domingo, 17 de julio de 2022

Apuntes sobre algunos corrales peñiscolanos en la franja del barranc d'Irta

La vida en el campo peñiscolano ha sido algo que la historiografía local ha tratado en algunas ocasiones, aunque en cierto modo y por desgracia un tanto por encima, hasta el punto de que salvo algunos artículos o fragmentos de obras en los que se dedica un apartado al ámbito agrícola, no hay más información adicional que de manera monográfica nos explique muchas de esas vivencias que afrontaba la gente de antaño. Cierto es que en el libro sobre las memorias que recoge Castell en lo que se refiere a esa sociedad de los tiempos de nuestros abuelos, o en los diversos artículos que ha sacado a la luz el Cronista Oficial del municipio, leemos escritos de notable interés por su valor etnográfico, no obstante, considero que todavía nos queda por precisar o elaborar una obra, que abarque cuestiones más precisas, acerca del campo, la vida y el término rural de Peñíscola.

Nuestro propósito es el de ir indagando en la medida de lo que el tiempo y las obligaciones nos lo permitan, en desentrañar una parte de ese pasado de la Peñíscola agrícola más auténtica, es decir, la del mundo campestre. Un espacio con amplia disposición de territorio virgen, repleto de corrales, casas de labranza y alguna que otra masía.

Peñíscola en términos arquitectónicos estuvo delimitada por un encorsetamiento natural de su geografía urbana, debido a que la trama residencial que la conformó, tanto por motivos estratégicos y políticos le obligó a priorizar el desarrollo de un modelo de asentamiento cerrado, en el que quedaba en cierto modo desprotegido el patrimonio agrícola que se desperdigaba por todo aquello que quedaba fuera de las posesiones que iban más allá de su peñasco, hecho del que da constancia la ruina y pérdidas que le comportaba para la localidad los largos asedios como el de la guerra contra los franceses, y otros escenarios, en los que la documentación recoge el daño y expolio que recibieron sus propiedades agrícolas extramuros.

Se trata de esa “franja olvidada” de la historia local, pero hacia la que el peñiscolano se dirigía muy a menudo excepto en periodos convulsos que se lo impedían. Evidentemente el mar fue el recurso base con el que se consolida una población pesquera, pero del mismo modo, la agricultura y la ganadería complementan simbióticamente ese tejido económico tradicional, donde bancales, barracas de piedra en seco y corrales, son un manifiesto de una vida desconocida a los ojos del forastero.

Ciertamente, a pesar de los grandes cambios a los que se ha visto sometido este territorio durante las últimas cinco décadas, la toponimia aun refleja esa esencia a la que me intento referir, cuando leemos el nombre de partidas, como aquellos corrales que permitieron el desarrollo de una vida campesina, siendo el caso del corral de Nicolau, el corral de don Julio, lo corral Blanc, lo corral Blanc vell, el corral de Sangüesa, el corral dels Poatxos, el corral de la clapissa, el corral de Baltasar, el corral del Pelat, el corral de Mossèn Andreu, el corral de Badal, el corral de Pau, el corral de Figuetes, el corral de Fina, el corral de Castell, el corral de Blanco, el corral del Mas del Senyor, el corral de Colom o el corral de Barrancot, solamente entre otros muchos ejemplos.

Tampoco podemos ignorar otros topónimos del ámbito ganadero, tal y como ocurre con el de l'assagador de Maio, l'assagador de la Creu, lo Prat, la Devesa de Sant Antoni o la redonda. Muestras de un pasado no tan lejano, y que guarda una enorme atracción, por el interés de esa esencia costumbrista de la Peñíscola de la primera mitad del siglo XX.

A continuación pasamos a describir algunas de esas construcciones, y que se distribuyen a lo largo de lo que es la cuenca del barranco de Irta.

El barranco de Irta es una arteria fluvial que posee unas evidentes características de tipo torrencial, alrededor de la que apreciaremos la presencia de algunas estructuras ganaderas, que aprovechando el espacio llano y de fácil acceso al lugar, complementaban sus explotaciones con terrenos dedicados a la agricultura de secano, creando así una economía más diversificada y casi autosuficiente, con la que el peñiscolano siempre había vivido, teniendo en cuenta los avatares que constantemente le dificultaban su comunicación con el exterior en momentos de guerra, ya que ni decir tiene la repercusión que tenía para la población el disponerse en un lugar estratégico, que interesaba a cualquiera que deseara tener bien controlada la franja meridional de la desembocadura del Ebro.

Dentro ese perímetro litoral podemos apreciar el corral de la Morellana, el corral de Xoxet, el corral de Burra, el corral de Gamba y el corral de Barrancot. Se trata de antiguas estructuras ganaderas que se complementaron con un espacio residencial, que hallaremos en una cota aproximada cercana a los 15-40 m.s.n.m., estando todos ellos comunicados por sendas, que luego desembocarán hacia la pista principal, y que es la que discurre de modo paralelo a la línea de playa que da acceso al parque natural de la Serra d'Irta.

