores ya se llega a hablar de las consecuencias de no intervenir
en la obra, siendo el caso de la recepción de una excomunión a su máximo
responsable. Entre las reseñas que se recogen del altar, en una se dice
textualmente que “hallando que no solo no
está con la decencia que se debe, sí que antes sirve de gran indecencia para
subir a comulgar las mujeres para desescalar que tiene a los lados de más de
tres varas de alto, muy pendientes, y de tres cuartas de lo ancho por donde han
de bajar de comulgar con la indecencia que se deja”
Por
aquel entonces el Conde la Ventosa era don Alonso-Jacinto de Sandoval Rojas y
Portocarrero, quien recientemente había acabado de controlar el condado y
mayorazgo de la Ventosa y sus propiedades, tras haber recaído en su línea,
después de un largo pleito por su sucesión. Cabe recordar que justo en la
cripta que hay bajo el ábside del templo, y que era el panteón empleado por los
Sandoval, es donde cuenta la leyenda que se ocultó el famoso cirio que se
mantuvo encendido durante todo el periodo que duró la ocupación islámica en la
ciudad de Huete.
David Gómez de Mora
Referencia:
-Libro de defunciones de Santa María de Atienza (1635-1726). Archivo Parroquial de Huete