Sabemos que tras la reconquista, muchas de las poblaciones que previamente habían sido ocupadas por los musulmanes o en las que hasta la fecha nadie se había asentado, se alzarán siguiendo un plano en cuadrícula, para reflejar claramente un deseo de poder ordenar el crecimiento de ese lugar. Una de las características básicas de estos proyectos urbanísticos eran la aparición de una o varias calles paralelas cortadas por otras perpendiculares, de modo que así se conseguía una distribución ordenada en manzanas.
Evidentemente hemos de contextualizar el caso que nos ocupa, puesto que la escasa cantidad de habitantes desde su fase inicial, y las limitaciones que en una zona que no es llana puede imponer el relieve, dan pie a un planteamiento más simplificado, como el que podríamos presenciar en el clásico cardo-decucamus, que como veremos en muchas localidades de la reconquista con escasa previsión de crecimiento, se alzaba directamente con dos calles cortadas de forma simétrica, a través de las que era suficiente dejar asentado el núcleo fundacional en el que se pretendía dejar a sus gentes.
Creemos que este puede ser sin lugar a duda el caso de la trama urbana que ofrece el casco antiguo de la pedanía de Verdelpino de Huete. Un enclave que siglos atrás mantuvo durante una buena parte de su historia de forma continua una población sin excesivas alteraciones demográficas, que a lo largo del siglo XVI-XIX se movió alrededor de los 500 habitantes, pero que podemos suponer que durante la baja edad media contaría con una cifra inferior.
Un plano hipodámico con calles en ángulo recto, que permitirá partir de un núcleo cuadrado o rectangular la creación del casco antiguo del municipio. El nombre de hipodámico deriva del arquitecto Hipódamo de Mileto, arquitecto del siglo V a.C. al que se le atribuye la introducción de este planteamiento en las ciudades griegas, y que posteriormente en la época romana se trasladará con el tradicional cardus-decumanus, para aplicarse en tiempos de la reconquista e incluso tras la llegada a América.
Como veremos en el caso de Verdelpino de Huete, esta adaptación medieval con esa reminiscencia del urbanismo griego como posteriormente adaptada en la época romana, salta a la vista con una fotografía área de su casco urbano, donde la escasa disponibilidad de un terreo llano, al hallarse en la zona alta de ese área montañosa, permitirá a lo sumo dos vías que se cortarán, al estilo romano de lo que será el cardus (N-S) y decumanus (E-O), siendo así extrapolable en nuestro caso a la calle de las cuatro esquinas (nombre bastante sintomático que nos describe el aspecto de la trama del lugar), y que haría la función del cardus, para acabar cortando la calle San Juan (una especie de decumanus) que parte desde el camino que viene en dirección desde Huete, y da por tanto acceso a la población, fusionándose en ese mismo punto la bifurcación de sendos accesos, y estirándose hasta la zona de la Iglesia, es decir, una distancia cercana a los 60 metros.
Como veremos, el cruce de ambas calles, además de darle nombre a la zona central que desciende de norte a sur, ya genera un eje sobre el que se aplica modestamente esa planificación regular, pues veremos como de manera paralela a la calle de las cuatro esquinas, apreciaremos también desde el extremo de la calle San Juan el trazado de la calle de la Iglesia, la cual llega a los sumo a extenderse una longitud de 50 metros, creándose de este modo una manzana que en su día podría haber agrupado alrededor de 20 viviendas.
Creemos a nuestro entender que estas tres vías urbanas: la calle de las cuatro esquinas y de la iglesia (de norte a sur) y de San Juan (de este a oeste), son el corazón del Verdelpino más antiguo, por ofrecer una planteamiento ordenado, propio de esa idea hipodámica, manteniendo un orden y armonía con el edificio más antiguo que se conserva de la población, la Iglesia Parroquial, y que como sabemos, era al fin y al cabo uno de los hitos que dirigía parte de los espacios primarios de las poblaciones, y que como hipótesis urbanística, por la posición y visibilidad que ocupa, puede asentarse sobre una antigua construcción defensiva de época musulmana, y que en caso de ser así, habría influido en las decisiones posteriores que implicarían el reaprovechar ese lugar como un nuevo asentamiento cristiano.
David Gómez de Mora