La otra cara de la moneda, nos la muestran construcciones más alejadas de este lugar, posicionadas en la zona alta de la sierra, en cotas próximas a los 200 m.s.n.m., como sucede con el caso del corral de Denteta, o algunas casas de labranza que en posteriores artículos nos gustaría tratar.


Corral de Denteta

Pasada la Font d'en Canes hallamos uno de los corrales más elevados que tenemos dentro del término municipal de Peñíscola. Su acceso simple y realizado en base a la técnica de piedra en seco, nos presenta un patio abierto para el ganado, que comunica a través de un arco reforzado con argamasa en la parte superior y que da acceso a la paridera de planta rectangular. El suelo del lugar es la misma roca madre de la montaña. Desde el patio, como la paridera se accede a una segunda parte de la construcción, que de forma simétrica, prácticamente como la anterior, mantiene la misma distribución y espacio de la paridera, cubriéndose en su día con un techo a una sola agua, que aprovechando la pendiente que discurre ladera abajo, impediría que esta construcción se inundase, gracias a los orificios o aliviaderos que veremos en el patio exterior adyacente. El trabajo de piedra en seco de la estructura es muy destacado por su calidad, además de la altura de sus muros. Siguiendo la senda que conecta hasta este punto ganadero, veremos los restos de otra construcción, y que formaría parte complementaria de los dominios del corral de Denteta, conocido aquí en la zona como de “la part baix de denteta”, y que englobamos dentro de un mismo conjunto. Desde ahí se puede seguir hacia abajo, hasta que en la zona inmediata al lugar, hallamos una casa de labranza conocida popularmente en Peñíscola como caseta del mellat.


Corral de la Morellana

A pesar de hallarse desvirtuada la estructura antigua del corral, este se emplaza en una zona donde como veremos existieron otras construcciones de la misma clase, debido a que la parte baja de la desembocadura del barranco de Irta fue un área muy transitada y de fácil acceso para sus vecinos. Simplemente con un macho e incluso tirando de un carro, se podían desplazar los vecinos hasta esta zona sin excesivas complicaciones.


Corral de Xoxet

A pesar de que hoy lo encontremos bajo la denominación de masía debido a que la zona ya se complementa con una construcción residencial, este, como el de la morellana, y los cercanos de Burra, Gamba y Barrancot, se insertan dentro de un mismo perímetro geográfico que acaba conectando con la senda principal que discurre paralela a la línea del mar.


Corral de Burra

Su planta en forma de L es bastante singular si la comparamos con el resto, contando con dos entradas que mediante el conglomerado y piedra caliza del terreno dieron consistencia a una estructura de piedra en seco, y que hoy se encuentra en estado de completa ruina. En total se aprecian tres estancias que se mantenían comunicadas, y que antaño se complementaban con una casa de labor distante de la zona en la que residiría el propietario, que todavía sigue en pie.


Corral de Gamba

La entrada al corral ya nos refleja un poco la envergadura del la construcción, la cual se salva con un arco reforzado de argamasa, y la respectiva viga superior de la puerta. En su interior queda patente que el pastor podía vivir toda o buena parte del año, disponiendo de un comedor en la franja baja con su respectiva chimenea. En las paredes apreciamos bloques rectangulares que eran aprovechados como estanterías. A través de una escalera de madera se accedía a la parte de arriba, quedando en la zona inferior el comedero para el macho o los animales con los que se trabajaba, de modo que el calor que desprendían facilitaba un aumento de la temperatura que calentaba el hogar, hecho intencionado al hallarse la zona de descanso del pastor arriba de esta. El acceso a esa parte se encontraba formado por una escalera de madera, que gracias a las largas vigas a través de encajes en las paredes daban a la planta una mayor consistencia. El interior de la construcción se encalaba debido al uso antiséptico que proporcionaba este material. Junto a la vivienda había un aljibe así como en la zona de sus alrededores las paredes en las que se guardaba al ganado, dejando siempre un espacio abierto a modo de patio, y que comunicaba con otro cubierto (la paridera).


Corral del Barrancot

Nos encontramos ante un corral de características interesantes, que contaba con un aljibe y casa para el pastor, además de variadas zonas disponibles para la protección del ganado. La entrada al patio principal del corral se ha realizado aprovechando la piedra del terreno, quedando como en el resto de casos el suelo desnudo de la roca de la montaña, así como anexo a una antigua paridera de planta rectangular, hoy derrumbada donde quedan los postes que a modo de columnas sostenían las vigas y techo cubierto. Esta zona está adosada a la vivienda del pastor, al lado de la cual hay restos de otra parte de la construcción que tal y como apreciamos por su forma corresponden también un espacio auxiliar para dar cobijo al ganado, de modo que presenciamos varios puntos habilitados para estas funciones, lo que indicaría una cifra nada despreciable de ovejas o cabras para su cría.


David Gómez de Mora

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).