Durante la segunda mitad del siglo XVIII uno de los ilustres hijos peralejeros, el dominico Fray Juan González-Breto, quien descendía de una de las familias de la nobleza local, y que estuvo en el Real Convento de Nuestra Señora de Atocha de Madrid, redactó unos versos qua afortunadamente nos han llegado, y que cuentan el origen de la tradición que relaciona la imagen de esta Virgen con la devoción que le prestaría su vecindario desde tiempos antiguos.
La tradición atestigua que en tiempos de la dominación islámica, los cristianos que habitaban este lugar escondieron una imagen, hasta que siglos después, una noche de primavera, desde el pueblo se vio a lo lejos una luz, que al principio se creía que era fruto de la hoguera de algún pastor que había encendido paliar el frío.
Nada más lejos de la realidad, después de aquello, algunos curiosos del municipio, y entre los que se cita al noble Juan de Aza, acudieron hasta ese punto donde se atisbaba aquella luz, descubriendo para asombro suyo, que en ese enclave, en lugar de los restos de una hoguera, lo que había eran un montón de cantos de piedra apilados, que mientras empezaron a moverlos, se apreció como en su parte central afloraba una cara, y que una vez liberada del resto de piedras, se comprobó que era la talla de una Virgen envuelta en un lienzo blanco, bautizándose por ello con el nombre de la Madre de Dios del Monte o Nuestra Señora del Monte, tal y como hoy la conocemos.
Se dice que para la elección del ermitorio en el que se custodiaría su imagen, el hidalgo Juan de Aza, mandó realizar una procesión, para que aquel lugar en el que parase su caballo, fuese el sitio en el que se decidiera erigir una ermita dedicada a la Virgen. Una construcción simple armada con yeso y pedernal, que contaría además con su clásica espadaña donde se colocaría una campana, pagada con los donativos de los vecinos del pueblo.
La Virgen del Monte será sin lugar a duda una de las advocaciones más queridas entre los peralejeros con el trascurso de los siglos, siendo sacada en rogativas pro pluvia cuando las situaciones de sequía empeoraban con creces el periodo de las cosechas.
David Gómez de Mora
Cronista Oficial de La Peraleja